Peter Ash es un experto en agricultura biológica, biodinámica, permacultura… Da clases en varios puntos del planeta y sus ideas son ya realidades tangibles en puntos tan alejados como California o India. Él nos enseña a ser más sostenibles y eficientes al mismo tiempo.
Hace tres meses no conocía su existencia. Entonces supe que iba a dar una conferencia sobre agricultura biodinámica, compostaje, permacultura… en el Centro Amma de España. Me era imposible ir pero pensé: ¿Y si tengo la oportunidad de preparar una entrevista con él? Dicho y hecho.
Contacté con el susodicho centro, me organizaron una conversación telefónica con él, le dije quién era, le pedí que me enviara un curriculum que me proporcionara material para preparar la entrevista, lo envió a vuelta de e-mail junto con el material de una conferencia que había pronunciado en Portland acerca de su trabajo de “Gestión de Recursos Integrados”, en India. Le envié un borrador de preguntas y en un tiempo récord me envió un larguísimo borrador de respuestas... Ahora es cuando empezaba el trabajo real, separar el grano, que no es poco. El resultado es impactante.
¿QUIÉN ES PETER ASH?
Peter Ash es un agricultor con más de treinta años de experiencia en explotaciones de cítricos y aguacates en California. En los noventa decidió dedicarse a tiempo completo a sistemas de agricultura orgánica sostenible desde su empresa Pete’s Organic Grove and Garden Service dedicada al diseño e instalación de huertos orgánicos, frutales familiares y plantas autóctonas. Es docente voluntario en el Solana Center for Environmental Innovation, organización sin ánimo de lucro cerca de su casa en Encinitas, California. En su última empresa, StraightAsh Environmental Solutions, ejerce de consultor y conferenciante internacional en “aprovechamiento de residuos integrados”, agricultura sostenible y diseño de permacultura. Actualmente está trabajando en proyectos en Europa, India y Estados Unidos. En India ha creado tres plantas de compostaje orgánico, para otras tantas instituciones fundadas por Amma, transformando residuos en recursos valiosos. En Estados Unidos enseña en el centro San Elijo Lagoon Conservancy en el condado de San Diego, California. Le encanta enseñar a los niños y a las familias cómo ser más sostenibles en casa y en sus vidas cotidianas. Su pasión por la conservación y restauración del hábitat se refleja en todos sus trabajos.
-Creo que su dedicación a la agricultura orgánica sostenible, con reputación internacional en la actualidad, puede suscitar la curiosidad de nuestros lectores. Me parece que nos gustaría conocer los orígenes de esta dedicación. ¿Cuándo empezó su interés por la Naturaleza?
-Empezó hacia 1969 en las Islas Canarias, en el pequeño pueblo de Arafo en Tenerife, donde conocí a un viejo agricultor y empecé a ayudarle en sus tierras, huertos y viñas. Ese fue mi comienzo en la agricultura. Entonces todo era orgánico aunque no lo sabíamos. No usábamos ningún producto químico ni artificial. No tenía ninguna experiencia anterior pero me gustó. Siempre me había gustado vivir y trabajar al aire libre. Cuando regresé a California me establecí en el sur, me casé y empecé mi carrera en agricultura, en plantaciones de cítricos y aguacates.
AÑOS OCHENTA
-En los años ochenta trabaja usted en la comarca de Rancho Taza con responsabilidades de supervisor y capataz. ¿Tenía usted por entonces alguna experiencia más sólida que la de la etapa de Tenerife? -Había trabajado en los últimos setenta en una compañía de agua que daba servicio a una extensa zona agrícola en el condado de San Diego. Conocí a un propietario de plantaciones de aguacate y socio en un gran viñedo. Primero trabajé en la viña como director provisional mientras encontraban a alguien titulado en viticultura. Durante mi etapa en Canarias había trabajado en viñas, durante tres años consecutivos había estado ahí para la vendimia, hacer el vino y podar las cepas, así que me contrataron en base a esa experiencia. Pronto llegó un joven universitario recién licenciado en viticultura. A mí me enviaron a dirigir una plantación de aguacates y una pequeña viña. El primer año me ocupé de la limpieza de la plantación, que estaba bastante descuidada. También planté casi tres hectáreas nuevas de viñedo, tras limpiar la tierra e instalar sistemas de riego. Al año siguiente el dueño adquirió otra propiedad y en ella planté unas siete hectáreas de aguacates. Un año más tarde me trasladaron a una propiedad mucho más grande necesitada de remodelación. El dueño y sus socios querían plantar aguacates. Así que fui a vivir en unas ciento veinte hectáreas, donde tuve que hacer limpieza de árboles secos y semisecos, replantar y plantar nuevos sectores. Para la propiedad el negocio real era la recalificación de la finca. Una vez que los árboles estuvieron bien asentados y produciendo bien, la tierra fue dividida y vendida en parcelas con un bonito espacio para construir una casa. Cuando todas las parcelas se vendieron decidí establecerme por mi cuenta.
