domingo, 15 de julio de 2012

EL COMIENZO DEL CAMBIO: LA EDUCACION, EL AMBIENTE Y LA CALIDAD DE VIDA.


INTRODUCCION

Este  libro de El Dr Rodado y  su esposa,  me hace pensar que  hay mucho por hacer  y cambiar algunos paradigmas de la educación, solo soy  un servidor   y representante de los que no pueden reclamar porque están en sus campos produciendo alimento  o son marginados o desplazados, son muchos los que no reclaman, alguien tiene que hablar por  ellos y escribir  para ser realidad un mundo mejor.

Derian Restrepo Gallego
Promotor Agroecologico

EL COMIENZO DEL CAMBIO LA EDUCACION, EL AMBIENTE Y LA CALIDAD DE VIDA.

A través de PNUD, las naciones unidas definen el desarrollo humano como proceso mediante el cual se amplían las opciones u oportunidades para individuos Entre ellas, las consideran esenciales son: vivir una vida larga y saludable, adquirir conocimientos a través de una educación y tener  acceso a los recursos necesarios para disfrutar de una vida digna.  Según este enfoque, el proceso de desarrollo debe crear un ambiente propicio para que las personas, ya sea individual o colectivo., puedan cultivar  a plenitud sus capacidades y encontrar oportunidades razonables para utilizarlas en una vida productiva y creativa.

En la definición de desarrollo humano no se considera explícitamente la dimensión ambiental, que constituye una parte integral de la calidad de vida de las generaciones actuales y futuras. En el libro titulado” LA TIERRA CAMBIA DE PIEL”, escrito por CARLOS RODADO NORIEGA y su  esposa ELIZABETH GRILALBA DE RODANO,  plantean la necesidad de incorporar la calidad del ambiente como uno de los elementos esenciales del bienestar.
El concepto de calidad de vida es más comprensivo que el del desarrollo humano y abarca una impresionante diversidad de variables que la  agrupan en cuatro grandes componentes:
1.    Nivel de vida( lo económico),
2.    Condiciones de vida  (lo  social ),
3.     Medio de vida ( lo ambiental)  y
4.    Las relaciones de vida (La parte mental o consiente del ser humano).

Nos preguntamos luego de que depende esas dimensiones, y la conclusión a la que llegamos después de análisis exhaustivo de cada una de ellas es que la educación es el factor que integra y determina  de manera fundamental a los cuatro grandes componentes de la calidad de vida.
La educación es el medio idóneo para transmitir y ampliar el conocimiento y, por lo tanto, para emplear en beneficio de la sociedad la mayor riqueza del ser humano: su potencialidad racional. Pero sus efectos favorables van mucho más lejos; ella contribuye a modificar  y encauzar comportamientos, estimular la cooperación social, promover la participación comunitaria, ayudar a encontrarle sentido a la vida y, por encima de todo, alentar la responsabilidad individual y colectiva de los ciudadanos. Como el hombre es un ser infinitamente  maleable, siempre se puede modelar para que adopte un comportamiento moralmente sano y socialmente fecundo.
Solo es posible cuidar el ambiente como algo vital si llegamos a entender lo que él significa para la vida de las personas. Su conservación y preservación no es un mero pasatiempo de ecologistas y verdes enamorados del paisaje o extasiados por la belleza multicolor de la naturaleza, si algo esencial para la calidad de nuestra vida y para la preservación de la especie humana.
Los conceptos relacionados con la ecología no tenían hace dos siglos la connotación  e implicaciones que alcanzado con el paso del tiempo; el Libertador  Simón Bolívar   fue uno de los gobernantes de su época que mayor atención le prestó a la conservación y cuidado de los recursos naturales. En la literatura ambiental suelen citarse con frecuencia los decretos expedidos por el padre de la Patria en relación con la protección y preservación de la naturaleza. En 1825, desde Chuquisaca, entonces capital de Bolivia, le asignó al director general  de agricultura la rarea de proponer “un plan para mejorar la agricultura, así en la variedad y aumento de las mieses y plantas como en los instrumentos y modos  de labor de tierra”. Y  en ese mismo año desde Cuzco, atendiendo la necesidad de evitar la extinción de las vicuñas y alentar su reproducción, prohibió la caza o matanza de este valioso animal, apetecido no solo como medio de transporte sino por su lana  de excelente calidad. Igualmente reglamento la utilización racional de todo tipo de ganado, los métodos de pesca y la protección de las aguas y los bosques.
Sin embargo, faltaba mucha conciencia y educación para que esos esfuerzos pioneros de un gran visionario pudieran ser comprendidos y traducidos en normas de comportamiento combatibles en la preservación del ambiente natural. Esos primeros esfuerzos normativos, cayeron  semillas arrojadas en terrenos pedregosos donde no pudieron germinar y acabaron convirtiéndose en polvo seco o en letra muerta. Con razón el propio libertador es sus elucubraciones postreras exclamaba que “no sabia  si había arado en el mar  y sembrado en el viento”.
Pero no solo  decretos del Libertador, si numerosos textos y mandamientos legales relacionados con el uso racional de los recursos naturales se han quedado en el curso de nuestra vida republicana en el rango de la buenas intenciones, ya sea por no haber  tenido realización concreta o porque su cumplimiento ha sido apenas parcial y fragmentario. Por ese camino, se ha generado una gran brecha entre lo que se desea o se busca como objetivo social y lo que realmente se logra, e igualmente una enorme diferencia entre lo que se ordena y lo que finalmente  se cumple. ¿A que se debe esta disparidad? A que la mayoría de los mandamientos legales, explica o implícitamente, prescriben cambios de comportamiento de las personas, los cuales no se generan por medio de decretos o disposiciones de esa índole, sino que se requiere de un proceso continuado y permanente de formación y EDUCACION ciudadanas.
El resultado hoy seria muy diferente si la acción política se hubiera concentrado de manera más intensa y eficiente en la educación para modificar conductas, en lugar de empeñarse inútilmente  en producir montañas de legislaciones para pueblos con un bajo nivel cultural.

 CAPITULO V 

 EDUCAR PARA VIVIR  MEJOR

 “Yo  no estimo tesoros ni riquezas, y así, siempre me causa más contento poner riquezas en mi entendimiento que no mi entendimiento en las riquezas.”

Sor Juana Inés de la Cruz.

Desde  el nacimiento mismo de las repúblicas iberoamericanas se dictaron decretos, leyes y normas constitucionales  encaminadas a proteger el medio ambiente y, de una manera más general, a lograr a acrecentar lo que en un principio se llamó “la felicidad”   de una nación y ahora se denomina “bienestar” de sus habitantes. Sin embargo, a pesar de la profusión de textos legales, los mandatos en ellos contenidos se ha quedado la mayoría de las veces en el rango de las buenas intensiones, ya sea por no haber tenido realización concreta porque su cumplimiento ha sido apenas parcial y fragmentario. Por ese camino se ha generado una gran brecha entre lo que se desea o se busca como objetivo social  y lo que realmente se logra, e igualmente una enorme diferencia entre lo que se ordena  y lo que final mente se cumple. Ello se debe, en gran medida, a que la mayoría de esos mandamientos legales, explicita o implícitamente, prescriben cambio de comportamientos de las personas, los cuales  nos se  generan por  medio de decretos o disposiciones de esta índole, si no que requieren un proceso continuado y permanente de formación y educación ciudadanas. El resultado hoy seria muy diferente si la acción política se hubiera concentrado de manera más intensa y eficiente en la educación para modificar  conductas, en lugar de empeñarse inútilmente en producir montañas de legislaciones para pueblos con un bajo nivel cultural.


Pero la educación no es solo un medio para propiciar cambios de comportamiento en la sociedad, es también el instrumento más valioso y eficaz para producir  una mejora apreciable y sostenida, en todos  los componentes de la calidad  de vida.

En lo que sigue explicaremos como la educación influye de manera determinante en cada una de las cuatro grandes dimensiones que conforman   el bienestar de los seres humanos.
En     las AULAS AMBIENTALES (https://www.facebook.com/media/set/?set=a.405013699541939.86587.100000999383883&type=3&l=535b8365be)   , se  quiere  retomar    tan valiosa  información  de  como  con  la educación podemos influir    para que las personas  mejoren sus  condiciones  de vida  y la vez   salgan de  esa línea de pobreza  y miseria que esta sometidas  y para  las que no la están  nunca lleguen.
Esta  guía  permitirá formar  un  ser  humano   más integral, más comprometido  con la naturaleza,  más  buscador  de su existencia  con los medios  que lo rodean. 

  1. EDUCACIÓN Y NIVEL DE VIDA


El nivel  de vida es un concepto económico que se refiere a la  acumulación de bienes materiales y el disfrute de  bienes de consumo. Por lo general se acepta que la forma de medirlo es equiparándolo al poder de compra de un determinado nivel de ingreso monetario. Pero también es un hecho ampliamente aceptado que en cualquier sistema económico el nivel de educación de las personas determina su nivel de ingreso y,  por  consiguiente, de bienes materiales de los que pueden disfrutar. Esta conclusión tiene aun mayor validez en llamada sociedad de información o sociedad de conocimiento.

En su libro  “The  Work of Nations”  Riobert Reich, secretario de trabajo de los EE.UU  durante  la primera administración Clinton, anota:

Estamos  viviendo una portentosa transformación que reordénela la política y la economía del próximo siglo. No habrá productos, no tecnologías, no empresas ni economías nacionales.   Lo único que permanecerá arraigado dentro de las fronteras nacionales será gente que conforma una nación y el activo más valioso de cada nación serán las habilidades, destrezas y educación de sus ciudadanos. Cada nación tendrá que hacerle frente a las fuerzas centrifugas de una economía global que tratará de romper  lo lazos que atan a los ciudadanos su respectivo país, atrayéndolos mediante el pago de salarios cada vez más altos, mientras los menos capacitados tendrán que resignarse a un estándar de vida declinante.

