¿Qué opciones tenemos
- cuando “los negocios como siempre” no es una opción?
Tiempo de actuar
Veinte años después de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, el planeta se
encuentra en una crisis ambiental, energética y financiera más profunda que
entonces. La Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable
(CNUDS) que se realizará en Río de Janeiro, Brasil, en 2012, podría ser
sólo otra conferencia de alto nivel en la que se declare la necesidad de
erradicar el hambre y la pobreza, detener el cambio climático, la pérdida
de biodiversidad, la erosión de los suelos y otros severos problemas
ambientales, para que, a final de cuentas, después de la conferencia la vida
continúe como antes. Pero puede ser diferente. La conferencia tiene la
oportunidad histórica de tomar decisiones importantes y acordar acciones
que realmente ayuden a erradicar la pobreza y el hambre, y salvar el medio
ambiente. ¡Es tiempo de actuar!
¿Qué opciones tenemos?
En el prefacio del Informe Económico y Social Mundial 2011 Ban Ki-Moon, Secretario General de la
Organización de las Naciones Unidas, argumenta que el progreso de la humanidad ha sido a expensas
de la degradación permanente de nuestro ambiente natural. Agrega que la publicación de este informe,
mostrando esta grave situación, “es especialmente oportuna cuando el mundo se prepara para la Conferencia
de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable de Río+20 el próximo año”, recomendando su lectura a
los formuladores de políticas, las organizaciones no gubernamentales, los ejecutivos corporativos y los
ciudadanos preocupados.
Una cita del informe:
“Negocios como siempre” no es una opción Aunque la humanidad ha logrado un enorme progreso en la mejora de su bienestar material a lo largo de los últimos dos siglos, este progreso se ha obtenido al costo de una degradación permanente de nuestro ambiente natural. Cerca de la mitad de los bosques que cubrían la Tierra han desaparecido, las fuentes de agua subterráneas están siendo depredadas y contaminadas, hay una enorme erosión de la biodiversidad, y gracias al uso en aumento de combustibles fósiles, la estabilidad del clima planetario está amenazada por el calentamiento global. Se requiere un progreso económico mucho mayor para que las poblaciones de los países en desarrollo alcancen un nivel de vida decente —especialmente los miles de millones que aún viven en condiciones de extrema
pobreza—, lo mismo que los dos mil millones de personas que se sumarán a la población mundial hacia la mitad del presente siglo.
Continuar por los caminos de crecimiento económico que hemos recorrido hasta ahora, sólo exacerbará las
presiones sobre los recursos naturales y el ambiente, lo cual llevará a los modos de vida actuales a límites que no serán sostenibles. Por todo esto, continuar como de costumbre, con los negocios como siempre, ya no es opción”. (United Nations. 2011. World Economic and Social Survey 2011)
… y la gobernanza como siempre tampoco es opción
Las organizaciones de la sociedad civil abajo firmantes, concordamos con que continuar “los negocios como
siempre no es una opción”, concepto retomado en el camino hacia Río+20 en varios informes importantes
(PNUMA, WESS (Informe Socioeconómico Mundial), IAASTD (Evaluación Internacional del Conocimiento, la
Ciencia y la Tecnología Agrícolas para el Desarrollo). Pero además, en el tema de políticas públicas, desde la
sociedad civil consideramos central que se reconozca también que la gobernanza como siempre tampoco es
una opción.
Tiempo de actuar
La Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable (CNUDS) que se realizará en Río de Janeiro,
Brasil, en 2012, podría ser sólo otra conferencia de alto nivel en la que se declare la necesidad de erradicar el
hambre y la pobreza, detener el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la erosión de los suelos y otros
severos problemas ambientales, para que, a final de cuentas, después de la conferencia la vida continúe como
antes. Pero puede ser diferente. La conferencia tiene la oportunidad histórica de tomar decisiones importantes
y acordar acciones que realmente ayuden a erradicar la pobreza y el hambre, y salvar el medio ambiente.
¡Es tiempo de actuar!
En este documento, el término “agricultura” se usa en un sentido amplio para hacer referencia a los múltiples tipos/sistemas
productivos que incluyen el cultivo, la cría de ganado, el pastoreo, la pesca, la silvicultura y otros usos naturales para la producción
de alimentos, su producción, recolección y cosecha en áreas urbanas y rurales, siempre que no se especifique otro significado o se le infiera del contexto.