-En esos años, ¿hizo algún estudio formal de agricultura?
-No, nunca aprendí formalmente, sólo por experiencia. Cuando tenía problemas consultaba con la Oficina de Ayuda a los Agricultores. Como extensión cooperativa de la Universidad de California, los asesores normalmente recomendaban el uso de pesticidas y abonos artificiales. Lo hacían porque la universidad recibía fuertes apoyos económicos de grandes empresas químicas. En los años ochenta se aprobó una ley en California que exigía que los manipuladores de pesticidas estuvieran acreditados, así que tuve que obtener el certificado oficial para poder entrenar a mis trabajadores en el uso y manipulación de los distintos productos químicos. Cuanto más aprendía, menos me gustaba usarlos, así que a principios de los años 90 volví a los métodos naturales orgánicos junto a tantos clientes como pude convencer.
RANCHO TAZA
-Tras sus siete años en Rancho Taza, usted se convierte en propietario de West Coast Grove Management en la Comunidad de Rancho Santa Fe, donde ejerce las mismas responsabilidades, pero esta vez tiene usted treinta y cinco clientes. ¿Enseñaba sus métodos de diseño, instalación, regadío, manejo de las cosechas, etc.? ¿O simplemente los asesoraba?
-Sólo asesoraba. Cuando empecé con mi propia compañía, West Coast Grove Management, ya había dirigido algunas pequeñas plantaciones de cítricos en la rica comunidad de Rancho Santa Fe. No, en esa época aún no me dedicaba a la enseñanza. Ofrecía servicios para personalizar el cuidado de cada plantación, para optimizar la gestión de las cosechas de aguacates. Muchas plantaciones de aguacates eran consideradas de alto riesgo. Por entonces la importación de aguacates en California procedentes de otros estados, México y Sudamérica, hizo bajar drásticamente los precios y muchos pequeños cultivadores se arruinaron. Había mucha inmigración a California que no entendía el problema del agua. Mis tres años en la Compañía de Agua y mi experiencia en cítricos y aguacates me proporcionaron un buen conocimiento sobre dónde y cómo obtener y usar el agua. Me di cuenta de que necesitábamos vivir más sosteniblemente, erradicar las plantas foráneas, plantar más comestibles autóctonos y hacer mejor uso del agua.
-Otro ciclo de siete años y en 1995 se establece en Encinitas con su nueva empresa Pete’s Organic Grove & Garden Service dedicada a la supervisión, consultoría y plantación de huertos familiares, frutales y hortalizas autóctonas. Toda una evolución en su carrera, ¿empezó usted por entonces la práctica del compostaje natural?
-En 1995 mi matrimonio fracasó. Así que vendí West Coast Grove Management y me trasladé a Encinitas en la costa y fundé la empresa Pete’s Organic Grove and Garden Service. Conservé algunos de mis clientes de aguacates que me permitieron seguir gestionando su propiedad sin usar abonos artificiales. Pete’s Organic...sigue vigente y dando servicio de instalación y mantenimiento de huertos familiares con aprovechamiento de residuos orgánicos como fertilizante, frutales y una buena divulgación y uso de plantas autóctonas comestibles, que en California son muchas debido a la bonanza del clima, mucho más interesantes que las foráneas por distintos motivos. Eso es vivir más sosteniblemente.
