Proverbio africano, se explicaría así: «Mucha gente pequeña, en muchos lugares pequeños, cultivarán pequeños huertos…que alimentarán al mundo». ACADEMIA SOL DE LOS ANDES FORMACION DE EN PRODUCCION AGRICOLA, PECUARIA Y AMBIENTAL REGENERATIVA CON ENFASIS EN LIDERAZGO Y ASOCITAVIDAD BIENVENIDOS HOLA A TOD@S ALDEA SOL DE LOS ANDES LOS SALUDA. https://www.facebook.com/aldeasoldelosandes
jueves, 29 de diciembre de 2011
.: MANEJO AGROECOLÓGICO DE PLAGAS
.: MANEJO AGROECOLÓGICO DE PLAGAS: Dentro de un mismo terreno se puede cultivar, dos o más cultivos con la finalidad de contrarrestar el ataque de las plaga...
DERECHOS A LA NATURALEZA
La nueva legislación boliviana otorga 11 derechos básicos a la naturaleza, entre los que destacan:
el derecho a la vida y a la existencia;
el derecho a continuar ciclos vitales y procesos libre de la alteración humana;
el derecho a no tener su estructura celular contaminada o alterada genéticamente;
el derecho “a no ser afectada por mega infraestructuras y proyectos de desarrollo que afecten el balance de los ecosistemas y las comunidades de los pobladores locales”;
el derecho al aire limpio y al agua pura;
el derecho al equilibrio;
el derecho a no ser contaminada;
“Es histórico mundialmente. La Tierra es la madre de todos”, dijo el vicepresidente Alvaro García Lenera. “Establece una nueva relación entre el hombre y la naturaleza, la armonía que debe de ser preservada como garantía de su regeneración”.
Como parte de este proyecto que reconoce a la Madre Tierra, o Pachama, entre las culturas locales, como una entidad legal, se establecerá un Ministerio de la Madre Tierra y se nombrará un ombudsman para monitorear a las industrias y proteger a las comunidades y ecosistemas.
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La Ley de la Madre Tierra: Bolivia da a la naturaleza los mismos derechos que al hombre
En un destacada iniciativa, una ley apoyada por el gobierno y la gente de Bolvia propone establecer un Ministerio de la Madre Tierra y otorgar a la naturaleza igualdad de derechos con el ser humano
Bolivia está por pasar la primera ley en el mundo que le otorga a la naturaleza los mismos derechos que a los seres humanos, haciendo al hombre, a la planta, al animal, al río o a la montaña, iguales. La Ley de la Madre Tierra, acordada por los politicos y con un fuerte apoyo popular, redefine las riquezas minerales del país como “bendiciones” y propone radicales medidas de conservación para reducir la contaminación y controlar la industria.
La nueva legislación otorga 11 derechos básicos a la naturaleza, entre los que destacan: el derecho a la vida y a la existencia; el derecho a continuar ciclos vitales y procesos libre de la alteración humana; el derecho al aire limpio y al agua pura; el derecho al equilibrio; el derecho a no ser contaminada; el derecho a no tener su estructura celular contaminada o alterada genéticamente. Y quizás, lo más interesante: el derecho “a no ser afectada por mega infraestructuras y proyectos de desarrollo que afecten el balance de los ecosistemas y las comunidades de los pobladores locales”, lo que en teoría prácticamente bloquearía la mayoría de los proyectos petroleros, mineros y de extracción de recursos naturales. Algo que habrá que verse, ya que Bolivia recibe cientos de millones de dólares de compañías extranjeras en el sector minero y las leyes son suficientemente abstractas para encontrar caminos para seguir explotando en cierta forma la naturaleza. En Ecuador, una legislación que también da derechos básicos a la naturaleza, no ha impedido que las compañías petroleras sigan destruyendo partes biolgicamente invaluables del Amazonas.
No quedan claro tampco algunos detalles de aplicación, ¿tendrán los bichos y los insectos, los mismos derechos que los mamíferos o las aves?
“Es histórico mundialmente. La Tierra es la madre de todos”, dijo el vicepresidente Alvaro García Lenera. “Establece una nueva relación entre el hombre y la naturaleza, la armonía que debe de ser preservada como garantía de su regeneración”.
Como parte de este proyecto que reconoce a la Madre Tierra, o Pachama, entre las culturas locales, como una entidad legal, se establecerá un Ministerio de la Madre Tierra y se nombrará un ombudsman para monitorear a las industrias y proteger a las comunidades y ecosistemas. Habrá que verse hasta que punto esto no es solamente un nombre más sofisticado para el Ministerio del Medio Ambiente, de cualquier forma la iniciativa del gobierno del primer presidente indígena de la región, Evo Morales, es digna de celebrarse y quizás en algunos años sea recordada como precursora de una legislación global impostergable, sensible a la consciencia de que la Tierra no sólo es el sustento de todos los seres vivos, es un ser vivo en sí misma.
miércoles, 28 de diciembre de 2011
LA AGROECOLOGIA COMO ALTERNATIVA DE DESARROLLO RURAL
La transformación de la agricultura tradicional en otra de tipo industrializada ha afectado de forma muy negativa a la Biodiversidad Agraria, entendiendo como tal a recursos genéticos para la alimentación y la agricultura, paisajes agrarios y cultura campesina (Egea Fernández y Egea Sánchez 2010a). Las causas hay que buscarlas en la sustitución de variedades locales por otras comerciales, obviando los programas de mejora de ámbito local o regional (Gliessmann 2002), en la homogeneización de los agrosistemas a través del monocultivo (FAO 1996), en la normativa legal vigente (Soriano 2007) y en la política agraria comunitaria, que se ha olvidado de la agricultura familiar en favor de la agricultura industrializada. Las consecuencias más graves de este modelo de desarrollo agrario, además de otras de tipo ambiental o sobre la salud humana, son:
Enviado por: ECOticias.com / Red / Agencias, 28/12/2011, 16:34 h | (91) veces leída
• Destrucción de agrosistemas y paisajes agrarios heterogéneos, cerrados y autosuficientes, básicos para la sustentabilidad de las comunidades campesinas.
• Despoblamiento en el medio rural, sobre todo en áreas de montaña y en las zonas más desfavorecidas de los países industrializados.
• Desorganización de la unidad familiar y abandono de las estructuras agrarias campesinas y familiares en todo el mundo (Izquierdo 2008).
• Erosión de la Memoria Biocultural (Toledo y Barrera-Bassols 2008), debido al envejecimiento de la población y a la ruptura de transmisión de conocimientos orales sobre el manejo sostenible de recursos naturales y culturales por falta de relevo generacional.
Esta pérdida de Biodiversidad Agraria es un proceso irreversible que supone una grave amenaza para la estabilidad de los ecosistemas, el desarrollo agrícola y la seguridad alimentaria (FAO 2008, Esquinas Alcazar 2011).
La importancia de la agricultura tradicional
La agricultura tradicional, aún siendo la actividad que históricamente más ha transformado los sistemas naturales, ha generado sistemas agrarios perfectamente integrados en el paisaje y que, en la actualidad, poseen un extraordinario valor ambiental, económico y sociocultural. Así, tenemos ejemplos significativos en los sistemas ingeniosos de patrimonio mundial (SIPAM, Koohafkan 2010), como los sistemas agrícolas de Chiloe (Chile) y de los Andes (Perú), las terrazas de arroz de Ifugao (Filipinas) o de Hani (China), o los oasis del Maghreb. No menos interesantes son las laderas aterrazadas de los paisajes levantinos o canarios, que constituyen una obra faraónica para aprovechar las aguas pluviales de laderas y cañadas; o las huertas tradicionales que configuran unos paisajes reticulados de gran belleza; sin olvidar los majadales, de alta diversidad, generados por la acción del pastoreo, pisoteo y deyecciones del ganado lanar; o las dehesas, ecosistemas agrosilvopastorales formados a partir del bosque primitivo que, debido a la actividad humana, poseen una gran estabilidad y una autosuficiencia de energía y materiales (Gómez Sal 2007).
Los impactos positivos de la actividad agraria no sólo se manifiestan en la biodiversidad planificada por los agricultores, sino que también influyen sobre la biodiversidad natural asociada a los cultivos. En los márgenes de cultivos, setos y barbechos aparecen todo tipo de plantas silvestres, de pequeño porte y con producción de grandes cantidades de semillas, que sirven como alimento principal a numerosas comunidades faunísticas, tanto de vertebrados como de invertebrados (Nichols 2006). Prueba del papel relevante que ejercen los espacios agrarios en el funcionamiento global de la naturaleza se desprende del hecho de que un 80% de la superficie de Zonas Especiales para la Protección de las Aves (ZEPA) están sometidas a un tipo de aprovechamiento agrario (De Miguel y Gómez Sal 2002). De acuerdo con algunos autores (Blanco 2001, San Miguel 2003), gran parte de la fauna silvestre más emblemática (aves esteparias, rapaces, linces, osos, lobos, anfibios, reptiles, etc.) se vería gravemente afectada sin la existencia de agropaisajes diversos, donde viven, se refugian y/o encuentran alimento. En este sentido, la presencia de una vegetación forestal residual alrededor o en el interior de los cultivos no sólo es importante para la alimentación, nidificación o refugio de la fauna, sino que además cumple una función importante tanto en el funcionamiento del agrosistema (control biológico de plaga, polinizadores, mejora del suelo,…), como para servir de corredores o pasaderas para los movimientos de especies entre distintas zonas.
La desaparición de los paisajes agrarios tradicionales, con toda su diversidad planificada y asociada es un hecho en la actualidad. Todo el sistema agrario tradicional se está desmoronando con amplias repercusiones tanto desde el punto de vista ambiental, como socioeconómico, cultural y humano (Egea Fernández y Egea Sánchez 2010b). Esta falta de sensibilidad hacia los espacios agrarios está relacionada, probablemente, con el desconocimiento general de la sociedad del rico patrimonio agrario que aún atesoramos, de su papel en los paisajes culturales, de la problemática a la que está sometido y del potencial que representan estos recursos endógenos para el mantenimiento de un mundo rural vivo y dinámico. Ante esta pérdida irreversible de agrobiodiversidad consideramos de vital importancia la recuperación y conservación de los paisajes agrarios tradicionales de interés, sus recursos genéticos, así como toda la cultura acumulada en torno a la gestión y manejo de los recursos naturales. Si no actuamos de forma rápida, en unas pocas décadas habrá desaparecido de nuestros campos toda señal de identidad.
[Los campesinos como “especie clave” en los agrosistemas. Foto. Alonso Torrente.]Agroecología y conservación de los Paisajes Agrarios
La conservación de la biodiversidad agraria pasa por encontrar mecanismos y alternativas que sean realmente efectivas. De acuerdo con algunos autores (Mata Olmo 2004, Silva 2008), los paisajes asociados a las prácticas agrícolas y ganaderas han sido obviados tanto por parte de las instituciones sectoriales como por las territoriales, por lo que se carece, en general, de una normativa para su conservación, ordenación y gestión.
Los instrumentos y herramientas disponibles, diseñados para los “espacios naturales”, no son aplicables a la conservación de los paisajes agrarios, donde a menudo los campesinos se han considerado como un elemento marginal e incluso hostil. Las propuestas centradas en la conservación del patrimonio cultural, tampoco recogen planteamientos claros y explícitos sobre el patrimonio agrario, primando los valores históricos y monumentales sobre los agronómicos y culturales (Silva 2008). En cualquier caso, ninguna de las políticas de conservación de espacios agrarios que apliquemos será efectiva, si no está basada en el mantenimiento de la especie humana en su territorio. Los campesinos (agricultores, ganaderos, pastores, huertanos,…) constituyen la especie “clave” o “controladora”, de la que depende la estructura y el funcionamiento del agrosistema (Egea Fernández y Egea Sánchez 2006), unidad básica en los paisajes culturales. De esta forma, todas las alternativas de conservación y gestión de espacios agrarios que nos planteemos deben pasar por mantener a los campesinos en su nicho. Y esto sólo lo podemos conseguir mejorando su calidad de vida en el medio rural, poniendo a su disposición las nuevas tecnologías, valorizando sus productos, aumentando y fortaleciendo su autoestima e integrándolo en la gestión y planificación integral del territorio.