La agricultura: un problema central…
… y al mismo tiempo, la principal solución
Los sistemas alimentarios industriales y otras
prácticas insustentables están causando daños
ambientales importantes, incluyendo la erosión de
biodiversidad y la pérdida de fertilidad del suelo,
la sobreexplotación y contaminación del agua,
contribuyendo así sustancialmente al calentamiento
global. Este tipo de sistemas alimentarios y de
producción de alimentos socavan las posibilidades
de producir alimentos suficientes en calidad y
cantidad para las generaciones presentes y futuras.
Al mismo tiempo, estos sistemas agroindustriales
empobrecen a millones de productores agrícolas
de pequeña escala, crean oleadas cada vez
mayores de miseria, hambre y migración y son
causantes de problemas de salud a gran escala.
En el mundo existen mil millones de personas
que sufren inseguridad alimentaria grave, pero
simultáneamente, la abundancia de alimentos y
dietas no sanas están afectando al menos a otros dos
mil millones de personas, ocasionando obesidad,
enfermedades cardiacas, cáncer, diabetes y otros
padecimientos, mientras aumenta la probabilidad
de ocurrencia de grandes pandemias en el futuro
próximo.
Existen sistemas alimentarios viables y sustentables.
Éstos han evolucionado y se han adaptado a lo largo de
miles de años como diversas formas tradicionales de
agricultura y son hoy más relevantes que nunca. Tienen
la posibilidad, si es apropiado, de ser combinados con
conocimientos más recientes en agroecología y otras
formas de producción sustentable. Los productores
agrícolas de pequeña escala proporcionan actualmente
el alimento para cerca del 70% de la población mundial
y la producción agroecológica de pequeña escala,
junto con otras formas de agricultura sustentable y
producción de alimentos, desarrolladas en el marco de
la soberanía alimentaria, pueden:
• eliminar la mayor parte del hambre y la pobreza,
• reducir drásticamente el calentamiento global y
sus impactos,
• restaurar la biodiversidad, la fertilidad de los
suelos y los recursos hídricos,
• mejorar la calidad de vida y ofrecer empleo para
miles de millones de personas,
• producir alimento suficiente, de alta calidad,
diverso y nutritivo para 9 mil millones de
personas, o más.
La Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo
Sustentable en Río de Janeiro, en 2012, debería
1. Asegurar que la agricultura, en todas sus dimensiones, sea un tema central de la CNUSD 2012, y
consecuentemente de las políticas públicas y las prácticas globales.
La agricultura es tanto una causa principal como una solución a los problemas ambientales, climáticos y sociales mundiales. La producción alimentaria industrial es una de las causas principales del daño social y ambiental planetario y su tamaño e impactos deben ser reducidos urgentemente. La solución se encuentra en sistemas de producción alimentaria ecológicos y de menor escala, tales como los practicados en la actualidad por millones de productores agrícolas quienes, si son adecuadamente apoyados, pueden incrementar sustancialmente la disponibilidad de alimentos, eliminando así el hambre, la inequidad y contribuyendo a revertir la degradación del medio ambiente. Estos sistemas, que actualmente constituyen el 70% de los alimentos de la población mundial, podrían aportar aún más si se les apoya y protege, porque son —en su mayoría— sustentables, (agro)ecológicos, biodiversos, tienen una alta capacidad de recuperación (resiliencia), ayudan a reducir el cambio climático y a lograr un desarrollo justo, ecológicamente sustentable y a la erradicación de la pobreza.
2. Otorgar un fuerte y creciente apoyo a los sistemas agroecológicos, de pequeña escala y a otras formas de
producción alimentaria sustentables y ecológicas, lo mismo que a la investigación en este campo y a la creación de condiciones adecuadas para asegurar un abandono progresivo de los sistemas industriales de producción alimentaria social y ambientalmente destructivos, con el fin de producir alimentos en cantidad y calidad suficientes para una población proyectada de 9 mil millones de personas o más; crear empleo, comunidades vivas y economías justas para miles de millones de personas; ayudar a reducir el cambio climático; mantener y ampliar las funciones ecosistémicas, la biodiversidad y otros recursos naturales. El indispensable papel de las mujeres en la agricultura y sus necesidades especiales deben ser reconocidos y apoyados.
