INTRODUCCION
Este libro de El Dr Rodado y su esposa,
me hace pensar que hay mucho por
hacer y cambiar algunos paradigmas de la
educación, solo soy un servidor y representante de los que no pueden
reclamar porque están en sus campos produciendo alimento o son marginados o desplazados, son muchos
los que no reclaman, alguien tiene que hablar por ellos y escribir para ser realidad un mundo mejor.
Derian Restrepo
Gallego
Promotor
Agroecologico
EL COMIENZO DEL CAMBIO LA EDUCACION, EL AMBIENTE Y LA CALIDAD DE VIDA.
A través de PNUD, las
naciones unidas definen el desarrollo humano
como proceso mediante el cual se amplían las opciones u oportunidades para
individuos Entre ellas, las consideran esenciales son: vivir una vida larga y
saludable, adquirir conocimientos a
través de una educación y tener
acceso a los recursos necesarios para disfrutar de una vida digna. Según este enfoque, el proceso de desarrollo
debe crear un ambiente propicio para que las personas, ya sea individual o
colectivo., puedan cultivar a plenitud
sus capacidades y encontrar oportunidades razonables para utilizarlas en una
vida productiva y creativa.
En la definición de
desarrollo humano no se considera explícitamente la dimensión ambiental, que
constituye una parte integral de la calidad de vida de las generaciones
actuales y futuras. En el libro titulado” LA TIERRA CAMBIA DE PIEL”, escrito
por CARLOS RODADO NORIEGA y su esposa
ELIZABETH GRILALBA DE RODANO, plantean la
necesidad de incorporar la calidad del ambiente como uno de los elementos
esenciales del bienestar.
El concepto de calidad
de vida es más comprensivo que el del desarrollo humano y abarca una
impresionante diversidad de variables que la agrupan en cuatro grandes componentes:
1. Nivel
de vida( lo económico),
2. Condiciones
de vida (lo social ),
3. Medio de vida ( lo ambiental) y
4. Las
relaciones de vida (La parte mental o consiente del ser humano).
Nos
preguntamos luego de que depende esas dimensiones, y la conclusión a la que
llegamos después de análisis exhaustivo de cada una de ellas es que la educación
es el factor que integra y determina de
manera fundamental a los cuatro grandes componentes de la calidad de vida.
La educación es el medio idóneo
para transmitir y ampliar el conocimiento y, por lo tanto, para emplear en
beneficio de la sociedad la mayor riqueza del ser humano: su potencialidad
racional. Pero sus efectos favorables van mucho más lejos; ella contribuye a
modificar y encauzar comportamientos,
estimular la cooperación social, promover la participación comunitaria, ayudar
a encontrarle sentido a la vida y, por encima de todo, alentar la
responsabilidad individual y colectiva de los ciudadanos. Como el hombre es un
ser infinitamente maleable, siempre se
puede modelar para que adopte un comportamiento moralmente sano y socialmente
fecundo.
Solo es posible
cuidar el ambiente como algo vital si llegamos a entender lo que él significa
para la vida de las personas. Su conservación y preservación no es un mero
pasatiempo de ecologistas y verdes enamorados del paisaje o extasiados por la
belleza multicolor de la naturaleza, si algo esencial para la calidad de
nuestra vida y para la preservación de la especie humana.
Los conceptos
relacionados con la ecología no tenían hace dos siglos la connotación e implicaciones que alcanzado con el paso del
tiempo; el Libertador Simón Bolívar fue uno de los gobernantes de su época que
mayor atención le prestó a la conservación y cuidado de los recursos naturales.
En la literatura ambiental suelen citarse con frecuencia los decretos expedidos
por el padre de la Patria en relación con la protección y preservación de la
naturaleza. En 1825, desde Chuquisaca, entonces capital de Bolivia, le asignó
al director general de agricultura la
rarea de proponer “un plan para mejorar la agricultura, así en la variedad y
aumento de las mieses y plantas como en los instrumentos y modos de labor de tierra”. Y en ese mismo año desde Cuzco, atendiendo la
necesidad de evitar la extinción de las vicuñas y alentar su reproducción, prohibió
la caza o matanza de este valioso animal, apetecido no solo como medio de
transporte sino por su lana de excelente
calidad. Igualmente reglamento la utilización racional de todo tipo de ganado,
los métodos de pesca y la protección de las aguas y los bosques.
Sin embargo, faltaba
mucha conciencia y educación para que esos esfuerzos pioneros de un gran
visionario pudieran ser comprendidos y traducidos en normas de comportamiento
combatibles en la preservación del ambiente natural. Esos primeros esfuerzos
normativos, cayeron semillas arrojadas
en terrenos pedregosos donde no pudieron germinar y acabaron convirtiéndose en
polvo seco o en letra muerta. Con razón el propio libertador es sus elucubraciones
postreras exclamaba que “no sabia si
había arado en el mar y sembrado en el
viento”.
Pero no solo decretos del Libertador, si numerosos textos
y mandamientos legales relacionados con el uso racional de los recursos
naturales se han quedado en el curso de nuestra vida republicana en el rango de
la buenas intenciones, ya sea por no haber
tenido realización concreta o porque su cumplimiento ha sido apenas
parcial y fragmentario. Por ese camino, se ha generado una gran brecha entre lo
que se desea o se busca como objetivo social y lo que realmente se logra, e
igualmente una enorme diferencia entre lo que se ordena y lo que
finalmente se cumple. ¿A que se debe
esta disparidad? A que la mayoría de los mandamientos legales, explica o implícitamente,
prescriben cambios de comportamiento de las personas, los cuales no se generan
por medio de decretos o disposiciones de esa índole, sino que se requiere de un
proceso continuado y permanente de formación y EDUCACION ciudadanas.
El resultado hoy
seria muy diferente si la acción política se hubiera concentrado de manera más
intensa y eficiente en la educación para modificar conductas, en lugar de
empeñarse inútilmente en producir
montañas de legislaciones para pueblos con un bajo nivel cultural.
CAPITULO V
EDUCAR PARA
VIVIR MEJOR
“Yo no estimo tesoros ni riquezas, y así, siempre
me causa más contento poner riquezas en mi entendimiento que no mi
entendimiento en las riquezas.”
Sor Juana Inés de la Cruz.
Desde el
nacimiento mismo de las repúblicas iberoamericanas se dictaron decretos, leyes
y normas constitucionales encaminadas a
proteger el medio ambiente y, de una manera más general, a lograr a acrecentar
lo que en un principio se llamó “la felicidad”
de una nación y ahora se denomina “bienestar” de sus habitantes. Sin
embargo, a pesar de la profusión de textos legales, los mandatos en ellos
contenidos se ha quedado la mayoría de las veces en el rango de las buenas
intensiones, ya sea por no haber tenido realización concreta porque su
cumplimiento ha sido apenas parcial y fragmentario. Por ese camino se ha generado
una gran brecha entre lo que se desea o se busca como objetivo social y lo que realmente se logra, e igualmente una
enorme diferencia entre lo que se ordena
y lo que final mente se cumple. Ello se debe, en gran medida, a que la
mayoría de esos mandamientos legales, explicita o implícitamente, prescriben
cambio de comportamientos de las personas, los cuales nos se
generan por medio de decretos o
disposiciones de esta índole, si no que requieren un proceso continuado y
permanente de formación y educación ciudadanas. El resultado hoy seria muy
diferente si la acción política se hubiera concentrado de manera más intensa y
eficiente en la educación para modificar
conductas, en lugar de empeñarse inútilmente en producir montañas de
legislaciones para pueblos con un bajo nivel cultural.
Pero la
educación no es solo un medio para propiciar cambios de comportamiento en la
sociedad, es también el instrumento más valioso y eficaz para producir una mejora apreciable y sostenida, en todos los componentes de la calidad de vida.
En lo que sigue explicaremos como la educación influye de
manera determinante en cada una de las cuatro grandes dimensiones que
conforman el bienestar de los seres
humanos.
En las AULAS AMBIENTALES (https://www.facebook.com/media/set/?set=a.405013699541939.86587.100000999383883&type=3&l=535b8365be) , se quiere
retomar tan valiosa información
de como con la
educación podemos influir para que las
personas mejoren sus condiciones
de vida y la vez salgan de
esa línea de pobreza y miseria
que esta sometidas y para las que no la están nunca lleguen.
Esta
guía permitirá formar un
ser humano más integral, más comprometido con la naturaleza, más
buscador de su existencia con los medios que lo rodean.
- EDUCACIÓN
Y NIVEL DE VIDA
El nivel de vida es un concepto económico que se
refiere a la acumulación de bienes
materiales y el disfrute de bienes de
consumo. Por
lo general se acepta que la forma de medirlo es equiparándolo al poder de
compra de un determinado nivel de ingreso monetario. Pero también es un hecho
ampliamente aceptado que en cualquier sistema económico el nivel de educación
de las personas determina su nivel de ingreso y, por
consiguiente, de bienes materiales de los que pueden disfrutar. Esta
conclusión tiene aun mayor validez en llamada sociedad de información o
sociedad de conocimiento.
En su libro
“The Work of Nations” Riobert Reich, secretario de trabajo de los
EE.UU durante la primera administración Clinton, anota:
Estamos viviendo una portentosa transformación que
reordénela la política y la economía del próximo siglo. No habrá productos, no
tecnologías, no empresas ni economías nacionales. Lo único que permanecerá arraigado dentro de
las fronteras nacionales será gente que conforma una nación y el activo más
valioso de cada nación serán las habilidades, destrezas y educación de sus
ciudadanos. Cada nación tendrá que hacerle frente a las fuerzas centrifugas de
una economía global que tratará de romper
lo lazos que atan a los ciudadanos su respectivo país, atrayéndolos
mediante el pago de salarios cada vez más altos, mientras los menos capacitados
tendrán que resignarse a un estándar de vida declinante.
A las personas
educadas, capaces de identificar y resolver problemas y de intermediar
actividades estratégicas, los buscará la economía mundial, ofreciéndoles la
retribución necesaria para tentarlos y convertirlos en miembros de una
tecnocracia universal. El gran reto que será necesario afrontar en los años
venideros es el de educar y capacitar a
los individuos para que puedan competir eficientemente en el mercado
global del trabajo, perfeccionando los métodos
de transmitir sus habilidades y conocimientos a la economía mundial.