Una alternativa para la conservación de los paisajes agrarios surge de las propuestas agroecológicas (Egea Fernández y Egea Sánchez 2010b). La Agroecología es una ciencia relativamente reciente cuya finalidad es contribuir al desarrollo rural tomando como base los recursos endógenos y los conocimientos campesinos, sin renunciar a los avances científicos y técnicos. Su objetivo principal es la sostenibilidad de todo el sistema agroalimentario (producción, transformación, distribución y consumo) desde el punto de vista ecológico, económico y social. La base para cumplir este objetivo se encuentra en el manejo de los agrosistemas bajo principios y normas agroecológicas y en los circuitos cortos de comercialización, con la finalidad de fijar la población en su territorio y mantener vivo y diverso en el medio rural. El método utilizado es la Investigación Acción Participativa (Guzmán et al. 2000).
La Agroecología como alternativa de Desarrollo Rural se ha traducido en una variedad de programas y planes ligados a la agricultura y ganadería ecológica, cuyos objetivos son (Sevilla y Alonso 1994, Guzmán y Alonso 2003):
• Rescatar y revalorizar el conocimiento y las técnicas utilizadas por el campesino en el manejo de los agrosistemas, con un enfoque participativo, multidisciplinar y sistémico, donde confluyan el conocimiento moderno y el tradicional.
• Aumentar la diversidad de cultivos y animales dentro del agrosistema, para adecuar el reciclaje de materia a las necesidades existentes y reducir al mínimo los riesgos económicos, ambientales y biológicos.
• Mejorar la base de los recursos naturales mediante la conservación y uso óptimo del agua y el suelo.
• Fomentar la organización social de los agricultores, tanto en el sentido de producción y comercialización, como en aspectos reivindicativos, para participar en la toma de decisiones políticas en función de las necesidades locales.
La Agroecología apuesta también por la multifuncionalidad del territorio, como complemento de la actividad agraria, basada en el turismo alternativo (agroturismo, ecoturismo, turismo gastronómico) y como conservadores del patrimonio natural (Guzmán y Alonso 2003, Izquierdo 2008).
Biodiversidad agraria y cultura campesina como alternativa de desarrollo rural. El proyecto Agroders
La Red de Agroecología y Ecodesarrollo de la Región de Murcia (RAERM), asociación sin ánimo de lucro, consciente del proceso de erosión genética, paisajística y cultural que padece nuestra sociedad, inició, en 2004, un proyecto de investigación participativa entre agricultores, consumidores, técnicos y científicos, con la finalidad de promover la Agroecología como motor principal de Desarrollo Rural Sostenible (proyecto Agroders) a través de la valorización de la Biodiversidad Agraria y las Culturas Campesinas (Egea-Fernández y Egea-Sánchez 2008). Las líneas de trabajo seguidas en este proyecto son:
• Delimitar, describir y evaluar Lugares de Interés Agroecológico.
• Recuperar y valorizar recursos fitogenéticos locales para el cultivo ecológico.
• Producir y comercializar las variedades locales en circuitos cortos de comercialización.
[LIA Arroyo Blanco, Moratalla (Murcia). Foto JM Egea F]Lugares de interés agreocológico y conservación de los paisajes agrarios
Los Lugares de Interés Agroecológico (LIA) son espacios relevantes del paisaje agrario que se han mantenido vivos y diversos durante siglos, provistos de un gran valor ambiental, socioeconómico y/o cultural. Se han definido (Egea Fernández y Egea-Sánchez 2006) como “áreas de cultivos tradicionales que presentan una gran diversidad de recursos genéticos, que han contribuido de forma más o menos significativa al desarrollo socioeconómico de su entorno y que conservan elementos culturales relevantes, vinculados a la historia y al paisaje”.
En la Región de Murcia se han delimitado, descrito y evaluado como LIA: huertos familiares ligados a pequeños arroyos y manantiales de montaña, huertos antiguos periurbanos sometidos a la presión urbanística; el Valle de Ricote, un auténtico oasis que mantiene numerosos manifestaciones de su pasado árabe; o el Coto arrocero de Calasparra, con un manejo ancestral del cultivo debido a la dificultad de su mecanización, además de constituir el segundo humedal en importancia de la Región de Murcia. Se han considerado también viñedos ancestrales situados en áreas de montaña con pequeñas bodegas familiares, laderas aterrazadas con almendros y estepas cerealistas imprescindibles para el mantenimiento de aves esteparias protegidas (Egea Fernández y Egea Sánchez 2010c,d).
Los distintos espacios analizados se han evaluado de acuerdo con su estado de conservación, su funcionalidad ecológica y su patrimonio cultural. Los criterios considerados se han agrupado en cuatro bloques (Egea Fernández y Egea Sánchez 2010e): Patrimonio agrario y cultural, patrimonio ecológico y paisajístico, funcionalidad agraria y cultural, funcionalidad ecológica y paisajística. A cada uno de los bloques se le ha asignado una puntuación máxima de 25 puntos sobre un total de 100. Cada criterio aparece graduado entre 1-5 puntos (entre muy mala y muy buena, respectivamente).
Los LIA, cuyo máximo exponente lo encontraríamos en los SIPAM, constituyen un espacio ideal para la conservación de los recursos genéticos y para la investigación agroecológica. Bien manejados pueden ser una fuente de actividades y empleos en el medio rural, relacionados con la producción, transformación y comercialización de productos endógenos de calidad, así como a través del turismo alternativo.
En consecuencia, es necesario el desarrollo urgente de una política activa de protección y gestión de los LIA, que cuente con agricultores y ganaderos. Su presencia en el campo y su compromiso con el entorno es un elemento clave e imprescindible para conservar la biodiversidad agraria y natural, al mismo tiempo que para generar actividades y empleos que fijen a la población rural. Para hacer realidad esta propuesta contamos con algunos instrumentos como los programas de conservación de la Biodiversidad y de Desarrollo Rural nacionales y europeos que, entre sus acciones prioritarias, contemplan la recuperación y valorización de la agrobiodiversidad y la preservación de los paisajes agrarios tradicionales de gran valor natural (FEADER, periodo 2007-2013, Programa de Desarrollo Rural Sostenible 2010-2014). El problema es que falta una voluntad política seria, en el ámbito nacional e internacional, que apueste por la preservación de espacios agrarios de interés sociocultural y ambiental, no como hábitats para la conservación de la flora y fauna silvestre.
[Caracterización varietal en la finca Peralejo (Calasparra). Foto. JM Egea F.]Recuperación y valorización de recursos fitogenéticos locales para el cultivo ecológico
Uno de los objetivos principales del proyecto Agroders ha consistido en construir un movimiento, en la Región de Murcia, para recuperar, conservar y seleccionar recursos fitogenéticos en peligro de extinción, así como la memoria biocultural ligada al uso y gestión de dichos recursos. Las principales acciones, centradas hasta la fecha en plantas herbáceas, han sido:
1. Recuperación de semillas y de la cultura campesina. Se ha establecido una red en la que colaboran o han colaborado, investigadores de diversas instituciones, técnicos, empresas agrarias, agricultores, consumidores y grupos sociales. La actividad de la red se ha centrado en la recolección de semillas, principalmente en los LIA, así como la cultura campesina (a través de entrevistas semidirigidas) relacionada con el diseño y manejo del espacio agrario. Paralelamente se ha rescatado parte del material vegetal de la Región de Murcia depositado en Bancos de Germoplasma del país.
2. Caracterización varietal y agronómica de variedades locales. Las semillas recuperadas se han cultivado, bajo sistemas de producción ecológica, en fincas de los agricultores asociados al proyecto, así como en fincas de centros públicos de investigación. Esta acción nos ha permitido identificar la variabilidad intraespecífica disponible aún en la región y su repuesta al cultivo ecológico.
3. Selección participativa y multiplicación de variedades. Para la selección de variedades, además del comportamiento agronómico, se ha tenido en cuenta la opinión de técnicos y consumidores. Para ello, se ha organizado catas profesionales y degustaciones populares, con la finalidad de seleccionar variedades locales que sean aceptablemente productivas y de gran calidad organoléptica. Más adelante se prevé analizar su calidad nutricional. De las variedades recuperadas se ha multiplicado semillas, que están depositadas en el Banco de Germoplasma Local de la Universidad de Murcia.
4. Fomento de la producción y consumo de recursos genéticos locales. Con la finalidad de dar a conocer y promover la producción y el consumo de variedades locales se han organizado diversas eventos (ferias, jornadas técnicas, gastronómicas,…), en los que se incluía la exposición y venta de variedades locales ecológicas, cocina en directo con degustaciones y catas de estas variedades, así como talleres ligados a la cultura campesina.
5. Intercambio de semillas para la conservación in situ: En el seno de la RAERM se ha constituido un grupo de trabajo, la Red Murciana de Semillas, con la finalidad de producir en cultivo ecológico las variedades recuperadas, multiplicar e intercambiar semillas (tres veces al año) y participar en el proceso de selección de variedades. Este colectivo está constituido por un grupo de personas y colectivos interesados en la conservación “in situ” de los recursos fitogenéticos.
[Exposición y cata de variedades locales de tomate. Foto JM Egea F.]Del Campo al Campus, una iniciativa de consumo responsable de alimentos
El consumo responsable (1) de alimentos es el único mecanismo que podría ser efectivo para detener la pérdida de Biodiversidad Agraria. La venta de recursos genéticos locales a un precio justo, producidas en los LIA, permitiría a los agricultores contar con rentas suficientes para tener un mínimo de calidad de vida y contribuir con su actividad a mantener los paisajes agrarios de interés, con toda su biodiversidad asociada. Para conservar la Biodiversidad Agraria hay que consumir. Bajo este principio se ha puesto en marcha, como continuación lógica del proyecto Agroders, del Campo al Campus, una iniciativa de consumo responsable basada en circuitos cortos de comercialización, que cuenta con la colaboración de la Universidad de Murcia (Dpto. de Biología Vegetal, Campus Sostenible) y la empresa Biomurcia sll, que se crea en torno a este proyecto.
La iniciativa surge en noviembre de 2010 con una doble finalidad. Por un lado, promover un nuevo estilo agroalimentario que contribuya a mitigar los grandes problemas ambientales (cambio climático, pérdida de biodiversidad, erosión y contaminación del medio,…) y sociales (injusticia, inseguridad alimentaria, crisis en el medio rural,…), generados por el sistema agroalimentario globalizado, en manos de oligopolios de producción de insumos (agroquímicos, semillas), industrias agroalimentarias y, sobre todo, de las grandes cadenas de distribución y comercialización de alimentos (ETC group 2008). Por otro lado, contribuir al desarrollo rural y la conservación de la biodiversidad agraria (recursos genéticos, paisajes agrarios, cultura campesina) en el medio rural, a través de la venta (directa y on-line) de productos ecológicos que incluya variedades locales en peligro de extinción producidas, en la medida de lo posible, en los LIA de la Región de Murcia y zonas adyacentes (km 0).