A las personas  educadas, capaces de identificar y resolver problemas y de intermediar actividades estratégicas, los buscará la economía mundial, ofreciéndoles la retribución necesaria para tentarlos y convertirlos en miembros de una tecnocracia universal. El gran reto que será necesario afrontar en los años venideros es el de educar y capacitar a  los individuos para que puedan competir eficientemente en el mercado global del trabajo, perfeccionando los métodos  de transmitir sus habilidades y conocimientos a la economía mundial.
Investigaciones adelantadas en varios países del mundo comprueban la existencia  de una estrecha correlación entre  el nivel de educación y el nivel de ingreso obtenido en el trabajo. Y así como la brecha del conocimiento se ha agrandando entre los  más capacitados y los que tienen muy poca instrucción en esa misma forma  también se han acentuado las diferencias salariales entre los más altos ejecutivos de las empresas y los llamados trabajadores de base. En  los Estados Unidos por ejemplo, mientras en 1960 el gerente de una de las cien corporaciones más grandes de la actividad no financiera ganaba cuarenta veces más que un obrero de su empresa, en 1980 esa diferencia se había aumentado a la relación de 93 a 1.
Esa disparidad se ha hecho sentir también en la distribución de ingreso nacional, donde se puede advertir que personas con titulo universitario se encuentran en percentiles más altos de la distribución de ingreso que aquellos que solamente han cursado bachillerato, y estos, a su turno, en segmentos más altos que los que apenas han completado la escuela primaria o han desertado de ella. Aquí también el ensanchamiento de la brecha entre los de arriba y los de abajo se explica por una diferencia en el nivel de educación.

A nadie  le cabe hoy la menor duda de que vivimos en la era del conocimiento. De la producción masiva caracterizada por alto volumen de productos de muy poco valor, se ha pasado a la producción especializada de muy pocas cosas de mucho valor. Las  cosas valen no por la cantidad de trabajo físico incorporado en ellas al manufacturarlas, como pregonaba la teoría del valor propuesta por Kart Marx. Hoy  las cosas valen por la cantidad de conocimiento que se ha empleado para producirlas. El conocimiento aplicado a las tareas que ya se vienen realizando incrementa su productividad y cuando se aplica a tareas nuevas y distintas genera innovación. La educación hace posible el logro de esos objetivos que han convertido en las palancas dinamizadoras del progreso y el desarrollo de las naciones. El espectacular   repunte que ha tenido las economías del sudeste asiático y el sustancial incremento en el ingreso per cápita de sus habitantes, se explica, según un estudio del Banco Mundial, no por el tipo de modelo económico utilizado, que por cierto exhibe diferencias significativas de un país a otro aperturistas   o proteccionista,  si  dos factores esenciales el ahorro y la educación.

“La riqueza más grande de una nación no reposa en el suelo o en el subsuelo de su territorio sino  en la mente de sus individuos. La manera de extraer o utilizar esa riqueza es a través de la educación, que permite aprovechar la potencialidad racional del ser humano”.



  1. EDUCACIÓN Y CONDICIONES DE VIDA:

La educación  es también el medio más efectivo para mejorar las condiciones de vida, es decir, ese  conjunto de circunstancias o factores que contribuyen a la seguridad humana, entendida en sentido amplio. La educación no solo encauza el comportamiento de los seres humanos, propiciando una relación entre ellos, sino que al ensanchar la esfera del conocimiento abre aun mundo de posibilidades y de oportunidades hasta entonces desconocidas e inaccesibles para los educados. Conocer es adquirir la noción de las cosas mediante el ejercicio del entendimiento. En es contexto, la educación, facilita y acelera le acceso al conocimiento, a través  del cual el ser humano llega a tener una mejor comprensión de si mismo, de los demás y de la naturaleza; también ayuda a encontrarse un sentido a la vida y, con ello, a descubrir el camino que conduce a la autentica realización personal y al desarrollo colectivo.
 La ampliación del conocimiento en las diferentes etapas de la historia ha permitido mejorar las condiciones en que ha tenido que discurrir la existencia del  Homo sapiens.
Con orientación y enseñanza, el hombre ha aprendido a distinguir que le hace bien y que le hace mal, que le conviene y que lo perjudica. Todo eso se ha reflejado en una reducción de las tasas de morbilidad y mortalidad y, por consiguiente, en un aumento paulatino de la expectativa de vida al nacer y  de la longevidad promedio de las personas. En el caso particular de las mujeres se ha podido comprobar que la  alfabetización y la expansión han contribuido de manera eficaz a la reducción de las tasas de fecundidad.

La educación hace posible una mejor organización social. Alienta   el sentido de la cooperación y de la responsabilidad fomenta el respecto por los demás y facilita el ejercicio de los derechos y de  las libertades que hoy se aceptan y reconocen  en las sociedad civilizadas. Gracias  a ella podemos entender la diferencia que existe entre  ser una persona y llegar ser ciudadano, con  todo lo que este concepto significa como compromiso con la sociedad. En ese ámbito, la educación cumple un papel estelar al inculcar a los integrantes de la comunidad política que la libertad de cada individuo solo puede llegar hasta donde no lesione o vulnere la de los demás,  si se quiere mantener una armoniosa relación entre los asociados.

Por otro lado, la educación cumple también otro importante cometido, íntimamente relacionado con la suerte del conglomerado social: la formación y capacitación de líderes. Casi todos los sistemas educativos, desde el antiquísimo método utilizado en la china,  basado en las tradiciones heredas de Confucio, hasta  los sistemas contemporáneas, han preparado a los dirigentes de la sociedad formando un grupo selecto extraído de las clases medias y populares, con la cual se ha estimulado la movilidad social y propiciado el ascenso de los más aptos y mejor dotados a las posiciones de comando del estado o  de la empresa privada.

El verdadero poder en las democracias capitalistas está hoy en manos de una tecnocracia constituida por ejecutivos y gerentes que, a pesar de no ser los dueños de los medios de producción, se han convertido, a través de una refinada educación, en los líderes genuinos de las economías de mercado.
La educación, tanto en los asuntos del gobierno como en los de la actividad privada, ha propiciado el seguimiento de una “meritocracia”,  que le ha servido a quienes la conforman para alcanzar una más alta posesión   social, pero también a toda la sociedad, que ha beneficiado del conocimiento y del talento de los más capacitados.
El hogar  fue el primer escenario de aprendizaje con que contaron los seres humanos. Después surgieron la escuela, las universidades y otros centros de formación y transmisión del conocimiento. La educación ha contribuido a fijar las bases de una sólida investigación científica, cuyos inventos y hallazgos han permitido un acelerado progreso tecnológico y cultural, que a su turno  se ha reflejado en unas mejores condiciones de vida.  
La educación abre oportunidades y espacios políticos, especialmente en las democracias donde pueden surgir líderes desde la base para hacer realidad el sueño de una verdadera sociedad abierta. Esas opciones también las brinda, en su ámbito, la economía de mercado, como quiera que la división del trabajo y la especialización se apoyan en el trabajador diestro y capaz para una determinada labor. En ese orden de ideas, ningún sistema económico privilegia tanto a la persona instruida como el capitalismo, que retribuye el esfuerzo propio y la iniciativa personal.
Por otro lado, la educación se considera hoy el instrumento más eficaz para distribuir el ingreso y la riqueza en una sociedad, razón suficiente para que el objeto normativo de la política económica, en vez de dirigirse hacia la distribución  forzada de bienes que conforman la propiedad privada, apunte hacia la distribución más equitativa  de las oportunidades para producir ingreso y generar riqueza. Ese ensanchamiento de posibilidades se logra precisamente mediante la educación, que abre puertas y despliega opciones de manera perdurable, por ella como lo enseña el a el aforismo oriental  -  no se limita a darle un pescado al hombre para que se alimente una vez, si no que le enseñe a cultivar  el pez  para  que se pueda alimentar toda la vida.

En síntesis, la educación, por  sus efectos favorables en la formación de  las capacidades humanas, en la distribución de las oportunidades y en todos los elementos que conforman la dimensión social del bienestar, contribuye a mejorar notablemente las condiciones de vida de la gente. Sus efectos favorables van mucho   más allá de los beneficios que obtiene la persona educada y se expanden a toda la sociedad, que también se beneficia de la potencialidad mejorada de cada individuo y del desempeño de un ciudadano mejor formado.



  1.  EDUCACIÓN  Y  MEDIO DE VIDA

La educación cumple un papel importante como elemento clave de una estrategia encaminada a lograr un equilibrio en las relaciones  de los seres humanos con la naturaleza. En ese proceso, el punto de partida  en el conocimiento sobre el entorno natural y artificial en que se desenvuelve la existencia de los seres vivos. Solo es posible cuidar el ambiente como algo vital si llegamos a entender lo que el significa para la vida de las personas.  Su conservación y preservación no son un mero pasatiempo de ecologistas y verdes enamorados del paisaje o extasiados por la belleza multicolor de la naturaleza, si no algo esencial para la calidad de nuestra vida y para la preservación de la especie humana.
Para comprender por qué eso así, debemos entender lo ambiental en una forma más amplia, como fue propuesto en la conferencia sobre el estado del medio ambiente  y el Hábitat, que se reunió en Estocolmo en 1970. Allí se planteo que el ambiente es un sistema con componentes físicos, químicos, biológicos, sociales y económicos en interacción permanente. Por lo tanto, una concepción global del asunto debe abarcar todo el sistema de relaciones entre sociedades humanas  y su medio de vida, donde este  ultimo se compone de los recursos y del espacio  y, a su turno, las sociedades humanas incluyen no solo a las poblaciones sino la estructura social y ala forma de organización colectiva.
Por eso resulta sorprendente que un número muy grande personas que viven en centros  urbanos , es decir en ambientes artificiales construidos por el hombre,  todavía no se hayan percatado de cuan dependientes somos los seres humanos del medio ambiente natural, cuando es precisamente de la tierra  y de la atmosfera  de donde obtenemos los recursos con los cuales producimos alimentos y otros bienes de uso cotidiano,  y es en la tierra, , en las corrientes fluviales, en los mares y en el aire donde botamos nuestros desperdicios. Lamentablemente  hemos considerado a la naturaleza como un bien inagotable, lo que nos ha llevado a una exagerada y peligrosa explotación de sus recursos y por otro lado continuamos arrojando cantidades ingentes de residuos  al medio natural, sin advertir que éste tiene una limitada capacidad para reconvertirlos o degradarlos.
El medio ambiente natural o biosfera consta de agua, suelos, atmosfera, fauna y flora y, por supuesto, de la energía generada por el sol. Los elementos vivos y no vivos de la biosfera interactúan en comunidades auto regulado que se denominan ecosistemas, los cuales equilibran mediante un continuo fluir de energía y el reciclamiento de la materia. En ese gran escenario de la creación, el ambiente natural cumple tres funciones esenciales para la vida:
1.    En primer lugar  nos proporcionan recursos, algunos de los cuales son infinitos y otros renovables, pero aun respecto de estos últimos  su proceso de regeneración puede verse alterado o afectado gravemente. Si un  recurso se consume más rápido que lo que se regenera, su existencia   se compromete, debido al uso desaforado, que en el lenguaje técnico se llama sobreexplotación.
2.    Otra misión importante es la de asimilar nuestros desperdicios, sean ellos de naturales o  de invención humana, incluyendo los residuos de la utilización de la energía que muchas veces termina calor residual.
3.    Por último, nos brinda “servicios ambientales”, que van desde la recreación y el disfrute estético  del paisaje hasta los llamados “soportes de la vida”, expresión con la que se designa a aquellos procesos naturales de los que dependen los seres humanos porque mantienen el funcionamiento de la biosfera. En esos soportes cabe mencionar la diversidad genética, la estabilidad de los ecosistemas, la composición de la atmosfera y la regulación del clima.
Todo lo que altere el curso natural de esos procesos interfiere sus interrelaciones puede afectar gravemente la vida  de los seres humanos sobre el planeta. Y es precisamente allí, en este contexto, donde la educación cumple un papel fundamental al hacernos consientes de la importancia de los recursos naturales, de la necesidad de darles un mensaje adecuado y de los efectos nocivos que provoca la utilización  irracional de los mismos. Esa educación le descubre al individuo una perspectiva vital a través del manejo de las diversas variables que influyen en la dinámica de la vida, señalándole y enseñándole la responsabilidades y los compromisos que se derivan  de ser simultáneamente  un “ser natural” y un “ser social”
Por las consideraciones expuestas, es lógico  de deducir que la educación ambiental debe responder al desafío de formar ciudadanos capaces de relacionarse adecuadamente con todo aquello que los rodea y  constituye su entorno vital. Además, les debe hacer comprender las relaciones de interdependencia con dicho entorno, basándose en conocimiento reflexivo y critico de su realidad biofísica, social y cultural, con el fin de generar actitudes de valoración y de respeto por el ambiente  y por todos los entes que conforman el maravilloso conjunto de la naturaleza.