Investigaciones adelantadas en varios países del mundo
comprueban la existencia de una estrecha
correlación entre el nivel de educación
y el nivel de ingreso obtenido en el trabajo. Y así como la brecha del
conocimiento se ha agrandando entre los
más capacitados y los que tienen muy poca instrucción en esa misma forma
también se han acentuado las diferencias
salariales entre los más altos ejecutivos de las empresas y los llamados
trabajadores de base. En los Estados
Unidos por ejemplo, mientras en 1960 el gerente de una de las cien
corporaciones más grandes de la actividad no financiera ganaba cuarenta veces más
que un obrero de su empresa, en 1980 esa diferencia se había aumentado a la
relación de 93 a 1.
Esa disparidad se ha hecho sentir también en la
distribución de ingreso nacional, donde se puede advertir que personas con
titulo universitario se encuentran en percentiles más altos de la distribución
de ingreso que aquellos que solamente han cursado bachillerato, y estos, a su
turno, en segmentos más altos que los que apenas han completado la escuela
primaria o han desertado de ella. Aquí también el ensanchamiento de la brecha
entre los de arriba y los de abajo se explica por una diferencia en el nivel de
educación.
A nadie le cabe
hoy la menor duda de que vivimos en la era del conocimiento. De la producción
masiva caracterizada por alto volumen de productos de muy poco valor, se ha
pasado a la producción especializada de muy pocas cosas de mucho valor.
Las cosas valen no por la cantidad de
trabajo físico incorporado en ellas al manufacturarlas, como pregonaba la teoría
del valor propuesta por Kart Marx. Hoy
las cosas valen por la cantidad de conocimiento que se ha empleado para
producirlas. El conocimiento aplicado a las tareas que ya se vienen realizando
incrementa su productividad y cuando se aplica a tareas nuevas y distintas
genera innovación. La educación hace posible el logro de esos objetivos que han
convertido en las palancas dinamizadoras del progreso y el desarrollo de las
naciones. El espectacular repunte que
ha tenido las economías del sudeste asiático y el sustancial incremento en el
ingreso per cápita de sus habitantes, se explica, según un estudio del Banco
Mundial, no por el tipo de modelo económico utilizado, que por cierto exhibe
diferencias significativas de un país a otro aperturistas o proteccionista, si dos
factores esenciales el ahorro y la educación.
“La riqueza más grande de una nación no reposa en el
suelo o en el subsuelo de su territorio sino
en la mente de sus individuos. La manera de extraer o utilizar esa
riqueza es a través de la educación, que permite aprovechar la potencialidad
racional del ser humano”.
- EDUCACIÓN Y CONDICIONES DE VIDA:
La educación es
también el medio más efectivo para mejorar las condiciones de vida, es decir,
ese conjunto de circunstancias o
factores que contribuyen a la seguridad humana, entendida en sentido amplio. La
educación no solo encauza el comportamiento de los seres humanos, propiciando
una relación entre ellos, sino que al ensanchar la esfera del conocimiento abre
aun mundo de posibilidades y de oportunidades hasta entonces desconocidas e
inaccesibles para los educados. Conocer es adquirir la noción de las cosas
mediante el ejercicio del entendimiento. En es contexto, la educación, facilita
y acelera le acceso al conocimiento, a través
del cual el ser humano llega a tener una mejor comprensión de si mismo,
de los demás y de la naturaleza; también ayuda a encontrarse un sentido a la
vida y, con ello, a descubrir el camino que conduce a la autentica realización
personal y al desarrollo colectivo.
La ampliación del
conocimiento en las diferentes etapas de la historia ha permitido mejorar las
condiciones en que ha tenido que discurrir la existencia del Homo sapiens.
Con orientación y enseñanza, el hombre ha aprendido a
distinguir que le hace bien y que le hace mal, que le conviene y que lo
perjudica.
Todo eso se ha reflejado en una reducción de las tasas de morbilidad y
mortalidad y, por consiguiente, en un aumento paulatino de la expectativa de
vida al nacer y de la longevidad
promedio de las personas. En el caso particular de las mujeres se ha podido
comprobar que la alfabetización y la
expansión han contribuido de manera eficaz a la reducción de las tasas de
fecundidad.
La educación hace posible una mejor organización social.
Alienta el sentido de la cooperación y
de la responsabilidad fomenta el respecto por los demás y facilita el ejercicio
de los derechos y de las libertades que
hoy se aceptan y reconocen en las
sociedad civilizadas. Gracias a ella
podemos entender la diferencia que existe entre
ser una persona y llegar ser ciudadano, con todo lo que este concepto significa como
compromiso con la sociedad. En ese ámbito, la educación cumple un papel estelar
al inculcar a los integrantes de la comunidad política que la libertad de cada
individuo solo puede llegar hasta donde no lesione o vulnere la de los
demás, si se quiere mantener una
armoniosa relación entre los asociados.
Por otro lado, la educación cumple también otro
importante cometido, íntimamente relacionado con la suerte del conglomerado
social: la formación y capacitación de líderes. Casi todos los sistemas
educativos, desde el antiquísimo método utilizado en la china, basado en las tradiciones heredas de
Confucio, hasta los sistemas contemporáneas,
han preparado a los dirigentes de la sociedad formando un grupo selecto
extraído de las clases medias y populares, con la cual se ha estimulado la
movilidad social y propiciado el ascenso de los más aptos y mejor dotados a las
posiciones de comando del estado o de la
empresa privada.
El verdadero poder en las democracias capitalistas está
hoy en manos de una tecnocracia constituida por ejecutivos y gerentes que, a
pesar de no ser los dueños de los medios de producción, se han convertido, a
través de una refinada educación, en los líderes genuinos de las economías de
mercado.
La educación, tanto en los asuntos del gobierno como en
los de la actividad privada, ha propiciado el seguimiento de una “meritocracia”, que le ha servido a quienes la conforman para
alcanzar una más alta posesión social,
pero también a toda la sociedad, que ha beneficiado del conocimiento y del
talento de los más capacitados.
El hogar fue el
primer escenario de aprendizaje con que contaron los seres humanos. Después
surgieron la escuela, las universidades y otros centros de formación y transmisión
del conocimiento. La educación ha contribuido a fijar las bases de una sólida
investigación científica, cuyos inventos y hallazgos han permitido un acelerado
progreso tecnológico y cultural, que a su turno
se ha reflejado en unas mejores condiciones de vida.
La educación abre oportunidades y espacios políticos,
especialmente en las democracias donde pueden surgir líderes desde la base para
hacer realidad el sueño de una verdadera sociedad abierta. Esas opciones
también las brinda, en su ámbito, la economía de mercado, como quiera que la
división del trabajo y la especialización se apoyan en el trabajador diestro y
capaz para una determinada labor. En ese orden de ideas, ningún sistema
económico privilegia tanto a la persona instruida como el capitalismo, que
retribuye el esfuerzo propio y la iniciativa personal.
Por otro lado, la educación se considera hoy el
instrumento más eficaz para distribuir el ingreso y la riqueza en una sociedad,
razón suficiente para que el objeto normativo de la política económica, en vez
de dirigirse hacia la distribución
forzada de bienes que conforman la propiedad privada, apunte hacia la
distribución más equitativa de las oportunidades
para producir ingreso y generar riqueza. Ese ensanchamiento de posibilidades se
logra precisamente mediante la educación, que abre puertas y despliega opciones
de manera perdurable, por ella como lo enseña el a el aforismo oriental - no
se limita a darle un pescado al hombre para que se alimente una vez, si no que
le enseñe a cultivar el pez para
que se pueda alimentar toda la vida.
En síntesis, la educación, por sus efectos favorables en la formación
de las capacidades humanas, en la
distribución de las oportunidades y en todos los elementos que conforman la
dimensión social del bienestar, contribuye a mejorar notablemente las
condiciones de vida de la gente. Sus efectos favorables van mucho más allá de los beneficios que obtiene la
persona educada y se expanden a toda la sociedad, que también se beneficia de
la potencialidad mejorada de cada individuo y del desempeño de un ciudadano
mejor formado.
- EDUCACIÓN
Y MEDIO DE VIDA
La educación cumple
un papel importante como elemento clave de una estrategia encaminada a lograr
un equilibrio en las relaciones de los
seres humanos con la naturaleza. En ese proceso, el punto de partida en el conocimiento sobre el entorno natural y
artificial en que se desenvuelve la existencia de los seres vivos. Solo es
posible cuidar el ambiente como algo vital si llegamos a entender lo que el significa
para la vida de las personas. Su
conservación y preservación no son un mero pasatiempo de ecologistas y verdes
enamorados del paisaje o extasiados por la belleza multicolor de la naturaleza,
si no algo esencial para la calidad de nuestra vida y para la preservación de
la especie humana.
Para comprender por
qué eso así, debemos entender lo ambiental en una forma más amplia, como fue
propuesto en la conferencia sobre el estado del medio ambiente y el Hábitat, que se reunió en Estocolmo en
1970. Allí se planteo que el ambiente es un sistema con componentes físicos,
químicos, biológicos, sociales y económicos en interacción permanente. Por lo
tanto, una concepción global del asunto debe abarcar todo el sistema de
relaciones entre sociedades humanas y su
medio de vida, donde este ultimo se
compone de los recursos y del espacio y,
a su turno, las sociedades humanas incluyen no solo a las poblaciones sino la
estructura social y ala forma de organización colectiva.
Por eso resulta
sorprendente que un número muy grande personas que viven en centros urbanos , es decir en ambientes artificiales
construidos por el hombre, todavía no se
hayan percatado de cuan dependientes somos los seres humanos del medio ambiente
natural, cuando es precisamente de la tierra
y de la atmosfera de donde
obtenemos los recursos con los cuales producimos alimentos y otros bienes de
uso cotidiano, y es en la tierra, , en
las corrientes fluviales, en los mares y en el aire donde botamos nuestros desperdicios.
Lamentablemente hemos considerado a la
naturaleza como un bien inagotable, lo que nos ha llevado a una exagerada y
peligrosa explotación de sus recursos y por otro lado continuamos arrojando
cantidades ingentes de residuos al medio
natural, sin advertir que éste tiene una limitada capacidad para reconvertirlos
o degradarlos.
El medio ambiente
natural o biosfera consta de agua, suelos, atmosfera, fauna y flora y, por
supuesto, de la energía generada por el sol. Los elementos vivos y no vivos de
la biosfera interactúan en comunidades auto regulado que se denominan
ecosistemas, los cuales equilibran mediante un continuo fluir de energía y el
reciclamiento de la materia. En ese gran escenario de la creación, el ambiente
natural cumple tres funciones esenciales para la vida:
1.
En primer lugar nos proporcionan recursos, algunos de los
cuales son infinitos y otros renovables, pero aun respecto de estos
últimos su proceso de regeneración puede
verse alterado o afectado gravemente. Si un
recurso se consume más rápido que lo que se regenera, su existencia se compromete, debido al uso desaforado, que
en el lenguaje técnico se llama sobreexplotación.