3. Regular, promover su cambio y apoyar la transformación de los sistemas agrícolas industriales y otras formas de agricultura insustentable con el fin de alcanzar una producción alimentaria basada en la pequeña propiedad, agroecológica y otras formas de producción de alimentos sustentables y ecológicas. Los gobiernos deberían, en cooperación con las organizaciones de pequeños productores rurales y campesinos, desarrollar políticas públicas y acciones concretas necesarias para lograr una transformación así, que garantice a los pequeños productores agrícolas acceso a la tierra, al agua, a las semillas nativas, mercados locales, al crédito, a las tecnologías agroecológicas y sistemas participativos de educación. Los gobiernos deberían regular y obligar a la agricultura industrializada a pagar por los impactos negativos ambientales y a la salud que generan.
4. Apoyar la soberanía alimentaria como el marco general de las políticas agrícolas y alimentarias y promover que las comunidades, pueblos, estados e instituciones internacionales reconozcan y logren la soberanía alimentaria.
La soberanía alimentaria coloca el derecho de todos los individuos, pueblos y comunidades a acceder a alimentos suficientes, saludables y culturalmente apropiados como el eje de las políticas alimentaria, agrícola, ganadera y pesquera; en lugar de las demandas de corporaciones y mercados que priorizan las commodities para obtener lucros. La soberanía alimentaria localiza los sistemas alimentarios y otorga importancia al saber y capacidades de los proveedores de alimentos de pequeña escala, al tiempo que trabaja en armonía con la naturaleza mediante la provisión de alimentos a pequeña escala y ecológica.
5. Enfatizar la importancia del papel que desempeñan las organizaciones de productores agrícolas de pequeña escala.
Los movimientos sociales fuertes son de vital importancia para lograr los cambios necesarios en las políticas y
prácticas públicas e internacionales, así como para el desarrollo democrático y sustentable de las sociedades. Por
tanto, es de la mayor importancia apoyar y fortalecer a las organizaciones de campesinos y pequeños productores
y proveedores de alimentos y, especialmente, fortalecer la participación y el lugar que ocupan las mujeres. Es
también importante poner especial atención, apoyar y fortalecer la participación activa de los jóvenes y las
mujeres en estas organizaciones. Las organizaciones de campesinos y de productores y proveedores de alimentos
de pequeña escala deben ser consultadas respecto a todos los temas relevantes y debe otorgárseles un papel de
liderazgo en la definición de las políticas y acciones relacionadas con la alimentación y la agricultura.
6. Dar la bienvenida al reformado Comité de Naciones Unidas sobre Seguridad Alimentaria Mundial (CFS) como
el cuerpo gubernativo para la alimentación, la agricultura y la política para el desarrollo rural y temas financieros
relacionados y como el interlocutor en estos temas dentro de la nueva red ambiental de Naciones Unidas propuesta
4 (véase el numeral 12).
7. Otorgar al Comité de Naciones Unidas sobre Seguridad Alimentaria (CFS) el mandato de identificar las actuales
deficiencias y límites que impiden la aplicación de los planes existentes y propuestos, así como para desarrollar un
plan de implementación de las decisiones de la CNUSD 2012, el Capítulo 14 de la Agenda 21 y de la CNUSD 16/17,
los hallazgos de la Evaluación Internacional del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología Agrícolas para el Desarrollo
(IAASTD) y las recomendaciones sobre agroecología del Relator Especial de Naciones Unidas sobre el Derecho a la
Alimentación en su informe de 2010, presentado ante la Comisión de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos,
asegurándose que las opiniones y las preocupaciones de los productores y proveedores de alimentos de pequeña
escala sean tomadas en cuenta y respondan al mandato de incrementar la seguridad alimentaria.
8. Llamar a todas las naciones del mundo a establecer sus propios mecanismos/estructuras para dar seguimiento
a la implementación de los hallazgos de la Evaluación Internacional del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología
Agrícolas para el Desarrollo (IAASTD) con la plena participación de los campesinos, pastores, pescadores y otros
productores y proveedores de alimentos de pequeña escala.