3.1. Hacia una nueva ética ambiental

Entendida  en su concepción amplia,  la educación ambiental no se limita a aspectos meramente ecológicos sino que incluyen elementos éticos, políticos, sociales y culturales. 

Por lo tanto, si esa educación aspira a influir en las actitudes y a modificar  el comportamiento de las personas, debe empezar a preguntándose cuales son las bases éticas en que se apoyan las acciones de los seres humanos, tanto las que causan cambios en su entorno físico como las que realizan en su vida social. Sabemos que, de una u otra manera, esas acciones han perturbad el equilibrio de los ecosistemas y la armonía de la sociedad civil, colocando en alto el riesgo la supervivencia de nuestra especie. Ese proceso de autodestrucción no puede continuar. Hay que replantear las concepciones  que han fluido sobre nuestra conducta en  relación con el mundo que nos rodea.

El trabajo que durante los últimos 20 años han venido desarrollando los educadores y organizaciones no gubernamentales en la búsqueda  de la mejora en la calidad, a través de cambios de comportamiento y la ejecución de proyectos con participación activa de la comunidad, ha permitido estructurar un nuevo paradigma de valores que se han venido aplicando mediante la utilización de metodologías acordes con los diferentes desafíos ambientales.

 La educadora María  Novo, en su libro Educación ambiental. Bases  éticas, conceptuales y metodológicas, formula lo que a su juicio deberían ser las bases de una nueva ética ambiental cuya observancia contribuiría a generar una relación  de armonía entre los diversos actores de la naturaleza. Complementando esas ideas con otras   de nuestra propia experiencia, nos hemos dado a la tarea de compendiar en forma de máximas la esencia  de esa nueva ética ambiental, encaminada a producir cambios profundos en el comportamiento de las personas en todo lo que constituye su entorno vital. El nuevo paradigma axiológico se podría caracterizar así:

a.    Del antropocentrismo al biocentrismo:    No es viable ni sostenible  que el hombre se siga sintiendo ajeno o superior a la naturaleza. El antropocentrismo, que ha llevado al ser humano a creerse dominador  y dueño absoluto de todo lo que le rodea, tiene que ser sustituido por el biocentrismo, en donde le hombre es apenas una especie viva más de la completa red de interrelaciones que se denomina biosfera. Mientras la mentalidad antropocéntrica ha convertido al hombre en un depredador del ambiente, la actitud biocentrica lo conducirá a darle un uso racional a los recursos de la naturaleza.

b.    De la autosuficiencia a la ecodependencia: Nuestra vida se desarrolla en marco de interdependencia con las demás especies. El ser humano no es completamente autosuficiente, ya que no puede mantenerse solo sobre  el planeta, si no que su supervivencia depende de otras forma de vidas más elementales. Este principio, que se conoce como ecodependencia, le obliga al hombre a establecer una comunidad de interés con el resto de los seres vivos. El interés común es nada menos que el mantener la vida sobre el planeta. Por lo tanto la actitud racional y de alta convivencia para la especie humana es “comprender” la comunidad biótica como una genuina comunidad de interés, donde cada ente animado o inanimado no es más que la manifestación particular de un todo universal.

c.    De lo ilimitado o lo infinito: no se puede seguir considerando a la naturaleza como una fuente inagotable de recursos o como un botadero de capacidad ilimitada, interpretación que estimula el consumismo y el despilfarro. Los procesos naturales establecen un límite a la tasa de utilización de recursos y, a su entorno, la naturaleza tiene una capacidad limitada de absorción o degradación de residuos o desperdicios. La conciencia de la finitud nos debe llevar a replantear la errónea actitud de valorar las necesidades por encima de las posibilidades. Es absolutamente necesario mirar y analizar las dos caras de la moneda: la demanda que generan nuestras necesidades esenciales o suntuarias, pero igualmente las limitaciones que impone la oferta de recursos que es posible extraer la naturaleza.

d.    Del inmediatismo al largo plazo: el patrimonio natural es un activo valioso que debe  ser utilizado no solo por las generaciones actuales sino por las venideras. No se trata de sacralizar la naturaleza como si fuese un museo de piezas intocables. Se trata de usar los recursos naturales en forma racional, es decir, permitiendo que los efectos desfavorables sobre el entorno puedan ser asimilados por la capacidad regeneradora de los ecosistemas. Preservar la vida sobre la tierra requiere  mantener el equilibrio en la comunidad biótica y, particularmente, una armonía entre hombre y el ambiente. Los llamados derechos de la naturaleza no se oponen a la humanidad, ni los de esta   deben ejercitarse al costo de violentar los de aquella. La utilización de los bienes de la naturaleza no es solo un problema de asignación de recursos en el presente sino una elección inter-temporal entre el presente y el mañana. La ética del largo plazo es el verdadero compromiso con las  generaciones  que nos habrán de suceder.

e.    Del más  tener al más ser:   la concepción materialista ha llevado a identificar el progreso y el desarrollo con una mayor posesión de bienes materiales y, particularmente, en el campo de la economía, con una producción más abundante y un consumo más alto. Sin dejar de reconocer la importancia de estos factores en la obtención del bienestar, el planteamiento es cojo, ya que se deja por fuera todo aquello que significa avance espiritual, mental y moral del ser humano. Escalar niveles más altos de conciencia, de solidaridad, de la existencia, constituyen logros permanentes que el simple ensanchamiento de la posesión o disfrute de los bienes materiales. Por lo tanto una genuina educación ambiental debe propender por ética que valore más el ser que el poseer.

f.     Del egoísmo a la solidaridad: la ética ambiental se ocupa no solo de relaciones con la naturaleza, sino también con los demás seres humanos. Ellos cuentan  de manera importante en nuestra historia y en nuestro discurrir cotidiano. Ignorarlos es una actitud miope que tarde o temprano acabamos pagando. El déficit de solidaridad con nuestros semejantes se convierte tarde que temprano en superávit de angustias e inseguridad en nosotros mismos. Los conflictos  étnicos o regionales,  la migraciones de indocumentados o refugiados, las luchas aparentemente religiosas y otros de problemas  de índole  similar  son manifestaciones  de que los demás, querámoslo  o no, también cuentan. Cuando la cas del vecino tiene ratones el problema no es solo del vecino sino de toda la vecindad. Y precisamente, para esos problemas que empiezan como individuales pero que rápidamente se transforman en colectivos, es necesario buscar salidas y alternativas que requieren la comprensión y la cooperación de los sectores prósperos del planeta. Hay que incorporar el concepto de equidad, que no se debe confundir con igualdad matemática en bienes  e ingresos. La equidad implica una responsabilidad moral de ayudar a los otros o desarrollarse y a  avanzar a partir de sus propios medios y posibilidades.

g.    De la ignorancia al conocimiento: el progreso material de las naciones basado en la utilización irracional de los recursos ha sido, en la mayoría de los casos, el resultado de la falta de conciencia sobre la importancia de mantener el equilibrio de los ecosistemas y del desconocimiento de los efectos nocivos que su deterioro tiene para la calidad de vida y la supervivencia de las especies. El nuevo paradigma debe propiciar la transmisión del conocimiento relacionado con el valor de la naturaleza, ya que solo se cuida o se ama lo que se conoce.

h.    De la pasividad a la acción: la nueva ética ambiental no puede quedarse al nivel de la manera de especulación  sino que debe concentrarse en acciones, materializarse en hechos, alimentarse de la propia realidad. En ese sentido, la verdadera escala de valores no se limita a prescribir un perfeccionamiento teórico, sino que se convierte en un ejercicio real con la propia vida. El cambio de comportamiento no se puede lograr con el solo empeño educativo de maestros y educadores. Para avanzar por ese camino, es absolutamente  indispensable que cada ciudadano se convierta en factor permanente de persuasión y de acción con el fin de propiciar e impulsar los cambios institucionales y políticos que coadyuvan al logro de los objetivos buscados. La participación comunitaria es esencial en el aglutinamiento y la movilización del esfuerzo colectivo. Ya que activa las energías de una sociedad en pos de unos objetivos comunes y alienta la toma de decisiones y la realización de tareas concretas e inmediatas para afrontar los problemas que lo aquejan. Esta participación es el verdadero desarrollo político de la educación ambiental.