2.
Otra misión importante es la
de asimilar nuestros desperdicios, sean ellos de naturales o de invención humana, incluyendo los residuos de
la utilización de la energía que muchas veces termina calor residual.
3.
Por último, nos brinda
“servicios ambientales”, que van desde la recreación y el disfrute
estético del paisaje hasta los llamados
“soportes de la vida”, expresión con la que se designa a aquellos procesos
naturales de los que dependen los seres humanos porque mantienen el
funcionamiento de la biosfera. En esos soportes cabe mencionar la diversidad
genética, la estabilidad de los ecosistemas, la composición de la atmosfera y
la regulación del clima.
Todo lo que altere el
curso natural de esos procesos interfiere sus interrelaciones puede afectar
gravemente la vida de los seres humanos
sobre el planeta. Y es precisamente allí, en este contexto, donde la educación
cumple un papel fundamental al hacernos consientes de la importancia de los
recursos naturales, de la necesidad de darles un mensaje adecuado y de los
efectos nocivos que provoca la utilización
irracional de los mismos. Esa educación le descubre al individuo una
perspectiva vital a través del manejo de las diversas variables que influyen en
la dinámica de la vida, señalándole y enseñándole la responsabilidades y los
compromisos que se derivan de ser
simultáneamente un “ser natural” y un
“ser social”
Por las
consideraciones expuestas, es lógico de
deducir que la educación ambiental debe responder al desafío de formar
ciudadanos capaces de relacionarse adecuadamente con todo aquello que los rodea
y constituye su entorno vital. Además,
les debe hacer comprender las relaciones de interdependencia con dicho entorno,
basándose en conocimiento reflexivo y critico de su realidad biofísica, social
y cultural, con el fin de generar actitudes de valoración y de respeto por el
ambiente y por todos los entes que
conforman el maravilloso conjunto de la naturaleza.
3.1. Hacia una nueva ética ambiental
Entendida en su concepción amplia, la educación ambiental no se limita a aspectos
meramente ecológicos sino que incluyen elementos éticos, políticos, sociales y
culturales.
Por lo tanto, si esa educación aspira a influir en las actitudes y
a modificar el comportamiento de las
personas, debe empezar a preguntándose cuales son las bases éticas en que se
apoyan las acciones de los seres humanos, tanto las que causan cambios en su
entorno físico como las que realizan en su vida social. Sabemos que, de una u
otra manera, esas acciones han perturbad el equilibrio de los ecosistemas y la
armonía de la sociedad civil, colocando en alto el riesgo la supervivencia de
nuestra especie. Ese proceso de autodestrucción no puede continuar. Hay que
replantear las concepciones que han
fluido sobre nuestra conducta en
relación con el mundo que nos rodea.
El trabajo que
durante los últimos 20 años han venido desarrollando los educadores y
organizaciones no gubernamentales en la búsqueda de la mejora en la calidad, a través de
cambios de comportamiento y la ejecución de proyectos con participación activa
de la comunidad, ha permitido estructurar un nuevo paradigma de valores que se
han venido aplicando mediante la utilización de metodologías acordes con los
diferentes desafíos ambientales.
La educadora María Novo, en su libro Educación ambiental. Bases éticas, conceptuales y metodológicas,
formula lo que a su juicio deberían ser las bases de una nueva ética ambiental
cuya observancia contribuiría a generar una relación de armonía entre los diversos actores de la
naturaleza. Complementando esas ideas con otras de nuestra propia experiencia, nos hemos
dado a la tarea de compendiar en forma de máximas la esencia de esa nueva ética ambiental, encaminada a
producir cambios profundos en el comportamiento de las personas en todo lo que
constituye su entorno vital. El nuevo paradigma axiológico se podría
caracterizar así:
a.
Del antropocentrismo al
biocentrismo:
No es viable ni sostenible que el hombre se siga sintiendo ajeno o
superior a la naturaleza. El antropocentrismo, que ha llevado al ser humano a
creerse dominador y dueño absoluto de
todo lo que le rodea, tiene que ser sustituido por el biocentrismo, en donde le
hombre es apenas una especie viva más de la completa red de interrelaciones que
se denomina biosfera. Mientras la mentalidad antropocéntrica ha convertido al
hombre en un depredador del ambiente, la actitud biocentrica lo conducirá a
darle un uso racional a los recursos de la naturaleza.
b.
De la autosuficiencia a la
ecodependencia: Nuestra vida se desarrolla en marco de
interdependencia con las demás especies. El ser humano no es completamente
autosuficiente, ya que no puede mantenerse solo sobre el planeta, si no que su supervivencia
depende de otras forma de vidas más elementales. Este principio, que se conoce
como ecodependencia, le obliga al hombre a establecer una comunidad de interés
con el resto de los seres vivos. El interés común es nada menos que el mantener
la vida sobre el planeta. Por lo tanto la actitud racional y de alta convivencia
para la especie humana es “comprender” la comunidad biótica como una genuina
comunidad de interés, donde cada ente animado o inanimado no es más que la manifestación
particular de un todo universal.
c.
De lo ilimitado o lo
infinito: no se puede seguir considerando a la
naturaleza como una fuente inagotable de recursos o como un botadero de
capacidad ilimitada, interpretación que estimula el consumismo y el despilfarro.
Los procesos naturales establecen un límite a la tasa de utilización de
recursos y, a su entorno, la naturaleza tiene una capacidad limitada de
absorción o degradación de residuos o desperdicios. La conciencia de la finitud
nos debe llevar a replantear la errónea actitud de valorar las necesidades por
encima de las posibilidades. Es absolutamente necesario mirar y analizar las
dos caras de la moneda: la demanda que generan nuestras necesidades esenciales
o suntuarias, pero igualmente las limitaciones que impone la oferta de recursos
que es posible extraer la naturaleza.
d.
Del inmediatismo al largo plazo:
el patrimonio natural es un activo valioso que
debe ser utilizado no solo por las
generaciones actuales sino por las venideras. No se trata de sacralizar la
naturaleza como si fuese un museo de piezas intocables. Se trata de usar los
recursos naturales en forma racional, es decir, permitiendo que los efectos
desfavorables sobre el entorno puedan ser asimilados por la capacidad
regeneradora de los ecosistemas. Preservar la vida sobre la tierra requiere mantener el equilibrio en la comunidad biótica
y, particularmente, una armonía entre hombre y el ambiente. Los llamados
derechos de la naturaleza no se oponen a la humanidad, ni los de esta deben ejercitarse al costo de violentar los
de aquella. La utilización de los bienes de la naturaleza no es solo un
problema de asignación de recursos en el presente sino una elección inter-temporal
entre el presente y el mañana. La ética del largo plazo es el verdadero
compromiso con las generaciones que nos habrán de suceder.
e.
Del más tener al más ser: la concepción materialista ha llevado a
identificar el progreso y el desarrollo con una mayor posesión de bienes
materiales y, particularmente, en el campo de la economía, con una producción
más abundante y un consumo más alto. Sin dejar de reconocer la importancia de
estos factores en la obtención del bienestar, el planteamiento es cojo, ya que
se deja por fuera todo aquello que significa avance espiritual, mental y moral
del ser humano. Escalar niveles más altos de conciencia, de solidaridad, de la
existencia, constituyen logros permanentes que el simple ensanchamiento de la
posesión o disfrute de los bienes materiales. Por lo tanto una genuina
educación ambiental debe propender por ética que valore más el ser que el
poseer.
f.
Del egoísmo a la solidaridad:
la ética ambiental se ocupa no solo de
relaciones con la naturaleza, sino también con los demás seres humanos. Ellos
cuentan de manera importante en nuestra
historia y en nuestro discurrir cotidiano. Ignorarlos es una actitud miope que
tarde o temprano acabamos pagando. El déficit de solidaridad con nuestros
semejantes se convierte tarde que temprano en superávit de angustias e
inseguridad en nosotros mismos. Los conflictos
étnicos o regionales, la
migraciones de indocumentados o refugiados, las luchas aparentemente religiosas
y otros de problemas de índole similar
son manifestaciones de que los
demás, querámoslo o no, también cuentan.
Cuando la cas del vecino tiene ratones el problema no es solo del vecino sino
de toda la vecindad. Y precisamente, para esos problemas que empiezan como
individuales pero que rápidamente se transforman en colectivos, es necesario
buscar salidas y alternativas que requieren la comprensión y la cooperación de
los sectores prósperos del planeta. Hay que incorporar el concepto de equidad,
que no se debe confundir con igualdad matemática en bienes e ingresos. La equidad implica una
responsabilidad moral de ayudar a los otros o desarrollarse y a avanzar a partir de sus propios medios y
posibilidades.
g.
De la ignorancia al
conocimiento: el progreso material de las naciones
basado en la utilización irracional de los recursos ha sido, en la mayoría de
los casos, el resultado de la falta de conciencia sobre la importancia de
mantener el equilibrio de los ecosistemas y del desconocimiento de los efectos
nocivos que su deterioro tiene para la calidad de vida y la supervivencia de
las especies. El nuevo paradigma debe propiciar la transmisión del conocimiento
relacionado con el valor de la naturaleza, ya que solo se cuida o se ama lo que
se conoce.
h.
De la pasividad a la acción:
la nueva ética ambiental no puede quedarse al nivel de la manera de
especulación sino que debe concentrarse
en acciones, materializarse en hechos, alimentarse de la propia realidad. En
ese sentido, la verdadera escala de valores no se limita a prescribir un
perfeccionamiento teórico, sino que se convierte en un ejercicio real con la
propia vida. El cambio de comportamiento no se puede lograr con el solo empeño
educativo de maestros y educadores. Para avanzar por ese camino, es
absolutamente indispensable que cada
ciudadano se convierta en factor permanente de persuasión y de acción con el
fin de propiciar e impulsar los cambios institucionales y políticos que coadyuvan
al logro de los objetivos buscados. La participación comunitaria es esencial en
el aglutinamiento y la movilización del esfuerzo colectivo. Ya que activa las
energías de una sociedad en pos de unos objetivos comunes y alienta la toma de
decisiones y la realización de tareas concretas e inmediatas para afrontar los
problemas que lo aquejan. Esta participación es el verdadero desarrollo político
de la educación ambiental.
3.2.