La puesta en marcha de la iniciativa no ha estado exenta de problemas que han impedido cumplir parte de los objetivos. Por un lado, de tipo estructural, como es la dependencia del mercado globalizado para ciertos productos ecológicos (frutas subtropicales, de pepita, carnes y sus derivados,…) debido a la escasa o nula disponibilidad de ellos en nuestra región; o la falta de asociacionismo entre iniciativas similares para la provisión conjunta de productos; a lo que hay que añadir la falta de profesionalidad de ciertos productores que sirven los productos en mal estado, o simplemente no los sirven en la fecha prevista para su distribución. Por otro lado, no se ha captado un número suficiente de consumidores para llevar a la práctica algunas de las acciones previstas, como la de organizar grupos de agricultores en el interior de los LIA para contribuir a su conservación.
Para paliar algunas de estas amenazas y debilidades se ha propuesto, en el seno de la Sociedad Española de Agricutura Ecológica (SEAE), la creación de un grupo de trabajo con la finalidad de estructurar en todo el estado español una red de producción y consumo responsable como forma de resistencia al sistema agroalimentario globalizado. Algunos de los objetivos prioritarios de la red propuesta son:
• Generar sinergias entre colectivos de producción y/o consumo regionales y con otros colectivos estatales, para reducir al mínimo la cadena agroalimentaria.
• Dinamizar la producción y el consumo de alimentos ecológicos, en todos los niveles de la sociedad.
• Buscar la equidad y justicia en los precios, tanto para productores como para consumidores.
• Priorizar la producción y el consumo de productos de temporada, locales, procedentes de sistemas agrarios diversificados.
• Potenciar la producción y el consumo de variedades locales.
El turismo responsable como alternativa de desarrollo rural. Rutas ecoagroturísticas y bioitinerario
El turismo responsable o comunitario es una forma de turismo alternativo, no masificado, controlado y gestionado por la población local, que es complementario a las actividades productivas tradicionales, que respeta los recursos naturales y patrimoniales de los pueblos visitados y que contribuye al desarrollo socioeconómico del territorio.
Desde el punto de vista de la agroecología, esta forma de hacer turismo significa integrarse con la gente, conocer sus costumbres, sus productos y sus paisajes más recónditos. Alojarse en establecimientos que ofrezcan la oportunidad de entrar en contacto con la vida en el medio rural, conocer sus técnicas de cultivo a través de una huerta o de una granja. Tener la posibilidad de disfrutar de una buena comida con productos diferenciados de la tierra y, en la medida de lo posible, ecológicos. Los edificios emblemáticos restaurados (molinos, casas de campo, caseríos,…) o aquellos que han optado por minimizar sus impactos ambientales a través de la arquitectura bioclimática, son espacios también apropiados para el alojamiento. Las compras deben centrarse en los recursos endógenos. Sólo así haremos un turismo responsable, un turismo comprometido con el territorio. Esta forma de entender el turismo nos ha llevado a diseñar diversas rutas de interés agroecológico.
[Cabra “basta” y oveja segureña en Suerte Somera, Castril. Foto: JM Egea.]Rutas ecoagroturísticas. El caso de Tierra de Iberos (Murcia)
Denominamos Tierra de Iberos a un Paisaje Cultural (Egea Fernández y Egea Sánchez 2010 b) situado en el centro y noroeste de la Región de Murcia. Este territorio cuenta con un patrimonio natural y cultural muy rico, en el que se han delimitado 16 LIA, 11 de montaña y 5 de llanos y vegas, así como 14 LIC y 7 ZEPA (46.7% y 61%, respectivamente, de la superficie regional). Además, se cultivan productos locales de alta calidad, algunos de ellos reconocidos en el ámbito nacional e internacional, como el arroz de la DO de Calasparra, los vinos de la DO Bullas o las uvas de la DOP de Aledo. Muchos otros productos de interés, pero desconocidos, se encuentran en esta amplia zona, con más de seis milenos de agricultura y de cruce de culturas. Lugares de interés geológico, yacimientos arqueológicos, pinturas rupestres, monumentos religiosos, construcciones civiles, infraestructuras, hábitats, gastronomía..., son otros valores patrimoniales del territorio.
Para dar a conocer todo este rico patrimonio se han diseñado 15 rutas ecoagroturísticas (Egea Fernández y Egea Sánchez 2010 b), estructuradas en torno a tres ejes principales. El sendero de Gran Recorrido (GR-7), las Vías Pecuarias y la Vía Verde del Noroeste.
El GR-7 tiene su origen en Esparta (Grecia), atraviesa Europa y entra en la Península Ibérica por Andorra. En Murcia posee una longitud de 300 km. La elección de las Vías Pecuarias como uno de los elementos estructurales de las rutas ecoagroturísticas de Tierra de Iberos se debe a que son bienes de dominio público (Ley 3/1995 de Vías Pecuarias del Estado) que permiten conectar fácilmente puntos alejados de nuestra geografía y donde se puede encontrar elementos de interés etnocultural (descansaderos, abrevaderos, majadas, puertos reales). La Vía Verde del Noroeste es un antiguo tramo ferroviario, en desuso desde 1973, que unía Murcia con Caravaca de la Cruz, en el Noroeste de la Región de Murcia.
Para cada ruta se describen los valores naturales y culturales más relevantes del entorno, así como información de algunos factores que han contribuido a configurar el paisaje. En unos casos se ensalza la belleza, siempre subjetiva. En otros nos detenemos más en los valores agroecológicos, o bien se denuncia algunas situaciones insostenibles, como la ocupación física de las vías pecuarias. Además se incluyen datos sobre conectividad con otras rutas o accesos a puntos relevantes no situados directamente sobre la ruta.
Por último se completa con información de interés relacionado con el alojamiento o con alguna fiesta ligada a la cultura tradicional agraria. Para los alojamientos se han seleccionado sólo aquellos que ofrecen un servicio basado en los recursos endógenos del territorio, que han contribuido a rescatar el patrimonio cultural, o que ofrecen actividades ligadas al ecoturismo y/o agroturismo respetuoso con los valores naturales y culturales.
Bioitinerarios. El caso del municipio de Castril (Granada)
El bioitinerario es una ruta diseñada para conectar el turismo responsable con el sistema agroalimentario ecológico, tanto con la producción y transformación de alimentos, como con las formas de su distribución y consumo. Además, se plantea no sólo como un método para potenciar la producción ecológica, sino que constituye también una herramienta para la conservación del paisaje ecocultural y la diversificación socioeconómica desde una perspectiva agroecológica(2). El bioitinerario, a diferencia de las rutas ecoagroturísticas propuestas para Tierra de Iberos, debe unir y articular lugares de interés agroeocológico, ambiental, histórico y cultural, con productores ecológicos y con operadores del sector turístico alternativo. En consecuencia, el diseño de un bioitinerario, además de paisajes ecoculturales y recursos patrimoniales, requiere la presencia e implicación directa de operadores ecológicos, así como de instituciones y empresas de diversificación económica (alojamientos rurales, agroturismo, bodegas, venta de productos locales y/o ecológicos, elementos de interés cultural, museos etnográficos).
Todos estos requisitos confluyen en Castril (Granada), un municipio del altiplano granadino que, desde hace ya casi una década, ha apostado seriamente por la agroecología como motor de desarrollo socioeconómico, a través de un proceso de Investigación Acción Participativa, orquestado por miembros del extinto Centro de Investigación y Formación de Agricultura Ecológica y Desarrollo Rural (García Trujillo 2008).
Para mostrar todo el potencial agroecológico de Castril, se está diseñando un bioitinerario cuyo trazado unirá agricultores y ganaderos ecológicos del Altiplano, con los del Parque Natural de la Sierra de Castril. Además, conectará también con Agrocastril (empresa de producción de aceite ecológico), Biofalcó (fabricación de abonos orgánicos para agricultura ecológica), Ecoaltiplano (cooperativa de productores ecológicos y distribuidora), BioCastril (asociación de productores y consumidores ecológicos).
El itinerario atravesará LIA como el Sistema de riego y bancales de los Llanos de Tubos, cuya red de acequias, de época musulmana, ha llegado a la actualidad sin apenas modificación; los Cortijos del PN de la Sierra de Castril, donde se mantienen formas tradicionales de aprovechamiento de recursos naturales, en sistemas agropecuarios familiares cerrados; los Prados de Suerte Somera, una sucesión de navas y prados, situados por encima de 1500 m, con una intensa actividad ganadera en época estival y la presencia de microhuertos para el autoconsumo de los pastores. Desde los núcleos (áreas estratégicas del recorrido) se accede a diversos puntos de interés natural y cultural que ofrece el Parque Natural de la Sierra de Castril, así como el Conjunto Urbano de Castril, declarado como Bien de Interés Cultural en el año 2001.
Reflexión final
Los LIA constituyen auténticos paisajes culturales donde la actividad campesina ha dejado unos espacios heterogéneos diversos y sostenibles. Estos espacios son un reflejo de la relación armónica del ser humano con la naturaleza, a través del tiempo y del espacio. Su análisis en profundidad nos puede aportar datos relevantes para el diseño y manejo de sistemas agrarios de futuro desde la perspectiva agroecológica. Además, su potencial para contribuir al desarrollo socioeconómico de los pueblos es indudable. Recursos genéticos adaptados a las condiciones agroclimáticas del territorio y a los gustos de sus habitantes, diversidad de paisajes, cultura impresa en la memoria de los campesinos, recursos patrimoniales,… son algunos valores que podrían contribuir a fijar la población en el medio rural. No menos importante es su papel en el funcionamiento de los ecosistemas al constituir el hábitat de numerosos seres vivos.
Estos espacios agrarios de interés, a pesar de su importancia para nuestra seguridad y soberanía alimentaria, son abandonados en las zonas marginales y de montaña, o son transformados en monótonos campos de cultivos industrializados en las zonas llanas y con mejores condiciones para la agricultura; o bien, sucumben bajo el asfalto y el hormigón en la periferia de las ciudades. En consecuencia, es necesario el desarrollo urgente de una política activa de protección y gestión de los LIA, que cuente con agricultores y ganaderos. Sólo la presencia de estos actores en el campo y su compromiso con las nuevas actitudes más respetuosa con el entorno, puede permitir conservar y hacer un uso racional de los paisajes agrarios de interés agroecológico.
La puesta en marcha de grupos de trabajo con productores, consumidores y colectivos interesados constituiría una de las mejores apuestas para la conservación de los LIA con todos sus elementos estructurales y funcionales. Los programas de conservación de la Biodiversidad y de Desarrollo Rural deberían llevar a la práctica las líneas de acción para recuperar y valorizar los recursos endógenos agrarios, así como para potenciar el asociacionismo entre productores y consumidores u otras estructuras de mercado, que entre sus objetivos, se encuentren la valorización de los LIA en peligro de extinción. Estos espacios, bien gestionados, constituyen un auténtico laboratorio para llevar a la práctica programas de investigación participativa, de carácter multidisciplinar. También representan un espacio ideal para la conservación de recursos genéticos en peligro de extinción.
Todas estas acciones, aunque de enorme interés por representar un primer paso hacia la recuperación y conservación de la Biodiversidad Agraria, serán poco efectivas a largo plazo, si no hay una respuesta rápida y enérgica por parte de las diferentes administraciones e instituciones implicadas. Y este cambio demandado no se producirá sin un movimiento sociopolítico fuerte y bien cohesionado con capacidad para influir en las políticas agrarias actuales. En juego está la seguridad y soberanía alimentaria de la Tierra.
Notas
(1)Por consumo de alimentos responsable entendemos un compromiso con formas sostenibles y equitativas de producción, distribución y consumo de alimentos.