 3.2.        Bases metodológicas:

Para que la educación ambiental sea instrumento eficaz en la mejora de la calidad de vida debe ser integral, interdisciplinaria, intercultural  y participativa. Como lo hemos expresado atrás, lo ambiental va mucho más allá  de lo meramente ecológico; abarca aspectos económicos, políticos y culturales y, por lo mismo, trasciende los límites de una simple cátedra de ecología. Ella no se puede circunscribir a  una sola esfera del conocimiento, y  mucho menos a una simple disciplina, porque esa  concepción reduccionista  no permite abarcar no comprender la compleja  variedad del problema ambiental. Y lo que es más importante, como la educación ambiental. Y lo que es más importante, como la educación ambiental busca un cambio de actitudes que conduzcan a nuevas formas de pensar y de actuar, ella debe propiciar también la construcción de una escala de valores o de un código  de comportamiento, cuyos principios conformen una renovada ética ciudadana, por supuesto, la creación de esa escala de valores no se logra simplemente con la transmisión de conocimiento, sino que surge de un proceso combinado en el que intervienen el aprendizaje, las vivencias y los sentimientos. Es decir, las relaciones de los seres humanos con su entorno no solo deben  ser enseñadas como conceptos sino vividas como realidad y sentidas como afecto.

En ese orden de ideas y con base en la experiencia obtenida en el trabajo con la gente, consideramos que los conocimientos se debe edificar identificando primero el problema que se va resolver y tomando luego en consideración las características de los individuos que aprenden, ya sea como persona o como comunidad. Se  debe partir de lo que el educando ya sabe o conoce, de sus ideas, aprensiones y valores procedentes, así como las expectativas, intereses y afectos que trae consigo, y utilizar ese bagaje, correcto o equivocado, para erigir sobre el una estructura de conocimiento y moldear los cambios de comportamiento que se buscan. Para los educadores debe ser suficientemente claro que una de las cosas que más influyen en el aprendizaje y motiva la atención es que el alumno ya sabe, porque lo aprendió  del medio natural o social en que se ha formado.

Por  supuesto, si las anteriores consideraciones resultan relevantes cuando se trata de individuos que aprenden, con mucha razón son válidas para el caso de comunidades o grupos humanos:“Los patrones culturales de cada pueblo son un elemento esencial que jamás debe ser ignorado por el educador o educadora ambiental, a la hora de trazar un programa.”

El reconocimiento de la realidad multiétnica  y multicultural de una nación, que debe reflejarse en la forma como se estructura un programa de educación ambiental, tiene que conducir a un intercambio enriquecedor  de experiencias, a un diálogo entre diferentes culturas, que las beneficie recíprocamente de la manera más efectiva que la copia indiscriminada de modelos y paradigmas educativos foráneos. Al reconocer la pluralidad étnica y cultural de Colombia, Rodolfo LLinas y E. Reichel – Dolmatoff, en su informe para la Misión ciencia, educación y desarrollo, señalan la valiosa oportunidad de utilizar de manera original y creativa esas  posibilidades ligadas a nuestros ancestros amerindios, afroamericanos y occidentales, lo que, según mencionan los expertos:
“(….) permitirá maximizar habilidades de diversas bases culturales para diseñar nuevos sistemas de aprendizaje e incorporar una variedad de orientaciones culturales al dominio del racionalismo científico  y de la tecnología contemporánea”….

La formación  de conocimientos en lo relacionado con el ambiente es un proceso transaccional  en el que actúan las características del entorno (físico, étnico o cultural)  y los esquemas o marcos de referencia mentales del sujeto que aprende. El educador tiene que convertirse en un autentico mediador entre sujeto y entorno para construir lo que podría denominarse un “nuevo conocimiento”, el cual se logra cuando los educandos relacionan lo que están aprendiendo con los que ya sabían, ya sea para confirmarlo y ensancharlo o para rectificarlo o modificarlo.

La  educación ambiental debe ser regionalizada y por supuesto, participativa, lo que es una manera de llevar la descentralización educativa  y deben  los procesos de gestión hasta el individuo mismo como elemento primario de la sociedad. Es decir la problemática ambiental y sus respuestas  deben tener en cuenta la las necesidades de la comunidad para la cual se diseñan  y proponen. En la escuela, la educación ambiental debe estar en consonancia con los problemas particulares en los cuales se encuentra inmersa, ya que ellos afectan de manera directa a los individuos y a las comunidades y están estrechamente relacionados con la estructura social y cultural. Más aun, es por  medio de una adecuada comprensión de estos problemas como se puede influir en la forma de actuar y  de relacionarse de los individuos y  colectividades con los diferentes componentes del entorno. Cada pedazo del planeta, cada región, cada región, cada localidad, corresponde por lo general a un hábitat  distinto con ecosistemas particulares, donde se presentan diversas formas de relación con el ambiente, lo cual tiene una marcada incidencia en la caracterización de los problemas  y en las diversas aproximaciones para resolverlos. Por lo mismo, los procesos educativos deben reconocer que los problemas ambientales se refieren a un espacio concreto y a una temporalidad particular.

Sin embargo, aceptar esta particularidad no significa desconocer la interdependencia de los fenómenos ambientales o ignorar que vivimos en un mundo global e interconectado, donde las acciones contaminantes o degradantes del medio ambiente  en un lugar cualquiera del planeta pueden hacer sentir sus efectos negativos en otros sitios distantes de aquel en que se originó el disturbio. En otras palabras, es necesario entender la problemática ambiental  relacionada con el espacio que habitamos o en los que se desenvuelve nuestra existencia, pero también es esencial comprender  el complejo tejido de interrelaciones de nuestra subsistencia natural con los demás subsistemas. Es clave saber  cual es el papel que jugamos en un mundo donde cada hábitat, o incluso cada elemento de la naturaleza es tan solo, una de las múltiples piezas de un ajedrez universal que debe ser concebido y comprendido en forma integral. Esa comprensión y la conciencia de la responsabilidad que de ella emana  son precisamente las que  nos pueden llevar  a comportamientos como ciudadanos del universo y no como  simples  moradores de pedazos dispersos y aislados de globo terráqueo.

Por su puesto, el buen educador  no puede permitir que la concepción universal de la problemática del  ambiente se vuelva una  actitud especulativa y teorizante que no logre concretarse en una acción o un resultado practico. Lo verdaderamente significativo es pasar  del pensamiento a la acción y  más específicamente  que el conocimiento global se traduzca en una acción local que comprometa al individuo con su entorno. La mejor manera de lograrlo es hacer  que los alumnos afronten los problemas de su realidad cotidiana como un caso de estudio y de investigación,  de tal modo que la búsqueda de las respectivas soluciones  se convierta  en un ejercicio tan apasionante para los que aprenden como útil para la sociedad. La escuela debe ser un autentico laboratorio territorial.

La mayoría de los países en vía de desarrollo carecen de estrategias nacionales, amplias y coherentes, de educación ambiental. Hasta ahora lo que hemos visto son empeños aislados y dispersos de organizaciones no gubernamentales o de instituciones oficiales que no llegan a conformar un plan integral con objetivos definidos para la realidad de cada nación. La descoordinación de las acciones de los diferentes grupos ha llevado a duplicar esfuerzos y a utilizar sin lógica ni concierto los escasos recursos  disponibles. La ausencia de propósitos claros para afrontar los problemas ambientales del respectivo país ha impedido concentrarse en los verdaderos desafíos en cada contexto debe convocar la atención nacional. Este es un  asunto de la mayor importancia si se tiene en cuenta que no hay una crisis ambiental que afecte a todo el mundo en la misma forma.  Hay problemas ambientales diferentes, que cada uno de nosotros experimenta de forma  y que dependen  de factores tan diversos como: donde vivimos, que recursos tenemos y como nos afecta el problema.

Lamentablemente el énfasis han puesto los daños  de la destrucción de la capa de ozono y el recalentamiento de la atmosfera, ha llevado a que estos temas estén más en la mente de algunos grupos ecológicos que lo relacionados con la deforestación la erosión, la contaminación de las aguas, del aire,  o la agropecuaria sanidad ambiental que construyen  amenazas mucho más  seria inminentes para los países del mundo en desarrollo. Cuando  existen restricciones presupuestales o financieras ostensibles y hay que  encarar  en forma simultanea establecer una escala  de prioridades o si se quiere de gravedades, sin embargo muchos los casos en donde no se ha procedido en conformidad con esta recomendación  a pesar de la que escases de capital y el sentido común harían más aconseja de una metodología como la que aquí se señala de otro lado hemos carecido de una pedagogía encaminada a crear conciencia sobre la importancia de contar con una rica  diversidad biológica. Los esfuerzos  de la educación (formal e informal) se han  caracterizado por una visión catastrófica entre el hombre y la naturaleza. Con poco énfasis  en el conocimiento de la biodiversidad.  De su valor como reserva genética y de su papel de provisión de los llamados servicios de  soporte  de la vida es decir,  de los procesos naturales que mantiene el funcionamiento de la biosfera. Como explicamos  atrás, la diversidad de un ecosistema guarda estrecha relación con la productividad  y la estabilidad del mismo,  de suerte que mientras más especies contenga, mayor en su rendimiento productivo y mayor  su capacidad de defensa frente a eventuales agresiones de agentes exteriores como las sequias, el fuego, las plagas y otras presiones ambientales.

De todas maneras, el esfuerzo realizado por organizaciones no gubernamentales de carácter ambiental ha sido loable, especialmente en países como los de América latina donde, en términos ecológicos, esta casi todo por hacer, hasta el punto de  que los niños de esta parte del mundo tienen menos dificultad en identificar a los animales de la fauna africana, como la cebra, el elefante o la jirafa, que ha las especies nativas de su continente como la danta, el armadillo o el tucán. El trabajo continuado de esas entidades ha servido para despertar  la conciencia y el sentido de la responsabilidad en varios sectores de la sociedad que ya empieza a mirar los recursos naturales y la preservación del medio ambiente con un criterio distinto.

Un ejemplo de este comportamiento inducido por la acción de instituciones privadas en la nueva constitución política de Colombia, expedida en 1991. Ella representó un avance importante del derecho positivo en lo relacionado con el bienestar, la calidad de vida y el medio ambiente, hasta el punto  de que unos 38 artículos de la nueva carta- un 10% del total,  se refieren de una u otra manera a aspectos ecológicos ambientales.