Bases metodológicas:
Para
que la educación ambiental sea instrumento eficaz en la mejora de la calidad de
vida debe ser integral, interdisciplinaria, intercultural y participativa. Como lo hemos expresado
atrás, lo ambiental va mucho más allá de
lo meramente ecológico; abarca aspectos económicos, políticos y culturales y,
por lo mismo, trasciende los límites de una simple cátedra de ecología. Ella no
se puede circunscribir a una sola esfera
del conocimiento, y mucho menos a una
simple disciplina, porque esa concepción
reduccionista no permite abarcar no
comprender la compleja variedad del
problema ambiental. Y lo que es más importante, como la educación ambiental. Y
lo que es más importante, como la educación ambiental busca un cambio de
actitudes que conduzcan a nuevas formas de pensar y de actuar, ella debe
propiciar también la construcción de una escala de valores o de un código de comportamiento, cuyos principios conformen
una renovada ética ciudadana, por supuesto, la creación de esa escala de
valores no se logra simplemente con la transmisión de conocimiento, sino que
surge de un proceso combinado en el que intervienen el aprendizaje, las
vivencias y los sentimientos. Es decir, las relaciones de los seres humanos con
su entorno no solo deben ser enseñadas
como conceptos sino vividas como realidad y sentidas como afecto.
En
ese orden de ideas y con base en la experiencia obtenida en el trabajo con la
gente, consideramos que los conocimientos se debe edificar identificando
primero el problema que se va resolver y tomando luego en consideración las
características de los individuos que aprenden, ya sea como persona o como
comunidad. Se debe partir de lo que el
educando ya sabe o conoce, de sus ideas, aprensiones y valores procedentes, así
como las expectativas, intereses y afectos que trae consigo, y utilizar ese
bagaje, correcto o equivocado, para erigir sobre el una estructura de
conocimiento y moldear los cambios de comportamiento que se buscan. Para los
educadores debe ser suficientemente claro que una de las cosas que más influyen
en el aprendizaje y motiva la atención es que el alumno ya sabe, porque lo
aprendió del medio natural o social en
que se ha formado.
Por supuesto, si las anteriores consideraciones
resultan relevantes cuando se trata de individuos que aprenden, con mucha razón
son válidas para el caso de comunidades o grupos humanos:“Los patrones culturales de cada
pueblo son un elemento esencial que jamás debe ser ignorado por el educador o
educadora ambiental, a la hora de trazar un programa.”
El
reconocimiento de la realidad multiétnica y multicultural de una nación, que debe
reflejarse en la forma como se estructura un programa de educación ambiental,
tiene que conducir a un intercambio enriquecedor de experiencias, a un diálogo entre
diferentes culturas, que las beneficie recíprocamente de la manera más efectiva
que la copia indiscriminada de modelos y paradigmas educativos foráneos. Al
reconocer la pluralidad étnica y cultural de Colombia, Rodolfo LLinas y E.
Reichel – Dolmatoff, en su informe para la Misión ciencia, educación y
desarrollo, señalan la valiosa oportunidad de utilizar de manera original y
creativa esas posibilidades ligadas a
nuestros ancestros amerindios, afroamericanos y occidentales, lo que, según mencionan
los expertos:
“(….)
permitirá maximizar habilidades de diversas bases culturales para diseñar
nuevos sistemas de aprendizaje e incorporar una variedad de orientaciones
culturales al dominio del racionalismo científico y de la tecnología contemporánea”….
La
formación de conocimientos en lo relacionado
con el ambiente es un proceso transaccional
en el que actúan las características del entorno (físico, étnico o
cultural) y los esquemas o marcos de
referencia mentales del sujeto que aprende. El educador tiene que convertirse
en un autentico mediador entre sujeto y entorno para construir lo que podría
denominarse un “nuevo conocimiento”, el cual se logra cuando los educandos
relacionan lo que están aprendiendo con los que ya sabían, ya sea para
confirmarlo y ensancharlo o para rectificarlo o modificarlo.
La educación ambiental debe ser regionalizada y
por supuesto, participativa, lo que es una manera de llevar la
descentralización educativa y deben los procesos de gestión hasta el individuo
mismo como elemento primario de la sociedad. Es decir la problemática ambiental
y sus respuestas deben tener en cuenta
la las necesidades de la comunidad para la cual se diseñan y proponen. En la escuela, la educación
ambiental debe estar en consonancia con los problemas particulares en los
cuales se encuentra inmersa, ya que ellos afectan de manera directa a los
individuos y a las comunidades y están estrechamente relacionados con la
estructura social y cultural. Más aun, es por
medio de una adecuada comprensión de estos problemas como se puede
influir en la forma de actuar y de
relacionarse de los individuos y
colectividades con los diferentes componentes del entorno. Cada pedazo
del planeta, cada región, cada región, cada localidad, corresponde por lo
general a un hábitat distinto con
ecosistemas particulares, donde se presentan diversas formas de relación con el
ambiente, lo cual tiene una marcada incidencia en la caracterización de los
problemas y en las diversas
aproximaciones para resolverlos. Por lo mismo, los procesos educativos deben
reconocer que los problemas ambientales se refieren a un espacio concreto y a
una temporalidad particular.
Sin
embargo, aceptar esta particularidad no significa desconocer la
interdependencia de los fenómenos ambientales o ignorar que vivimos en un mundo
global e interconectado, donde las acciones contaminantes o degradantes del
medio ambiente en un lugar cualquiera
del planeta pueden hacer sentir sus efectos negativos en otros sitios distantes
de aquel en que se originó el disturbio. En otras palabras, es necesario
entender la problemática ambiental
relacionada con el espacio que habitamos o en los que se desenvuelve
nuestra existencia, pero también es esencial comprender el complejo tejido de interrelaciones de
nuestra subsistencia natural con los demás subsistemas. Es clave saber cual es el papel que jugamos en un mundo
donde cada hábitat, o incluso cada elemento de la naturaleza es tan solo, una
de las múltiples piezas de un ajedrez universal que debe ser concebido y
comprendido en forma integral. Esa comprensión y la conciencia de la
responsabilidad que de ella emana son precisamente
las que nos pueden llevar a comportamientos como ciudadanos del universo
y no como simples moradores de pedazos dispersos y aislados de
globo terráqueo.
Por
su puesto, el buen educador no puede
permitir que la concepción universal de la problemática del ambiente se vuelva una actitud especulativa y teorizante que no
logre concretarse en una acción o un resultado practico. Lo verdaderamente
significativo es pasar del pensamiento a
la acción y más específicamente que el conocimiento global se traduzca en una
acción local que comprometa al individuo con su entorno. La mejor manera de lograrlo es
hacer que los alumnos afronten los
problemas de su realidad cotidiana como un caso de estudio y de
investigación, de tal modo que la
búsqueda de las respectivas soluciones
se convierta en un ejercicio tan
apasionante para los que aprenden como útil para la sociedad. La escuela debe
ser un autentico laboratorio territorial.
La mayoría
de los países en vía de desarrollo carecen de estrategias nacionales, amplias y
coherentes, de educación ambiental. Hasta ahora lo que hemos visto son empeños
aislados y dispersos de organizaciones no gubernamentales o de instituciones
oficiales que no llegan a conformar un plan integral con objetivos definidos
para la realidad de cada nación. La descoordinación de las acciones de los
diferentes grupos ha llevado a duplicar esfuerzos y a utilizar sin lógica ni
concierto los escasos recursos disponibles.
La ausencia de propósitos claros para afrontar los problemas ambientales del
respectivo país ha impedido concentrarse en los verdaderos desafíos en cada
contexto debe convocar la atención nacional. Este es un asunto de la mayor importancia si se tiene en
cuenta que no hay una crisis ambiental que afecte a todo el mundo en la misma
forma. Hay problemas ambientales
diferentes, que cada uno de nosotros experimenta de forma y que dependen de factores tan diversos como: donde vivimos,
que recursos tenemos y como nos afecta el problema.
Lamentablemente
el énfasis han puesto los daños de la
destrucción de la capa de ozono y el recalentamiento de la atmosfera, ha
llevado a que estos temas estén más en la mente de algunos grupos ecológicos
que lo relacionados con la deforestación la erosión, la contaminación de las
aguas, del aire, o la agropecuaria
sanidad ambiental que construyen
amenazas mucho más seria
inminentes para los países del mundo en desarrollo. Cuando existen restricciones presupuestales o
financieras ostensibles y hay que
encarar en forma simultanea
establecer una escala de prioridades o
si se quiere de gravedades, sin embargo muchos los casos en donde no se ha
procedido en conformidad con esta recomendación a pesar de la que escases de capital y el
sentido común harían más aconseja de una metodología como la que aquí se señala
de otro lado hemos carecido de una pedagogía encaminada a crear conciencia
sobre la importancia de contar con una rica
diversidad biológica. Los esfuerzos
de la educación (formal e informal) se han caracterizado por una visión catastrófica
entre el hombre y la naturaleza. Con poco énfasis en el conocimiento de la biodiversidad. De su valor como reserva genética y de su
papel de provisión de los llamados servicios de
soporte de la vida es decir, de los procesos naturales que mantiene el
funcionamiento de la biosfera. Como explicamos
atrás, la diversidad de un ecosistema guarda estrecha relación con la
productividad y la estabilidad del
mismo, de suerte que mientras más
especies contenga, mayor en su rendimiento productivo y mayor su capacidad de defensa frente a eventuales
agresiones de agentes exteriores como las sequias, el fuego, las plagas y otras
presiones ambientales.
De
todas maneras, el esfuerzo realizado por organizaciones no gubernamentales de
carácter ambiental ha sido loable, especialmente en países como los de América
latina donde, en términos ecológicos, esta casi todo por hacer, hasta el punto
de que los niños de esta parte del mundo
tienen menos dificultad en identificar a los animales de la fauna africana,
como la cebra, el elefante o la jirafa, que ha las especies nativas de su
continente como la danta, el armadillo o el tucán. El trabajo continuado de
esas entidades ha servido para despertar la conciencia y el sentido de la
responsabilidad en varios sectores de la sociedad que ya empieza a mirar los
recursos naturales y la preservación del medio ambiente con un criterio
distinto.
Un
ejemplo de este comportamiento inducido por la acción de instituciones privadas
en la nueva constitución política de Colombia, expedida en 1991. Ella
representó un avance importante del derecho positivo en lo relacionado con el
bienestar, la calidad de vida y el medio ambiente, hasta el punto de que unos 38 artículos de la nueva carta-
un 10% del total, se refieren de una u
otra manera a aspectos ecológicos ambientales.
3.3.