9. Apoyar la adopción de una Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos.
En todo el mundo, los campesinos y pequeños productores agrícolas, trabajadores del campo y pueblos sin tierra
son víctimas de violentas opresiones, criminalización, discriminación, expulsión de sus tierras y enajenación de
sus modos de vida. Para enfrentar estos patrones únicos de violaciones se requieren medidas y mecanismos
específicos que protejan a plenitud los derechos de los campesinos. Al respecto, debe crearse al interior de la
Organización de las Naciones Unidas, un instrumento jurídico internacional para garantizar el respeto, la protección,
el cumplimiento y la defensa de los derechos de los campesinos.
10. Resistir la mercantilización y comercialización de la naturaleza y todas las formas de comercio de carbono,
como REDD+, el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) y otras, y particularmente la inclusión de la agricultura
y absorción de carbono de los suelos, dentro de los mercados de carbono. Tales mecanismos de mercado no
enfrentan las causas de fondo de las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura, sino más bien,
tienden a ofrecer incentivos perversos a los agentes contaminantes y beneficios a los emisores de gases de efecto
invernadero.
11. Condenar las solicitudes de patentes multi-genómicas e impulsar a los gobiernos a bloquear o rescindir
tales solicitudes. Los gobiernos deben también desarrollar un proceso intergubernamental claro para el examen
riguroso de los impactos de los regímenes de propiedad intelectual sobre los organismos, materia y procesos
vivientes.
12. Establecer una red ambiental de Naciones Unidas nueva, amplia, participativa y transparente.
Dentro de esta red, los gobiernos del Sur global, con apoyo de la sociedad civil, podrán enfrentar coherentemente,
el vasto espectro de temas climáticos, ambientales y sociales que actualmente están diseminados en una amplia
variedad de tratados, fondos, programas y oficinas.
13. Comprometer a la Organización de las Naciones Unidas, en 2012, a un proceso de negociación que conduzca
a una evaluación internacional de nuevas tecnologías (incluyendo bio y nanotecnología) y a la creación de un
mecanismo de información que fortalezca la soberanía nacional y la capacidad de elección, así como respete
también el Principio Precautorio y permita la construcción de capacidades, en los países en desarrollo y en las
comunidades locales, para evaluar los impactos a la salud, ambientales, económicos y sociales de las tecnologías
nuevas y emergentes.
14. Afirmar la integridad de la comunidad multilateral sobre las tecnologías dirigidas a enfrentar el cambio
climático. Como parte de ello, establecer una prohibición legalmente vinculante a la geoingeniería.
15. Enfatizar que se respete el principio de responsabilidades comunes, pero diferenciadas.
Los países industrializados deben pagar sus deudas ecológica y climática a los países en desarrollo, incluyendo el
pago por los daños causados por sus emisiones históricas de gases de efecto invernadero.
5
20 políticas que Río+20 puede adoptar de inmediato
A continuación una serie de iniciativas que pueden ser aplicadas inmediatamente y que fortalecerán la soberanía alimentaria, reducirán
el daño ambiental y apoyarán el trabajo innovador de los campesinos, productores y proveedores de alimentos de pequeña escala.
1. Restaurar el apoyo público a la agricultura para enfrentar la crisis alimentaria. La concentración corporativa de la cadena
alimentaria, desde la década de los setenta, redujo severamente el apoyo del sector público tanto para la investigación como
para el desarrollo rural. La asistencia a los productores agrícolas se redujo de 8 mil millones de dólares en 1984 a 3 mil 400
millones en 2004 (en dólares constantes de 2004). Los gobiernos deberían cooperar para establecer un impuesto suplementario
por 5 mil millones de dólares anuales a los oligopolios alimentarios durante, al menos, los próximos 25 años, para recuperar
una parte de las pérdidas generadas. Los fondos recuperados deberían ser directamente entregados a las organizaciones
campesinas para apoyar sus iniciativas.
