Soberanía alimentaria y agroecología.
Publicado en ¡Rebelaos!
Plaza de Mercado La minorista- Medellin- Colombia |
Cuando llegue la época de las habas, ya estará mejor, decían muchas abuelas cuando el hijo pequeño enfermaba durante el largo invierno. El hambre es triste, como también lo es el haber perdido la noción del tiempo y desconocer los ciclos naturales de los alimentos, pero lo más triste de todo es contemplar la corrupción moral del sistema productivo y la perversión del sistema de distribución.
Son pocos quienes creen que los transgénicos sirven para acabar con el hambre en el mundo, y cada vez son más los artículos y estudios científicos que demuestran lo contrario. Un caso muy curioso es el de un estudio llevado a cabo por el Banco Mundial (http://www.agassessment.org) en el que participaron 900 personas en más de 100 países durante 2005-07 y que obtiene, entre otras conclusiones, que “el modelo agroecológico garantiza suficientes ingresos alimentarios a los más pobres, genera excedentes por la comercialización de dichos productos y es la forma más adecuada de desarrollar un modelo agrícola sostenible”.
La alimentación es un derecho propio de los seres humanos, por lo que los alimentos no pueden considerarse como un bien inmerso en la economía de mercado.
Nosotros, como individuos, reclamamos la participación en todas las partes del sistema económico (producción, distribución y consumo) dedicando parte de nuestro tiempo diario a elaborar, distribuir y, obviamente, consumir, para avanzar hacia una soberanía alimentaria individual y colectiva, y de esta forma romper con la inercia de negociar con productos para ganar dinero.
El menú comienza con la siembra
Formar parte del sistema productivo es muy fácil. Cultivar el alga espirulina en casahttp://xarxaespirulina.wordpress.com puede ser una solución para cubrir nuestras necesidades alimenticias, pero no es la única. Como dicen los cultivadores de espirulina: “basta con un metro cuadrado por persona para obtener las proteínas que necesita nuestro cuerpo“. Un ejemplo es lo fácil que resulta abastecerse de setas cuando se cuenta con un manual (los hay disponibles en la red: www.unpocodetodo.info), o hacer un huerto en el balcón o la terraza: para empezar, hay suficiente con un espacio pequeño para un huerto vertical con palés. En Australia, en una de cada veinte viviendas fabrican su propio compost, y de esta forma puede cerrarse el círculo sin salir de casa.
En Cuba, más del 50% de los alimentos que se consumen en La Habana se producen en la propia ciudad: tejados, parques, plazas… se convierten en huertos comunitarios. Si en toda crisis hay una parte de oportunidad, aprovechémosla tal como se hizo en Cuba tras la caída de la Unión Soviética y convirtamos los espacios públicos en un lugar para regenerar la economía.IgrowSonoma.org ofrece una guía fantástica acerca de cómo una comunidad de personas puede crear un huerto comunitario, poniendo en práctica la agroecología como herramienta para reestablecer la coevolución social y ecológica.
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