SOLANA CENTER FOR ENVIONMENTAL INNOVATION
-Además de su compañía consultora, a partir de 2007 se dedica a la enseñanza de compostaje y horticultura en el Solana Center for Environmental Innovation. Supongo que esto marca un hito en su experiencia, ¿cierto?
-Después de mi experiencia en Luisiana, me comprometí más con mi propia comunidad. Tenemos un humedal, el San Elijo Lagoon & Ecological Reserve. Creo que el futuro son nuestros hijos, así que disfruto llevando escolares a paseos en la Naturaleza por la reserva de la Laguna de San Elijo. Ahí les enseño la flora y fauna naturales, así como la historia de los americanos pioneros en la zona. Poco después empecé a enseñar técnicas de compostaje en el Solana Center. A menudo trabajamos con niños pequeños, los enseñamos a compostar los residuos de su almuerzo con lombrices y los ayudamos con sus huertos escolares. Más tarde, con la iniciativa de la Administración Obama sobre obesidad infantil, el Solana Center se transformó en Centro Regional de Educación Hortícola. Me contrataron part time para impartir tres cursos: “Horticultura Individual”, “Cómo empezar y mantener un programa escolar agrícola” y “Cómo empezar y gestionar un huerto comunitario”. También enseño en el Curso de Formación de Maestros de Compostaje (Master Composter Training Course MCTC). En muchos casos como voluntario y por un pequeño estipendio el curso MCTC. Recientemente he aportado un microscopio para la clase, para poder ver claramente “¡quién está trabajando!”. Esto fue después de hacer el curso de la Dra. Elaine Ingham, “Soil Food Web” (Cadena Alimentaria del Suelo), de una semana de duración, en el San Ramón M.A. Center en el norte de California en febrero del año pasado. Se matricularon muchos estudiantes universitarios en nuestro MCTC porque querían que el campus de sus facultades fuera más sostenible, querían crear Campus Residuos Cero. También se matriculaban profesionales procedentes de compañías de compostaje comercial que no comprendían realmente la ciencia que había detrás de lo que estaban haciendo. Entre otras cosas el MCTC enseña a realizar talleres de compost, a ser “embajadores de compost”. La idea es convencer de que compostar en casa los residuos orgánicos es muy bueno para el medio ambiente, además de ahorrar dinero y energía.
AMMA
-¿Es cierto que conoció a Amma como consecuencia de un accidente de moto en el sur de India? En ese caso, ¿consideró usted más tarde que el accidente era una lila (juego) de Amma para que llegara a conocerla?
-No sabía nada de Amma cuando fui a India. Fui a estudiar agricultura biodinámica con la Asociación Biodinámica de India. En 2008 fui a Mysore donde hice dos cursos de formación en una hermosa finca a unos kilómetros de la ciudad. Después del primer curso me invitaron a hacer el segundo y a ayudarles con la sección de compostaje. Fue después del segundo curso cuando tuve el accidente de moto del que resulté con tres fracturas en el hombro izquierdo. Esto me demoró, necesitaba un nuevo billete de avión y no había posibilidad hasta tres semanas más tarde, a causa del atentado terrorista en Bombay. Tenía tres semanas por delante, así que estaba pensando en pasarlas en alguna playa tranquila. Había oído decir que Kerala era realmente bonita. Estaba sentado en un café mirando el mapa de India, tratando de decidir dónde ir, cuando se acercó un joven español que se sentó conmigo. Me habló del ashram de Amma. Me dijo: “Es muy bonito, con palmeras cocoteras en la playa, y no tendrás que hacer seva (voluntariado) porque tienes un brazo roto”. Pregunté: “Qué es seva?”. Y él simplemente dijo: “¡Vé. Te encantará!”