(2)Basado en la sostenibilidad de los recursos, la equidad social y el desarrollo en el medio rural.
http://www.revistaambienta.es/ - ECOticias.com
martes, 27 de diciembre de 2011
LA AGROECOLOGIA UNA PRACTICA SENSIBLE CON EL MEDIO AMBIENTE
José Rodrigo Guadalupe Barajas Mercado, egresado de la carrera de Licenciado en Administración de Agronegocios de la UABCS, realizó un estudio sobre los principios agroecológicos, como parte de su trabajo de titulación, a cargo del Dr. Francisco Higinio Ruiz Espinoza, profesor-investigador del Departamento Académico de Agronomía. El objetivo de este estudio fue promover una práctica agrícola más ligada al medio ambiente y su conservación, no sólo centrándose en la producción, sino también en la sustentabilidad ecológica, económica y social de los sistemas agrícolas para reducir el fenómeno de la devastación.
En su investigación, Barajas Mercado señala que la agroecología busca una mayor integración entre los recursos naturales, humanos, de capital y productivos; esto nos lleva a la estabilidad de los ecosistemas: “El objetivo que persigue la agroecología es la seguridad alimenticia, erradicar la pobreza, conservar y proteger los recursos naturales y la sustentabilidad para mantener la producción a través del tiempo”.
Más adelante, asegura que la agroecología es una ciencia que permite elegir sistemas de producción, métodos y técnicas, involucrando aspectos como: rotación de cultivos, incorporación de materia prima, manejos de animales, utilización de técnicas locales, entre otros aspectos que permiten una producción sustentable si se implementan adecuadamente.
Finalmente, José Rodrigo Guadalupe Barajas destaca que los principios agroecológicos son una serie de aspectos que permiten una sustentabilidad, no sólo en la manera de producción ni el económico: “Es más que una simple técnica, es una ciencia que busca sustentabilidad a lo largo del tiempo; sin duda es la única manera de mantener en equilibrio el medio ambiente optimizando los recursos para el mejor aprovechamiento”.
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lunes, 26 de diciembre de 2011
EL DESARROLLO SOSTENIBLE HA PERDIDO SIGNIFICADO
La degradación del planeta es tan grave que ya no es posible el desarrollo sostenible, un término acuñado en los 80 que ha perdido hoy su significado, por lo que ya solo cabe el "desarrollo regenerativo", defiende Herbert Girardet, Premio Global 500 de Naciones Unidas, considerado el Nobel de Medio Ambiente.
"En los 80 era lógico utilizar el término desarrollo sostenible, porque aún había algo que merecía la pena conservar", pero el término "ha perdido significado ya que se ha abusado del mismo", señala en una entrevista concedida a EFEverde,
Para Girardet, co-fundador del World Future Council, una fundación formada por 50 personalidades que asesora sobre las políticas futuras a adoptar, el término crecimiento sostenible choca con el concepto de Gaia y con los límites de regeneración del planeta: "Hay que empezar a pensar qué podemos hacer no para sostener el planeta, sino para regenerarlo".
Por otro lado advierte de que las ciudades son muy dependientes de los combustibles fósiles, cuando han hecho falta 300 millones de años para almacenar las cantidades de gas, carbón y petróleo que hoy "se están quemando a un ritmo devastador".
Las urbes, sin embargo, son las principales beneficiadas y, a su vez, las víctimas del uso de combustibles fósiles, porque "la subida del nivel del mar afectará primero a las ciudades costeras", y el incremento de las temperaturas a consecuencia del cambio climático afectará a todas ellas.
Así mismo, la dependencia de abastecimiento externo de las ciudades incrementa este consumo de combustibles fósiles, incluso la producción de alimentos en las granjas es "tremendamente" dependiente del petróleo.
Según Girardet, la cuestión está en cómo pueden emerger nuevos modelos para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, tanto en la ciudad como en el ámbito rural.
A pesar de todo, subraya, que el cambio todavía es posible.
Naciones Unidas puede conseguir "transmitir esta sensación de urgencia y promover la creación de economías basadas en las renovables, el reciclaje y la utilización de nuevos materiales.
"Tenemos una oportunidad de crear algo positivo de esta situación de crisis", concluye.
"En los 80 era lógico utilizar el término desarrollo sostenible, porque aún había algo que merecía la pena conservar", pero el término "ha perdido significado ya que se ha abusado del mismo", señala en una entrevista concedida a EFEverde,
Para Girardet, co-fundador del World Future Council, una fundación formada por 50 personalidades que asesora sobre las políticas futuras a adoptar, el término crecimiento sostenible choca con el concepto de Gaia y con los límites de regeneración del planeta: "Hay que empezar a pensar qué podemos hacer no para sostener el planeta, sino para regenerarlo".
Por otro lado advierte de que las ciudades son muy dependientes de los combustibles fósiles, cuando han hecho falta 300 millones de años para almacenar las cantidades de gas, carbón y petróleo que hoy "se están quemando a un ritmo devastador".
Las urbes, sin embargo, son las principales beneficiadas y, a su vez, las víctimas del uso de combustibles fósiles, porque "la subida del nivel del mar afectará primero a las ciudades costeras", y el incremento de las temperaturas a consecuencia del cambio climático afectará a todas ellas.
Así mismo, la dependencia de abastecimiento externo de las ciudades incrementa este consumo de combustibles fósiles, incluso la producción de alimentos en las granjas es "tremendamente" dependiente del petróleo.
Según Girardet, la cuestión está en cómo pueden emerger nuevos modelos para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, tanto en la ciudad como en el ámbito rural.
A pesar de todo, subraya, que el cambio todavía es posible.
Naciones Unidas puede conseguir "transmitir esta sensación de urgencia y promover la creación de economías basadas en las renovables, el reciclaje y la utilización de nuevos materiales.
"Tenemos una oportunidad de crear algo positivo de esta situación de crisis", concluye.
martes, 20 de diciembre de 2011
AGRICULTORES ORGANICOS
En la actualidad la situación social y económica de los agricultores en Colombia es particularmente difícil y precaria.
En la capital y en la mayoría de las grandes ciudades, los agricultores tienen que recurrir a intermediarios para vender sus productos en los mercados. Ellos ganan de 4 a 20 veces más lo que pagan a los agricultores.
En los mercados rurales, los agricultores orgánicos tienen que vender sus productos por menos de los productos ordinarios (no orgánicos). ¿La razón? Porque ellos no gastan dinero en aditivos químicos para cultivar orgánicamente, por lo tanto su alimento es más barato.
En las cadenas de supermercados, los agricultores orgánicos son pagados a crédito por su producto. El agricultor luego acepta tener que recoger el producto que no se vende y se daña, pero eso no lo salva de que le quiten la cantidad de dinero respectiva.
¿Por qué la mayoría de los agricultores usan productos químicos? Porqué es más fácil.
La "agricultura orgánica" parece una maravilla, pero cuando una plaga se extiende por todo el cultivo y los ingresos de la cosecha estan en riesgo, ¿qué hacer entonces?
Comprar el producto químico más reciente creado específicamente para combatir ese tipo de problema salvará seguramente los ingresos. Los productos químicos son la solución perfecta, pero simplemente no son naturales.
Los agricultores ecológicos no han sido tratados con justicia y su trabajo es a menudo más complicado de lo que pensamos, pero esto rara vez se toma en consideración. Muy pocas personas realmente se preocupan por el significado y el valor de "orgánico". Casi nadie en Colombia.
Todos nuestros productores son excelentes agricultores orgánicos, muy trabajadores y dedicados.
En la capital y en la mayoría de las grandes ciudades, los agricultores tienen que recurrir a intermediarios para vender sus productos en los mercados. Ellos ganan de 4 a 20 veces más lo que pagan a los agricultores.
En los mercados rurales, los agricultores orgánicos tienen que vender sus productos por menos de los productos ordinarios (no orgánicos). ¿La razón? Porque ellos no gastan dinero en aditivos químicos para cultivar orgánicamente, por lo tanto su alimento es más barato.
En las cadenas de supermercados, los agricultores orgánicos son pagados a crédito por su producto. El agricultor luego acepta tener que recoger el producto que no se vende y se daña, pero eso no lo salva de que le quiten la cantidad de dinero respectiva.
¿Por qué la mayoría de los agricultores usan productos químicos? Porqué es más fácil.
La "agricultura orgánica" parece una maravilla, pero cuando una plaga se extiende por todo el cultivo y los ingresos de la cosecha estan en riesgo, ¿qué hacer entonces?
Comprar el producto químico más reciente creado específicamente para combatir ese tipo de problema salvará seguramente los ingresos. Los productos químicos son la solución perfecta, pero simplemente no son naturales.
Los agricultores ecológicos no han sido tratados con justicia y su trabajo es a menudo más complicado de lo que pensamos, pero esto rara vez se toma en consideración. Muy pocas personas realmente se preocupan por el significado y el valor de "orgánico". Casi nadie en Colombia.
Todos nuestros productores son excelentes agricultores orgánicos, muy trabajadores y dedicados.
lunes, 19 de diciembre de 2011
RURALIZAR Y CREAR EMPLEO
Gustavo Duch
Miembro del Consejo científico de ATTAC
En España superamos los cinco millones de parados, una cifra inaceptable que tiene mucho que ver con la crisis actual. Pero también en este problema de desempleo debemos mirar al campo, tanto en el análisis como en las propuestas. Pues resulta que en Europa nos encontramos con un despoblamiento de las zonas rurales muy grave, y la agricultura o sector primario hace mucho que dejó de ser la base de la economía. Según el último censo publicado por el EUROSTATesta realidad es demasiado evidente: ¡en solamente ocho años, la Unión Europea ha perdido 3 millones de explotaciones! Es decir, aproximadamente, cada minuto ha supuesto la desaparición de una unidad agrícola y los puestos de trabajo que eso significa.
Y todo ello fruto de aplicar políticas productivistas que ya es hora de desterrar. La Política Agraria Común que ahora se está revisando ha sido responsable de ello, subvencionando durante mucho tiempo a las grandes unidades agrícolas, favoreciendo la intensificación y dejando que los precios los marque el libre mercado. Un modelo dirigido a ser ‘potencias industriales’ que pensó que la agricultura también debería acomodarse a tal principio, y se acabó con la economía rural y miles de puestos de trabajo.
Pero proveer de alimentos a la población, y a la vez cuidar bosques y paisajes, es un trabajo de lo más necesario, de hecho: es imprescindible. Y esa es la propuesta, porque hay espacio, posibilidades y mucho futuro: ruralizar la economía y recampesinizar el Planeta, obteniendo en el proceso muchos, pero muchos, puestos de trabajo dignos y rentables.
Aunque ni las condiciones de suelo, clima e historia son comparables vale la pena recordar (como explican Albert Berry y Liisa L. North, Profesores en la Universidad de York en Toronto) «lo que hicieron los taiwaneses, los japoneses y los coreanos después de la Segunda Guerra Mundial cuando expropiaron las unidades agrarias de más de tres hectáreas y ejecutaron reformas agrarias radicales que formaron la base de la seguridad alimentaria de familias, para el crecimiento y la diversificación económica posterior a nivel nacional». Con una cantidad de tierra suficiente como medio de vida para una familia (en Taiwán fue un poco más de una hectárea), con políticas fuertes de apoyo a este minifundio –aquí siempre despreciado- y servicios públicos apropiados, en los tres países la productividad agrícola creció, las condiciones de vida en el campo se mejoraron rápidamente, y lo más importante, el empleo agrario aumentó considerablemente. «Los tres países asiáticos mencionados –continúan explicando- no son los únicos cuyas experiencias han demostrado la relación positiva entre desarrollo rural equitativo (basado en la pequeña y mediana agricultura) y el desarrollo económico nacional. En términos históricos podemos mencionar Dinamarca, Finlandia o Noruega. (…) Las comparaciones latinoamericanas también nos prestan lecciones. Llama la atención el abismo que existe entre, por un lado, las buenas condiciones de vida y la historia de paz social y política en la Meseta Central de Costa Rica, caracterizada por sus pequeñas y medianas propiedades cafeteras, y por otro lado, la miseria, represión política y violencia que predominan en las zonas de plantaciones grandes de café en los países vecinos como El Salvador y Guatemala».
