domingo, 27 de septiembre de 2009

II. SOBERANÍA ALIMENTARIA


Vía Campesina formuló el concepto por primera vez en 1996, cuando lo introdujo en los debates de una reunión paralela celebrada por diversas ONG y organizaciones de la sociedad civil (OSC) durante la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996. Desde entonces, el concepto ha recibido el apoyo de otros agricultores y de otras OSC, tanto en el Sur como en el Norte. Durante la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después, celebrada en 2002, el Foro ONG/OSC sobre Soberanía Alimentaría, al que asistieron representantes de 400 organizaciones de la sociedad civil y de agricultores, definió así el concepto de soberanía alimentaría:

"La soberanía alimentaría es el derecho de todos los pueblos, comunidades y países a definir sus propias políticas en materia agrícola, laboral, de pesca, alimentación y tierras de manera que resulten apropiadas a sus circunstancias específicas desde un punto de vista ecológico, social, económico y cultural. La soberanía alimentaría incluye el derecho real a la alimentación y a producir alimentos, lo que significa que todas las personas tienen derecho a una alimentación segura, nutritiva y apropiada culturalmente, y a los recursos necesarios para producir alimentos y a la capacidad para sustentarse a sí mismas y a sus sociedades."

La soberanía alimentaría implica la supremacía de los derechos de las personas y las comunidades a la alimentación y a la producción de alimentos sobre los intereses comerciales. Esto implica el apoyo y promoción de los mercados y productores locales frente a la producción para la exportación y las importaciones de alimentos.

La soberanía alimentaría exige lo siguiente:

· Dar prioridad a la producción de alimentos para los mercados nacionales y locales, sobre la base de unos sistemas de producción diversificada y agroecológica de la agricultura campesina y familiar;

· Garantizar precios justos para los agricultores, lo cual significa proteger los mercados nacionales del "dumping" de productos importados de bajo precio.

· Facilitar el acceso a la tierra, el agua, los bosques, las zonas de pesca y otros recursos productivos mediante una auténtica redistribución.

· Reconocer y promover la función de la mujer en la producción de alimentos y promover la igualdad de acceso a los recursos productivos y de control sobre ellos.

· Dar a las comunidades el control sobre los recursos productivos, frente a la propiedad por las empresas de la tierra, el agua y otros recursos genéticos y de otra índole.

· Proteger las semillas, la base de la alimentación de la propia vida, para su libre intercambio y utilización por los agricultores, lo cual significa que no haya patentes sobre la vida y que se aplique una moratoria a los cultivos modificados genéticamente.

· Invertir fondos públicos para apoyar las actividades productivas de las familias y las comunidades con el fin de potenciar su papel y asegurar el control y la producción local de alimentos para las personas y los mercados locales."[i]

El primer elemento clave del concepto de soberanía alimentaría es la reivindicación de la soberanía nacional e individual sobre las políticas de seguridad alimentaría. Las Organizaciones de la Sociedad Civil OSC denuncian que, en virtud de los acuerdos de la organización Mundial del Comercio OMC, los países están perdiendo el control de su capacidad para decidir sus propias políticas agrícolas y en materia de alimentos. Los países se han encontrado en una situación en que se ven privados de ciertas opciones políticas (como los aranceles sobre la importación de alimentos). Con arreglo a las normas de la OMC es muy difícil también invertir la liberalización ya emprendida. En esta reivindicación del espacio político, la soberanía alimentaría se asimila al concepto de "multifuncionalidad". Noruega, por ejemplo, propone que "cada país tenga flexibilidad para diseñar sus políticas nacionales a fin de promover la producción agrícola interna necesaria para luchar contra los problemas internos ajenos al comercio"