Calidad
de la enseñanza
La
calidad de la educación en muchos países del mundo, especialmente en los de
menor desarrollo relativo. Ha sido notablemente deficiente. Sus fa se han
reflejado también en la educación ambiental, la cual ha adolecido de los
mismos defectos. Se trata de una
educación encasillada dentro de moldes rígidos, heredera de procedimientos
educativos que impulso la revolución industrial, cuyo interés primario radicaba
en preparar un ejercito de trabajadores disciplinados en el cumplimiento de honorarios y en la ejecución de faenas rutinarias en los procesos de
producción. Ese tipo de docencia
memorística y repetitiva, donde el maestro es dueño del conocimiento y el alumno la ignorancia, NO ha propiciado
la creatividad, ni la innovación, que son los verdaderos motores del progreso y
del ascenso del hombre. Los vuelos imaginativos, la curiosidad, la síntesis, la
espontaneidad, los relámpagos intuitivos han sido literalmente suprimidos en la
escuela tradicional o se dan solo de forma esporádica en la mentes de unos
pocos privilegiados, sin que ello sea el
resultado de un proceso educativo. Esa desalentadora realidad fue precisamente
la que llevó a John Gowan, profundo conocedor de la problemática de la
educación, a afirmar:
“Hasta ahora
sólo hemos cosechado la creatividad en estado silvestre. No hemos tenido
más personas creativas que las que han seguido siéndolo testarudamente a pesar
de todos los esfuerzos de la familia, del a religión, de la educación y de la
política por frenarles el desarrollo de esa cualidad o quitársela de la
cabeza…….
Si llegamos a democratizar
la creatividad - esto es, fomentándola en vez de negarla, en
nuestra cultura - podremos incrementar
el número de personas creativas hasta llegar a formar una masa crítica. Cuando
una cultura alcanza ese nivel, como sucedió en Atenas de Pericles, en el
renacimiento, en la Inglaterra isabelina, o en nuestro propio periodo
federalista, la civilización da un gran paso hacia delante.
Todos
los seres humanos nacen con un gran sentido de la explotación de las cosas,
indagando su pequeño universo y atreviéndose incluso a poner nombre a los
objetos y a las personas. Sin embargo, el modelo educativo tradicional, que es
una especie de libreto forzoso que no permite que formulen preguntas diferentes
a aquellas cuya respuesta ya conocemos, ha contribuido a cortarle las alas a la
creatividad. Se podría decir que los métodos de enseñanza que con más frecuencia se utiliza hoy en
día no
e- ducan en el sentido etimológico
de la palabra sino que in – ducen.
En efecto, educar viene de
e que indica “hacia fuera” y deuk
que en las lenguas europueas significa “llevar conducir” . Por lo tanto,
educar es darle rienda suelta a la imaginación del discípulo, es permitir que
la persona desarrolle espontáneamente todo su potencial creativo, sin colocarle
frenos o cortapisas a esa potencialidad. In –ducir, por el contario significa
“llevar hacia adentro”, esto es, hacia moldes formatos rígidos que el maestro
impone.
Los
descubrimientos científicos han permitido concluir que los hemisferio izquierdo
y derecho del cerebro, si bien están en continua interacción, cumplen con funciones diferentes. El izquierdo es el
centro del discurso hablado, del lenguaje. Suma, resta, relaciona, mide,
clasifica, organiza, nombra y todo lo reduce
a sus componentes constitutivos. En cambio el cerebro derecho, aun cuando no puede poner nombres a
las cosas, es el cerebro intuitivo, capaz de crear imágenes a partir de unos
cuantos rasgos, de completar formas o figuras sugeridas apenas por una pocas
líneas o pinceladas; por lo mismo, es el cerebro de los sueños y de las fantasías.
El izquierdo se encarga del pasado, relaciona los hechos de hoy con los que acontecieron;
el derecho se encarga de lo nuevo, de lo desconocido y, por lo tanto, es el
centro e la genuina innovación. Este último es el motor de los
sentimientos y de las pulsaciones emocionales,
se expresa con imágenes o símbolos,
descubre pautas y patrones, tiene visión de conjunto, ve el contexto y por en
de descubre el significado de las percepciones globales.
Lamentablemente,
por razones biológicas o culturales nos
hemos habituado a utilizar de manera predominante el hemisferio izquierdo, de
suerte que hemos disminuido de manera apreciable la enorme potencialidad de
nuestro cerebro y limitado el sentido de la intuición y de la creatividad
humana.
Por
fortuna los hallazgos sobre la especialización de los hemisferios cerebrales
han abierto a la educación un nuevo horizonte de posibilidades para el
aprendizaje. La comprensión científica en la instrucción ha empezado
a ejercer una enorme influencia en la metodología del aprendizaje que hoy trata de encender la chispa
intuitiva de los educados, con el propósito de que no sean solo los destellos
de unas pocas mentes privilegiadas los
que contribuyan a impulsar el ascenso y el progreso del hombre. De lo que ahora se trata es de
emplear la educación a las
psicotécnicas para adelantar en
el mayor número posible de las personas su capacidad instructiva y creativa, mediante de la integración de los
dos hemisferios corticales impulsando la
coherencia del intelecto con los sentimientos y la razón con la
instrucción; es decir, se busca
desarrollar la capacidad de utilizar la
totalidad del cerebro con la cual se abrirían nuevos y amplios horizontes para la humanidad, siempre ávida y anhelante de una mejor calidad de vida.
Por
otra parte, el sistema educativo ha generado
compartimientos estancos, en los que el educador y el educado no logran integrarse y mucho menos conformar
un equipo para la investigación científica y permanente, para la
aplicación del conocimiento a la realidad cotidiana y circulante para el
hallazgo de soluciones concretas y
viables a los problemas ambientales de la vida diaria.
En
la clase de educación que se ha impartido
durante años el maestro dibuja los
problemas reales en el tablero,
pero casi nunca lleva a
los alumnos a que los observen o analicen en la realidad, de suerte que se
establece una especie de divorcio no solo entre la teoría y la práctica sino
entre el conocimiento y la naturaleza.
Es
indispensable que la educación permita
y estimule la participación del educando y de toda la comunidad en la
construcción del conocimiento que habrá de aplicarse a los problemas que
los afectan.
Finalmente, el bueno tener presente que educar en este mundo de
mutaciones y cambios difícilmente previsibles significa considerar
los sucesos y los fenómenos en
términos de probabilidades no de
certezas absolutas. Según el principio
de incertidumbre de Heiserberg,
la ciencia nunca puede conocer perfectamente la realidad la operación
misma de observarla, analizarla o
medirla, altera. Y por ello es indispensable no perder de vista la relación entre el observador
y lo observado, teniendo siempre
presente el primero no solo siempre condiciona los experimentos y que interviene si no que incluso los influye y los determina. Los avances científicos están forzando a una
revisión del concepto de leyes
de la naturaleza hasta el punto
de que estas últimas ya no se pueden
entender como enunciados deterministas o verdades inconmovibles, sino como meras posibilidades.
3.4.
El comienzo del cambio:
Por fortuna, ya comenzaron a darse pasos - aunque todavía preliminares -
encaminados a modificar los patrones tradicionales de enseñanza en
algunos países de América Latina, a juzgar, al menos por lo que se plantea como
nuevos propósitos de las políticas nacionales de educación ambiental, donde se
señalan recomendaciones como estas:
“En el procesos educativo
debe ser claro para qué, como y porque forma un individuo, partiendo
del conocimiento de lo que quiere (valores e interés) , lo que puede
(capacidades) y lo que debe hacer (responsabilidades), tomando como referencia
su problemática particular inserta en una problemática global (familia,
comunidad, región, país) resultado de las relaciones que se establecen entre
las dinámicas propias de los componentes de la sociedad y de la naturaleza(….)
se trata de una escuela en que los criterios de integración o interdisci plina
y autogestionarios que permitan desarrollar en el individuo no solamente
conocimientos sino valores y actitudes que indican en la construcción de una
concepción del manejo del ambiente”
Tanto
las condiciones políticas como en sus desarrollos legales se han consagrado
normas encaminadas a implantar métodos educativos que colocan el tema del ambiente como una de
las preocupaciones y propósitos fundamentales. Un ejemplo de esta nueva tendencia es la
constitución colombiana de 1991 que, en lo relacionado con el aspecto que
comentamos, dio lugar a la ley general de Educación (ley 115 de 1994), en la
cual señala que la educación ambiental debe ser obligatoria en los planteles
públicos y privados, desde el nivel de preescolar hasta la enseñanza
básica y media. Además se considera que
la nueva dimensión del proceso educativo debe permear todo el currículo,
entendido este como el conjunto de criterios, planes de estudio, programas y
metodologías encaminadas a lograr una formación integral de los estudiantes.
De
igual manera, la ley 99 de 1993, por la cual se creó el Ministerio del Medio
ambiente en Colombia, establece que este debe adoptar, conjuntamente con el
Ministerio de Educación Nacional, los Planes y programas docentes y el pensum
que en los distintos niveles de la educación se adelantan en relación con el
medio ambiente y los recursos naturales, así como también promover con dicho
Ministerio programas de divulgación y educación
no formal y reglamentar la prestación del servicio ambiental.
Sin
embargo , estos esfuerzos de concertación entre las diferentes agencias del
estado encargadas de organizar, estructurar y adelantar políticas nacionales de
educación ambiental están apenas en embrión,
y es mucho lo que falta en esta parte del continente para lograr una verdadera
coordinación, no solo entre las referidas entidades públicas sino entre ellas y
la organizaciones no gubernamentales que han venido adelantando acciones para
crear conciencia ambiental y educar a la comunidad, especialmente los niños,
dentro de los nuevos valores y una nueva ética
en su relación con la naturaleza y con sus semejantes. Es necesario
aunar y armonizar los esfuerzos de todos con miras a lograr la materialización
de unos propósitos nacionales mucho más coherentes y eficaces en relación con
el medio ambiente. Por supuesto, armonizar no significa homogeneizar las
acciones, sino coordinarlas para obtener mejores resultados en un lapso más
breve. Con un esfuerzo mínimo nuestros países podrían acercarse más rápidamente
al logro de los objetivos.
- EDUCACIÓN
Y RELACIONES DE VIDA
Uno de los más grandes desafíos de cualquier sociedad, ya
se trata de una pequeña aldea o de la comunidad de naciones, es lograr que las
relaciones entre sus miembros sean
armoniosas y contribuyan a generar
ambiente propicio para la obtención de los objetivos y metas que los asociados
se trazan. Para ese fin, ningún medio es capaz que la educación, por que induce
y genera cambios de comportamiento que se traducen en el mejoramiento de las
relaciones humanas.
El proceso educacional comienza en el vientre materno,
continúa en el hogar, se fortalece en la escuela y se prolonga durante varios
en la edad adulta. La labor educativa
que se hace al comienzo es fundamental porque tiene la equivalencia de los
cimientos sobre los cuales se erige el edificio de la personalidad, factor
determinante de la aptitud social de los individuos en el curso de su
existencia.