. Así que tomé un autobús nocturno donde no dormí nada en absoluto y finalmente llegué al ashram sobre las nueve de la mañana siguiente, 2 de enero de 2009. El ashram estaba lleno porque Amma estaba ahí. Me dieron una cama en un cuartito a compartir con otros tres hombres. Pronto caí rendido y me desperté hacia las dos de la tarde. Estaba hambriento y muy dolorido. Indagué acerca de comida y me enviaron directamente a la gran sala. Me senté con mi arroz con curry, lleno de dolores. Amma estaba en el estrado dando darshan... Alguien me vio y dijo: ‘Tienes que ir a darshan”. Yo dije: “¿Qué es darshan?”. Y me dijeron: “Ponte en la fila”. Así que terminé mi arroz y me puse en la fila. Dos horas más tarde estaba en el borde del estrado y alguien me pidió mi token. Dije: “¿Token?”. Me miraron y me indicaron que continuase. Cuando tenía delante de mí tres o cuatro personas para llegar a Amma, ella me miró. Su mirada me hizo llorar. Cuando llegó mi turno y me abrazó, el dolor desapareció de mi hombro. Por completo. Supe que algo realmente muy poderoso había sucedido. Alguien me vio bajar del estrado y me dijo que estaba radiante. Empecé a preguntarme a mí mismo: “¿OK, quién es esta mujer? ¿Qué acaba de ocurrir?”. Repasé libros y pregunté a gente por Amma. Cuando supe de sus charlas sobre la Naturaleza y el medio ambiente me dije a mí mismo: “¡Sí, eso es!”. Había visto los jardines cerca del Eco Center y decidí que podía hacer seva ahí. Fui a la oficina de voluntariado y me dijeron: “Tú no tienes que hacer seva, tienes un brazo roto”. Respondí: “Aún tengo un brazo bueno y alguna experiencia y parece que el jardín necesita alguna ayuda”. Me enviaron a la responsable, y, cuando me presenté a ella, me miró y dijo: “¿Qué puedes hacer? ¡Tienes un brazo roto!”. Le dije que era agricultor y horticultor orgánico, que había dado cursos de compostaje, etc. ¡Y sus ojos se abrieron como platos! Me explicó que no sabía nada de horticultura. No plantaba, no sabía cómo ocuparse del jardín. Y lo más importante, me dijo que el día anterior tres brahmacharinis de la Escuela de Ingeniería habían venido y la habían preguntado si podía ayudarlas a plantar un huerto en la facultad. Querían practicar las enseñanzas de Amma. Así que organizamos algunas charlas y talleres para ellas y los estudiantes. En el taller hicimos un gran montón de compost y luego las ayudamos a poner en marcha el huerto. A las charlas vinieron unos ciento cincuenta estudiantes, unos setenta y cinco al taller y unos quince o así se pusieron a trabajar en el jardín. También impartí un par de talleres de compost y jardinería en el Eco Center. Pero se acercaba el momento de volver a casa. Para entonces Amma había salido de gira por India. Me habían trasladado al piso quince del edificio E. Unos dos días antes de mi partida, una tarde vi flotando residuos orgánicos en los backwaters. Tres meses más tarde estaba de regreso y empecé a compostar.
SOLIDARIDAD
-Leyendo su curriculum me he dado cuenta de que su espíritu solidario viene de largo, de hace más de veinte años. Con más o menos dinero, ¿disfruta de lo que está haciendo ahora?
-Me apasiona lo que estoy haciendo. Si mi experiencia y conocimientos sirven para ayudar a otros, eso es lo que quiero hacer. Para mí tiene sentido compartir mis dones. Si un día, alguien quiere emplearme y pagarme bien, bienvenido sea. Desde luego, me gustaría ganar mucho dinero y quizá lo consiga algún día. Por ahora, mientras Amma requiera mi ayuda en estos proyectos, eso es lo que quiero hacer. ¡Mi pasión es enseñar y hacer compost! Es mi meditación.
-Por favor, cuéntenos sus experiencias en Amritapuri Ashram, el Hospital AIMS (Amrita Institute of Medical Sciences) en Cochín y la Universidad de Ettimadai...