3.3.        Calidad de la enseñanza

La calidad de la educación en muchos países del mundo, especialmente en los de menor desarrollo relativo. Ha sido notablemente deficiente. Sus fa se han reflejado también en la educación ambiental, la cual ha adolecido de los mismos  defectos. Se trata de una educación encasillada dentro de moldes rígidos, heredera de procedimientos educativos que impulso la revolución industrial, cuyo interés primario radicaba en preparar un ejercito de trabajadores disciplinados en el cumplimiento   de honorarios y en la ejecución  de faenas rutinarias en los procesos de producción. Ese tipo de docencia memorística y repetitiva, donde el maestro es dueño del conocimiento  y el alumno la ignorancia, NO ha propiciado la creatividad, ni la innovación, que son los verdaderos motores del progreso y del ascenso del hombre. Los vuelos imaginativos, la curiosidad, la síntesis, la espontaneidad, los relámpagos intuitivos han sido literalmente suprimidos en la escuela tradicional o se dan solo de forma esporádica en la mentes de unos pocos privilegiados, sin que ello sea  el resultado de un proceso educativo. Esa desalentadora realidad fue precisamente la que llevó a John Gowan, profundo conocedor de la problemática de la educación, a afirmar:

“Hasta ahora  sólo hemos cosechado la creatividad en estado silvestre. No hemos tenido más personas creativas que las que han seguido siéndolo testarudamente a pesar de todos los esfuerzos de la familia, del a religión, de la educación y de la política por frenarles el desarrollo de esa cualidad o quitársela de la cabeza…….

Si llegamos a democratizar la creatividad   -   esto es, fomentándola en vez de negarla, en nuestra cultura   - podremos incrementar el número de personas creativas hasta llegar a formar una masa crítica. Cuando una cultura alcanza ese nivel, como sucedió en Atenas de Pericles, en el renacimiento, en la Inglaterra isabelina, o en nuestro propio periodo federalista, la civilización da un gran paso hacia delante.

Todos los seres humanos nacen con un gran sentido de la explotación de las cosas, indagando su pequeño universo y atreviéndose incluso a poner nombre a los objetos y a las personas. Sin embargo, el modelo educativo tradicional, que es una especie de libreto forzoso que no permite que formulen preguntas diferentes a aquellas cuya respuesta ya conocemos, ha contribuido a cortarle las alas a la creatividad. Se podría decir que los métodos de enseñanza  que con más frecuencia se utiliza hoy en día  no  e- ducan  en el sentido etimológico de la palabra sino que in – ducen.  En efecto, educar viene de  e que indica “hacia fuera” y deuk  que en las lenguas europueas significa “llevar conducir” . Por lo tanto, educar es darle rienda suelta a la imaginación del discípulo, es permitir que la persona desarrolle espontáneamente todo su potencial creativo, sin colocarle frenos o cortapisas a esa potencialidad. In –ducir, por el contario significa “llevar hacia adentro”, esto es, hacia moldes formatos rígidos que el maestro impone.

Los descubrimientos científicos han permitido concluir que los hemisferio izquierdo y derecho del cerebro, si bien están en continua interacción, cumplen  con funciones diferentes. El izquierdo es el centro del discurso hablado, del lenguaje. Suma, resta, relaciona, mide, clasifica, organiza, nombra y todo lo reduce  a sus componentes constitutivos. En cambio el cerebro  derecho, aun cuando no puede poner nombres a las cosas, es el cerebro intuitivo, capaz de crear imágenes a partir de unos cuantos rasgos, de completar formas o figuras sugeridas apenas por una pocas líneas o pinceladas; por lo mismo, es el cerebro de los sueños y de las fantasías. El izquierdo se encarga del pasado, relaciona los hechos de hoy con los que acontecieron; el derecho se encarga de lo nuevo, de lo desconocido y, por lo tanto, es el centro e la genuina innovación. Este último es el motor de los sentimientos  y de las pulsaciones emocionales, se expresa con imágenes  o símbolos, descubre pautas y patrones, tiene visión de conjunto, ve el contexto y por en de descubre el significado de las percepciones globales.

Lamentablemente, por razones biológicas  o culturales nos hemos habituado a utilizar de manera predominante el hemisferio izquierdo, de suerte que hemos disminuido de manera apreciable la enorme potencialidad de nuestro cerebro y limitado el sentido de la intuición y de la creatividad humana.

Por fortuna los hallazgos sobre la especialización de los hemisferios cerebrales han abierto a la educación un nuevo horizonte de posibilidades para el aprendizaje. La comprensión científica en la instrucción  ha empezado  a ejercer una enorme influencia en la metodología del aprendizaje  que hoy trata de encender la chispa intuitiva  de los educados,  con el propósito de que no sean solo los destellos  de unas pocas mentes privilegiadas los que contribuyan a impulsar el ascenso y el progreso   del hombre. De lo que ahora se trata es de emplear  la educación  a las  psicotécnicas  para adelantar en el mayor número posible de las personas su capacidad instructiva  y creativa, mediante de la integración de los dos hemisferios corticales  impulsando la coherencia del intelecto con los sentimientos y la razón con la instrucción;  es decir, se busca desarrollar  la capacidad de utilizar la totalidad del cerebro con la cual se abrirían nuevos  y amplios horizontes  para la humanidad, siempre ávida y  anhelante de una mejor calidad de vida.

Por otra parte, el sistema educativo ha generado  compartimientos estancos, en los que el educador y el educado  no logran integrarse y mucho menos  conformar  un equipo para la investigación científica y permanente, para la aplicación del conocimiento a la realidad cotidiana y circulante para el hallazgo de soluciones concretas y  viables a los problemas ambientales de la vida diaria.

En la clase de educación  que se ha impartido durante  años el maestro dibuja los problemas  reales en el tablero, pero  casi nunca  lleva  a los alumnos a que los observen o analicen en la realidad, de suerte que se establece una especie de divorcio no solo entre la teoría y la práctica sino entre el conocimiento y la naturaleza.

Es indispensable que la educación permita   y estimule  la participación  del educando y de toda la comunidad en la construcción  del conocimiento  que habrá de aplicarse a los problemas que los afectan.

Finalmente,  el bueno tener  presente que educar en este mundo de mutaciones y cambios difícilmente previsibles significa  considerar  los sucesos  y los fenómenos en términos  de probabilidades no de certezas absolutas. Según el principio  de incertidumbre de Heiserberg,   la ciencia nunca puede conocer perfectamente la realidad la operación misma de observarla,  analizarla o medirla,  altera.  Y por ello es indispensable no perder  de vista la relación entre el observador y lo observado, teniendo  siempre presente el primero no solo siempre condiciona los experimentos y que interviene  si no que incluso los influye  y los determina.  Los avances científicos están forzando a una revisión  del concepto de leyes  de la naturaleza hasta el punto de que estas últimas  ya no se pueden entender como enunciados deterministas o verdades  inconmovibles, sino como meras posibilidades.


3.4.        El comienzo del cambio:   

Por   fortuna,  ya comenzaron a darse pasos  - aunque todavía preliminares  -  encaminados a modificar los patrones tradicionales de enseñanza en algunos países de América Latina, a juzgar, al menos por lo que se plantea como nuevos propósitos de las políticas nacionales de educación ambiental, donde se señalan recomendaciones como estas:

“En el procesos educativo debe ser claro para qué,  como y porque forma un individuo, partiendo del conocimiento de lo que quiere (valores e interés) , lo que puede (capacidades) y lo que debe hacer (responsabilidades), tomando como referencia su problemática particular inserta en una problemática global (familia, comunidad, región, país) resultado de las relaciones que se establecen entre las dinámicas propias de los componentes de la sociedad y de la naturaleza(….) se trata de una escuela en que los criterios de integración o interdisci plina y autogestionarios que permitan desarrollar en el individuo no solamente conocimientos sino valores y actitudes que indican en la construcción de una concepción del  manejo del ambiente”

Tanto las condiciones políticas como en sus desarrollos legales se han consagrado normas encaminadas a implantar métodos educativos  que colocan el tema del ambiente como una de las preocupaciones y propósitos fundamentales. Un  ejemplo de esta nueva tendencia es la constitución colombiana de 1991 que, en lo relacionado con el aspecto que comentamos, dio lugar a la ley general de Educación (ley 115 de 1994), en la cual señala que la educación ambiental debe ser obligatoria en los planteles públicos y privados, desde el nivel de preescolar hasta la enseñanza básica  y media. Además se considera que la nueva dimensión del proceso educativo debe permear todo el currículo, entendido este como el conjunto de criterios, planes de estudio, programas y metodologías encaminadas a lograr una formación integral de los estudiantes.

De igual manera, la ley 99 de 1993, por la cual se creó el Ministerio del Medio ambiente en Colombia, establece que este debe adoptar, conjuntamente con el Ministerio de Educación Nacional, los Planes y programas docentes y el pensum que en los distintos niveles de la educación se adelantan en relación con el medio ambiente y los recursos naturales, así como también promover con dicho Ministerio programas de divulgación y educación  no formal y reglamentar la prestación del servicio ambiental.

Sin embargo , estos esfuerzos de concertación entre las diferentes agencias del estado encargadas de organizar, estructurar y adelantar políticas nacionales de educación ambiental están apenas en embrión,  y es mucho lo que falta en esta parte del continente           para lograr una verdadera coordinación, no solo entre las referidas entidades públicas sino entre ellas y la organizaciones no gubernamentales que han venido adelantando acciones para crear conciencia ambiental y educar a la comunidad, especialmente los niños, dentro de los nuevos valores y una nueva ética  en su relación con la naturaleza y con sus semejantes. Es necesario aunar y armonizar los esfuerzos de todos con miras a lograr la materialización de unos propósitos nacionales mucho más coherentes y eficaces en relación con el medio ambiente. Por supuesto, armonizar no significa homogeneizar las acciones, sino coordinarlas para obtener mejores resultados en un lapso más breve. Con un esfuerzo mínimo nuestros países podrían acercarse más rápidamente al logro de los objetivos.
 
  
  1. EDUCACIÓN Y RELACIONES DE VIDA

Uno de los más grandes desafíos de cualquier sociedad, ya se trata de una pequeña aldea o de la comunidad de naciones, es lograr que las relaciones entre  sus miembros sean armoniosas  y contribuyan a generar ambiente propicio para la obtención de los objetivos y metas que los asociados se trazan. Para ese fin, ningún medio es capaz que la educación, por que induce y genera cambios de comportamiento que se traducen en el mejoramiento de las relaciones humanas.

