martes, 20 de agosto de 2013

Un sistema sustentable de vida campesina

Por 
José Antonio Casimiro González*
 
Hacia una cultura
junto a la naturaleza



¿Cuál pudiera ser el mejor camino para soñar con un sistema sustentable de vida campesina?
Lo primero sería asumir una filosofía de vida que permita vivir a plenitud, para comprender cada secreto y entender los errores como asignaturas a vencer, peldaños
de la escalera por donde se puede llegar a la cumbre.
 
Lo máximo sería llegar a un autoabastecimiento de todos los alimentos que más se necesitan para satisfacer los gustos de la familia, y que de todos llegue a sobrar para compartir y obtener aquellos servicios de los cuales ningún ser humano debería prescindir.

Lo anterior es un reto, y dicho así puede parecer algo muy sencillo: lograr todo eso sin apartarse de la sociedad, sin la aplicación de agroquímicos, usando en lo posible las fuentes renovables de energía, obtenidas dentro del propio sistema, la biomasa, la eólica, la hidráulica, la animal, la solar, la espiritual...

No se trata de renunciar al fertilizante, pero este debe ser producto del reciclaje, los abonos verdes y el humus de lombriz; además, interactuando con el sistema de manera que haya mucha diversidad de animales y plantas, que nada sea mucho de lo mismo.

Aprender sobre conservación de alimentos, con conocimientos que permitan aprovecharlos en los momentos picos, cuando sobran, para que adquieran valores en la época en que son escasos.

No generar desechos; hasta los de procedencia humana se tratan en biodigestores o en baños secos; las aguas de la ducha, la batea y el fregadero pueden también ser reutilizadas, y con ellas crear, en los espacios más secos, nichos de plantas que son el deleite de todos porque en el período seco estarán exuberantes.

Hay fortalezas a la mano que aún no hemos incorporado a nuestra cultura, y debemos servirnos de ellas en toda su magnitud, hasta llegar a poseer un sistema agroecológico de permacultura, es decir, todo cultura o cultura permanente. Es una nueva forma de existir en la que el ser humano es una parte del todo; hasta las avispas y los insectos que nos parezcan más insignificantes tienen una gran connotación en el equilibrio ecológico.

Como aficionado a la observación, al unir las experiencias de un evento sobre permacultura con otro de CUBASOLAR, en los que se habla sobre pastos, seguridad alimentaria, agroecología y equidad de género, advierto que todavía faltan temas que para mí son cruciales en la finca agroecológica, para beneficio de toda la población.

Deberíamos priorizar una alimentación autóctona, según lo que se produce en nuestras tierras. Pueden adquirirse pan de trigo, espaguetis y demás productos afines, pero en la opción deben también estar, por interés nacional, varios tipos de panes de maíz, al costo de uno de trigo.

En cualquier finca se podrían fabricar, de forma 100% ecológica, melado de caña, panela y hasta algo muy parecido al azúcar. Claro que ello lleva implícito una asimilación cultural, y una intervención estatal, a la escala de las necesidades, lo que también generaría mucho empleo.

Hay formas científicas de concebir los fogones eficientes, que tan solo por su diseño pueden disminuir el consumo energético tres veces; se puede cocinar con cocinas solares muy sencillas, calentar el agua con el Sol y luego esta misma, ya caliente, usarse para elaborar los frijoles y las viandas, y esto es como producir petróleo, no ahorrarlo.

En un reciente evento de CUBASOLAR, el doctor Luis Bérriz planteaba la ironía de tener tanta energía sobre la casa de cada cual (5 kWh/m²) y no poderla aprovechar: un solo metro cuadrado aporta mucho más que el consumo requerido para cualquier familia.

Aprovechando la oportunidad del debate, lo apoyé ofreciendo un dato del que se habla poco. En cualquier lugar de Cuba caen como promedio más de 1 000 milímetros de lluvia anual. Si en cada metro cuadrado llueve un litro de agua y se toma como promedio
100 m² por vivienda, entonces en cada una caerían todos los años 100 000 litros de agua destilada y clarita, suficientes para usar 273 litros diarios. Es probable que con lo que se ahorraría de jabón y champú para lavar y bañarse, se financiaría la construcción del depósito para el agua, teniendo en cuenta que el agua de lluvia en alguna medida puede sustituir el jabón y el champú.

En algunas casas se construyen locales de más; sin embargo, no se concibe el aljibe. Hemos llegado a casas de familiares, lloviendo, y he oído quejas de que el agua no sirve ni para limpiar porque llega revuelta a la llave, y no tienen una canalita para recoger un poco de la lluvia en un tanque. Es increíble cuánto tenemos y cuán poco sabemos apreciarlo, que no nos lo puede quitar nadie; eso también sería sentido de independencia.

En un sistema agroecológico, bien armonizado en todos los principios éticos y de diseño de la permacultura, puede unirse, por necesidad, la vocación artística del pintor, el artesano, el meteorólogo, el policía, el político y los científicos que estudian el agua, el viento, el Sol y la Tierra, junto a la filosofía, jardinería, pecuaria, arte culinario, sociología, psicología, economía, arquitectura, mecanización, fuentes renovables de energía: por eso hablamos de cultura permanente.