-Mi experiencia en el ashram ha ido evolucionando. Desde que pusimos en marcha el proyecto de compost, Amma ha comentado a menudo lo que hacemos, cómo estamos cambiando las cosas. Parece que ella ha depositado mucha fe en mí. Me han dado privilegios especiales. Cuando Swami Gurudas me llamó para poner en marcha el proyecto AIMS, fuimos inmediatamente para ver qué se necesitaba y cómo podríamos empezar. Volvimos para informar a Amma, que estaba en la primera parada de la gira a India del Norte. La entregué mi informe yendo a darshan el último, a las tres de la mañana. La pregunté si debía regresar a AIMS para empezar el trabajo. Dijo que no, que Gurudas me necesitaba y él tenía que continuar en la gira. “Así que tú también debes continuar aquí”. Compartí alojamiento con Gurudas y los brahmacharis. Me pusieron en el “comfort bus”. El ashram pagó todos mis gastos de viaje, no podría soñar con pedir un salario y a veces siento que el tratamiento especial que recibo es más de lo que merezco. No puedo describir mi gratitud. Al cabo de dos semanas, empecé a sentir que en el ashram, en ausencia de Amma, no queda apenas mano de obra voluntaria para ocuparse del compostaje. Cuando terminó la gira y Gurudas volvió, fuimos a AIMS y comenzamos a trabajar. Entonces Swami Yogamrita sugirió que fuéramos a la Universidad de Ettimadai para enseñar a compostar. Las circunstancias eran muy diferentes. Clima seco, jabalíes entrando en todas partes, sin astillas para mezclar con los residuos orgánicos frescos, requería estrategias distintas pero en eso es en lo que soy un experto, en encontrar soluciones con lo que tenemos a mano. Empezar por poco, con sólo las manos si es necesario y empezar a construir a partir de nuestros logros. Nunca temer a los pequeños fracasos, aprender de los errores y continuar. Hasta ahora ha funcionado.
AMRITAPURI ASHRAM
-¿Cómo fue el trabajo en Amritapuri Ashram?
-En el ashram todo el trabajo es aún sólo voluntariado. Parece que el ashram es para la promoción espiritual, hagamos o no buen compost. Es una situación delicada porque trabajamos con residuos sólidos municipales que normalmente contienen patógenos. Necesitamos controlar el proceso y tomar ciertas medidas de seguridad colectiva. Creo que más pronto que tarde el compostaje tendrá que ser considerado como una extensión de la cocina. Antes en la cocina era todo seva, pero con el crecimiento del ashram y la llegada de estudiantes universitarios, el trabajo voluntario no era suficiente. Ahora hay bastantes empleados. Lo mismo tendrá que ocurrir con el compostaje y el reciclado.
-¿Cree que hay alguna relación entre su trabajo y la Campaña Amala Bharatam (ABC), “India Limpia, India Bella”?
-Estuve en el ashram por el cumpleaños de Amma y el lanzamiento de la Campaña Amala Bharatam. Estuve en la primera limpieza de calles en Karunagappaly, Ettimadai y cerca de AIMS. Creímos crear un montón de concienciación pero las calles no han cambiado gran cosa. Vuelves dos o tres semanas después de la limpieza y todo es otra vez un desastre. Es importante involucrar a los jóvenes. Mi propósito es fortalecer nuestro compromiso con las universidades y las escuelas primarias de Amma. También necesitamos formación profesional para estimular a las mujeres a hacer compost y reciclado en casa y en las escuelas.
-Teniendo en cuenta su experiencia en proyectos estrella de Amma, la falta de recursos para el tratamiento de residuos es seguramente un reflejo de la situación en toda la India. ¿Cree usted que el proyecto ABC de Amma puede constituir el lanzamiento de una futura operación de limpieza a lo largo y ancho del país?
-India ha crecido muy deprisa. Es un país con un pie en el siglo XVIII y otro en el XXI. El gobierno carece de infraestructuras, son conscientes de sus carencias y además el dinero no llega donde debiera, a menudo se queda por el camino. Por ejemplo Kerala tiene una política medioambiental inigualable, bien descrita e investigada. Necesitan y hacen peticiones de ayuda, pero el dinero no llega donde debiera para implementarla. La mayor parte de las políticas de cambio las llevan a cabo agencias externas con ánimo de lucro. Vemos cómo universitarios brillantes emigran a Occidente para ocupar puestos de ingeniería o biotecnología. Y esto tiene que cambiar.