El proceso educacional comienza en el vientre materno, continúa en el hogar, se fortalece en la escuela y se prolonga durante varios en la edad  adulta. La labor educativa que se hace al comienzo es fundamental porque tiene la equivalencia de los cimientos sobre los cuales se erige el edificio de la personalidad, factor determinante de la aptitud social de los individuos en el curso de su existencia.

Educar a las personas en el arte y en la ciencia de las relaciones humanas exige cambiar tres elementos esenciales amor, ejemplo y formación. La primera demostración de amor es la atención oportuna y adecuada de las necesidades vitales del feto cuando este le hace sentir a la madre la urgencia de ingerir alimento; posteriormente ese sentimiento se demuestra cuando le brinda al niño todo el cuidado que necesita  y particularmente cuando se le proporciona afecto, compañía, ayuda protección. Todas las personas que contribuyen a satisfacer las necesidades fundamentales del párvulo se convierten para él en seres amables y, por ende, en objetivos de su búsqueda o apetencia. Además, todo lo que satisfaga sus necesidades lo hace sentir seguro, de ahí que una necesidad de amor en los seres humanos no sea otra cosa que una necesidad  de seguridad. Por eso, esta primera etapa de la vida humana, que con frecuencia se descuida, es tan crucial para la eficacia de la educación que aspira a sembrar amor desde temprana edad. Siempre debemos tener presente que el niño aprende a amar a  los demás cuando es amado.
Otro elemento fundamental de la educación para las relaciones de vida es el ejemplo que se da a través del comportamiento. Las acciones tienen  una enorme influencia  sobre los individuos que las observan. Una  buena acción educa más que una lección verbal que obligue a memorizar conceptos desarticulados de la realidad. Con sobrada razón se ha dicho que la formación de una persona lo peor es un buen concejo acompañado de un mal ejemplo. La conducta observada por los padres y los maestros en su que hacer cotidiano es la mejor cátedra  de relaciones humanas para un buen vivir. En ese orden de ideas, el respecto a los demás como fundamento de la armonía social se aprende  observando la manera como actúan o se comportan los mayores. Otro tanto se puede decir de la utilización del dialogo como método para resolver pacíficamente los conflictos, en lugar de apelar a la fuerza física para dirigirlos. El hogar y la escuela constituyen los primeros laboratorios de comportamiento humano y lo que allí se aprende se graba para toda la vida.

Además del amor y el ejemplo, es indispensable proveer una formación adecuada para el arte de vivir y, en especial, para practicar la solidaridad y la convivencia en las relaciones humanas. Esa  formación debe empezar por orientar a la persona en la búsqueda de un sentido de la vida o, lo que es lo mismo, descubrir algo importante  por lo que la vida merezca ser vivida. Y nada le da mas sentido a la existencia de un ser racional que servir a los demás  y   cumplir un propósito trascendente realizándose en la entrega a una causa noble o en el servicio de la humanidad. Ese  sentido es también el que alienta al individuo a actuar dentro del marco de responsabilidad consigo mismo y con el resto de seres animados o inanimados con los que comparte el escenario de la creación.
Biológicamente estamos programados para la socialización, pero ese trabajo de la naturaleza generalmente esta inconcluso. Es indispensable que la educación complete esa labor y nos ayude a ser verdaderamente humanos. Esta  es una potencialidad con la que nacemos, pero que efectivamente se realiza mediante la enseñanza ejemplarizante de los padres, de los maestros y de nuestros congéneres. El filosofo y educador es pañol Fernando Savater  sostiene  que todos los nacimientos humanos son en cierto modo prematuros, una parte de la gestación se lleva a cabo en el útero, la otra se completa en la matriz social. Y agrega “El primer  objetivo de la educación es hacernos consientes de la realidad de nuestros semejantes” Ellos también hacen parte de nuestra vida  a través de un fecundo intercambio de conciencias. El un es una isla, sino que hace parte de un archipiélago de criaturas inextricablemente unidas no solo por el comercio de cosas materiales sino, sobre todo, por el intercambio de actitudes, ideas y sentimientos.

Por supuesto, no se trata de desconocer que la persona tiene que velar por si misma  y por ser seres más cercanos, sino de enfatizar que también tiene un insoslayable compromiso socia.  Tampoco podemos pensar que la vida no exige un esfuerzo competitivo  para sobresalir o que todo nos llegará como resultado de un trabajo asociativo o mancomunado. El gran desafío de la educación es capacitar al individuo para que dé lo que  más pueda de si y emular sanamente a otros, pero inculcándole  siempre que sus conocimientos, destrezas, habilidades artísticas o su aptitud demostrada para cualquier oficio o actividad  tienen sentido si se emplean humanamente.

Una de  las deficiencias de nuestros sistemas educativos es que instruyen pero no educan; capacitan a los alumnos en el manejo conceptual y práctico de técnicas y paradigmas científicos, pero muy pocas veces se le hace caer en cuenta  de que es lo realmente le da significación y sentido moral a todo ese bagaje adquirido. Nuestras escuelas enseñan  razonablemente bien el que y el como, pero fallan en la enseñanza  para qué. La explicación de esa falencia  probablemente radica en los preceptores, extasiados en la transmisión del conocimiento olvidan que la dirección del espíritu es más importante que su progreso,  y los alumnos casi nunca se percatan de que el saber y las habilidades aprendidas alcanzan su verdadera dimensión moral cuando se colocan al servicio del hombre.

Si se le pregunta a los estudiantes de hoy para qué estudian o para que se preparen, una proporción muy alta de ellos quizá respondería que para obtener un mayor ingreso, para alcanzar una distinción profesional  o mejorar su status en una sociedad de castas y clases, es decir, para obtener logros materiales o beneficios muy particulares. Y apenas una minoría de los encuestados contestaría que se esta preparando servirle a la sociedad o mejorar la calidad de vida de los seres humanos.

La civilización industrial ha condicionado la actitud  y la mentalidad de los individuos para actuar permanentemente  en función de lucro y del medro personal. Con esa óptica, la vida  se convierte en una encarnizada guerra comercial y el prójimo se mira siempre como un adversario por que no hay que tener consideración alguna en el afán de obtener un progreso material. En un escenario como ése, donde la importancia de las personas se mide por progreso cuantitativo, es lógico suponer que son pocos los triunfadores y  muchos los vencidos; escasa la alegría y abundante el desaliento. En una sociedad así, las perturbaciones emocionales, la angustia y el conflicto prevalecerán como regla, generados por la frustración y el fracaso  que sienten los individuos por no haber alcanzado los falsos valores en los que han sido educados.

4.1.      El vacio existencial

Para entender la importancia que tiene el componente mental en el bienestar humano  y  como la ausencia de una adecuada formación en el arte de vivir puede afectar la calidad de vida, intentamos responder los siguientes interrogantes: ¿ por que en las sociedades opulentas, mucha gente, especialmente jóvenes pertenecientes o hogares con altos niveles de renta, después de tener satisfechas fundamentales y  de habitar en vecindades ecológicamente sanas, se debaten en medio de la angustia y la desesperación y se quejan de un sentimiento de vacuidad existencial? Como se explica que entre los jóvenes de Suecia, Noriega y Dinamarca el suicidio sea una de las causas más frecuentes de muerte? Por que entre los estudiantes universitarios  de estados Unidos el suicidio es después  de los accidentes de transito son la segunda causa de defunción? ¿Por qué en esas sociedades un grupo numeroso de personas recurre a las drogas, al alcohol y a otros medios químicos, con la ilusión de alcanzar paraísos artificiales que no logran encontrar en el mundo real? La respuesta no es otra que la de un vacio espiritual, que no se puede llenar con los bienes materiales de las sociedades de consumo.
 Los psicólogos y psiquíatras, a su turno, han tratado de hallar una explicación a ese vacío. La Mayoría coincide  en señalar que el ser humano tiende genuinamente o tendía originariamente a descubrir un sentido en su vida y a llenarlo de contenido. Cuando falta ese sentido, cuya realización hubiera hecho feliz a  una persona, ésta intenta obtener la sensación de felicidad mediante un rodeo o camino circunvalar que generalmente pasa por química, con sus desastrosos efectos.
En torno a este asunto, el psiquiatra austriaco Viktor E. Frankl, connotado catedrático de la universidad de San Diego (California), afirma:
Contrariamente al animal, el hombre carece de instintos que le digan lo que tiene que hacer y, a diferencia de los hombre del pasado, el hombre actual ya no tiene tradiciones que le digan lo que debe ser. Entonces, ignorando lo que tiene que hacer  e ignorando también lo que debe ser, parece que muchas veces ya no sabe tampoco lo que quiere en el fondo.  Y entonces sólo quiere lo que los demás hacen (conformismo) o bien solo hace lo que los otros quieren de él (totalitarismo).

Y en esa encrucijada de indecisión, el hombre muchas veces cae en una neurosis que es producida por los conflictos  y complejos en el sentido tradicional, sino por conflictos de conciencia, de colisión de valores o de frustración existencial que  se tratan de manifestar como una sintomatología neurótica.
La sociedad de la opulencia, con las mejoras tecnológicas y con las llamadas conquistas sociales de los trabajadores, genera una sobreabundancia de tiempo libre que, desde luego, permitiría la realización o logro de una vida plena de sentido, pero que infortunadamente, cuando se descubre o no se tiene un propósito trascendente, se convierte en un vacío existencial. No solo se trata de tiempo libre  respecto de algo, sino para algo; es lamentable: el hombre existencialmente frustrado no sabe como utilizarlo. Así lo comprueban las encuestas sobre la llamada “neurosis dominguera, patología que consiste en considerar los domingos son demasiado largos para aquellos que no saben el tiempo no laboral. En efecto, mientras en 1952, en algunos países industrializados, el 26% de las personas consideraba que el domingo era demasiado largo, para 1990 esa cifra superaba el 40%.

El vacio existencial afecta negativamente la calidad de vida, por que casi siempre se tiende a calmarlo con remedios que son más peligrosos que la propia enfermedad o se  buscan escapes para no afrontar la dura realidad. El hombre que no es capaz de descubrir su  rumbo a su existencia se “inventa” un sentido subjetivo, una aparente sensación  de dirección o un contrasentido. El alcoholismo, el consumo de drogas psicotrópicas, las reacciones sexuales neuróticas, la agresividad son, entre otros, fenómenos sociales que se explican en gran medida, por un sentimiento  de frustración existencial. Esta se puede producir cuando no están satisfechas las necesidades básicas  del ser humano (extrema pobreza) pero también cuando ellas están plenamente atendidas. Una encuesta entre ex alumnos de la universidad de Harvard, con veinte años de graduados mostró un alto porcentaje de ellos, después de alcanzar posiciones sobresalientes en sus profesiones respectivas y un alto nivel social, sufría de un terrible sentimiento de vacuidad en sus vidas.