Pensar e invertir en recuperar la pequeña agricultura, no es un paso atrás, sino que es la base de una economía sostenible y equitativa, que además nos alimenta. Sólo necesitamos atrevimiento (y poco presupuesto) para poner en marcha medidas de redistribución de la tierra frente a los grandes latifundios o monocultivos; ofrecer facilidades para acceder a tierras productivas; apoyar la desintensificación de tantas unidades agrarias sobredimensionadas; o evitar, cuando llega la jubilación de las y los actuales propietarios, el cese de actividades con la incorporación de jóvenes…
Dichas medidas deberían venir acompañadas con políticas claras de protección de esta agricultura (promocionando los circuitos cortos de comercialización; políticas de precios remunerativos; aranceles en frontera; etc.) y añadir lógicamente apoyos básicos de capacitación, asesoría técnica o irrigación, pero siempre con claridad, sin fisuras, en favor de una agricultura basada en principios agroecológicos. Porque ya no hay dudas –tampoco científicas- de las bondades de esta forma de practicar la producción de alimentos. El Instituto Rodale, después de 30 años de investigación comparativa entre campos de cultivos convencionales y agroecológicos concluye que estos últimos son (además de no perjudiciales para el medio ambiente ni para la salud de la población consumidora) más viables económica y energéticamente.
Si queremos salir de esta crisis y generar puestos de trabajo productivos en los países industrializados; si queremos combatir la situación de pobreza y hambre en muchos países del Sur; y si pretendemos dejar un futuro sostenible a nuestra descendencia, habrá que replantearse la estructura socioeconómica en la que estamos, donde la ruralidad ha quedado trágicamente marginada en el fondo de una pirámide invertida que lógicamente se tambalea.
Miembro del Consejo científico de ATTAC
En España superamos los cinco millones de parados, una cifra inaceptable que tiene mucho que ver con la crisis actual. Pero también en este problema de desempleo debemos mirar al campo, tanto en el análisis como en las propuestas. Pues resulta que en Europa nos encontramos con un despoblamiento de las zonas rurales muy grave, y la agricultura o sector primario hace mucho que dejó de ser la base de la economía. Según el último censo publicado por el EUROSTATesta realidad es demasiado evidente: ¡en solamente ocho años, la Unión Europea ha perdido 3 millones de explotaciones! Es decir, aproximadamente, cada minuto ha supuesto la desaparición de una unidad agrícola y los puestos de trabajo que eso significa.
Y todo ello fruto de aplicar políticas productivistas que ya es hora de desterrar. La Política Agraria Común que ahora se está revisando ha sido responsable de ello, subvencionando durante mucho tiempo a las grandes unidades agrícolas, favoreciendo la intensificación y dejando que los precios los marque el libre mercado. Un modelo dirigido a ser ‘potencias industriales’ que pensó que la agricultura también debería acomodarse a tal principio, y se acabó con la economía rural y miles de puestos de trabajo.
Pero proveer de alimentos a la población, y a la vez cuidar bosques y paisajes, es un trabajo de lo más necesario, de hecho: es imprescindible. Y esa es la propuesta, porque hay espacio, posibilidades y mucho futuro: ruralizar la economía y recampesinizar el Planeta, obteniendo en el proceso muchos, pero muchos, puestos de trabajo dignos y rentables.
Aunque ni las condiciones de suelo, clima e historia son comparables vale la pena recordar (como explican Albert Berry y Liisa L. North, Profesores en la Universidad de York en Toronto) «lo que hicieron los taiwaneses, los japoneses y los coreanos después de la Segunda Guerra Mundial cuando expropiaron las unidades agrarias de más de tres hectáreas y ejecutaron reformas agrarias radicales que formaron la base de la seguridad alimentaria de familias, para el crecimiento y la diversificación económica posterior a nivel nacional». Con una cantidad de tierra suficiente como medio de vida para una familia (en Taiwán fue un poco más de una hectárea), con políticas fuertes de apoyo a este minifundio –aquí siempre despreciado- y servicios públicos apropiados, en los tres países la productividad agrícola creció, las condiciones de vida en el campo se mejoraron rápidamente, y lo más importante, el empleo agrario aumentó considerablemente. «Los tres países asiáticos mencionados –continúan explicando- no son los únicos cuyas experiencias han demostrado la relación positiva entre desarrollo rural equitativo (basado en la pequeña y mediana agricultura) y el desarrollo económico nacional. En términos históricos podemos mencionar Dinamarca, Finlandia o Noruega. (…) Las comparaciones latinoamericanas también nos prestan lecciones. Llama la atención el abismo que existe entre, por un lado, las buenas condiciones de vida y la historia de paz social y política en la Meseta Central de Costa Rica, caracterizada por sus pequeñas y medianas propiedades cafeteras, y por otro lado, la miseria, represión política y violencia que predominan en las zonas de plantaciones grandes de café en los países vecinos como El Salvador y Guatemala».
Pensar e invertir en recuperar la pequeña agricultura, no es un paso atrás, sino que es la base de una economía sostenible y equitativa, que además nos alimenta. Sólo necesitamos atrevimiento (y poco presupuesto) para poner en marcha medidas de redistribución de la tierra frente a los grandes latifundios o monocultivos; ofrecer facilidades para acceder a tierras productivas; apoyar la desintensificación de tantas unidades agrarias sobredimensionadas; o evitar, cuando llega la jubilación de las y los actuales propietarios, el cese de actividades con la incorporación de jóvenes…
Dichas medidas deberían venir acompañadas con políticas claras de protección de esta agricultura (promocionando los circuitos cortos de comercialización; políticas de precios remunerativos; aranceles en frontera; etc.) y añadir lógicamente apoyos básicos de capacitación, asesoría técnica o irrigación, pero siempre con claridad, sin fisuras, en favor de una agricultura basada en principios agroecológicos. Porque ya no hay dudas –tampoco científicas- de las bondades de esta forma de practicar la producción de alimentos. El Instituto Rodale, después de 30 años de investigación comparativa entre campos de cultivos convencionales y agroecológicos concluye que estos últimos son (además de no perjudiciales para el medio ambiente ni para la salud de la población consumidora) más viables económica y energéticamente.
Si queremos salir de esta crisis y generar puestos de trabajo productivos en los países industrializados; si queremos combatir la situación de pobreza y hambre en muchos países del Sur; y si pretendemos dejar un futuro sostenible a nuestra descendencia, habrá que replantearse la estructura socioeconómica en la que estamos, donde la ruralidad ha quedado trágicamente marginada en el fondo de una pirámide invertida que lógicamente se tambalea.
viernes, 16 de diciembre de 2011
DURBAN, UN PASO MAS HACIA LA CATASTROFE CLIMATICA
Como era previsible, lamentablemente el año concluye con un gigantesco paso en falso en las negociaciones de la ONU para detener la acelerada marcha hacia un desastre ambiental global producido por el calentamiento del clima.
No se han logrado acuerdos vinculantes para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, pues siguen primando los beneficios económicos obtenidos por las grandes multinacionales y los países desarrollados, derivados de los altos niveles de producción y consumo de bienes y servicios de un pequeño porcentaje de la población mundial.
Esta vez, no sólo no se ha avanzado, sino que por el contrario, hemos retrocedido respecto de la situación anterior, ya que además de desmantelar el único acuerdo legalmente vinculante internacional, que es el Protocolo de Kyoto, se han legitimado algunas falsas soluciones como lo son el comercio de carbono y la captura y almacenamiento de carbono, con mayor utilidad para los dueños del dinero, que al clima.
Si bien el Protocolo de Kioto no es la mejor herramienta posible para detener el cambio climático, los países firmantes son los responsables del 75% de las emisiones, a pesar de albergar sólo el 15% de la población mundial. Por lo que un acuerdo realmente comprometido de estos países podría acercarnos a la solución de la peor amenaza que ha enfrentado la humanidad.
Pero estos países no son solamente los generadores de las emisiones actuales, sino que son los responsables históricos de que el clima del planeta esté cambiando. Aunque por el momento es evidente que no están dispuestos a reconocer esa culpabilidad y mucho menos a tomar el toro por las astas y afrontar los costos de encarar soluciones de fondo a esta dramática situación.
La única vía posible para detener la marcha hacia el abismo climático, es una drástica e inmediata reducción de las emisiones. Pero reducir las emisiones, significaría reducir la producción, reducir el consumo. En definitiva, para los términos de la economía, significaría “decrecer”.
Esta palabra/concepto, que se ha intentado demonizar durante los últimos años, por resultar la solución menos conveniente para los dueños del dinero, deberá imponerse desde abajo. No queda otro camino que decrecer, pero debe hacerse con equidad, es decir, disminuir drásticamente el consumo global, pero no decrecer parejo, sino hacerlo a expensas del relativamente pequeño porcentaje que concentra la mayor parte del consumo.
El decrecimiento aliviará la crisis ambiental, esto resulta obvio para quien lo quiera ver, ya que ha sido el descontrolado crecimiento del consumo, asociado al empleo de tecnologías con alto grado de impacto ambiental, quienes nos ha traído hasta esta desesperante realidad.
Nos reencontramos la próxima semana, con una nueva entrega de esta publicación.
No se han logrado acuerdos vinculantes para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, pues siguen primando los beneficios económicos obtenidos por las grandes multinacionales y los países desarrollados, derivados de los altos niveles de producción y consumo de bienes y servicios de un pequeño porcentaje de la población mundial.
Esta vez, no sólo no se ha avanzado, sino que por el contrario, hemos retrocedido respecto de la situación anterior, ya que además de desmantelar el único acuerdo legalmente vinculante internacional, que es el Protocolo de Kyoto, se han legitimado algunas falsas soluciones como lo son el comercio de carbono y la captura y almacenamiento de carbono, con mayor utilidad para los dueños del dinero, que al clima.
Si bien el Protocolo de Kioto no es la mejor herramienta posible para detener el cambio climático, los países firmantes son los responsables del 75% de las emisiones, a pesar de albergar sólo el 15% de la población mundial. Por lo que un acuerdo realmente comprometido de estos países podría acercarnos a la solución de la peor amenaza que ha enfrentado la humanidad.
Pero estos países no son solamente los generadores de las emisiones actuales, sino que son los responsables históricos de que el clima del planeta esté cambiando. Aunque por el momento es evidente que no están dispuestos a reconocer esa culpabilidad y mucho menos a tomar el toro por las astas y afrontar los costos de encarar soluciones de fondo a esta dramática situación.
La única vía posible para detener la marcha hacia el abismo climático, es una drástica e inmediata reducción de las emisiones. Pero reducir las emisiones, significaría reducir la producción, reducir el consumo. En definitiva, para los términos de la economía, significaría “decrecer”.
Esta palabra/concepto, que se ha intentado demonizar durante los últimos años, por resultar la solución menos conveniente para los dueños del dinero, deberá imponerse desde abajo. No queda otro camino que decrecer, pero debe hacerse con equidad, es decir, disminuir drásticamente el consumo global, pero no decrecer parejo, sino hacerlo a expensas del relativamente pequeño porcentaje que concentra la mayor parte del consumo.
El decrecimiento aliviará la crisis ambiental, esto resulta obvio para quien lo quiera ver, ya que ha sido el descontrolado crecimiento del consumo, asociado al empleo de tecnologías con alto grado de impacto ambiental, quienes nos ha traído hasta esta desesperante realidad.
Nos reencontramos la próxima semana, con una nueva entrega de esta publicación.
lunes, 12 de diciembre de 2011
EL MUNDO SE SEGUIRA COCINANDO A FUEGO LENTO
MEDIO AMBIENTELos países desarrollados evadieron un compromiso para reducir sus emisiones de gases invernadero y mitigar el cambio climático. Quizás lo hagan dentro en una década, dijeron. Por Lorenzo Morales, enviado especial de SEMANA a Durban.
