Por: Agustín Ortiz
El enfoque de la agricultura convencional siempre ha buscado incrementar la producción de cosechas sin considerar las consecuencias posteriores sobre el ambiente en el que se practica.
Así ocurre, por ejemplo, con la labranza intensiva del suelo, los monocultivos, el uso indiscriminado de fertilizantes sintéticos, el control químico de plagas, la manipulación genética y la utilización excesiva del agua, en el marco de la agricultura moderna.
Si bien no se debe descuidar y negar que esas prácticas e innovaciones tecnológicas de la agricultura tradicional incrementan la producción agrícola, no se puede dejar de observar que deterioran los recursos naturales. Tal es el caso de la cubierta vegetal, la erosión del suelo, la disminución de mantos friáticos, la pérdida de la diversidad biológica y genética, etcétera.
Ante estos múltiples factores negativos de la agricultura convencional emerge una concepción de la agricultura que promueve la producción agrícola que se apoya en la conservación de los recursos naturales elementales en la producción de alimentos.
Se trata de la agroecología. “De alguna manera, nuestros pueblos siempre la han practicado, aunque no con ese nombre”, afirma Ronnie Palacios, coordinador de la Red Nacional por la Soberanía Alimentaria de Guatemala (Redsag).
“La agroecología es, ante todo, la práctica que lleva a los agricultores a priorizar el uso de los recursos locales, tales como semillas o materiales genéticos, criollos o nativos, y control de plagas naturales, entre otros, y evita al máximo el uso de productos externos”, explica Francisco Velásquez, decano de la Facultad de Agronomía de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac).
“La agricultura ecológica promete ser altamente productiva y a su vez sostenible en producción y conservación a largo plazo, con la finalidad de solventar el abastecimiento de alimentos, de cara a la lucha contra la pobreza y desnutrición, así como de la inseguridad alimentaria en general, que el modelo agroexportador actual no ha resuelto en 60 años”, agrega Palacios.
“Se debe despejar el mito de que la agroecología es una práctica de agricultura de subsistencia, solo por su prioridad de garantizar la alimentación local antes que el comercio intensivo de la producción, puesto que uno de sus principios es la soberanía alimentaria.
Entendida como la facultad de los pueblos de decidir sobre cómo, cuánto, qué y cuándo producir su alimento”, indica Carolina Martínez, coordinadora del Consejo de Instituciones de Desarrollo (Coí7ynde).
Disciplina teórico-práctica
Teóricamente, la agroecología es una disciplina teórico-práctica que, más allá de observar los componentes e interacciones de un agroecosistema, propone principios y métodos que incorporan las dimensiones ecológica, técnica.
Socioeconómica y cultural con la finalidad de mejorar la eficiencia biológica y productiva, como la preservación de la biodiversidad, el ciclaje de nutrientes, la optimización del uso de recursos locales y el aprovechamiento del conocimiento tradicional, todo en forma sostenida.
Fuente: dca.gob.gt
El enfoque de la agricultura convencional siempre ha buscado incrementar la producción de cosechas sin considerar las consecuencias posteriores sobre el ambiente en el que se practica.
Así ocurre, por ejemplo, con la labranza intensiva del suelo, los monocultivos, el uso indiscriminado de fertilizantes sintéticos, el control químico de plagas, la manipulación genética y la utilización excesiva del agua, en el marco de la agricultura moderna.
Si bien no se debe descuidar y negar que esas prácticas e innovaciones tecnológicas de la agricultura tradicional incrementan la producción agrícola, no se puede dejar de observar que deterioran los recursos naturales. Tal es el caso de la cubierta vegetal, la erosión del suelo, la disminución de mantos friáticos, la pérdida de la diversidad biológica y genética, etcétera.
Ante estos múltiples factores negativos de la agricultura convencional emerge una concepción de la agricultura que promueve la producción agrícola que se apoya en la conservación de los recursos naturales elementales en la producción de alimentos.
Se trata de la agroecología. “De alguna manera, nuestros pueblos siempre la han practicado, aunque no con ese nombre”, afirma Ronnie Palacios, coordinador de la Red Nacional por la Soberanía Alimentaria de Guatemala (Redsag).
“La agroecología es, ante todo, la práctica que lleva a los agricultores a priorizar el uso de los recursos locales, tales como semillas o materiales genéticos, criollos o nativos, y control de plagas naturales, entre otros, y evita al máximo el uso de productos externos”, explica Francisco Velásquez, decano de la Facultad de Agronomía de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac).
“La agricultura ecológica promete ser altamente productiva y a su vez sostenible en producción y conservación a largo plazo, con la finalidad de solventar el abastecimiento de alimentos, de cara a la lucha contra la pobreza y desnutrición, así como de la inseguridad alimentaria en general, que el modelo agroexportador actual no ha resuelto en 60 años”, agrega Palacios.
“Se debe despejar el mito de que la agroecología es una práctica de agricultura de subsistencia, solo por su prioridad de garantizar la alimentación local antes que el comercio intensivo de la producción, puesto que uno de sus principios es la soberanía alimentaria.
Entendida como la facultad de los pueblos de decidir sobre cómo, cuánto, qué y cuándo producir su alimento”, indica Carolina Martínez, coordinadora del Consejo de Instituciones de Desarrollo (Coí7ynde).
Disciplina teórico-práctica
Teóricamente, la agroecología es una disciplina teórico-práctica que, más allá de observar los componentes e interacciones de un agroecosistema, propone principios y métodos que incorporan las dimensiones ecológica, técnica.
Socioeconómica y cultural con la finalidad de mejorar la eficiencia biológica y productiva, como la preservación de la biodiversidad, el ciclaje de nutrientes, la optimización del uso de recursos locales y el aprovechamiento del conocimiento tradicional, todo en forma sostenida.
Fuente: dca.gob.gt
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