Son muchas las formas que la gente utiliza para disimular o disfrazar su vacío existencial. Como afirma la sabiduría popular “El diablo siempre le encuentra oficio a las manos desocupadas”. En este contexto, son muchas las maneras que adoptan para matar el tiempo o rellenar esa angustia que solo se presenta en el ámbito físico sino también en el psicológico. Así por ejemplo, el ruido atronador de motos es considerado por logran mayoría de psiquiatras como una forma de esconder el vacio existencial.  El ritmo  acelerado de la vida actual  utiliza muchas veces como una automedicación  - por cierto ineficaz- para enfrentar  esa desagradable sensación. Cuanto   más desconoce el ser humano el sentido de su vida, mayor ritmo trépidamente le da  a su rutinario que hacer, provocando  y aumentando cada vez más un síndrome generalizado de estrés y de tensión que, casi siempre, acaba con agresividad y mal humor, sentimientos negativos que conspiran contra uno de los más bellos atributos de los seres pensantes: el sentido de la solidaridad.

4.2       Compromiso  con la humanidad

Pero    ¿como se puede dirigir al hombre para que encuentre o descubra un sentido a su existencia? No  hay una receta mágica que puede ser aplicaba  en todas las instancias. Sin embargo, la ayuda más eficaz es una adecuada educación social que inculque desde temprana edad el concepto de la trascendencia humana. Es un punto de mira muy alto que lleva al ser racional a apuntar  por encima de si, hacia algo que no es el mismo, en la forma de un objetivo trascendente que hay que cumplir. En el servicio a una causa o en  el amor a los demás se realiza el hombre a si mismo. Francisco de Asís, Mahatma Gandhi o teresa de Calcuta   pueden ser paradigmas de esa entrega desinteresada por el prójimo.  Pero aun sin llegar  hasta esos sublimes ejemplos de desprendimiento  y amor, es posible alcanzar niveles satisfactorios de realización humana sirviéndole a la gente. Y lo más importante: mientras más grande es la entrega o el desinterés, mayor es la realización; mientras más se olvida el ser humano de si mismo, más a centrado en su perfeccionamiento interior y más sentido l encuentra a su discurrir por la vida.  La analogía más esclarecedora que utiliza la psicología moderna para explicar ese fenómeno es la del ojo, cuya potente capacidad de visión depende precisamente de que no se ve así mismo. Y solo cuando la enfermedad debilita esa capacidad  - por ejemplo, en el caso de las cataratas o glaucomas -  es cuando se ven nubosidades  y se advierten las opacidades   del Cristalino.  De la misma manera, cuando la persona carece de altruismo y se niega a salir de su propio ego, aunque pueda tener copiosamente satisfechas sus necesidades básicas, sentirá frustración existencial.
Bernard Levin, periodista del Times  de Londres, lo expreso en un comentario sobre el festival del cuerpo y la mente, celebrado en la capital inglesa en 1978, con estas palabras:

Países como el nuestro están llenos de gentes que tienen todo el confort material que pueden desear, y que, sin embargo, llevan una vida mortecina de callada (a veces ruidosa) desesperación, sin comprender nada de nada fuera del hecho de sentir que tienen un agujero dentro de ellos y que por mucho que le echen de comer y de beber, por muchos coches y televisores con que intentan rellenarlo… sigue vacío y doliendo.
Ningún profesor, ningún psiquiatra, puede decirle a  un ser humano cual es el sentido de existencia, pero en cambio si le puede enseñar que la vida tiene sentido en cualquier circunstancia de lugar y tiempo,  y que lo conserva aun en los momentos más difíciles, en los trances más dolorosos, siempre y cuando se enfrenten con la actitud y disposición adecuadas gracias a la enorme capacidad de la mente de encontrar una razón trascendente en el propio sufrimiento y de transformando en algo positivo, en un servicio a los demás.

Ahora bien, la mejor brújula para descubrir ese objetivo singular es la conciencia, que es como una carta de navegación, gracias a la cual el ser  racional puede navegar incluso por mares procelosos. Por eso, la educación integral debe tender no solo ampliar el conocimiento sino a afinar la conciencia, buscando que las personas aprendan a escuchar ese rumor intimo y a vibrar en armonía con sus acordes y mensajes.
Educar al ser humano es motivarlo a que siga las orientaciones de su ser intimo, a que descubra  en lo que más profundo de si toda la potencialidad de su mente. Eso es lo que hoy hacen millones de personas  en el mundo entero: frente  a la deficiencia de la educación formal que recibieron, se ha convertido  en autodidactas de un nuevo paradigma que busca mejorar la calidad de vida mediante  el  descubrimiento de un verdadero  sentido de la existencia humana.

4.3.      LA TIERRA CAMBIA DE PIEL

Teilhard de Chardin   concibe nuestro planeta formado por capas concéntricas surgidas en un proceso evolutivo: lo más interior es la barisfera, metálica y central, rodeada por litosfera rocosa que,   a su turno, está envuelta por las capas fluidas de la  hidrosfera y la  atmósfera.  A estas cuatro superficies agregó la membrana viviente formada por los reinos vegetal y  animal del globo: la biosfera, que se desplegado con todo su esplender el árbol de la vida. Finalmente, mucho más avanzada que todas las capas precedentes, surgió una última capa pensante, la noosfera o esfera del espíritu, al final del periodo terciario, que se instaló por fuera y por encima de la biosfera. El surgimiento del  Homo sapiens  la hominización tuvo a la equivalencia de una edad nueva, en la que, según el jesuita, La Tierra Cambia de piel, o mejor aun, encontró su alma.  Y agregaremos nosotros que, en el camino ascendente de la superación espiritual y del logro de una conciencia cada vez más elevada, la tierra y los seres que la habitan pueden cambiar de piel más de una vez en la búsqueda de su inacabable perfeccionamiento.

Una ley de la naturaleza indica que todos los seres vivos tienden a buscar la mejor manera de desarrollarse, es decir,  a alcanzar su bienestar intrínseco. El hombre, por supuesto, como los demás seres animados de la creación, también busca la realización de su fin propio. Sin embargo, por calidad de racional tiene ala capacidad de percibir lo posible y de intuir o imaginarse el porvenir.  Y precisamente esos dos ejercicios  mentales lo llevan inexorablemente a plantarse dudas e interrogantes que generan temores y esperanzas. Por esa razón, la búsqueda de la felicidad humana, a diferencia de los animales que acuden infaliblemente a su satisfacción, está sembrada de incertidumbre y aprensiones.

Ahora bien, a pesar de la multiplicidad de casos y circunstancias, o la diversidad de rumbos, la dirección general de la felicidad no están equivocada como algunos lo imaginan. Teilhard de Chardin considera que frente a los desafíos cotidianos de la existencia, los hombres adoptan tres actitudes que definen tres clases de personalidades: la de los cansados y pesimistas, la de las buenas vidas o gocetas y la de los ardientes o activos.

Los primeros piensan que no deben embarcarse en asuntos enojosos, de riesgos ni de esfuerzos; para ellos lo preferible  es ser menos que ser más y lo mejor sería no ser en absoluto; el hombre  dichoso será aquel que menos piense, menos sienta y menos desee (la felicidad de la inacción).

Para los segundos, ser es, naturalmente, preferible a no ser, per no están o el ser o el vivir no están en el obrar ni el crear, sino en aprovecharse; dejarse arrastrar por el instante; gozar de cada momento y de cada cosa sin preocuparse por cambiar de programa; el hombre feliz será aquel que sepa saborear más intensamente el instante que tiene entre las manos (felicidad del placer).

Y, finalmente, para los que adoptan la tercera aptitud, la vida es siempre una ascensión y una exploración; para estos no solo es ser mejor ser que no ser, sino que lo más atractivo es llegar a ser más; la felicidad, en este caso, no es objeto que podemos perseguir   por su propia entidad, sin la compensación por una acción convenientemente dirigida; es el resultado o la retribución al esfuerzo; el hombre feliz será aquel que,  sin buscar directamente la dicha, la encuentre en la satisfacción de alcanzar o incluso luchar por alcanzar la realización de un objetivo, de lograr o perseguir un ideal, de defender una causa y hasta morir por ella, en fin, de llegar a la plenitud dirigiéndose siempre hacia delante y hacia estadios más elevados por el camino de la perfección (felicidad de crecimiento).

Apoyado  en su conocimiento de la biología y, en particular de la teoría de la evolución, Teilhard de Chardin concluyó que la única respuesta valida a los requerimientos de la vida es la marcha hacia el progreso. Por lo tanto, aunque podamos encontrar alguna satisfacción en el  no hacer o en el placer, científica y objetivamente la única felicidad verdadera es la que  el denomino “felicidad de crecimiento” Pero Optar por la ascensión no responde del todo el integrante relacionado con la felicidad: queda pendiente la cuestión de no equivocarse de senda. ¿Cuál es entonces, el camino correcto para alcanzar la anhelada cima? Según el citado científico, para encaminarse hacia la perfección, realizarse plenamente y vivir como tal, el ser humano tiene que hacer tres cosas: buscar la unificación con su propio ser – centrarse sobre si  -   unir su ser con otros seres    - descentrarse sobre otros  -  y finalmente subordinar su vida a otra más grande que la suya- Sobrecentrarse en uno más grande que él. Expliquemos en un lenguaje muy sencillo las ideas y conceptos  que están detrás de estas tres expresiones simbólicas:

La centración: consiste en buscar una realización como ser humano, no solo física, sino también intelectual y moral. Es cultivarse, pero solo durante unos pocos años, sino durante toda la vida. Es poner en orden nuestras ideas, nuestros sentimientos, nuestra conducta, vale decir, utilizar nuestra razón para proceder correctamente en lo que pensamos, en lo que deseamos y en lo que hacemos. Los males que sufrimos arrancan de los fundamentos del pensamiento humano. Centrarse en bucear en lo más hondo de nosotros mismos, apelado a los poderes de la mente para encontrar no solo el equilibrio y la armonía inmanentes a ella, sino la fuente poderosa de nuestra energía espiritual.
La descentración es realizar ese sentido profundo de asociar nuestro ser individual con el de otros seres. Física y biológicamente, el hombre, como todo  lo que existe en la naturaleza, es esencialmente plural. Hace parte de un fenómeno de masa y, como tal, no es más que una partícula de un sistema corpuscular del que no pude escapar. El impulso que los seres humanos siente hacia el amor es precisamente la manifestación de una necesidad vital de asociarnos y de proyectarnos hacia  otros, es decir de complementarnos. No hay dicha comparable a la del logro de un progreso espiritual realizado en común.