2. Convertir las tierras sujetas a acaparamientos (landgrabs) en tierras campesinas. Existe un creciente reconocimiento
internacional de que los acaparamientos de tierra, públicos o privados, internos o transfronterizos, son factores causantes de
la destrucción ambiental y de la soberanía alimentaria. Las aproximadamente 80 millones de hectáreas de tierra incluidas en
estas transacciones deberían ser puestas a disposición de los campesinos y convertidas en 26.7 millones de granjas o unidades
agrícolas de aproximadamente tres hectáreas cada una.
3. Convertir las tierras donde se producen biocombustibles a tierras productoras de alimentos. En 2007, Estados Unidos
y la Unión Europea destinaron 11 mil millones de dólares en subsidios estatales y aranceles para apoyar la producción de
biocombustibles. Para 2006, 14 millones de hectáreas (1%) del total de tierra cultivable se utilizaban para la producción de
biocombustibles (aportando sólo el 0.5% de la energía de uso primario global). Nuevas políticas deberían transferir las tierras
destinadas hoy a la producción de biocombustibles a los campesinos sin tierras o con tierras pobres (4.6 millones de familias
obtendrían así tres hectáreas cada una), duplicando potencialmente la producción agrícola (el tamaño promedio de una unidad
agrícola en África y Asia es de 1.6 ha.), y los 11 mil millones de dólares en subsidios deberían destinarse a apoyar el desarrollo
agroecológico de dichas unidades productivas.
4. Asegurar una alimentación suficiente, nutritiva y apropiada para al menos 9 mil millones de personas hacia 2050.
Actualmente, los cereales utilizados para el forraje animal podrían cubrir las necesidades calóricas anuales de más de 3 mil 500
millones de personas. La población mundial actual es poco menos de 7 mil millones de personas. No existe ninguna barrera
tecnológica para que podamos cubrir nuestras necesidades alimentarias futuras.
5. Adoptar políticas que reduzcan la erosión de los suelos para proteger la seguridad alimentaria de largo plazo. En nuestros
días, la cadena alimentaria industrial conduce a un pérdida anual de suelo vegetal que asciende a 75 mil millones de toneladas
y le cuesta al mundo 400 mil millones de dólares. Una oligarquía conformada por las diez principales empresas globales de
fertilizantes impide el buen manejo de los suelos. Los sistemas campesinos de conservación de los suelos recurren al empleo de
microorganismos naturales, los cuales son responsables por la fijación de entre 140 y 170 millones de toneladas de nitrógeno,
que equivalen al ahorro de 90 mil millones de dólares en fertilizantes químicos. Deben aplicarse políticas para apoyar este tipo
de estrategias de conservación. El manejo mejorado de la tierra, especialmente mediante el uso de técnicas campesinas, podría
incrementar el Producto Interno Bruto de las naciones entre un 3 y un 7 por ciento.
6. Reducir los desperdicios en las cosechas. Actualmente, los desperdicios anuales de alimentos equivalen a más de la mitad de
la cosecha global de cereales (2 mil 300 millones de toneladas), lo cual significa una producción innecesaria de aproximadamente
500 millones de toneladas de gases de efecto invernadero. Los desperdicios de alimentos en los países industrializados oscilan
entre 90 y 111 kilogramos por persona al año. Una serie de nuevas políticas debería reducir inmediatamente los desperdicios
de cosechas en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en 90%, con el fin de que
éstas se mantengan en un nivel similar al del África Subsahariana y el Sudeste de Asia, que oscila entre los 9 y los 11 Kg. por
persona al año.
Políticas para transformar la cadena alimentaria en una red alimentaria:
7. Fortalecer la red alimentaria y romper la cadena alimentaria. Los oligopolios en los insumos agrícolas reducen la eficiencia y
desalientan la resiliencia necesaria para responder a los nuevos retos ambientales y a la salud. Actualmente, seis corporaciones
(Monsanto, DuPont, Syngenta, Dow, Bayer y BASF) controlan el 71% de los químicos para la agricultura, 58% de la venta de
semillas comerciales y (en conjunto con sus socios biotecnológicos), controlan el 77% de las patentes y solicitudes de patente
de los llamados cultivos “climáticos”. Este oligopolio de seis empresas obstaculiza la innovación, favorece el despilfarro de
energía y promueve sustancias químicas nocivas para el ambiente y la salud. Las políticas de competencia deben dirigirse a
romper la cadena alimentaria industrial. Deben establecerse nuevas políticas que favorezcan la diversidad de los mercados y
la investigación que apoye el desarrollo de los sistemas agroecológicos. La diversificación de los mercados —tan sólo para las
semillas—, podría incidir en la reducción de sus precios hasta en 30% y ahorrarle a los campesinos del mundo más de 9 mil
millones de dólares anualmente.