-Parece que la emigración de licenciados es un problema bastante globalizado, pero llegará un momento en que los países de acogida restringirán la cuota. ¿Cómo lo ve usted con respecto a India?
-Si implicamos a los estudiantes en la enseñanza de proyectos dirigidos a la resolución de importantes problemas medioambientales, India puede encontrar una vía de soluciones. Amma puede hacer esto. Hasta ahora hemos percibido mucho interés por nuestros programas de reciclado y compostaje. Estudiantes y docentes de Ingeniería en las universidades Amrita han desarrollado sistemas estado de las artes de reciclaje. Estamos diseñando y construyendo nuevo equipamiento. Estudiantes y docentes de medio ambiente se están involucrando en la ciencia que hay detrás del proceso de compostar y sus aplicaciones, para la bioreparación de suelos. La Escuela de Empresas está ayudándonos a crear el modelo comercial y de investigación de mercados.
-¿Es aquí donde entra de lleno el “Aprovechamiento Integrado de Recursos” como solución planetaria, a medio o largo plazo?
-En los estudios medioambientales y la creación del modelo “Desperdicios Cero” en todas las escuelas de Amma está en mi opinión la clave del éxito, así que continuaré moviéndome en esta dirección mientras pueda. Continúo enseñando los principios básicos del “Aprovechamiento Integrado de Recursos.” Creo firmemente que el compost puede sanar el planeta. Necesitamos suelo sano para obtener alimentos sanos y agua limpia. Estoy convencido de que la enseñanza y práctica de sistemas de alimentos sostenibles y aprovechamiento de recursos según los principios básicos de permacultura son la única respuesta real para el futuro. Esto puede hacerse en casa, en la escuela, en cualquier institución y municipio. “Empieza por poco, construye y expande”. La biodinámica es como una forma espiritual de la agricultura orgánica. Enseña la realidad de que cada granja, cada huerto, es una entidad viva que respira por sí misma. Para trabajar de este modo hay que parar, sentir, participar de la Naturaleza y todos sus recursos incluido el cosmos. Hoy por hoy, para mucha gente, esto es más de lo que pueden comprender. Hoy en día la ciencia está demostrando que los alimentos cultivados biodinámicamente son realmente más nutritivos que los meramente orgánicos. Aún nos falta explicación científica cuando hablamos de biodinámica. Las influencias cósmicas sobre todos los entes vivos en una granja biodinámica aún no son mesurables, pero se puede sentir su energía...
PIERA, CATALUNYA, ESPAÑA
-Recientemente ha hecho usted dos visitas al Centro Amma de España en Piera (Barcelona), la primera el otoño pasado y otra esta primavera. Ha visto usted la finca de unos 17.500 olivos en un diseño de diez hectáreas. Estaríamos muy interesados en conocer el alcance de su trabajo de integración de recursos en esta finca, así como su trabajo en el huerto y jardín, mejora de colmenas, etc.
-Pasé el otoño pasado por el Centro Amma en Piera de camino a India, a petición de varios residentes que habían visto lo que había conseguido en Amritapuri. Me pidieron que viniera a ayudarles con el compost y problemas de erosión del suelo. Me pareció algo natural, así que vine y me quedé cuatro días. El primer paso es siempre hacer una auditoría de residuos y un inventario completo de todo lo que entra y sale. Esta información es vital para tomar decisiones sobre lo que hay que hacer. Tras hacer una auditoría de residuos, hice algunas recomendaciones y empezamos a hacer compost con todo el material orgánico disponible. A veces no es fácil, especialmente en una institución donde la gente va y viene. Empezamos, hicimos correcciones a sus experimentos de compostaje. Pronto estábamos haciendo compost de buena calidad, pero aún había muchos materiales que se descartaban y que podían utilizarse bien para hacer compost o para cobertura del suelo, por ejemplo grandes cantidades de cartón. Aquí el terreno carece de materiales orgánicos lo que contribuye a su erosión. Una cosa que sé hacer es construir buen suelo. En este último viaje hemos podido rescatar más materiales que desechaban y o bien los hemos compostado