El concepto de soberanía alimentaría afirma que cada país debe tener derecho a determinar su grado de autodependencia en cuanto a la producción nacional de alimentos básicos. Un sistema estable de comercio puede contribuir a mejorar la disponibilidad general de alimentos, pero la seguridad alimentaría no se puede garantizar siempre mediante la importación de alimentos. Es posible que los países pobres carezcan de divisas suficientes y que las personas pobres sean incapaces de costearse alimentos importados, especialmente cuando esos alimentos desplazan del mercado a los agricultores locales y, por lo tanto, arruinan los ingresos rurales. El concepto de soberanía alimentaría no es contrario al comercio, sino más bien a la prioridad otorgada a las exportaciones y al "dumping" de alimentos subvencionados importados en los mercados locales, que destruye los medios de subsistencia de los agricultores locales. Su finalidad es garantizar primero la seguridad alimentaría, favoreciendo la producción local para los mercados locales. La idea básica es que se debe proteger la agricultura campesina en pequeña escala por su importancia para garantizar los objetivos en materia de seguridad alimentaría, empleo y medio ambiente, siempre y cuando esa protección no ponga en peligro los medios de subsistencia de otros agricultores en otros países.

La soberanía alimentaría no descarta la protección mediante subvenciones, pero implica como corolario el derecho correspondiente de los países importadores a imponer aranceles para protegerse del "dumping" de productos subvencionados de exportación. Como se ha señalado, "uno de sus objetivos es detener la carrera por obtener el precio mínimo y la consiguiente desintegración de las comunidades rurales" del Norte y del Sur. Así pues, se permiten las subvenciones, pero sólo para apoyar a los pequeños agricultores que producen para los mercados internos y no para la exportación. Según la lógica de la soberanía alimentaría, nunca se deben permitir subvenciones a la agricultura a gran escala o al sector de exportación.

La soberanía alimentaría hace hincapié en la agricultura campesina en pequeña escala orientada al mercado local y al consumidor nacional, frente al modelo vigente de agricultura industrializada y orientada a la exportación. Las organizaciones de la sociedad civil creen que el modelo orientado a la exportación está obligando a industrializar la cadena alimentaría, al precipitar el declive de las pequeñas explotaciones agrícolas y de la agricultura campesina, tanto en el Norte como en el Sur, en beneficio de las grandes empresas agroindustriales[ii]. Millones de agricultores de los países en desarrollo están perdiendo sus medios de subsistencia, pero los pequeños agricultores de los países desarrollados también están sufriendo. En el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, por ejemplo, 20.000 trabajadores agrícolas abandonaron la agricultura en 1999, lo cual permitió una concentración de tierras aún mayor. Lo mismo está ocurriendo en el resto de Europa y en los Estados Unidos. La soberanía alimentaría parece indicar que los pequeños agricultores tienen mucho en común, tanto en el Norte como en el Sur. La soberanía alimentaría es un intento de encontrar puntos de entendimiento y solucionar la oposición que se ha creado por la cuestión de las subvenciones reconociendo que las subvenciones han beneficiado principalmente a las grandes explotaciones agrícolas y a las empresas agroindustriales.

La soberanía alimentaría supone también un llamado para que los pobres, especialmente las mujeres, tengan un mayor acceso a los recursos, impugnando lo que se percibe como una concentración cada vez mayor en la propiedad de los recursos. Al igual que la pobreza, la inseguridad alimentaría suele deberse a una falta de acceso a los recursos productivos, más que a la disponibilidad mundial de alimentos. La soberanía alimentaría exige el acceso equitativo a la tierra, las semillas, el agua, el crédito y otros recursos productivos, para que las personas puedan alimentarse por sí mismas. Esto supone impugnar las actuales relaciones de poder y distribución, por ejemplo, mediante una reforma agraria. Supone también impugnar la concentración cada vez mayor de la propiedad del comercio, el procesamiento y la venta de productos agrícolas por empresas agroindustriales transnacionales mejorando, por ejemplo, la legislación sobre la competencia (leyes antimonopolísticas) en el ámbito transnacional y prohibiendo la apropiación de conocimientos mediante regímenes jurídicos de propiedad intelectual. El concepto de soberanía alimentaría implica que se reconozcan los derechos de las comunidades a sus recursos locales tradicionales, incluidos los recursos fitogenéticos, y que se protejan los derechos de los agricultores a intercambiar y reproducir semillas[iii].