Lunes 12 Diciembre 2011
Tragedias similares se repiten en otros países. Pese a los gigantescos daños a los que está expuesto el planeta, este domingo en la mañana se sellaron en Durban (Sudáfrica) las conversaciones en las que los países del mundo ofrecieron avances mínimos para un acuerdo global para reducir las emisiones de carbono, principales causantes del cambio climático.
La “plataforma de Durban”, como fue bautizado el acuerdo de dos páginas, surge después de dos semanas de amodorradas conversaciones y una frenética jornada final que se prolongó hasta la mañana del domingo.
China, el principal emisor de gases, e India accedieron a hacer parte de las conversaciones que el próximo año darían forma a un nuevo acuerdo que obligaría a todos los países del mundo, por primera vez, a mermar sus emisiones. Estados Unidos, el segundo emisor de gases de efecto invernadero en el mundo y uno de los más renuentes a hacer parte de un acuerdo obligante, acogió la nueva “hoja de ruta” propuesta por la Unión Europea que debe ser ratificada en 2015 y prevé la entrada en vigencia de nuevas metas en 2020.
El acuerdo alcanzado a última hora salvó la cara tras dos años de conversaciones fracasadas en Cancún y Copenhague que anticipaban que en Durban se sellaría el colapso de las negociaciones al no alcanzar acuerdo alguno. Sin embargo, los pactos logrados siguen siendo declaraciones de buena voluntad -en un lenguaje laxo que permite reinterpretaciones- y que posponen las acciones concretas por varios años, pese a que la ciencia ha reportado que la reducción de gases de efecto invernadero no da espera si se quiere evitar un punto de no retorno climático.
“No podemos seguir reuniéndonos todos los años para llegar a acuerdos que se quedan cortos para responder a lo que la ciencia, y no la política, nos está exigiendo”, dijo Ruth Davis, asesor político de la organización no gubernamental Greenpeace del Reino Unido.
Los países en vía de desarrollo y en particular los más vulnerables, como Colombia, Pakistán, Centroamérica y algunas pequeñas islas, traían mayores ambiciones en particular sobre la inyección de fondos por parte de los países ricos para la adaptación al nuevo régimen climático. La principal expectativa estaba puesta en el Fondo Verde para el Clima, para el que los países desarrollados prometen aportar 100 billones de dólares anuales a partir de 2020 pero que sigue siendo un cascarón vacío.
“El sistema de consensos no funciona; solo nos lleva a la inacción o a la mediocridad”, dijo el ministro de Medio Ambiente, Frank Pearl, minutos antes de entrar a una de las reuniones a puerta cerrada el viernes en la que se discutiría una propuesta que hubiera eliminado cualquier obligación de reducción de gases por parte de los países desarrollados.
La ansiedad de la mayoría de las organizaciones civiles que participaron como observadoras en Durban se hizo evidente a medida que el cierre de las conversaciones se acercaba. Los corredores entapetados de complejo fueron varias veces bloqueados por manifestantes que exigían, con cantos y pancartas, resultados a los delegados reunidos a puerta cerrada en diferentes salones del centro. Afuera miles de indignados del medio ambiente ocuparon las calles.
Una de las riendas invisibles detrás de las negociaciones en Durban fue el precario estado de la economía mundial y la ansiedad por una crisis financiera que sigue contagiando a las naciones más ricas. Enfriar el mundo es muy caro y cada país se declaró dispuesto a hacer avances pero sin comprometer sus pocos centavos. Los países desarrollados en bancarrota -como buena parte de Europa- tratan de salvar el euro mientras que Estados Unidos sigue tratando de enderezar su maltrecha economía. Los en desarrollo -como Brasil, China, India, y Sudáfrica- no quieren compromisos amarrados a los tobillos y quitarle impulso a su carrera por una mayor prosperidad.
Kioto: ¿un vestido estrecho?
El nuevo cronograma de Durban le extiende por unos años la vida al Protocolo de Kioto, el único pacto que obliga legalmente a los países desarrollados a reducir sus emisiones. Además de Estados Unidos, que nunca lo ratificó, ahora tampoco harán parte ni Japón ni Rusia ni Canadá, que anunciaron su retiro.
Aunque para muchos ambientalistas desmantelar las metas y obligaciones del Protocolo de Kioto suena a herejía, quizás sea una bendición para el mundo. Aunque el acuerdo logrado en 1997 fue una resonante victoria política de los países en vía de desarrollo (empujados por Estados Unidos) sobre los más ricos, en la práctica ha sido también un sonoro fracaso: durante sus 12 años de vigencia, las emisiones globales no sólo no se redujeron sino que el año pasado alcanzaron su pico más alto.
El intento de los últimos tres años por mantener con vida artificial un pacto que ya lucía en coma ha desviado la atención sobre alternativas más eficaces, concretas y baratas para mitigar el cambio climático como por ejemplo reducir la deforestación (responsable del 20 por ciento de las emisiones), estimular la transición a energías limpias como la producida por el viento o las mareas, e, incluso, concretar ayudas económicas y en tecnología para la adaptación de países muy vulnerables al nuevo clima.
Los compromisos bajo Kioto se hicieron para países que hoy no existen. China, India y Brasil ya no son economías en desarrollo que puedan ser eximidas de reducir sus emisiones. Un tratado sin Estados Unidos a bordo sigue siendo inocuo. Las reducciones dentro del marco de Kioto sólo cubren hoy algo menos del 20 por ciento de las emisiones globales.
“Mientras Kioto divide el mundo en dos categorías ahora vamos a tener un sistema que refleja la realidad de un mundo más interdependiente”, dijo Connie Hedegaard, la delegada europea quien lideró la firma de la nueva hoja de ruta para nuevos compromisos. “Como somos interdependientes, nuestras promesas deben tener el mismo peso legal para todos”.
Insistir en avanzar haciéndole arreglos y actualizando las metas bajo Kioto es seguir, como dijo un negociador, “atorados tratando de instalarle una caja de cambios automática a una vieja carreta jalada por caballos”.
Lunes 12 Diciembre 2011
Tragedias similares se repiten en otros países. Pese a los gigantescos daños a los que está expuesto el planeta, este domingo en la mañana se sellaron en Durban (Sudáfrica) las conversaciones en las que los países del mundo ofrecieron avances mínimos para un acuerdo global para reducir las emisiones de carbono, principales causantes del cambio climático.
La “plataforma de Durban”, como fue bautizado el acuerdo de dos páginas, surge después de dos semanas de amodorradas conversaciones y una frenética jornada final que se prolongó hasta la mañana del domingo.
China, el principal emisor de gases, e India accedieron a hacer parte de las conversaciones que el próximo año darían forma a un nuevo acuerdo que obligaría a todos los países del mundo, por primera vez, a mermar sus emisiones. Estados Unidos, el segundo emisor de gases de efecto invernadero en el mundo y uno de los más renuentes a hacer parte de un acuerdo obligante, acogió la nueva “hoja de ruta” propuesta por la Unión Europea que debe ser ratificada en 2015 y prevé la entrada en vigencia de nuevas metas en 2020.
El acuerdo alcanzado a última hora salvó la cara tras dos años de conversaciones fracasadas en Cancún y Copenhague que anticipaban que en Durban se sellaría el colapso de las negociaciones al no alcanzar acuerdo alguno. Sin embargo, los pactos logrados siguen siendo declaraciones de buena voluntad -en un lenguaje laxo que permite reinterpretaciones- y que posponen las acciones concretas por varios años, pese a que la ciencia ha reportado que la reducción de gases de efecto invernadero no da espera si se quiere evitar un punto de no retorno climático.
“No podemos seguir reuniéndonos todos los años para llegar a acuerdos que se quedan cortos para responder a lo que la ciencia, y no la política, nos está exigiendo”, dijo Ruth Davis, asesor político de la organización no gubernamental Greenpeace del Reino Unido.
Los países en vía de desarrollo y en particular los más vulnerables, como Colombia, Pakistán, Centroamérica y algunas pequeñas islas, traían mayores ambiciones en particular sobre la inyección de fondos por parte de los países ricos para la adaptación al nuevo régimen climático. La principal expectativa estaba puesta en el Fondo Verde para el Clima, para el que los países desarrollados prometen aportar 100 billones de dólares anuales a partir de 2020 pero que sigue siendo un cascarón vacío.
“El sistema de consensos no funciona; solo nos lleva a la inacción o a la mediocridad”, dijo el ministro de Medio Ambiente, Frank Pearl, minutos antes de entrar a una de las reuniones a puerta cerrada el viernes en la que se discutiría una propuesta que hubiera eliminado cualquier obligación de reducción de gases por parte de los países desarrollados.
La ansiedad de la mayoría de las organizaciones civiles que participaron como observadoras en Durban se hizo evidente a medida que el cierre de las conversaciones se acercaba. Los corredores entapetados de complejo fueron varias veces bloqueados por manifestantes que exigían, con cantos y pancartas, resultados a los delegados reunidos a puerta cerrada en diferentes salones del centro. Afuera miles de indignados del medio ambiente ocuparon las calles.
Una de las riendas invisibles detrás de las negociaciones en Durban fue el precario estado de la economía mundial y la ansiedad por una crisis financiera que sigue contagiando a las naciones más ricas. Enfriar el mundo es muy caro y cada país se declaró dispuesto a hacer avances pero sin comprometer sus pocos centavos. Los países desarrollados en bancarrota -como buena parte de Europa- tratan de salvar el euro mientras que Estados Unidos sigue tratando de enderezar su maltrecha economía. Los en desarrollo -como Brasil, China, India, y Sudáfrica- no quieren compromisos amarrados a los tobillos y quitarle impulso a su carrera por una mayor prosperidad.
Kioto: ¿un vestido estrecho?
El nuevo cronograma de Durban le extiende por unos años la vida al Protocolo de Kioto, el único pacto que obliga legalmente a los países desarrollados a reducir sus emisiones. Además de Estados Unidos, que nunca lo ratificó, ahora tampoco harán parte ni Japón ni Rusia ni Canadá, que anunciaron su retiro.
Aunque para muchos ambientalistas desmantelar las metas y obligaciones del Protocolo de Kioto suena a herejía, quizás sea una bendición para el mundo. Aunque el acuerdo logrado en 1997 fue una resonante victoria política de los países en vía de desarrollo (empujados por Estados Unidos) sobre los más ricos, en la práctica ha sido también un sonoro fracaso: durante sus 12 años de vigencia, las emisiones globales no sólo no se redujeron sino que el año pasado alcanzaron su pico más alto.
El intento de los últimos tres años por mantener con vida artificial un pacto que ya lucía en coma ha desviado la atención sobre alternativas más eficaces, concretas y baratas para mitigar el cambio climático como por ejemplo reducir la deforestación (responsable del 20 por ciento de las emisiones), estimular la transición a energías limpias como la producida por el viento o las mareas, e, incluso, concretar ayudas económicas y en tecnología para la adaptación de países muy vulnerables al nuevo clima.
Los compromisos bajo Kioto se hicieron para países que hoy no existen. China, India y Brasil ya no son economías en desarrollo que puedan ser eximidas de reducir sus emisiones. Un tratado sin Estados Unidos a bordo sigue siendo inocuo. Las reducciones dentro del marco de Kioto sólo cubren hoy algo menos del 20 por ciento de las emisiones globales.
“Mientras Kioto divide el mundo en dos categorías ahora vamos a tener un sistema que refleja la realidad de un mundo más interdependiente”, dijo Connie Hedegaard, la delegada europea quien lideró la firma de la nueva hoja de ruta para nuevos compromisos. “Como somos interdependientes, nuestras promesas deben tener el mismo peso legal para todos”.