Educar a las personas en el arte y en la ciencia de las
relaciones humanas exige cambiar tres elementos esenciales amor, ejemplo y formación. La
primera demostración de amor es la atención oportuna y adecuada de las
necesidades vitales del feto cuando este le hace sentir a la madre la urgencia
de ingerir alimento; posteriormente ese sentimiento se demuestra cuando le
brinda al niño todo el cuidado que necesita
y particularmente cuando se le proporciona afecto, compañía, ayuda
protección. Todas las personas que contribuyen a satisfacer las necesidades
fundamentales del párvulo se convierten para él en seres amables y, por ende,
en objetivos de su búsqueda o apetencia. Además, todo lo que satisfaga sus
necesidades lo hace sentir seguro, de ahí que una necesidad de amor en los
seres humanos no sea otra cosa que una necesidad de seguridad. Por eso, esta primera etapa de
la vida humana, que con frecuencia se descuida, es tan crucial para la eficacia
de la educación que aspira a sembrar amor desde temprana edad. Siempre debemos
tener presente que el niño aprende a amar a
los demás cuando es amado.
Otro elemento fundamental de la educación para las
relaciones de vida es el ejemplo que se da a través del comportamiento. Las
acciones tienen una enorme
influencia sobre los individuos que las
observan. Una buena acción educa más que
una lección verbal que obligue a memorizar conceptos desarticulados de la
realidad. Con sobrada razón se ha dicho que la formación de una persona lo peor
es un buen concejo acompañado de un mal ejemplo. La conducta observada por los
padres y los maestros en su que hacer cotidiano es la mejor cátedra de relaciones humanas para un buen vivir. En
ese orden de ideas, el respecto a los demás como fundamento de la armonía
social se aprende observando la manera
como actúan o se comportan los mayores. Otro tanto se puede decir de la
utilización del dialogo como método para resolver pacíficamente los conflictos,
en lugar de apelar a la fuerza física para dirigirlos. El hogar y la escuela
constituyen los primeros laboratorios de comportamiento humano y lo que allí se
aprende se graba para toda la vida.
Además del amor y el ejemplo, es indispensable proveer
una formación adecuada para el arte de vivir y, en especial, para practicar la
solidaridad y la convivencia en las relaciones humanas. Esa formación debe empezar por orientar a la
persona en la búsqueda de un sentido de la vida o, lo que es lo mismo,
descubrir algo importante por lo que la
vida merezca ser vivida. Y nada le da mas sentido a la existencia de un ser
racional que servir a los demás y cumplir un propósito trascendente
realizándose en la entrega a una causa noble o en el servicio de la humanidad. Ese sentido es también el que alienta al
individuo a actuar dentro del marco de responsabilidad consigo mismo y con el
resto de seres animados o inanimados con los que comparte el escenario de la
creación.
Biológicamente estamos programados para la socialización,
pero ese trabajo de la naturaleza generalmente esta inconcluso. Es
indispensable que la educación complete esa labor y nos ayude a ser
verdaderamente humanos. Esta es una
potencialidad con la que nacemos, pero que efectivamente se realiza mediante la
enseñanza ejemplarizante de los padres, de los maestros y de nuestros
congéneres. El filosofo y educador es pañol Fernando Savater sostiene que todos los nacimientos humanos son en
cierto modo prematuros, una parte de la gestación se lleva a cabo en el útero,
la otra se completa en la matriz social. Y agrega “El primer objetivo de la educación es hacernos
consientes de la realidad de nuestros semejantes” Ellos también hacen parte de
nuestra vida a través de un fecundo
intercambio de conciencias. El un es una isla, sino que hace parte de un
archipiélago de criaturas inextricablemente unidas no solo por el comercio de
cosas materiales sino, sobre todo, por el intercambio de actitudes, ideas y
sentimientos.
Por supuesto, no se trata de desconocer que la persona
tiene que velar por si misma y por ser
seres más cercanos, sino de enfatizar que también tiene un insoslayable
compromiso socia. Tampoco podemos pensar
que la vida no exige un esfuerzo competitivo
para sobresalir o que todo nos llegará como resultado de un trabajo
asociativo o mancomunado. El gran desafío de la educación es capacitar al
individuo para que dé lo que más pueda
de si y emular sanamente a otros, pero inculcándole siempre que sus conocimientos, destrezas,
habilidades artísticas o su aptitud demostrada para cualquier oficio o
actividad tienen sentido si se emplean
humanamente.
Una de las
deficiencias de nuestros sistemas educativos es que instruyen pero no educan;
capacitan a los alumnos en el manejo conceptual y práctico de técnicas y
paradigmas científicos, pero muy pocas veces se le hace caer en cuenta de que es lo realmente le da significación y
sentido moral a todo ese bagaje adquirido. Nuestras escuelas enseñan razonablemente bien el que y el como, pero
fallan en la enseñanza para qué. La
explicación de esa falencia probablemente radica en los preceptores,
extasiados en la transmisión del conocimiento olvidan que la dirección del
espíritu es más importante que su progreso,
y los alumnos casi nunca se percatan de que el saber y las habilidades
aprendidas alcanzan su verdadera dimensión moral cuando se colocan al servicio
del hombre.
Si se le pregunta a los estudiantes de hoy para qué
estudian o para que se preparen, una proporción muy alta de ellos quizá
respondería que para obtener un mayor ingreso, para alcanzar una distinción
profesional o mejorar su status en una
sociedad de castas y clases, es decir, para obtener logros materiales o
beneficios muy particulares. Y apenas una minoría de los encuestados
contestaría que se esta preparando servirle a la sociedad o mejorar la calidad
de vida de los seres humanos.
La civilización industrial ha condicionado la
actitud y la mentalidad de los
individuos para actuar permanentemente
en función de lucro y del medro personal. Con esa óptica, la vida se convierte en una encarnizada guerra
comercial y el prójimo se mira siempre como un adversario por que no hay que
tener consideración alguna en el afán de obtener un progreso material. En un
escenario como ése, donde la importancia de las personas se mide por progreso
cuantitativo, es lógico suponer que son pocos los triunfadores y muchos los vencidos; escasa la alegría y
abundante el desaliento. En una sociedad así, las perturbaciones emocionales,
la angustia y el conflicto prevalecerán como regla, generados por la frustración
y el fracaso que sienten los individuos
por no haber alcanzado los falsos valores en los que han sido educados.
4.1. El vacio existencial
Para entender la importancia que tiene el componente
mental en el bienestar humano y como la ausencia de una adecuada formación en
el arte de vivir puede afectar la calidad de vida, intentamos responder los
siguientes interrogantes: ¿ por que en las sociedades opulentas, mucha gente,
especialmente jóvenes pertenecientes o hogares con altos niveles de renta,
después de tener satisfechas fundamentales y
de habitar en vecindades ecológicamente sanas, se debaten en medio de la
angustia y la desesperación y se quejan de un sentimiento de vacuidad
existencial? Como se explica que entre los jóvenes de Suecia, Noriega y
Dinamarca el suicidio sea una de las causas más frecuentes de muerte? Por que
entre los estudiantes universitarios de
estados Unidos el suicidio es después de
los accidentes de transito son la segunda causa de defunción? ¿Por qué en esas
sociedades un grupo numeroso de personas recurre a las drogas, al alcohol y a
otros medios químicos, con la ilusión de alcanzar paraísos artificiales que no
logran encontrar en el mundo real? La respuesta no es otra que la de un vacio
espiritual, que no se puede llenar con los bienes materiales de las sociedades
de consumo.
Los psicólogos y
psiquíatras, a su turno, han tratado de hallar una explicación a ese vacío. La Mayoría
coincide en señalar que el ser humano
tiende genuinamente o tendía originariamente a descubrir un sentido en su vida
y a llenarlo de contenido. Cuando falta ese sentido, cuya realización hubiera
hecho feliz a una persona, ésta intenta
obtener la sensación de felicidad mediante un rodeo o camino circunvalar que
generalmente pasa por química, con sus desastrosos efectos.
En torno a este asunto, el psiquiatra austriaco Viktor E.
Frankl, connotado catedrático de la universidad de San Diego (California),
afirma:
Contrariamente al animal, el hombre carece de instintos
que le digan lo que tiene que hacer y, a diferencia de los hombre del pasado,
el hombre actual ya no tiene tradiciones que le digan lo que debe ser.
Entonces, ignorando lo que tiene que hacer
e ignorando también lo que debe ser, parece que muchas veces ya no sabe
tampoco lo que quiere en el fondo. Y
entonces sólo quiere lo que los demás hacen (conformismo) o bien solo hace lo
que los otros quieren de él (totalitarismo).
Y en esa encrucijada de indecisión, el hombre muchas
veces cae en una neurosis que es producida por los conflictos y complejos en el sentido tradicional, sino
por conflictos de conciencia, de colisión de valores o de frustración
existencial que se tratan de manifestar
como una sintomatología neurótica.
La sociedad de la opulencia, con las mejoras tecnológicas
y con las llamadas conquistas sociales de los trabajadores, genera una
sobreabundancia de tiempo libre que, desde luego, permitiría la realización o
logro de una vida plena de sentido, pero que infortunadamente, cuando se
descubre o no se tiene un propósito trascendente, se convierte en un vacío
existencial. No solo se trata de tiempo libre
respecto de algo, sino para algo; es lamentable: el hombre
existencialmente frustrado no sabe como utilizarlo. Así lo comprueban las
encuestas sobre la llamada “neurosis dominguera, patología que consiste en
considerar los domingos son demasiado largos para aquellos que no saben el
tiempo no laboral. En efecto, mientras en 1952, en algunos países industrializados,
el 26% de las personas consideraba que el domingo era demasiado largo, para
1990 esa cifra superaba el 40%.
El vacio existencial afecta negativamente la calidad de
vida, por que casi siempre se tiende a calmarlo con remedios que son más
peligrosos que la propia enfermedad o se
buscan escapes para no afrontar la dura realidad. El hombre que no es
capaz de descubrir su rumbo a su
existencia se “inventa” un sentido subjetivo, una aparente sensación de dirección o un contrasentido. El alcoholismo,
el consumo de drogas psicotrópicas, las reacciones sexuales neuróticas, la agresividad
son, entre otros, fenómenos sociales que se explican en gran medida, por un
sentimiento de frustración existencial.