Por último, el concepto de soberanía alimentaría reconoce también el derecho de los países a rechazar las tecnologías que consideren inapropiadas como medida de precaución. Reconoce así mismo el derecho de los consumidores a poder decidir qué consumen, cómo se produce lo que consumen y quién lo produce. Esto significa que los consumidores deben tener la opción de consumir alimentos producidos en su propio país sin que ello se considere una limitación al comercio. Significa también que los consumidores deben poder elegir si quieren comer productos con organismos modificados genéticamente; el etiquetado de ingredientes modificados genéticamente podría considerarse un obstáculo al comercio indirecto. La soberanía alimentaría exige la protección de los intereses del consumidor, en particular una reglamentación de la seguridad alimentaría que incorpore el principio precautorio y un etiquetado preciso de los alimentos y los piensos animales, con información sobre su contenido y origen. La soberanía alimentaría exige también la participación de los consumidores, así como los productores, en la determinación de normas, tanto a nivel nacional como internacional. Por ejemplo, las CSO critican a la Comisión Mixta FAO/OMS del Codex Alimentarius, que fija las normas internacionales de seguridad alimentaría reconocidas por la OMC, por no incluir la participación de los pequeños productores y de los consumidores y por dejarse influir en gran medida por los grupos de presión y la participación de las grandes empresas agroindustriales, alimentarías y químicas. La soberanía alimentaría pretende restablecer este equilibrio.

La Soberanía Alimentaría es uno de los pilares fundamentales de la Soberanía de los Pueblos y las Naciones.

La soberanía alimentaría implica la determinación y el abastecimiento de los requerimientos de los alimentos de la población a partir de la producción local y nacional, respetando la diversidad productiva y cultural, priorizar la producción agrícola local para alimentar a la población, el acceso de los/as campesinos/as y de los sin tierra a la tierra, al agua, a las semillas y al crédito. De ahí la necesidad de reformas agrarias, de la lucha contra los OGM (Organismos Genéticamente modificados), para el libre acceso a las semillas, y de mantener el agua en su calidad de bien público que se reparta de una forma sostenible.

El derecho de los campesinos a producir alimentos y el derecho de los consumidores a poder decidir lo que quieren consumir y quien se lo produce y de que forma. el derecho de los Países a protegerse de las importaciones agrícolas y alimentarías, mantener precios agrícolas ligados a los costos de producción: es posible siempre que los Países o las Uniones tengan el derecho de gravar con impuestos las importaciones demasiado baratas, que se comprometan a favor de una producción campesina sostenible, la participación de los pueblos en la definición de políticas agrarias, el reconocimiento de los derechos de las campesinas que desempeñan un papel esencial en la producción agrícola y en la alimentación.

El concepto de soberanía alimentaría fue desarrollado por Vía Campesina y llevado al debate público con ocasión de la Cumbre Mundial de la Alimentación en 1996, y ofrece una alternativa a las políticas neoliberales. Desde entonces, dicho concepto se ha convertido en un tema mayor del debate agrario internacional, inclusive en el seno de las instancias de las Naciones Unidas. Fue el tema principal del foro ONG paralelo a la cumbre mundial de la alimentación de la FAO en junio del 2002.

La defensa de la Soberanía Alimentaría se traduce en la capacidad de autoabastecimiento primero de la unidad familiar, luego de la localidad y por último del país, mediante el control del proceso productivo, de manera autónoma. Con ello, se garantiza el acceso físico y económico a alimentos inocuos y nutritivos.

Tema

Modelo Dominante

Modelo Soberanía Alimentaria

Comercio

Libre comercio para todo.

Alimentos y agricultura fuera de los acuerdos comerciales.

Prioridad productiva

Agroexportaciones.

Alimentos para mercados locales.

Precios de los cultivos

“Lo que el mercado dicte” (dejar intactos los mecanismos que imponen precios bajos).

Precios justos que cubren los costos de producción y permiten a los agricultores una vida digna.

Acceso a los mercados

Acceso a los mercados externos.

Acceso a los mercados locales; y fin del desplazamiento de los agricultores de sus propios mercados debido a la industria agropecuaria.

Subsidios

Mientras se trata de prohibirlos en el Tercer Mundo, muchos subsidios están permitidos en los Estados Unidos y Europa – pero se pagan solo a los agricultores mas grandes.

Los subsidios que no perjudican a otros países (vía dumping) son aceptables; p.ej. garantizar que los subsidios sean sólo para agricultores familiares, para la comercialización directa, el apoyo de los precios y/o ingresos, la conservación del suelo, la conversión a agricultura sostenible, la investigación, etc.