o los hemos utilizado como elemento de cobertura. De nuevo, uno de los mayores obstáculos es superar la mentalidad de “desperdicio”. En la Naturaleza no existen desperdicios. Todo se transforma o se recicla. Todo ser viviente está compuesto de átomos que han estado en este planeta durante milenios. Nunca ha habido que fertilizar un bosque. El hombre ha etiquetado las cosas que no quiere como “desperdicios”. Cuando almacenamos estos “desperdicios” en un sitio lo llamamos basurero. De este modo propagamos enfermedades y creamos gases de invernadero. La Naturaleza quiere que todo retorne a ella. Hoy en día llamamos a esto “aprovechamiento de recursos” porque realmente los “desechos” no existen. Los “desechos” son simplemente recursos desplazados. Este es mi objetivo en casi todo lo que enseño. Cambiar la mentalidad. Conservar recursos mediante su aprovechamiento. Un pequeño ejemplo: hasta ahora se tiraba el papel usado. ¿Qué es exactamente “tirar”? Ahora estamos usando papel usado en los montones de compost. Los olivos necesitan nutrientes procedentes de materiales leñosos. La Naturaleza, de modo natural, cambia los ciclos de las hojas, frutos y ramas para recibirlos de nuevo en su suelo. El papel se hace con madera, debe haber una conexión ahí. Ahora el papel y el cartón se usan para el compost o directamente alrededor de los árboles como cobertura natural del suelo. Esta cobertura evita que el agua de lluvia arrastre y erosione el suelo, por el contrario mantiene su hidratación, evitando que el sol lo seque. Las lombrices y microbios comen el papel, el cartón y otros materiales utilizados como cobertura y lentamente los nutrientes retornan a los árboles. En este proceso la microbiología actúa como revitalizador del suelo y los árboles pueden comenzar a alimentarse por sí mismos. De hecho, eso es lo que hacen todas las plantas en la Naturaleza, alimentarse por sí mismas. Pero la microbiología tiene que estar presente. La Naturaleza emplea billones de años para realizar todo esto. Cuando cualquier planta crece, utilizando la energía solar en el proceso de fotosíntesis, exuda las proteínas y aminoácidos al suelo a través de los terminales de las raíces. Ahí, en la zona de las raíces, hay billones de microbios esperando pacientemente estos exudados. Ellos están ahí solamente si hay material orgánico en el suelo. Ellos se alimentan con esas proteínas y aminoácidos y después se comen los unos a los otros. Todo ello forma parte de la cadena alimentaria del suelo. Lo que dejan detrás es exactamente lo que la planta necesita. ¡No se requiere ningún otro fertilizante! Lo que hace el hombre mediante el uso de tractores y químicos es destruir la cadena alimentaria del suelo. Aquí, en Piera, cortaron y aplanaron una montaña, eliminando toda la corteza vegetal del suelo. Se acabó la cadena alimentaria. Lo que necesitamos es reponerla, con compost y cobertura vegetal. Es así de sencillo. Con algunos simples movimientos de tierras, como, por ejemplo, cavando sumideros en el contorno. Los árboles plantados en líneas que no siguen ese contorno son la causa de que el agua arrastre el suelo en lugar de empaparlo lentamente, pero si ponemos una buena cobertura estaremos siguiendo un buen principio básico de permacultura en lo que respecta al agua. “Despacio, esparce, empapa”. Queremos terminar con la compactación de suelos usando tractores lo menos posible. Mediante una buena cobertura podemos suavizar el impacto del tractor y alimentar la microbiología y la macrobiología, especialmente las lombrices de tierra, “arados de la Naturaleza”, como las llamó Charles Darwin. El suelo compacto expulsa el aire. La cadena alimentaria del suelo aeróbico no puede sobrevivir en esas condiciones y el agua no puede penetrar. Los suelos anaeróbicos no son productivos por mucho tiempo. Usando menos el tractor y añadiendo material orgánico en cualquier forma podemos superar esos problemas. La Naturaleza sabe cómo hacer todo esto. Tenemos que aprender a asistirla.
-Y por supuesto lo que es bueno para los árboles es igualmente bueno para el huerto, el jardín, las colmenas... ¿Para todo el suelo cultivable del planeta?