Esta se puede producir cuando no están satisfechas las necesidades básicas del ser humano (extrema pobreza) pero también
cuando ellas están plenamente atendidas. Una encuesta entre ex alumnos de la
universidad de Harvard, con veinte años de graduados mostró un alto porcentaje
de ellos, después de alcanzar posiciones sobresalientes en sus profesiones
respectivas y un alto nivel social, sufría de un terrible sentimiento de
vacuidad en sus vidas.
Son muchas las formas que la gente utiliza para disimular
o disfrazar su vacío existencial. Como afirma la sabiduría popular “El diablo
siempre le encuentra oficio a las manos desocupadas”. En este contexto, son
muchas las maneras que adoptan para matar el tiempo o rellenar esa angustia que
solo se presenta en el ámbito físico sino también en el psicológico. Así por
ejemplo, el ruido atronador de motos es considerado por logran mayoría de
psiquiatras como una forma de esconder el vacio existencial. El
ritmo acelerado de la vida actual utiliza muchas veces como una
automedicación - por cierto ineficaz-
para enfrentar esa desagradable
sensación. Cuanto más desconoce el ser humano el sentido de su
vida, mayor ritmo trépidamente le da a
su rutinario que hacer, provocando y
aumentando cada vez más un síndrome generalizado de estrés y de tensión que,
casi siempre, acaba con agresividad y mal humor, sentimientos negativos que
conspiran contra uno de los más bellos atributos de los seres pensantes: el
sentido de la solidaridad.
4.2 Compromiso con la humanidad
Pero ¿como se
puede dirigir al hombre para que encuentre o descubra un sentido a su
existencia? No hay una receta mágica que
puede ser aplicaba en todas las
instancias. Sin embargo, la ayuda más eficaz es una adecuada educación social
que inculque desde temprana edad el concepto de la trascendencia humana. Es un
punto de mira muy alto que lleva al ser racional a apuntar por encima de si, hacia algo que no es el
mismo, en la forma de un objetivo trascendente que hay que cumplir. En el
servicio a una causa o en el amor a los
demás se realiza el hombre a si mismo. Francisco de Asís, Mahatma Gandhi o
teresa de Calcuta pueden ser paradigmas
de esa entrega desinteresada por el prójimo.
Pero aun sin llegar hasta esos
sublimes ejemplos de desprendimiento y
amor, es posible alcanzar niveles satisfactorios de realización humana
sirviéndole a la gente. Y lo más importante: mientras más grande es la entrega
o el desinterés, mayor es la realización; mientras más se olvida el ser humano
de si mismo, más a centrado en su perfeccionamiento interior y más sentido l
encuentra a su discurrir por la vida. La
analogía más esclarecedora que utiliza la psicología moderna para explicar ese
fenómeno es la del ojo, cuya potente capacidad de visión depende precisamente
de que no se ve así mismo. Y solo cuando la enfermedad debilita esa
capacidad - por ejemplo, en el caso de
las cataratas o glaucomas - es cuando se
ven nubosidades y se advierten las
opacidades del Cristalino. De la misma manera, cuando la persona carece
de altruismo y se niega a salir de su propio ego, aunque pueda tener
copiosamente satisfechas sus necesidades básicas, sentirá frustración
existencial.
Bernard Levin, periodista del Times de Londres, lo expreso en un comentario sobre
el festival del cuerpo y la mente, celebrado en la capital inglesa en 1978, con
estas palabras:
Países como el
nuestro están llenos de gentes que tienen todo el confort material que pueden
desear, y que, sin embargo, llevan una vida mortecina de callada (a veces
ruidosa) desesperación, sin comprender nada de nada fuera del hecho de sentir
que tienen un agujero dentro de ellos y que por mucho que le echen de comer y
de beber, por muchos coches y televisores con que intentan rellenarlo… sigue
vacío y doliendo.
Ningún profesor, ningún psiquiatra, puede decirle a un ser humano cual es el sentido de
existencia, pero en cambio si le puede enseñar que la vida tiene sentido en
cualquier circunstancia de lugar y tiempo,
y que lo conserva aun en los momentos más difíciles, en los trances más
dolorosos, siempre y cuando se enfrenten con la actitud y disposición adecuadas
gracias a la enorme capacidad de la mente de encontrar una razón trascendente
en el propio sufrimiento y de transformando en algo positivo, en un servicio a
los demás.
Ahora bien, la mejor brújula para descubrir ese objetivo
singular es la conciencia, que es como una carta de navegación, gracias a la
cual el ser racional puede navegar
incluso por mares procelosos. Por eso, la educación integral debe tender no
solo ampliar el conocimiento sino a afinar la conciencia, buscando que las
personas aprendan a escuchar ese rumor intimo y a vibrar en armonía con sus
acordes y mensajes.
Educar al ser humano es motivarlo a que siga las
orientaciones de su ser intimo, a que descubra
en lo que más profundo de si toda la potencialidad de su mente. Eso es
lo que hoy hacen millones de personas en
el mundo entero: frente a la deficiencia
de la educación formal que recibieron, se ha convertido en autodidactas de un nuevo paradigma que
busca mejorar la calidad de vida mediante
el descubrimiento de un
verdadero sentido de la existencia
humana.
4.3. LA TIERRA CAMBIA DE
PIEL
Teilhard de Chardin
concibe nuestro planeta formado por capas concéntricas surgidas en un
proceso evolutivo: lo más interior es la barisfera, metálica y central, rodeada
por litosfera rocosa que, a su turno,
está envuelta por las capas fluidas de la
hidrosfera y la atmósfera. A estas cuatro superficies agregó la membrana
viviente formada por los reinos vegetal y
animal del globo: la biosfera, que se desplegado con todo su esplender
el árbol de la vida. Finalmente, mucho más avanzada que todas las capas
precedentes, surgió una última capa pensante, la noosfera o esfera del
espíritu, al final del periodo terciario, que se instaló por fuera y por encima
de la biosfera. El surgimiento del Homo
sapiens la hominización tuvo a la
equivalencia de una edad nueva, en la que, según el jesuita, La Tierra Cambia de piel, o mejor
aun, encontró su alma. Y agregaremos
nosotros que, en el camino ascendente de la superación espiritual y del logro
de una conciencia cada vez más elevada, la tierra y los seres que la habitan
pueden cambiar de piel más de una vez en la búsqueda de su inacabable
perfeccionamiento.
Una ley de la naturaleza indica que todos los seres vivos
tienden a buscar la mejor manera de desarrollarse, es decir, a alcanzar su bienestar intrínseco. El
hombre, por supuesto, como los demás seres animados de la creación, también
busca la realización de su fin propio. Sin embargo, por calidad de racional
tiene ala capacidad de percibir lo posible y de intuir o imaginarse el
porvenir. Y precisamente esos dos
ejercicios mentales lo llevan
inexorablemente a plantarse dudas e interrogantes que generan temores y
esperanzas. Por esa razón, la búsqueda de la felicidad humana, a diferencia de
los animales que acuden infaliblemente a su satisfacción, está sembrada de
incertidumbre y aprensiones.
Ahora bien, a pesar de la multiplicidad de casos y
circunstancias, o la diversidad de rumbos, la dirección general de la felicidad
no están equivocada como algunos lo imaginan. Teilhard de Chardin considera que
frente a los desafíos cotidianos de la existencia, los hombres adoptan tres
actitudes que definen tres clases de personalidades: la de los cansados y
pesimistas, la de las buenas vidas o gocetas y la de los ardientes o activos.
Los primeros piensan que no deben embarcarse en asuntos
enojosos, de riesgos ni de esfuerzos; para ellos lo preferible es ser menos que ser más y lo mejor sería no
ser en absoluto; el hombre dichoso será
aquel que menos piense, menos sienta y menos desee (la felicidad de la inacción).
Para los segundos, ser es, naturalmente, preferible a no
ser, per no están o el ser o el vivir no están en el obrar ni el crear, sino en
aprovecharse; dejarse arrastrar por el instante; gozar de cada momento y de
cada cosa sin preocuparse por cambiar de programa; el hombre feliz será aquel
que sepa saborear más intensamente el instante que tiene entre las manos
(felicidad del placer).
Y, finalmente, para los que adoptan la tercera aptitud,
la vida es siempre una ascensión y una exploración; para estos no solo es ser
mejor ser que no ser, sino que lo más atractivo es llegar a ser más; la
felicidad, en este caso, no es objeto que podemos perseguir por su propia entidad, sin la compensación
por una acción convenientemente dirigida; es el resultado o la retribución al
esfuerzo; el hombre feliz será aquel que, sin buscar directamente la dicha, la encuentre
en la satisfacción de alcanzar o incluso luchar por alcanzar la realización de
un objetivo, de lograr o perseguir un ideal, de defender una causa y hasta
morir por ella, en fin, de llegar a la plenitud dirigiéndose siempre hacia
delante y hacia estadios más elevados por el camino de la perfección (felicidad
de crecimiento).
Apoyado en su
conocimiento de la biología y, en particular de la teoría de la evolución,
Teilhard de Chardin concluyó que la única respuesta valida a los requerimientos
de la vida es la marcha hacia el progreso. Por lo tanto, aunque podamos
encontrar alguna satisfacción en el no
hacer o en el placer, científica y objetivamente la única felicidad verdadera
es la que el denomino “felicidad de
crecimiento” Pero Optar por la ascensión no responde del todo el integrante
relacionado con la felicidad: queda pendiente la cuestión de no equivocarse de
senda. ¿Cuál es entonces, el camino correcto para alcanzar la anhelada cima?
Según el citado científico, para encaminarse hacia la perfección, realizarse
plenamente y vivir como tal, el ser humano tiene que hacer tres cosas: buscar
la unificación con su propio ser – centrarse
sobre si - unir su ser con otros seres - descentrarse
sobre otros - y finalmente subordinar su vida a otra más
grande que la suya- Sobrecentrarse en uno
más grande que él. Expliquemos en un lenguaje muy sencillo las ideas y
conceptos que están detrás de estas tres
expresiones simbólicas:
La centración: consiste en buscar una realización como
ser humano, no solo física, sino también intelectual y moral. Es cultivarse,
pero solo durante unos pocos años, sino durante toda la vida. Es poner en orden
nuestras ideas, nuestros sentimientos, nuestra conducta, vale decir, utilizar
nuestra razón para proceder correctamente en lo que pensamos, en lo que
deseamos y en lo que hacemos. Los males que sufrimos arrancan de los
fundamentos del pensamiento humano. Centrarse en bucear en lo más hondo de
nosotros mismos, apelado a los poderes de la mente para encontrar no solo el
equilibrio y la armonía inmanentes a ella, sino la fuente poderosa de nuestra
energía espiritual.