Alimentos

Principalmente una mercancía; en la práctica esto significa alimentos procesados, contaminados, llenos de grasas, azúcar, jarabe alta-fructosa de maíz, y con gran cantidad de residuos tóxicos.

Un derecho humano: específicamente deberían ser saludables, nutritivos, asequibles, culturalmente apropiados y producidos localmente.

Producir

Una opción para los más eficientes.

Un derecho de los pueblos rurales.

Hambre

Debido a la baja productividad.

Un problema de acceso y distribución; debido a la pobreza y a la desigualdad.

Seguridad alimentaria

Se logra importando alimentos desde donde son más baratos.

Es mayor cuando la producción de alimentos está en manos de los pobres mismos, y cuando los alimentos se producen localmente.

Control sobre los recursos productivos (tierras, agua, bosques)

Privatizado.

Local; controlado por los-as productores-as y por la comunidad.

Acceso a la tierra

A través de los mercados.

A través de una reforma agraria genuina; sin acceso a la tierra, lo demás carece de sentido.

Semillas

Una mercancía patentable.

Una herencia común de la los pueblos, al servicio de la humanidad; “no a los patentes sobre la vida.”

Crédito e inversiones rurales

Del sector privado.

Del sector público, dirigidos a la agricultura familiar.

Dumping

No es un problema.

La raíz de la mayor parte de los problemas: los monopolios deben ser prohibidos.

Sobre-producción

No hay tal cosa, por definición.

Conduce a una baja de los precios y lleva a los agricultores hacia la pobreza; se necesitan políticas de manejo de la oferta en los EEUU y la Unión Europea.

Organismos Genéticamente Modificados (OGMs)

La onda del futuro.

Peligrosos para la salud y el medio ambiente; una tecnología innecesaria; deben ser prohibidos.

Tecnología agropecuaria

Industrial, monocultivo, requiere muchos agrotóxicos; usa OGMs.

Métodos agroecológicos y sustentables, no usa OGMs.

Agricultores

Anacronismos; el ineficiente desaparecerá.

Guardianes de la biodiversidad de los cultivos, administradores de los recursos naturales productivos; depositarios del conocimiento; el mercado interno y la base para un desarrollo amplio e incluyente.

Consumidores urbanos

Trabajadores a quienes les pagan tan poco como se pueda.

Deben recibir salarios justos y dignos.

Otro mundo (opciones)

No es posible/no es de interés

Posible y ampliamente demostrado (ver lista de referencias abajo)

Para garantizar la soberanía alimentaría, es necesario que haya una promoción y recuperación de las prácticas y tecnologías tradicionales, que aseguren la conservación de la biodiversidad y la protección de la producción local y nacional. Un componente básico para la soberanía alimentaría es el garantizar el acceso al agua, la tierra, los recursos genéticos y los mercados justos y equitativos con el apoyo gubernamental y de la sociedad.

La legislación de semillas es uno de los casos clásicos en los que se ha ofrecido protección a intereses empresariales específicos frente a otras estrategias controladas por agricultores o iniciativas socioeconómicas locales que hubieran tenido una incidencia importante en la conservación/generación de biodiversidad. Por lo tanto existe una deuda ecológica con los agricultores y las comunidades rurales, el estado es corresponsable del empobrecimiento de recursos genéticos locales, la falta de disponibilidad futura de los conocimientos tradicionales ligados a la biodiversidad, y el importe no pagado hasta ahora del germoplasma y la información cedida para un aprovechamiento comercial, y tiene la obligación de tomar partido por aquell@s agricultores que hoy quieran elegir una vía alternativa en el abastecimiento de semillas y la conservación de la agrodiversidad.