6
8. Fortalecer los derechos de las mujeres productoras de alimentos. Las mujeres constituyen entre 60 y 80% de los productores
agrícolas y producen 90% de los alimentos en África y casi la mitad de todos los alimentos que se consumen en el mundo
anualmente. No obstante, en el África Subsahariana, sólo 15% de los propietarios de tierras son mujeres y reciben menos
del 10% del crédito y servicios complementarios. Las políticas dirigidas a eliminar las inequidades de género podrían, por lo
mínimo, incrementar los rendimientos de las unidades agrícolas dirigidas por mujeres entre 2.5 y 4 por ciento.
9. Diversificar el procesamiento y la comercialización de ventas de alimentos directas al consumidor. Hoy día, los mayores
oligopolios en la comercialización de alimentos al menudeo controlan entre 40 y 50% del mercado de alimentos en América
Latina, 10% en China, 30% en Sudáfrica y 50% en Indonesia. Las 100 mayores empresas procesadoras de alimentos controlan
77% de los alimentos empaquetados en el mundo y entre 10 y 11% de las ventas de alimentos al menudeo. Los sistemas
campesinos alimentan a 70% de la humanidad, incluyendo a los más vulnerables. Las políticas de competencia deberían eliminar
las prácticas oligopólicas y deberían establecerse nuevas políticas para ampliar y diversificar las opciones para los consumidores,
reducir la necesidad del procesamiento de los alimentos y apoyar el almacenamiento y distribución local de los alimentos.
10. Prohibir las tecnologías agrícolas tipo “Terminator”. En la actualidad, aunque está vigente una moratoria de las tecnologías
Terminator, algunos gobiernos maniobran para que esa moratoria sea levantada en 2012. Río+20 debe establecer una moratoria
global. En Etiopía, aproximadamente 90% del total del área cultivada con trigo se planta con semillas conservadas localmente. Si
se llegan a comercializar las semillas Terminator y se fuerza a los campesinos etíopes a comprar semillas nuevas cada vez que las
necesitan plantar, ello les implicaría un costo de 66 millones de dólares anuales. Los productores brasileños de soya que guardan y
reutilizan sus semillas se verían forzados a gastar 407 millones de dólares anuales si la prohibición de las semillas Terminator en Brasil
fuese levantada. En las Filipinas, se estima que el 59% del arroz es plantado con semillas campesinas conservadas. Si esos productores
arroceros fuesen obligados a comprar semillas nuevas cada temporada, gastarían 172 millones de dólares por año. Si los productores
de trigo canadienses (que ahora cultivan trigo en 8.36 millones de hectáreas con semillas campesinas conservadas) fuesen forzados a
adquirir en el mercado las semillas Terminator, el costo anual total que tendrían que desembolsar ascendería a 85 millones de dólares.
11. Reducir el dispendio de agua dulce en las industrias de procesamiento de alimentos y bebidas. Cinco empresas globales de
alimentos y bebidas (Nestlé, Danone, Unilever, Anheuser Busch y Coca-Cola), consumen el agua equivalente a las necesidades
domésticas diarias de todas las persona del planeta. Actualmente, por ejemplo, se requieren 12 mil litros de agua para producir y
procesar medio kilogramo de chocolate. El agua requerida para producir 65 millones de kilogramos de carne molida —el monto
retirado del mercado y destruido en Estados Unidos en 2008, debido a violaciones de sanidad alimentaria— era equivalente
a la cantidad de agua necesaria para irrigar 100 mil hectáreas de tierras secas durante un año. Los modelos de producción
campesina que privilegian el consumo local, consumen poca o ninguna agua. Las políticas deben priorizar el consumo local e
imponer impuestos muy elevados a las empresas procesadoras de alimentos y bebidas que despilfarran el agua.