-Así es. Lo que es bueno para los árboles lo es igualmente para huertos y jardines. Queremos construir un sistema sostenible para las generaciones futuras. Comenzamos hoy dando pasos de bebé, montón a montón de compost. Estamos planificando sistemas de cosechas de agua de lluvia y de agua usada. Queremos convertir el suelo en una esponja para que todo el agua que caiga en la tierra o entre en los edificios permanezca en la tierra, extendiéndose despacio, empapándola, sin arrastres, que no vaya a parar a una riera que termina en un barranco. Reutilizando todos nuestros recursos al máximo, aseguraremos beneficios a largo plazo. La idea es que la fertilidad del suelo crezca cada año, mientras produce alimentos y otros recursos valiosos. Nunca más un sistema químico–mecánico de extracción, ni productos artificiales que esquilman la vitalidad del suelo. Queremos construir suelo sano, para cultivar plantas sanas, un medio ambiente sano con personas sanas.
EL KATRINA
-Peter, si esto se practicara a escala mundial sanaría en poco tiempo este pobre planeta tan castigado. Sabemos también que su trabajo es cien por cien servicio desinteresado hecho con amor para esa gran red de proyectos caritativos de Amma. Pero su experiencia en voluntariado se remonta a los ochenta y ha tenido una continuidad a lo largo de estos años. Creo que su experiencia en Nueva Orleans en tiempos del huracán Katrina sería de gran interés para todos. ¿Querría contárnosla?
-En 1976 sufrí una lesión en la zona lumbar y no era aconsejable que hiciera mucho trabajo físico. Empecé a ir a una escuela comunitaria local. Como estudiante tuve la oportunidad de ir a Luisiana tras el huracán Katrina para ayudar en labores de limpieza. Fui por una semana con un grupo de estudiantes y volví sabiendo que ahí podía hacer mucho con toda mi experiencia de trabajo y vida. Miles de viviendas habían estado semanas inundadas a causa de la rotura de diques. Para poder reconstruir esas casas, todo lo que quedaba de ellas tenía que ser limpiado a fondo. Pasé seis meses trabajando con “Habitat for Humanity”. Fue ahí, en ese ambiente de grandes humedades, cuando empecé a ver la gravedad del problema de residuos y su efecto en el medio ambiente. Asumí la responsabilidad del aprovechamiento y reciclado de residuos en el campamento de voluntarios. Me fijé en lo que estaba haciendo el gobierno y no me gustó nada lo que vi, así que busqué la forma de producir algún cambio y ayudar a restaurar el hábitat natural. Empecé plantando un huerto para el campamento de voluntarios. Servíamos tres comidas diarias a todos los voluntarios –que oscilaba entre los doscientos a los ochocientos por semana- y los residentes locales que estaban reconstruyendo sus casas. El servicio de comida era gratuito. El campamento recibía muchos donativos pero teníamos que comprar la fruta y las verduras. Decidí cultivar las más posibles. El suelo estaba muy contaminado por la inundación, tomé muestras para analizar. Empezamos compostando todos los residuos orgánicos del campamento y construimos surcos muy alzados con todos los materiales limpios. Busqué donativos de materiales necesarios, incluso tuve que gastar dinero de mi pequeña pensión. Pero me pareció que era lo que había que hacer. En el proceso tuve que investigar sistemas de reciclado, aprovechamiento de residuos y biorreparación de suelos contaminados. Quería que el huerto sirviera para reparar el subsuelo y el espacio entre los surcos. Cuando llegó la siguiente estación de huracanes, el campamento de voluntarios tuvo que trasladarse a un edificio que había sido una escuela elemental. Pasaría mucho tiempo antes de que pudiera utilizarse de nuevo como escuela, porque sólo un tercio de la población había regresado tras el desastre. Si el edificio volvía a ser usado como escuela, quería que su suelo fuera seguro para los niños. Aprendí que con el uso de compost y de ciertas plantas conocidas como hiperacumuladoras de metales pesados, el suelo podía repararse. Esta experiencia fue la que me proporcionó las herramientas para hacer lo que he hecho en India. Ese trabajo me hizo progresar mucho.