La descentración es realizar ese sentido profundo de
asociar nuestro ser individual con el de otros seres. Física y biológicamente,
el hombre, como todo lo que existe en la
naturaleza, es esencialmente plural. Hace parte de un fenómeno de masa y, como
tal, no es más que una partícula de un sistema corpuscular del que no pude
escapar. El impulso que los seres humanos siente hacia el amor es precisamente
la manifestación de una necesidad vital de asociarnos y de proyectarnos
hacia otros, es decir de
complementarnos. No hay dicha comparable a la del logro de un progreso espiritual
realizado en común.
La sobrecentración es la incorporación y subordinación a
una totalidad organizada, de la que apenas constituimos, cósmicamente, unas
parcelas consientes. Es, además, la necesidad de trascender hacia más allá que
está por encima de nosotros, hacia un centro de orden superior. Para alcanzar
el limite de lo que podemos llegar a ser no basta con que nos asociemos con una
o varias personas de las muchas que conforman el ramillete humano, sino que es
necesario constituir un solo tejido con todas ellas, de suerte que podamos
algún día llegar a entender lo que es “desear, esperar, amar juntos una misma
cosa al mismo tiempo”. Para lograr la realizar plena y, por ende, una mejor
calidad de vida, es preciso que cada ser humano, en forma individual o a través
de una causa colectiva, traslade el interés final de su existencia hacia el
logro del éxito o del progreso del mundo que esta a su alrededor.
Loa anterior no significa que para sentirse realizado en
la vida sea necesario acometer acciones intrépidas o notables, sino simplemente
lo que este ala alcance de cada cual, entendiendo en muchos casos el compromiso
con una cosa o una causa grande, puede consistir en hacer con grandeza la menor
de las cosas. Así por ejemplo, el carpintero que fabrica con amor y con esmero
una mesa se puede sentir realizado por igual, ya sea que está vaya a dar al
comedor de hogar humilde o al estudio del más renombrado científico. La labor
del hortelano en el cuidado de su huerta, el oficio de un pastor en su rebaño o
la gestión de un estadista que orienta a su pueblo, son actividades que exigen
igual grado de dedicación y, por lo mismo, juzgadas en el contexto del sentido
de la vida, son igualmente loables e importantes.
La referencia prolija que hemos hecho a las teorías y
argumentos desarrollados por el padre Teilhard de Chardin tienen como propósito primordial hacer
justicia y homenaje al sacerdote jesuita
por ser el primero en esbozar para el mundo occidental, apoyado en las teorías de la evolución, un marco coherente
de pensamientos que incluye muchos de los conceptos e ideas que hoy se formulan
sobre la importancia de encontrarnos a nosotros mismos, sobre la evolución de
la mente y su enorme potencialidad, sobre la interacción armoniosa con la naturaleza, sobre la conciencia colectiva
y la integridad o totalidad del Universo.
Teilhard de Chardin
fue un visionario de gran capacidad intuitiva, que encendió la chispa
que ha abrasado a millares y millares de personas, y abrió el camino para
estructurar una verdadera educación integral del hombre, el único instrumento
eficaz para mejorar de manera sustancial
lo que en este libro hemos denominado relaciones de vida.
Para apreciar la
penetrante influencia de su pensamiento, basta con leer unos de sus párrafos
escritos por el eminente medico Jonas Salk, citado a la vez por Deepak Chopra,
uno de los autores más respectados en el mundo de hoy en lo relacionado con la
enorme potencialidad que yace en el interior del ser humano.
“El principio de la
evolución que debe tenerse en mente es que está penetrando todo. Antes de la
evolución biológica hubo una evolución pre biológica; antes de eso, hubo la evolución del cosmos. Después
de la evolución biológica hubo una evolución de la conciencia de la
evolución (…) El pensamiento y la
creatividad humana se han desarrollado como respuesta al medio ambiente. La
evolución meta biológica implica la supervivencia del más sabio. La sabiduría
se está volviendo ahora el nuevo criterio de salud”
Al analizar el
texto anterior, no cabe la menor duda
de que las ideas del padre Teilhard de Chardin
renacen en la pluma de prestigiosos
escritores del mundo actual y constituyen la fuente de inspiración de
esa nueva onda de la espiritualidad que ha puesto a vibrar a la humanidad en el
siglo XXI.
Como lo hemos reiterado a través de las páginas de este
libro, hay que encontrarle sentido a la existencia humana, condición esencial
para alcanzar una buena calidad de vida. Sin ese sentido, aunque estén
satisfechos los demás elementos que conforman el buen vivir, fácilmente se
puede derrumbar el castillo de naipes formado con bienes y comodidades
materiales. Es indispensable, por lo tanto, aproximarse de una manera más
espiritual hacia los niveles más altos
de bienestar, es decir, buscar una realización plena que solo podremos
encontrar si cultivamos la semilla del ascenso y la superación que llevamos
dentro de nosotros mismos.
Cuando nos acostumbremos a entender y sentir la vida como
la manifestación asombrosa de una conciencia universal - que
aflora por igual en la sonrisa inocente de un niño, es la belleza multicolor
del paisaje, en el canto armonioso de un pájaro, el abanicar refrescante de un
árbol o en cualquiera de las expresiones de la naturaleza - , habremos
comprendido el verdadero significado de la existencia y nos enrumbaremos por el
camino de la autentica realización humana, entendida esta como el crecimiento
continuo de la felicidad y el logro progresivo de una metas dignas en la vida.
4.4.
NUESTRA
BRUJULA INTERIOR
Hemos dicho que desde el hogar y luego en la escuela se
deben inculcar los conceptos e ideas esenciales para orientar a los niños --
o a los alumnos - para afrontar el reto de encontrarle un
sentido a la vida y lograr la realización plena de seres humanos. Una de las
primeras cosas que debemos enseñarles a nuestros hijos es que vinimos al mundo
a cumplir un objetivo, a desempeñar un papel en el gran escenario de la
naturaleza. Si queremos descubrir cual esa función, es indispensable que
indaguemos cual es el norte que no señala
nuestra brújula interior. En efecto, hay siempre una tarea, o un modo de
hacerla, que cada ser humano pueda realizar o desempeñar mejor que cualquier
otro en el planeta. Buceando en lo más profundo de nosotros mismos podemos encontrar cual es la expresión
de nuestro talento único, de nuestra habilidad natural. Estas ideas, desde luego, no son tan notorias por su novedad
como por su valor intrínseco que las ha
hecho perdurar a través de los siglos. Incluso, expuestas hoy, pueden parecer
vino añejo vaciado en odres nuevos, si se tiene en cuenta a Platón, cuatrocientos años antes
de Cristo, valiéndose de ingeniosas alegóricas, aconsejaba inculcar a los
jóvenes preceptos; plata en la composición de guerreros; hierro y metal en la
de labradores y artesanos” Y aunque el filosofo griego veía esa estratificación como el producto de
una voluntad divina, no la consideraba completamente rígida o estática, y
aceptaba que podría darse una gran movilidad social en la cual unos individuos cambiarían
de clase, ya sea subiendo o bajando. El estado debe permitir ese
reacomodamiento “porque, de una generación
a otra, el oro se hará algunas veces plata, como la plata cambiara a
oro, y lo mismo sucederá con los demás metales.” Platón no dice explícitamente
como se producirán esas transformaciones, pero se puede deducir fácilmente de
su texto --relacionado, por cierto, con
la formación de la juventud - que esos
cambios deberían ser el resultado de la educación. Es decir, la elevación de
los ciudadanos en el orden político y social se producirá en proporción directa
con el desarrollo físico, intelectual y moral que ellos alcancen.
Por último, una
vez que el ser humano ha descubierto su aptitud o destreza innata, debe
preguntarse cual es la mejor manera de utilizarla. Difícilmente podría
encontrar una opción que contribuya más a la realización plena que colocar esa
destreza al servicio de la humanidad, porque esa actitud innoble la labor que
realiza y le da una elevada significación moral. Muchos pensadores y filósofos han expresado
esta idea de diferente manera, pero quizá quien mejor describo fue Thomas de
Kempis, en su famosa Imitación de Cristo, cuando afirmó:
el hombre que no vive para servir, no sirve para vivir. Y, por supuesto, el
propio Jesús de Nazareth, con su verbo y con el aleccionante ejemplo de su
vida, nos legó las más sublimes enseñanzas de amor al prójimo y de entrega desinteresada por los demás.
En resumen, a lo largo de la historia los hombres han
intentado, por muchos caminos, reformar y perfeccionar la sociedad, en especial
mediante la transformación de sus instituciones o de sus leyes, quizá porque
desde tiempos remotos se consideró una
estructura política basada en un acuerdo racional, apoyada en la coerción del
estado y otras formas de aplicación del poder, podía producir la armonía social
y dar lugar incluso a repúblicas perfectas o utópicas. Sin embargo, los números
y variados experimentos políticos encaminados agestar una sociedad ideal, donde
prevalezcan la paz, la libertad y la justicia
como fundamentos de una mejor calidad de vida, han fracasado por las
flaquezas y contradicciones del espíritu humano y por un enorme vacío
existencial en los integrantes del cuerpo social. Tal vez por eso, Aldous
Huxley, en el prologo de su conocida obra “Un Mundo Feliz”, se atrevió a
advertir: el cambio verdaderamente revolucionario deberá lograrse, no el mundo
externo, sino en el interior de los seres humanos.
Es mucho lo que falta por hacer en términos de educación. En primer lugar , lograr que la
educación se convierta en la idea fuerza de un proyecto – nación .
“La
educación tiene que ser una política de estado, que transcienda el horizonte
temporal de un gobierno para convertirse en un proceso continuo y permanente de
aumento de coberturas a todos los niveles y mejora de la calidad.”
Esa política
educativa debe ser mandato constitucional surgido de la voluntad de una
nación que le debe exigir a sus
políticos y gobernantes colocar a la educación en el primer lugar de las
prioridades nacionales, con suficiente respaldo presupuestal, como lo hicieron
los países del sudeste asiático a las
naciones que hoy exhiben un alto grado de desarrollo.
Pero seremos nosotros los que tenemos que
crear conciencia ciudadana, para que esa fuerza colectiva de una nación se
convierta en mandato insoslayable de quienes, por delegación popular, tienen la
responsabilidad de adelantar la gestión publica. Cuando logremos el objetivo
habremos dado un salto cuántico y
cualitativo no solo en la protección y generación del ambiente, sino que
avanzaremos hacia niveles más altos en desarrollo humano y, sobre todo, de una mejor calidad de vida.
Mayo 31 de 2008
Bibliografía
Rodado Noriega, CARLOS. “LA TIERRA CAMBIA DE PIEL”. Agosto,
2001. Pág. 181-225.
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