Políticas para reducir la huella ecológica de la agricultura y mejorar la salud:
12. Mejorar la salud y reducir el daño ambiental. Actualmente, un adulto promedio que habita en un país de la OCDE come el
equivalente (innecesario y no saludable) de una comida extra al día (aproximadamente 750 calorías extra). Cerca del 25% del agua y
la energía —y de los gases de efecto invernadero asociados— que se producen en los países de la OCDE se destinan a la producción
de “alimentos excedentarios”. Al menos 50% de los adultos que viven en los países de la OCDE tienen problemas de sobrepeso
y obesidad. La obesidad cuesta a los países de la OCDE casi 300 mil millones de dólares anuales, un monto que sería más que
suficiente para cumplir todas los Objetivos de Desarrollo del Milenio para 2015, dejando además, un sobrante de 100 mil millones.
13. Reducir el consumo de carne y productos lácteos en los países de la OCDE. Según estimaciones de la ONU, la demanda
global de carne y producto lácteos se duplicará hacia 2050. El consumo per cápita de carne en los países de la OCDE es 10 veces
superior al de los países del Sur global. Una reducción de 25% en el consumo global de productos cárnicos reduciría nuestras
emisiones de gases de efecto invernadero en 12.5 por ciento.
14. Eliminar el desperdicio y la devastación ambiental de la industria pesquera. Actualmente, el cultivo industrial de pescado
requiere de 6 toneladas de peces silvestres para producir una tonelada de pescado y entre 1.5 y 3 toneladas de alimento para cosechar
una tonelada de salmón cultivado. La pesca campesina y los estanques familiares reciclan los nutrientes y casi no generan desperdicios.
Las políticas deben incorporar los desperdicios en la contabilidad de los impuestos que deben pagar las granjas industriales de pescado.
15. Fortalecer los sistemas alimentarios urbanos y periurbanos. En estos tiempos, los consumidores británicos desechan 243 litros
de agua por día en comida desperdiciada. Esto representa un 6% del consumo de agua total del Reino Unido y una y media veces más
que la necesidad personal media de agua por día. Actualmente, entre 25 y 30% del agua dulce en las áreas urbanas —aproximadamente
45 mil millones de litros— se pierde por fugas en las tuberías, lo cual cuesta a los gobiernos municipales cerca de 14 mil millones de
dólares anuales. El agua urbana desperdiciada por las fugas podría satisfacer las necesidades de agua de 200 millones de personas o 4.5
millones de pequeñas huertas urbanas. Si los 243 litros de agua que se desechan diariamente en el Reino Unido por el desperdicio de
comida fuesen puestos a disposición de los cultivadores urbanos, podrían producirse 18 mil tomates por año, 3 mil 240 lechugas cada 60
días, 900 coles cada 90 días o 9 mil cebollas cada 120 días. Las políticas deberían promover la agricultura urbana (incluyendo el acceso
al agua dulce de calidad), lo cual mejoraría la eficiencia en el uso del agua, el reciclaje de los desechos y favorecería la nutrición local. 7
Políticas para favorecer la innovación y diversificación de la red alimentaria:
16. Apoyar las estrategias campesinas de conservación in situ. Existe un consenso general respecto a que la adaptación de
la agricultura al cambio climático dependerá de la conservación e introducción de los parientes silvestres de los cultivos. Los
esfuerzos vigentes, sin embargo, alcanzan sólo a recolectar alrededor de 700 especies. Los campesinos conservan entre 50 mil
y 60 mil especies de parientes silvestres de los cultivos tradicionales. Su estrategia de conservación y crianza in situ debe ser
apoyada.
17. Favorecer la siembra y la producción de los cultivos subutilizados. Hoy día, la cadena alimentaria industrial se concentra en
150 especies y casi toda la investigación se reduce a 12 especies. La red alimentaria campesina siembra y nutre 7 mil cultivos
alimentarios, ofreciendo un enorme potencial para responder al cambio climático. Las políticas públicas deben fortalecer dichos
esfuerzos para diversificar la red alimentaria.