«Si el hombre sirve, la tierra sirve», dice Martí. Es una frase mucho más profunda de lo que parece. ¿Qué hay que hacer para que los hombres y las mujeres sirvan en cada finca? Toda la sociedad sufre cuando esto anda mal; por eso el problema del campo es de todos, tanto o más que de cada pequeño agricultor.

Viví lo que mi familia hizo durante décadas en la finca, lo veía girar todo en torno a un círculo vicioso de lo bebido por lo comido, una cosecha por la otra, nada para la finca y por ningún lado una señal de esperanza para los jóvenes que podrían relevar a los padres.

Estos espacios se fueron quedando para los desaprobados, los que no quisieron estudiar, los inadaptados al progreso de las tecnologías; así durante muchos años. Por tanto, es necesario formular una propuesta diferente al supuesto estigma de la vida en el campo. Las muchachas tienen que ver en el joven agricultor al príncipe azul. Si un día esto se lograra, el sueño de la sociedad crecería más todavía; hoy, por mucho que se ignore, ese es el detalle ¿Cuántos aprobarían de buen gusto que su hija se casara con el vaquero de la cooperativa?

Eso es lo que falta para que los hombres y mujeres sirvan, para entonces soñar con arte agrícola, con un porvenir de soberanía alimentaria y de muchas personas viviendo con dignidad e inteligencia retornando al campo; porque es un lugar para servir, para disfrutar y resolver los problemas más importantes, aunque sea trabajando duro, para orgullo de nuestra sociedad.

Sería bueno crear una nueva esperanza de vida familiar en la finca, donde saber vale mucho, y la agroecología sería, en Cuba, la fórmula para la familia en la finca agroecológica, con los principios de la permacultura.

Durante años, antes de llegar a estas apreciaciones revisé variantes y discursos de investigadores, campesinos y jóvenes, teniendo en cuenta las fuentes renovables de energía, las tecnologías apropiadas y el precio del petróleo, los alimentos, los agroquímicos y las maquinarias.

Todo esto conjugado con lo que es posible, con lo que ha funcionado, con quienes ya lo han hecho, con los pequeños agricultores que poseen 12% de las tierras cultivables y producen la mayor parte de los alimentos cubanos. Esto último fue lo primero que oí decir en el movimiento agroecológico de campesino a campesino, en el 2001.

Considero que se ha perdido un tiempo muy importante para ponérselo todo a la Agroecología. Sé que es una nueva cultura, y me ha costado mucho desprenderme de la que tenía. Ahora comprendo que no hay que tener los campos desprotegidos, que se debe ir al laboreo mínimo y la cosecha del estiércol, que los cultivos no hay que tenerlos tan desyerbados, que la basura es abono y que el Sol es petróleo y materia orgánica regalada.

Es mucho lo que se ha avanzado, pero por todos lados llega la alarma: la naturaleza enseña mucho con los ciclones, las sequías, las intensas lluvias, y ya no acepta descuidos. Cualquiera puede perder su finca en una temporada de lluvia extrema; quinientos millones de años de formación de suelos idos en un gran aguacero por tierras erosionadas y exceso de labores.

Para entrar en este mundo de la agricultura natural, no se puede seguir la filosofía actual de medir los resultados productivos de un sistema, solo teniendo en cuenta los quintales y la cantidad final del fruto obtenido en la cosecha, porque ello sería una burla «diplomática» a la Agroecología.

Dentro de las mil cosas a tener en cuenta, es la parte humana, familiar y social lo que resulta estratégico y aporta independencia. La vía óptima es la seguridad y la soberanía alimentarias, desde nuestras posibilidades, optando por una agricultura de vida donde no se mata, no se contamina y no se empeoran las condiciones, sino que se mejoran, para el bien de todos.

Según se está manifestando el cambio climático, sería estratégico que en cada porción del territorio donde sea posible haya una familia de permacultores como guardianes del ecosistema. Eso sería un oficio bien remunerado, y si, además, se autoabastecen y crean excedentes sin químicos y sin máquinas complicadas, y producen también campesinos para otro futuro, estaríamos cumpliendo los sueños de los mejores cubanos de todos los tiempos.

Creo también que es un compromiso contraído como país: demostrar con una Revolución agroecológica que el ahorro máximo y el consumo mínimo al lado de la naturaleza,
son partes del buen vivir, y que un mundo mejor es posible. Todo está aquí, es solo cuestión de atar algunos cabos sueltos. Lo digo como aficionado de los sueños posibles y como permacultor que vive con su familia en la finca desde hace diecinueve años.
* Agroecólogo y permacultor.
Autor del libro Con la familia en la finca agroecológica.
e-mail: leidic@suss.co.cu

Foto : Derian  Restrepo.   Orgánicos jr   (Jhon Rios) . Aqui en Colombia tambien hay agroecologia y permacultura. Visite la finca en la Ceja - Antioquia .  https://www.facebook.com/jhon.rios.50746?fref=ts






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