Por Vicent Boix
Se podría definir que un cultivo es transgénico cuando se le ha introducido algún gen de otra especie para proporcionarle propiedades nuevas e inéditas. En la actualidad existen dos tipos de cultivos transgénicos sembrados a gran escala a nivel mundial, o lo que es lo mismo, hay dos características incorporadas a diversos cultivos (principalmente maíz, soja y algodón) que eran inéditas y se obtuvieron mediante manipulación genética.
El primer gran grupo corresponde a las variedades que, mediante la inserción de genes extraños, pueden generar sus propias toxinas para acabar con ciertas plagas atacantes. El otro grupo ha sido manipulado para resistir la toxicidad de ciertos herbicidas, de tal manera que una parcela infestada por malezas, puede ser rociada con herbicidas que las eliminarían mientras nuestro cultivo seguiría creciendo.
Desde el principio esta tecnología fue rebatida por organizaciones sociales de diverso cariz. Un motivo es que el tiempo ha proporcionado abundante evidencia de que los transgénicos pueden ser peligrosos para la salud humana y el medio ambiente. También es importante destacar los factores socioeconómicos que fomentan el rechazo hacia estos organismos. Las semillas transgénicas están patentadas y hay que adquirirlas periódicamente junto a un paquete tecnológico (herbicidas, plaguicidas, etc.). Por lo tanto la agricultura de los transgénicos es la agricultura del monocultivo sembrado a gran escala, fuertemente industrializado, excluyente y en donde no prima el llenado de estómagos sino la exportación de materias primas agrícolas.
Los transgénicos son unos cultivos que son repudiados ampliamente, no sólo por organizaciones civiles sino por la propia ciudadanía. Una encuesta publicada recientemente por la Unión Europea, muestra una vez más que el rechazo de los consumidores sigue incrementándose. Según datos contenidos en dichos estudios, en España, el 53% de la población se opone a este tipo de alimentos mientras que el 27% se muestra de acuerdo. A nivel continental, el 61% de los europeos repudia los transgénicos.
La encuesta muestra otro tipo de preocupaciones de la población ante estos organismos. La ciudadanía consultada considera que no deben ser promovidos, que no son naturales, ni seguros. Consideran además que benefician a algunos, pero ponen a los demás en riesgo.
La encuesta ha sido celebrada y remarcada por grandes organizaciones de consumidores, ecologistas y de agricultores del estado español, que desde hace años han unido esfuerzos y luchas para frenar al avance de este tipo de cultivos. Dichas organizaciones son Amigos de la Tierra, CECU, COAG, Ecologistas en Acción y Greenpeace, y ante esta noticia manifestaron que “La encuesta deja claro que el rechazo de la población a los alimentos y cultivos transgénicos no se basa en un rechazo a la tecnología en general, y que está basado en el conocimiento y en la libertad de elección, y no en la ignorancia como suele insistir la industria de los transgénicos.”
Como advierten estos grupos, ya son diez los países europeos que prohíben el cultivo de maíz transgénico, “En base a las evidencias científicas sobre sus impactos ambientales y sociales, la imposibilidad de convivencia entre una agricultura transgénica y una agricultura convencional o ecológica, y por sus incertidumbres para la salud.”
Mientras, España sigue siendo el único país de la UE que cultiva a gran escala dicho maíz transgénico. Fue en 1998, cuando el gobierno de Aznar lo aprobó justo antes de que entrara en vigor moratoria a nivel europeo. La misma duró hasta 2004 y desde entonces, el otro cultivo transgénico aprobado en la UE ha sido una patata que ha fracasado claramente en su primer año, además de estar prohibida en tres países y haber sido recurrida ante los tribunales por cinco gobiernos europeos.
Como se observa, otra vez el estado español sigue haciendo el ridículo en materia ambiental y agrícola, defendiendo unos cultivos que son rechazados ampliamente por la sociedad y que han sido prohibidos rotundamente en otros países. Ante las evidencias sobre sus impactos y el rotundo rechazo de la población, estas organizaciones solicitaron a Rosa Aguilar -la nueva responsable del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino- que prohíba el cultivo de transgénicos en España.
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