18. Reestructurar las prioridades de investigación para apoyar los cultivos campesinos. Durante el último medio siglo, los
productores industriales han generado alrededor de 80 mil variedades de plantas (incluyendo 7 mil de centros internacionales
de investigación). Casi 60% de los cultivos comerciales privados son de carácter ornamental. En el mismo periodo, los campesinos
han contribuido con casi 2.1 millones de variedades de alimentos y forrajes. Las políticas deben entregar la dirección del
desarrollo de cultivos a las organizaciones campesinas, duplicar el acceso a los bancos genéticos para favorecer el desarrollo de
cultivos y el intercambio de variedades de plantas y semillas entre unidades agrícolas de pequeña escala, así como eliminar las
regulaciones monopólicas que inhiben la innovación. El gasto público en investigación agrícola debe incrementarse y la mayor
parte de la investigación debe estar dedicada al desarrollo de soluciones agroecológicas para enfrentar los retos que vendrán,
mediante la promoción de sistemas alimentarios biodiversos y con capacidad de resiliencia.
19. Promover la resiliencia en las especies y variedades de ganado, así como reintroducir los animales tradicionales y
locales en las granjas. En la actualidad, tres o cuatro multinacionales controlan el pie de cría de cada uno de los cuatro
principales animales de granja (ganado, cerdos, pollo para carne, gallinas ponedoras y pavos). En total, cien variedades
constituyen casi toda la producción comercial de carne y lácteos. Adicionalmente, tres grandes empresas concentran el
43% de la producción de medicamentos veterinarios y otras tres controlan el 25% de la producción industrial de forrajes
en el mundo. A medida que la cadena agro-industrial continúa estrechando el rango de las especies y variedades de
ganado disponibles para enfrentar el cambio climático, los campesinos mantienen 40 especies de ganado y 7 mil 616
variedades que, de otro modo, se extinguirían. Las políticas deben apoyar la conservación y la crianza campesina de
estos animales y los derechos de los productores pecuarios tradicionales. Debe promoverse la producción de carne,
lácteos y forrajes derivados de animales de pastura en pequeñas granjas o localidades y debería eliminarse todo uso de
antibióticos no terapéuticos en la producción pecuaria.
20. Conservar y promover la pesca marina y de agua dulce, de pequeña escala. En la actualidad, la pesca industrial
comercializa 363 especies y el sistema industrial ha eliminado 20% de todas las especies de agua dulce, mientras la
sobreexplotación pesquera ha eliminado casi todas las especies marinas populares. Los pescadores artesanales protegen y
cosechan más de 22 mil especies sólo de agua dulce. Las políticas deben fortalecer el apoyo a los pescadores campesinos.
Comentarios y apoyo
Si tienes comentarios y sugerencias de cambios a este documento, y si tu organización desea suscribir el documento, envía
por favor un correo electrónico a rio2012agcso@gmail.com
En octubre 2011 publicaremos una nueva versión de este documento, basado en las discusiones y aportes que recibamos.
El documento está disponible en Español, Inglés, Francés y Alemán
www.timetoactrio20.org
Organizaciones que apoyan este documento (30.08.2011)
African Biodiversity Network (ABN), AS-PTA – Agricultura Familiar e Agroecologi (Brazil), ANGELS Foundation (Nigeria), Bangladesh Krishok
Federation, Biovision (Switzerland), Center For Environmental Education And Development (Brazil), Centre for Environmental Policy
and Advocacy (Malawi), Centro Ecológico (Brazil), Cercle pour la défense de l’environnement - CEDEN (RDCongo), CIPRES (Nicaragua),
Development Fund (Norway), EcoNexus (International), ETC-group (International), Federación de cooperatives para el desarrollo (Nicaragua),
FIAN Belgium, FoodFirst (USA), Fundaexpresion (Colombia), Improved Stoves Association (Kenya), Katosi Women Development Trust
(Uganda), Latin American Scientific Society of Agroecology (SOCLA), MAUDESCO / FoE (Mauritius), More and Better (International), National
Fisheries Solidarity Movement of Sri Lanka, SINERGIA (Bolivia), Norwegian Farmers and Smallholder’s Union, Support for Women in Agriculture
and Environment – SWAGEN (Uganda), The Royal Norwegian Society for Development (Norway), Third World Network (International),
Transnational Institute (The Netherlands), USC Canada, World Family (USA), World Forum Of Fish Harvesters & Fish Workers (International)