La sociedad de consumo se compone de unos 1.800 millones de personas sobre las 7.000 millones que poblamos este planeta. Esas personas son las principales responsables del deterioro de los recursos naturales y del calentamiento global. Pero a su vez, son las menos perjudicadas, puesto que cuentan con los recursos económicos necesarios para afrontar las consecuencias que esta teniendo esta crisis ambiental de escala planetaria.
Es decir que mas de 5.000 millones de personas están sufriendo sequías, inundaciones, desertización de la tierra, contaminación del agua, pérdida de biodiversidad y demás perjuicios, sólo para que 1.800 millones mantengan un estilo de vida y un nivel de consumo de bienes, superior al que la Tierra puede soportar. Tanto es así que se calcula que hoy se están utilizando anualmente un 50% más de los recursos naturales que la naturaleza genera en ese período, y que pronto llegaremos al 100%, es decir que estaremos gastando en un año, los recursos generados por el planeta en dos años. Si bien un pequeño porcentaje del gasto excesivo de recursos puede ser atribuido a las clases media y alta de los países en desarrollo, una amplísima mayoría se consume en los países desarrollados. Es por eso que una de las claves para detener el deterioro del ecosistema planetario se encuentra en un drástico cambio en el estilo de vida de estas personas, dejando atrás el modelo basado en el consumismo desenfrenado e irracional, para transitar el camino de la sostenibilidad. Este cambio es absolutamente necesario para frenar el veloz deterioro del planeta. Se calcula que el 20% más rico está consumiendo el 80% de los recursos generados. Es comprensible que, para quienes han sido culturalmente criados y han vivido toda su vida de cierta forma, modificarla radicalmente resulte una decisión difícil de tomar, sobre todo porque desde el sistema -a través de los medios masivos de comunicación que se encuentran a su servicio-, se alienta y estimula el consumo y se impone la idea de que no hay otras alternativas de vida posibles, a la que este modelo propone. Se provoca una falsa sensación de seguridad, de que si nos mantenemos bajo el paraguas del sistema, si seguimos sus reglas y dentro de sus patrones, vamos a estar amparados y protegidos. Y por otra parte, se crean dudas y miedos sobre la posibilidad de elegir una vida fuera del reflejo de los espejitos de colores. El hecho de que los gobernantes de los países desarrollados planteen seriamente un cambio contundente en el estilo de vida de su población, suena como algo muy cercano a lo imposible, ya que por un lado llegan a ocupar sus cargos apoyados económicamente por empresas multinacionales, con las que luego se encuentran comprometidos, y por otro no hay una decisión en la población de apoyar ese cambio con la fuerza necesaria. Es por eso que el camino debe recorrerse desde abajo hacia arriba, estableciendo primero las bases del cambio en los pueblos, educando y concientizando a las nuevas generaciones de que este cambio es tan posible como necesario, para que ellos mismos puedan en el futuro cercano, gozar de una vida digna y de un mundo habitable para nuestra especie. Feliz Día del Ambiente. Gracias por acompañarnos. Nos reencontraremos la próxima semana, en una nueva entrega de esta publicación. |
Ricardo Natalichio, Director de EcoPortal.netrdnatali@ecoportal.net . www.ecoportal.net |
30 de mayo de 2012, Roma - No es posible realizar un desarrollo sostenible si no se erradican el hambre y la desnutrición, indica la FAO en un documento de políticaspreparado para la Cumbre de Río+20 que se llevará a cabo en junio en Río de Janeiro.
"El desarrollo no se puede llamar sostenible mientras persista esta situación, mientras uno de cada siete hombres, mujeres y niños queden rezagados, víctimas de la subnutrición", afirmó el Director General de la FAO, José Graziano da Silva.
"La búsqueda de seguridad alimentaria puede ser el hilo conductor que conecte los distintos desafíos que afrontamos y ayude a construir un futuro sostenible. En la Cumbre de Río tenemos una oportunidad invaluable para estudiar la convergencia entre los programas de la seguridad alimentaria y la sostenibilidad, a fin de asegurar que se haga realidad", añadió.
Uno de los grandes defectos de los sistemas alimentarios de hoy es que a pesar del considerable adelanto en el desarrollo y la producción de alimentos, cientos de millones de personas pasan hambre porque no tienen los medios para producir o adquirir los alimentos necesarios para llevar una vida sana y productiva, indica el informe.
"Es indispensable mejorar los sistemas agrícolas y alimentarios para que el mundo tenga una población más saludable y ecosistemas más sanos", añade la publicación.
El informe Hacia el futuro que queremos: poner fin al hambre y hacer la transición hacia sistemas agrícolas y alimentarios sostenibles, insta a los gobiernos a establecer y proteger los derechos a los recursos, especialmente para los pobres; incorporar incentivos para el consumo y la producción sostenibles en los sistemas alimentarios; promover mercados agrícolas y de alimentos justos y que funcionen bien; reducir riesgos e incrementar la resiliencia de los más vulnerables; invertir recursos públicos en bienes públicos esenciales, especialmente innovación e infraestructura.
Nexo entre el hambre y el medio ambiente
El informe hace hincapié en que la reducción del hambre y el desarrollo sostenible están irrevocablemente ligados, y que una gobernanza mejor de la agricultura y los sistemas alimentarios es decisiva para alcanzar ambos objetivos.
Los sistemas agrícolas y alimentarios ya son grandes usuarios de recursos. Por ejemplo, los sistemas alimentarios consumen el 30 por ciento de la energía mundial. Los sectores agrícola y pecuario utilizan el 70 por ciento del total de la extracción de agua.