La sobrecentración es la incorporación y subordinación a una totalidad organizada, de la que apenas constituimos, cósmicamente, unas parcelas consientes. Es, además, la necesidad de trascender hacia más allá que está por encima de nosotros, hacia un centro de orden superior. Para alcanzar el limite de lo que podemos llegar a ser no basta con que nos asociemos con una o varias personas de las muchas que conforman el ramillete humano, sino que es necesario constituir un solo tejido con todas ellas, de suerte que podamos algún día llegar a entender lo que es “desear, esperar, amar juntos una misma cosa al mismo tiempo”. Para lograr la realizar plena y, por ende, una mejor calidad de vida, es preciso que cada ser humano, en forma individual o a través de una causa colectiva, traslade el interés final de su existencia hacia el logro del éxito o del progreso del mundo que esta a su alrededor.

Loa anterior no significa que para sentirse realizado en la vida sea necesario acometer acciones intrépidas o notables, sino simplemente lo que este ala alcance de cada cual, entendiendo en muchos casos el compromiso con una cosa o una causa grande, puede consistir en hacer con grandeza la menor de las cosas. Así por ejemplo, el carpintero que fabrica con amor y con esmero una mesa se puede sentir realizado por igual, ya sea que está vaya a dar al comedor de hogar humilde o al estudio del más renombrado científico. La labor del hortelano en el cuidado de su huerta, el oficio de un pastor en su rebaño o la gestión de un estadista que orienta a su pueblo, son actividades que exigen igual grado de dedicación y, por lo mismo, juzgadas en el contexto del sentido de la vida, son igualmente loables e importantes.

La referencia prolija que hemos hecho a las teorías y argumentos desarrollados por el padre Teilhard de Chardin  tienen como propósito primordial hacer justicia y  homenaje al sacerdote jesuita por ser el primero en esbozar para el mundo occidental, apoyado  en las teorías de la evolución, un marco coherente de pensamientos que incluye muchos de los conceptos e ideas que hoy se formulan sobre la importancia de encontrarnos a nosotros mismos, sobre la evolución de la mente y su enorme potencialidad, sobre la interacción armoniosa con  la naturaleza, sobre la conciencia colectiva y la integridad o totalidad del Universo.

Teilhard de Chardin  fue un visionario de gran capacidad intuitiva, que encendió la chispa que ha abrasado a millares y millares de personas, y abrió el camino para estructurar una verdadera educación integral del hombre, el único instrumento eficaz para mejorar  de manera sustancial lo que en este libro hemos denominado relaciones de vida.

Para  apreciar la penetrante influencia de su pensamiento, basta con leer unos de sus párrafos escritos por el eminente medico Jonas Salk, citado a la vez por Deepak Chopra, uno de los autores más respectados en el mundo de hoy en lo relacionado con la enorme potencialidad que yace en el interior del ser humano.

El principio de la evolución que debe tenerse en mente es que está penetrando todo. Antes de la evolución biológica hubo una evolución pre biológica; antes  de eso, hubo la evolución del cosmos. Después de la evolución biológica hubo una evolución de la conciencia de la evolución  (…) El pensamiento y la creatividad humana se han desarrollado como respuesta al medio ambiente. La evolución meta biológica implica la supervivencia del más sabio. La sabiduría se está volviendo ahora el nuevo criterio de salud”

Al analizar  el texto anterior, no cabe la menor duda de que las ideas del padre Teilhard de Chardin   renacen en la pluma de prestigiosos  escritores del mundo actual y constituyen la fuente de inspiración de esa nueva onda de la espiritualidad que ha puesto a vibrar a la humanidad en el siglo XXI.

Como lo hemos reiterado a través de las páginas de este libro, hay que encontrarle sentido a la existencia humana, condición esencial para alcanzar una buena calidad de vida. Sin ese sentido, aunque estén satisfechos los demás elementos que conforman el buen vivir, fácilmente se puede derrumbar el castillo de naipes formado con bienes y comodidades materiales. Es indispensable, por lo tanto, aproximarse de una manera más espiritual hacia los niveles  más altos de bienestar, es decir, buscar una realización plena que solo podremos encontrar si cultivamos la semilla del ascenso y la superación que llevamos dentro de nosotros mismos.

Cuando nos acostumbremos a entender y sentir la vida como la manifestación asombrosa de una conciencia universal  -  que aflora por igual en la sonrisa inocente de un niño, es la belleza multicolor del paisaje, en el canto armonioso de un pájaro, el abanicar refrescante de un árbol o en cualquiera de las expresiones de la naturaleza - , habremos comprendido el verdadero significado de la existencia y nos enrumbaremos por el camino de la autentica realización humana, entendida esta como el crecimiento continuo de la felicidad y el logro progresivo de una metas dignas en la vida.

4.4.        NUESTRA BRUJULA INTERIOR

Hemos dicho que desde el hogar y luego en la escuela se deben inculcar los conceptos e ideas esenciales para orientar a  los niños --  o a los alumnos  -  para afrontar el reto de encontrarle un sentido a la vida y lograr la realización plena de seres humanos. Una de las primeras cosas que debemos enseñarles a nuestros hijos es que vinimos al mundo a cumplir un objetivo, a desempeñar un papel en el gran escenario de la naturaleza. Si queremos descubrir cual esa función, es indispensable que indaguemos cual  es el norte que no señala nuestra brújula interior. En efecto, hay siempre una tarea, o un modo de hacerla, que cada ser humano pueda realizar o desempeñar mejor que cualquier otro en el planeta. Buceando en lo más profundo de nosotros  mismos podemos encontrar cual es la expresión de nuestro talento único, de nuestra habilidad natural. Estas ideas, desde  luego, no son tan notorias por su novedad como por su valor intrínseco que las  ha hecho perdurar a través de los siglos. Incluso, expuestas hoy, pueden parecer vino añejo vaciado en odres nuevos, si se tiene  en cuenta a Platón, cuatrocientos años antes de Cristo, valiéndose de ingeniosas alegóricas, aconsejaba inculcar a los jóvenes preceptos; plata en la composición de guerreros; hierro y metal en la de labradores y artesanos” Y aunque el filosofo griego  veía esa estratificación como el producto de una voluntad divina, no la consideraba completamente rígida o estática, y aceptaba que podría darse una gran movilidad social en la cual unos individuos cambiarían de clase, ya sea subiendo o bajando. El estado debe permitir ese reacomodamiento “porque, de una generación  a otra, el oro se hará algunas veces plata, como la plata cambiara a oro, y lo mismo sucederá con los demás metales.” Platón no dice explícitamente como se producirán esas transformaciones, pero se puede deducir fácilmente de su texto  --relacionado, por cierto, con la formación de la juventud -  que esos cambios deberían ser el resultado de la educación. Es decir, la elevación de los ciudadanos en el orden político y social se producirá en proporción directa con el desarrollo físico, intelectual y moral que ellos alcancen.

Por último, una  vez que el ser humano ha descubierto su aptitud o destreza innata, debe preguntarse cual es la mejor manera de utilizarla. Difícilmente podría encontrar una opción que contribuya más a la realización plena que colocar esa destreza al servicio de la humanidad, porque esa actitud innoble la labor que realiza y le da una elevada significación moral.  Muchos pensadores y filósofos han expresado esta idea de diferente manera, pero quizá quien mejor describo fue Thomas de Kempis, en su famosa Imitación de Cristo, cuando afirmó: el hombre que no vive para servir, no sirve para vivir. Y, por supuesto, el propio Jesús de Nazareth, con su verbo y con el aleccionante ejemplo de su vida, nos legó las más sublimes enseñanzas de amor al prójimo y de  entrega desinteresada por los demás.

En resumen, a lo largo de la historia los hombres han intentado, por muchos caminos, reformar y perfeccionar la sociedad, en especial mediante la transformación de sus instituciones o de sus leyes, quizá porque desde tiempos remotos  se consideró una estructura política basada en un acuerdo racional, apoyada en la coerción del estado y otras formas de aplicación del poder, podía producir la armonía social y dar lugar incluso a repúblicas perfectas o utópicas. Sin embargo, los números y variados experimentos políticos encaminados agestar una sociedad ideal, donde prevalezcan la paz, la libertad y la justicia  como fundamentos de una mejor calidad de vida, han fracasado por las flaquezas y contradicciones del espíritu humano y por un enorme vacío existencial en los integrantes del cuerpo social. Tal vez por eso, Aldous Huxley, en el prologo de su conocida obra “Un Mundo Feliz”, se atrevió a advertir: el cambio verdaderamente revolucionario deberá lograrse, no el mundo externo, sino en el interior de los seres humanos.
Es mucho lo que falta  por hacer en términos  de educación. En primer lugar , lograr que la educación se convierta en la idea fuerza de un proyecto – nación .

“La educación tiene que ser una política de estado, que transcienda el horizonte temporal de un gobierno para convertirse en un proceso continuo y permanente de aumento de coberturas a todos los niveles y mejora de la calidad.”

Esa política  educativa debe ser mandato constitucional surgido de la voluntad de una nación que le debe exigir  a sus políticos y gobernantes colocar a la educación en el primer lugar de las prioridades nacionales, con suficiente respaldo presupuestal, como lo hicieron los países del  sudeste asiático a las naciones que hoy exhiben un alto grado de desarrollo.

Pero seremos nosotros los que tenemos que crear conciencia ciudadana, para que esa fuerza colectiva de una nación se convierta en mandato insoslayable de quienes, por delegación popular, tienen la responsabilidad de adelantar la gestión publica. Cuando logremos el objetivo habremos dado un salto cuántico   y cualitativo no solo en la protección y generación del ambiente, sino que avanzaremos hacia niveles más altos en desarrollo humano y, sobre  todo, de una mejor calidad de vida.





Mayo 31 de 2008

Bibliografía

Rodado Noriega, CARLOS. “LA TIERRA  CAMBIA DE PIEL”. Agosto, 2001. Pág. 181-225.






 

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