Insistir en avanzar haciéndole arreglos y actualizando las metas bajo Kioto es seguir, como dijo un negociador, “atorados tratando de instalarle una caja de cambios automática a una vieja carreta jalada por caballos”.
domingo, 6 de noviembre de 2011
AGRICULTURA ORGÁNICA PARA UNA VIDA SUSTENTABLE, EN LA ESCUELA
En la Escuela Segunda Unidad Manuel Mendía Moret del barrio Guardarraya en el Municipio de Patillas, el Sr. Héctor Bonilla, agrónomo y maestro de Agricultura, dirige el programa de educación ambiental “Agricultura Orgánica y Vida Sustentable”, en el que participan unos 60 estudiantes entre las edades de 8 a 14 años. El programa busca servir como plataforma educativa a estudiantes de escuela elemental, intermedia y de educación especial, sobre la práctica del reciclaje, mediante la realización de composta elaborada con todo tipo de material orgánico. También pretende crear conciencia ambiental sobre la importancia del reciclaje de papel, cartón y plástico.
La educación ambiental es considerada como el proceso que le permite al individuo comprender la relación de su interdependencia con el entorno. Se trata de un proceso educativo que debe partir del conocimiento reflexivo y crítico para que el individuo entienda su realidad social, política, económica y cultural, y pueda generar en él y en su comunidad las actitudes de valoración y respeto por el ambiente dirigidas a un desarrollo sostenible.
“El proyecto Agricultura Orgánica y Vida Sustentable consiste en hacer composta (abono natural) con materiales orgánicos reciclados para sustituir el uso de abonos químicos en los cultivos y mantener la calidad del suelo. Eso es lo que llamamos agricultura orgánica y sustentable, que es mantener la tierra saludable”, explicó Bonilla. Desde el proyecto, los estudiantes tienen la tarea de reciclar en la escuela y en sus hogares los materiales orgánicos como desechos de árbol, hojas o grama, para hacer la composta. También coordinan con las empleadas del comedor escolar para aprovechar los residuos de los alimentos que se pueden incorporar en la elaboración de composta.
Durante el curso, han organizado una publicación anual, que circulan a través del internet, y que han llamado Periódico “Madre Tierra”. En el periódico, exponen temas ambientales y de agricultura, hacen entrevistas, presentan sus estudios de investigación y las actividades recreativas que celebran en la escuela. De esa manera, promueven sus proyectos y transmiten el mensaje.
El objetivo principal del curso es motivar el conocimiento por la agricultura y la apreciación por el medioambiente, preparando a los estudiantes en técnicas agrícolas con el propósito de que desarrollen sus propios cultivos. A su vez, aplican lo aprendido en sus casas, junto a su familia. Siembran melones y lechuga, plátano, guineo, tomate, batata, ñame, ajíes, china, habas, habichuela y gandules, también aguacate, maíz y flores, como lo confirmaron Alondra, Esmeralda y Bryan, estudiantes de la escuela. Los estudiantes de sexto grado Adán Osvaldo, Odlaniel, Luis Amil y Edrick comentaron de su experiencia con las herramientas; mencionaron haber usado la pala, pico, el rastrillo y el arado, el sistema de riego y el uso del tractor.
Cuando hay cosecha abundante en la finca de la escuela, ya sea con los tomates, el maíz o los melones, estos productos se reparten entre los estudiantes.Luis Francisco Baerga
También lo que recogen lo venden a los maestros, padres y empleadas del comedor, quienes deben hacer su pedido con tiempo para separar su colecta. Del resultado de cada cosecha y de los productos que se venden en la misma escuela obtienen el dinero para comprar la gasolina de las podadoras y del tractor que usan para dar mantenimiento al terreno.
El rol del educador ambiental es promover las actitudes que ayudan a construir una generación sensibilizada por la riqueza del medioambiente, para que el individuo logre el sentido de pertenencia hacia su entorno inmediato y así estimular una conciencia colectiva. Es sumamente importante que organice sus actividades escolares de manera dinámica y en común acuerdo con sus alumnos y el personal docente. La inmersión en estas actividades debe permitir que ellos conozcan, manejen y practiquen tanto sus derechos como sus deberes y las obligaciones que poseen con la comunidad y consigo, menciona el maestro.
Según explicó Bonilla, los estudiantes se comprometen a mostrar el proyecto a otros estudiantes y difundir el objetivo del mismo, que es promover el reciclaje y con la obtención de composta para el desarrollo de los cultivos y los huertos caseros. “La otra parte del proyecto es crear un grupo que se va a dedicar a enseñar a los demás estudiantes, para lograr que participen y que todos vayan en una misma dirección. Ellos deben educarlos sobre el proyecto para tener su cooperación y poner en función el programa de reciclaje”, abundó.
Para llevar a cabo estos proyectos, el factor económico siempre es determinante. Y para incentivar el desarrollo de la iniciativa, el proyecto de la Escuela Manuel Mendía Moret coordinado por Bonilla recién recibió un donativo de parte del Programa para la Conservación y el Medio Ambiente de Ford Motor Company. Este programa de donativos ambientales, realizado por la Empresa Ford en Puerto Rico durante los pasados 10 años, se creó para ayudar a individuos y organizaciones sin fines de lucro que donan su tiempo y esfuerzo para preservar el bienestar ambiental de sus comunidades. La propuesta de esta escuela fue premiada junto a otros proyectos similares en la isla.
“Recibimos un donativo de $3,600 de la beca Ford. Con el dinero del premio estaremos habilitando un área para el vivero y las cajas de producción de composta a gran escala. También tenemos un terreno de la finca propiedad de la escuela que lo habilitaremos en 5 espacios de cultivo, para que cada grupo pueda crear su propio huerto de hortalizas”, agregó Bonilla. Y es que los estudiantes se han beneficiado de los primeros cultivos, los que van rotando de acuerdo a la selección del fruto a cosechar, tomando en cuenta la temporada y la semilla disponible. Y aunque algunos de los huertos están en proceso, pues las pasadas lluvias habían arruinado los anteriores, los estudiantes realizaron su primer huerto de composta en agosto, y ya lo sembraron con semilla de recao (culantro) y esperan cosechar pronto para la elaboración de sofrito.
Foto por Luis Francisco Baerga
En otra de las fincas se observa un cultivo de una habichuela llamada Silgá, un tipo de habichuela pinta. “Esta habichuela es de aquí, me la regaló un agricultor del pueblo, es una semilla orgánica. Siempre trato de utilizar las semillas orgánicas en lugar de las modificadas (o transgénicas) para mantener esa calidad en la semilla y que del fruto se pueda usar la semilla… aunque a veces es difícil conseguir semilla natural, como la del tomate por ejemplo; esa la tengo que comprar”, expresó Bonilla.
Luego de cada cosecha, el maestro reparte entre los estudiantes las distintas semillas que están listas para sembrar para que éstos las lleven a sus hogares y desarrollen sus propios huertos.
Nota del corresponsal: De paso aproveché y me llevé una buena selección de semillas; incluí maíz, lechuga, cilantro y semillas de unas habichuelitas blancas del país, que le llaman Cuarentena, y que en la calle son tan cotizadas como el oro.
jueves, 3 de noviembre de 2011
¿NUEVAS DESILUSIONES PARA LOS ILUSOS?
En unos días, exactamente el 27 de noviembre, comenzará en la ciudad de Durban, Sudáfrica, la 17 Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático - COP17. Para quienes no saben de qué se trata esto, es una conferencia anual que desde 1995 organiza la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). El objetivo final de las COP es la reducción mundial de las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes según la comunidad científica internacional, del Calentamiento Global. En estas cumbres anuales se reúnen expertos en medio ambiente, ministros o jefes de estado y organizaciones no gubernamentales de los países miembros de la CMNUCC. Visto desde una lógica racional, debería ser algo bastante simple ponerse de acuerdo en reducir todos los países, en la parte que les corresponda, sus emisiones. Sobre todo teniendo en cuenta que posiblemente de eso dependa el futuro de la humanidad y de la mayoría de las especies que habitamos la Tierra. Sin embargo, así como el fumador compulsivo, el alcohólico o el adicto a cualquier droga, no puede dejar de consumirla, incluso a sabiendas de que de ello depende su vida, a nivel global se plantea el mismo problema. Quienes deben tomar las decisiones son adictos al poder y al dinero, y reducir las emisiones podría provocar que tengan un poco menos de ambos. Entonces aquí estamos, todos los habitantes de este aun hermoso planeta, siendo rehenes de un grupo de adictos, dueños de fortunas que no podrían gastar sus próximas 100 generaciones ni derrochando, cuyo único perjuicio sería tener un poco menos del dinero que no pueden ni contar. Y así pasan las COP, una tras otra, desilusionando a los ilusos y lamentablemente dándonos la razón a quienes tenemos la creencia de que muy difícilmente pueda partir de allí un acuerdo que resulte suficiente para detener este flagelo que acosa la supervivencia misma del ser humano. Por supuesto que no podemos estar en contra de los avances que se realizan en las COP en cuanto a la reducción de emisiones, aunque lamentablemente muchas veces encubren dobles intenciones como lo son los bonos de carbono, una variante más de la mercantilización de la naturaleza para quienes todo lo miden en dinero. Sin embargo confiamos en que habrá una solución, mantenemos la esperanza y trabajamos activa e incansablemente para conseguirla. Pero esa solución sólo puede partir de lo mas profundo de nuestro Ser. De un cambio en la conciencia global que modifique la forma en la que nos relacionamos con la naturaleza. Sin ese salto de conciencia, ninguna convención podrá evitar el poco promisorio futuro que enfrenta la humanidad. Nos reencontramos la próxima semana, con una nueva entrega de esta publicación. |
martes, 1 de noviembre de 2011
TLC Y LA DESTRUCCIÓN DEL AGRO EN COLOMBIA. ESPERANZAS Y DESESPERANZAS
Ver cómo la tierra, el territorio, la producción agropecuaria y el sector rural toman las primeras planas y suscitan un debate nacional es verdaderamente motivo de esperanza.
El Informe Nacional deDesarrollo Humano 2011 Colombia Rural, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD, ha significado una contribución de calidad para acercar a los colombianos al conocimiento de la realidad del campo colombiano y a la importancia que ella tiene para la vida de las ciudades y de cada uno de los colombianos.
El Congreso Nacional deTierras y Territorios realizado en Cali, con la participación de por lo menos 8 mil personas y los amplios debates realizados durante su transcurso, demostraron la vitalidad que tiene en la base de la sociedad la lucha por resolver las cuestiones del territorio.
Los TLC
En contraste, entró en vigencia el TLC con Estados Unidos, que cayó sobre las comunidades agropecuarias y sobre el sector agropecuario como un derrumbe de hielo y no solamente como una “ducha fría”, al decir del ministro de Agricultura cuando declaró lo que bien se sabe, que “no estamos preparados para el TLC”.[1] Las importaciones vía TLC con Estados Unidos perjudicarán seriamente a arroceros, lecheros, avicultores y productores de maíz y otros granos.
Los efectos se presentarán “en los principales cultivos transitorios desarrollados en el país, tales como cereales (arroz, maíz amarillo, maíz blanco, sorgo y trigo), leguminosas (frijol y arveja) y algunas hortalizas (tomate, cebolla y zanahoria), así como en algunas actividades pecuarias como las carnes de pollo y de cerdo. En estas circunstancias, es previsible esperar que la reducción en los precios internos tenga como consecuencia una disminución en el área sembrada y en la producción nacional de estos bienes… con el consecuente aumento del grado de dependencia alimentaria del país”.[2] El mercado del fríjol y el maíz amarillo, productos claves para el campesinado, se vería fuertemente afectado.[3]
Con el TLC, los campesinos, en promedio, perderán el 10,5% de sus ingresos; el sector más afectado, el 28% de los campesinos, perdería entre el 31% y el 45% de sus ingresos.[4] El azúcar, que conseguiría un impacto comercial positivo[5], no es un producto campesino y está controlado por unas pocas grandes empresas.