Tres cuartas partes de las personas pobres y que pasan hambre en el mundo viven en las zonas rurales y los medios de subsistencia de la mayoría de ellas dependen de la agricultura y actividades afines. El 40 por ciento de las tierras degradadas del mundo están en zonas de elevados coeficientes de pobreza. "El hambre pone en movimiento un círculo vicioso de productividad reducida, pobreza cada vez más profunda, desarrollo económico lento y degradación de los recursos", explica el informe.
Tener acceso a los recursos naturales -como la tierra, el agua o los bosques- es esencial para los 2 500 millones de personas que producen alimentos para consumo propio o para obtener ingresos, añade el informe.
Los agricultores que explotan los 500 millones de pequeñas propiedades en los países en desarrollo afrontan diversas limitaciones de recursos, que se traducen en un acceso insuficiente a los alimentos y la nutrición. Necesitan derechos de tenencia claros para promover un acceso equitativo y la gestión sostenible de los recursos, como la tierra y el agua.
Hacia sistemas sostenibles de producción y consumo de alimentos
Los sistemas de consumo y producción de alimentos tienen que lograr más con menos. De la parte del consumo, es necesario pasar a una alimentación nutritiva que deje menos huella en el medio ambiente, y reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos en todo el sistema alimentario.
La FAO estima que las pérdidas y el desperdicio de alimentos asciende a 1 300 millones de toneladas al año -en torno a una tercera parte de la producción mundial de alimentos para consumo humano-, lo que corresponde a más del 10 por ciento del total del consumo mundial de energía calórica.
Por la parte de la producción, es necesario afrontar el agotamiento de los suelos, el agua y los nutrientes, las emisiones de gases de efecto invernadero, la contaminación y la degradación de los ecosistemas naturales, señala el informe. Es necesario proteger los beneficios que proporciona la naturaleza, como el aire y el agua limpios (servicios del ecosistema) y aprovecharlos para lograr un crecimiento sostenible.
Más con menos
La agricultura tiene que producir más alimentos pero con menos recursos, como la energía y el agua. Por lo tanto, la FAO promueve un enfoque ecosistémico de la agricultura denominado Ahorrar y crecer, que aprovecha la contribución de la naturaleza al crecimiento agrícola, por ejemplo, la materia orgánica del suelo, la regulación de la circulación del agua, la polinización y los depredadores y plagas naturales, y aplica los insumos externos adecuados en el momento correcto y en la cantidad debida a variedades agrícolas mejoradas con resiliencia ante el cambio climático y que utilicen los nutrientes, el agua y los insumos externos con mayor eficacia.
Alimentar a 9 000 millones de personas
En el año 2050 se prevé que la población mundial será de 9 000 millones de personas, con mayores ingresos y una demanda más grande de alimentos. La presión sobre los sistemas agrícolas y alimentarios mundiales y sobre los recursos que utilizan aumentará. Peor todavía, a menos que se tomen medidas decididas, el aumento de la producción de alimentos del 60 por ciento que es necesario para afrontar la demanda efectiva seguirá dejando rezagados a 300 millones de personas que previsiblemente sufrirán hambre en 2050 porque seguirán sin medios para tener acceso a los alimentos. La única forma de lograr su seguridad alimentaria es crear empleos decentes, con mejores salarios, darles acceso a los activos productivos y distribuir el ingreso en forma más equitativa.
"Hay que incorporarlos en la sociedad, complementando el apoyo a los pequeños propietarios y las oportunidades de generar ingresos con el fortalecimiento de las redes de protección, programas de efectivo por trabajo y de transferencia de efectivo que contribuyan a fortalecer la producción local y los circuitos de consumo, en un esfuerzo que contribuya a nuestras metas de desarrollo sostenible", aseveró Graziano da Silva.
La FAO piensa que es posible alimentar a toda la población del planeta si se toman decisiones políticas firmes para mejorar el acceso de las personas pobres a los alimentos, los niveles de desperdicios de alimentos y la forma en que se emplea la agricultura con fines no alimentarios. Todo depende de las opciones que se tomen hoy en la gestión de los sistemas agrícolas y alimentarios, dice el informe.
Es esencial una mejor gobernanza
El documento de políticas pide una mejor gobernanza del sistema alimentario y agrícola como requisito para un futuro sostenible. Parte del debate en torno a la buena gobernanza también tendrá que decidir quién paga estos costos.
El documento expone que los sistemas justos y eficaces de gobernanza son transparentes, participativos, orientados a los resultados y con rendición de cuentas, de carácter mundial, regional, nacional y subnacional. El informe cita el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial reformado, que ahora incorpora a un gran número de partes interesadas, como gobiernos, organizaciones de la sociedad civil, organizaciones internacionales y del sector privado, como uno de los modelos que sería posible seguir.
La FAO llamó a los gobiernos asistentes a Río+20 a que se comprometan a reducir el hambre y la malnutrición más rápidamente; a utilizar las directrices voluntarias sobre el derecho a los alimentos y la tenencia de la tierra para lograr la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible equitativo; para dar apoyo a la ejecución de enfoques técnicos y normativos del desarrollo agrícola que incorporen objetivos de seguridad alimentaria y ambientales; asegurar que los costos y beneficios de la transición hacia la producción y el consumo sostenibles de alimentos se distribuyan con igualdad; adoptar enfoques integrados para realizar sistemas sostenibles en la agricultura y los alimentos; ejecutar reformas en la gobernanza para asegurar que se cumplan las políticas y los compromisos.