Hoy por hoy, los sistemas de producción ecológica son aquellos que más capacidad tienen de promover la conservación dinámica de la biodiversidad, además de sus reconocido valor para generar alimentos de calidad y sanos sin degradar los agroecosistemas. Esto no quiere decir que sea la única estrategia para la conservación de la biodiversidad valida, ni que todas las variedades que se utilicen en agricultura ecológica deban ser variedades locales. Pero sí creemos que la agroecología es la aproximación a la agricultura que asume una concepción más profunda de la biodiversidad. Porque piensa en la biodiversidad no como un conjunto de recursos fitogenéticos aislados, sino como un entramado complejo en el que se unen la diversidad cultural campesina, la biodiversidad agrícola a nivel específico y genético, y la heterogeneidad de los agroecosistemas y territorios, y que sobrevive gracias a la capacidad de generar iniciativas de producción e intercambio de semillas, que favorezcan la creación de empleo verde, y gracias a mercados y consumos locales. Luego es dentro de la agricultura ecológica donde se deben centrar las medidas para la conservación in situ de la biodiversidad.

La nueva coyuntura creada en Europa por el crecimiento de la demanda de productos ecológicos y la necesidad de crear un marco técnico y legal propio para la producción de semilla ecológica debería servir para retomar y definir el papel de los campesinos y los consumidores en el proceso productivo de las semillas. Es necesario ampliar el debate y decidir no sólo "cómo producir" sino también "qué producir" y "quienes van a ser los sujetos del proceso". Estamos ante una gran oportunidad de retomar tecnologías que den mayor autonomía a los agricultores en vez de fomentar su dependencia de la gran industria, y también de desarrollar variedades al gusto de los consumidores y no como respuesta a las necesidades de las distribuidoras agroalimentarias.

Especialmente preocupante es la nueva ley de obtenciones vegetales aprobada a principios de este año, al no reconocer los derechos de los campesinos por el germoplasma utilizado en la mejora. Este conflicto hoy se vive a escala planetaria, ya que las transnacionales se apoyan en las instituciones internacionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC) para controlar el destino y la vida de la sociedad y la biosfera. Pedimos al gobierno español que apoye la posición del Grupo Africano y la India en la revisión sobre propiedad intelectual en la OMC, que piden la prohibición de patentes sobre seres vivos y el reconocimiento expreso de los derechos comunitarios sobre la biodiversidad. Desde aquí hemos comenzado a transformar nuestra resistencia en alternativas, y nos solidarizamos con otros movimientos campesinos e indígenas, que mantienen sus luchas contra la globalización y por la conservación local de la biodiversidad.

Si realmente se pretende conservar la biodiversidad cultivada y cumplir con los compromisos adquiridos en la Cuarta Conferencia Técnica Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos, es necesario un cambio sustancial de la legislación, especialmente de la actual Ley de régimen jurídico de protección de las obtenciones vegetales y también de la legislación sobre semillas y plantas de vivero, completando la incorporación al ordenamiento jurídico estatal de todos los cambios introducidos en la nueva directiva comunitaria y redactando un reglamento que permita un desarrollo satisfactorio de los objetivos propuestos.

En los últimos cinco años, muchas han sido las amenazas contra la soberanía alimentaría, incluyendo los distintos programas de ajuste estructural, que nos han obligado a utilizar nuestras mejores tierras para la obtención de productos de exportación y la construcción de grandes represas, a destruir nuestros bosques por la extracción intensiva de madera, a contaminar nuestros ríos y mares y por la explotación de nuestros recursos no renovables.

Poco a poco, los países han dejado de producir para el consumo interno, y se prevé que en el futuro, cada país producirá aquello para lo que es más eficiente (en términos de exportación), e importará todo lo demás. Esto significa que estamos poniendo en manos de los importadores una de las actividades más esenciales de los seres vivos, que es la alimentación. Significa además una inmensa fuga de divisas al exterior, para asegurar la alimentación nacional. Cada vez más nos vemos obligados a producir más para la exportación, e importar más para comer.

La seguridad alimentaría del país estará en manos de las empresas transnacionales de la alimentación, y dejaremos de decidir soberanamente sobre nuestra alimentación.

Cinco años después de haberse celebrado la Cumbre Mundial de la Alimentación, es indudable que el problema del hambre en el mundo no se ha solucionado ni se han alcanzado las metas propuestas.

Aunque en los últimos años la producción de alimentos ha aumentado, el número de personas sin acceso a alimentos no ha disminuido.

Y es que el problema del hambre en el mundo no está directamente relacionado con la producción de alimentos, sino con el acceso, control y distribución de estos.

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