Pero el impacto del TLC no es solamente comercial. En realidad, como lo ha dicho recientemente el Consejo Regional Indígena del Cauca, se trata de una nueva
Constitución que negó laparticipación del constituyente primario.[6]
Los litigios con los inversionistas extranjeros ya no deberán ser resueltos en los tribunales nacionales de acuerdo con la ley y Constitución de Colombia (ni con las de Estados Unidos), sino que podrán ser resueltos por árbitros privados extranjeros “de acuerdo con las costumbres del comercio internacional”. Nada peor que eso. ¿Dónde quedan ahí los derechos de los pueblos indígenas y los afrocolombianos?
Las transnacionales podrán patentar seres vivos y apropiarse por esa vía de la biodiversidad del país. Los regímenes de patentes impuestos someterán las semillas, los insumos y los medicamentos.
Todos los servicios públicos quedarán liberados al lucro de los inversionistas extranjeros: agua, salud, educación, asistencia agropecuaria, comunicaciones, transporte, abastecimiento de alimentos. Ni la nación ni las entidades territoriales podrán establecer, como existe en otros países del continente, un régimen especial de abastecimiento de productos campesinos.
Las concesiones mineras servidas a granel, así como otros contratos y medidas lesivas que benefician a las transnacionales no se podrán modificar sin indemnizar a los inversionistas en la cantidad que hubieran ganado si no se modificaran.
Esa seguridad jurídica se amplía para beneficiar a los inversionistas si las leyes son modificadas en su contra. Es una catástrofe del régimen constitucional y democrático. Cuando cierta autoridad tuvo que responder cuáles gobiernos democráticos había instaurado primero ese régimen de “seguridad jurídica”, tuvo que contestar que el gobierno de Pinochet en Chile y el rey de Arabia Saudita.
Por otra parte, hay que añadir que otros TLC con Canadá y Suiza ya entraron en vigencia y hace fila el TLC con la Unión Europea, cuyo impacto negativo sobre el sector agropecuario, sería para granos y otros productos agrícola, alimentos primarios y pesca primaria,[7] y cuya aplicación lesionará a más de 400 mil familias productoras de leche[8] y la repercusión sobre el empleo se haría sentir.
El agro colombiano va a ser un gran perdedor con los TLC. Puede compararse el estancamiento del sector agropecuario de México que tiene TLC con el dinamismo del sector en el Mercosur que no tiene TLC, para darse cuenta del panorama triste que espera al sector agropecuario colombiano, ya estancado por las importaciones, la destrucción de las instituciones estatales del sector y el alto costo de la tierra.
En México, debido al TLC, Estados Unidos captó una mayor porción del mercado, sobre todo en cereales, oleaginosas, productos cárnicos, carnes preparadas, frutas y hortalizas y arroz y afianzó su posición predominante en maíz y sorgo. En particular, el maíz, junto con el fríjol, son los perdedores netos de la negociación del TLC. Aunque las importaciones estadounidenses de hortalizas mexicanas también crecieron, las de otros países como Canadá, Holanda y España tuvieron un dinamismo mayor, de modo que la participación relativa de México en las importaciones estadounidenses decreció.[9]
El estancamiento agropecuario en México ha causado la pérdida de por lo menos un millón trescientos mil empleos, el descenso del salario real rural y el aumento de la emigración hacia Estados Unidos, donde una multitud de mexicanos se ve obligada a soportar la condición de “ilegales”.
El TLC aumentará las ya grandes dificultades del sector agropecuario colombiano y le impondrá nuevas normas supraconstitucionales que obstaculizarán el ejercicio de los derechos colectivos de campesinos, afros e indígenas.
La legislación del despojo
Otro factor negativo empaña la esperanza: abren el Informe de Desarrollo Humano, el Congreso de Tierras y además las declaraciones y medidas del gobierno buscando retornar la tierra a los despojados y desenredar las irregularidades que articularon despojos jurídicos con despojos violentos. Se trata de la insistencia en mantener y multiplicar normas que permiten despojar a los campesinos, afros e indígenas.
Hay un contencioso desde finales del siglo XIX. La lucha campesina e indígena enfrentó múltiples escrituras fabricadas por notarios venales y que servían para despojar a los campesinos poseedores, a los resguardos indígenas coloniales y a los territorios indígenas aun reconocidos. Desde entonces la lucha contra el despojo se orientó hacia el reconocimiento único de las escrituras otorgadas por el estado y el desconocimiento de las fabricadas en las notarías o en cualquier otro lugar.
La Corte Suprema de Justicia dictaminó dos sentencias memorables al respecto: la primera el 15 de abril de 1926 con ponencia del magistrado Luis Felipe Rosales y con el voto favorable de sus compañeros de sala, los magistrados Julio Luzardo Fortoul y Francisco Tafur y la segunda el 26 de mayo de 1934 con ponencia del magistrado Enrique Becerra, según las cuales y en virtud de los dispuesto por el artículo 44 del Código Fiscal, ley 110 de 1912, se presume baldío bajo el dominio de la nación todo predio del cual un particular no demuestre dominio mediante un título originario del Estado.
Si el terreno se presume baldío, el campesino que lo posee no puede ser lanzado por un presunto propietario que solamente exhiba escrituras fabricadas en una notaría. Por otra parte, quienes detentan títulos originarios del Estado, como los colonos a los cuales el Estado ha adjudicado en propiedad un baldío, o actualmente los resguardos indígenas y territorios colectivos de comunidades negras constituidos o ampliados por el Incora o Incoder, pueden estar seguros de que su derecho no se verá burlado por quien alegue una escritura fabricada antes de la constitución de la propiedad colectiva. De manera que los derechos de la nación protegen a la vez al colono campesino, al indígena y al afrocolombiano.
Si bien los artículos 2 y 3 de la ley 200 de 1936 mediatizaron las importantes sentencias de la Corte Suprema, mantuvieron la presunción de ser baldío un terreno no poseído y fijaron el 19 de febrero de 1917 la fecha límite para el debido registro de títulos no originarios del Estado que pudieran ser prueba de propiedad en cualquier caso y no sólo cuando se tratara de saber si un predio es o no baldío. La ley 160 de 1994 no derogó expresamente estas normas y como lo afirmó el Consejo de Estado en auto del 28 de junio de 1996 la supuesta derogatoria es “discutible por lo demás”.
La ley 1152 de 2007, en cambio y teniendo en cuenta toda la jurisprudencia y la realidad social, operó, mientras estuvo vigente, un cambio totalmente regresivo en cuanto al establecimiento de la propiedad, de manera que no solamente derogó lo dispuesto en la ley 200 de 1936, sino golpeó lo dispuesto en el Código Fiscal de 1912 y lo interpretado por la Corte Suprema al respecto. Esto concordaba con la reducción del término de prescripción, dispuesta en la ley 791 de 2002 y fue completado con la legalización de la falsa tradición por la ley 1182 de 2008. Resulta terrible que se quiera reparar esta máquina de despojo, en vez de desbaratarla y se validen ahora las escrituras fabricadas hasta 2001 o 2002
LA UAF
Por otra parte, resulta también perjudicial, tanto para la economía campesina como para el país, que en vez de que se trate de fomentar la utilización de las tierras aptas para la agricultura que están siendo desperdiciadas por grandes propietarios, se insista en entregar a los empresarios las tierras que están siendo cultivadas por los campesinos beneficiarios del Incoder o colonos que recibieron sus títulos de propiedad.
El Plan Nacional de Desarrollo ha “flexibilizado” la Unidad Agrícola Familiar” UAF, que protege la acción del estado para redistribuir la propiedad de la tierra y evitar su concentración. Es un concepto que se aplica sólo a los beneficiarios de reforma agraria, de subsidios del Incoder para comprar tierra y a los colonos que han conseguido un título de propiedad trabajando la tierra. Se trata de que sus tierras no sean transferidas a grandes propietarios ni objeto de procesos de concentración de la propiedad, sino que sirvan para democratizar la propiedad, para lo cual el estado hace una inversión o adjudica sus baldíos.
No es cierto que “la Unidad Agrícola Familiar pues, como está hoy en día, impide que los propietarios que tienen menos de una unidad puedan asociarse para desarrollar proyectos productivos.” Esta afirmación no solamente carece de sustento, sino que en realidad es al contrario. La ley vigente no solamente permite asociar a los beneficiarios de Unidades Agrícolas Familiares UAF en cooperativas o en empresas comunitarias, sino que ordena dar un subsidio adicional a quienes decidan integrar cooperativas. Es mas, las cooperativas campesinas y empresas comunitarias pueden recibir o titular directamente tierra, en proporción al número de familias que las integren.
Si el gobierno fomentara aplicando estas normas las cooperativas campesinas y empresas comunitarias allí donde la asociación es conveniente o necesaria haría una gran cosa.
La razón para que el artículo72 de la ley 1450 del Plan Nacional de Desarrollo, “flexibilizara” las Unidades Agrícolas Familiares UAF, es concentrar la tierra para “proyectos especiales agropecuarios y forestales”, que desde luego estarían encabezados por personas o empresas diferentes a los campesinos, pues si fueran campesinos no tendrían que deshacerse de la UAF, sino que simplemente integrarían empresas comunitarias o cooperativas, caso en el cual tendrían derecho a un subsidio adicional, según la ley 160 de 1994.
Por otra parte, comunidades campesinas han considerado que deben prevenir el despojo y asegurar su territorialidad en las reservas campesinas. La ley lo permite desde 1994, pero desafortunadamente se ha insistido en relegar esa figura a las zonas de colonización o donde predominan los baldíos, con lo cual se mantiene al campesino fuera de la frontera agrícola, o relegarla aquellas zonas donde hay graves problemas de orden público, con lo cual se crea confusión y se generan señalamientos. Lejos de verlas como una solución marginal y mucho menos como un “ghetto”, ya es hora de ver las reservas campesinas como alternativa campesina, dentro de la frontera agrícola, en zonas donde el campesinado pueda tener autonomía en su gestión y una defensa cierta frente a eventuales despojos.
Concentración de la propiedad, alta renta y desperdicio de la tierra
La alta y creciente concentración de la propiedad de la tierra, el desperdicio de las tierras agrícolas en las grandes propiedades, el despojo de los campesinos, afros e indígenas, la especialmente difícil situación de las mujeres rurales y la extrema debilidad de la institucionalidad agropecuaria están claramente delineadas en el Informe de Desarrollo Humano del PNUD. Hay también propuestas de solución que Absalón Machado resume como “reforma rural transformadora”.
El desperdicio de más de 17 millones de hectáreas aptas para la agricultura está directamente correlacionado con la alta concentración de la propiedad de la tierra y los altos precios de la tierra en Colombia, comparados con los de los países latinoamericanos y con los del mundo. La agricultura colombiana está entre la espada de las importaciones crecientes y la pared de la alta renta de la tierra.
Conseguir una adecuada utilización del suelo rural depende de reducir los precios y la renta de la tierra. Entre las medidas propuestas por el informe de desarrollo humano está la instauración de unas tarifas de impuesto predial que fomenten el adecuado uso productivo de la tierra y castiguen su desperdicio y uso especulativo. Pero las tarifas aprobadas en e Plan de Desarrollo no apuntan a eso, pues no diferencian entre la mediana y la gran propiedad y la extremadamente grande, ni tampoco diferencian entre el precio del suelo y el de las mejoras.
Pero además, el altísimo nivel de concentración de propiedad de la tierra en Colombia no se cura con simples tarifas de impuesto predial, requiere medidas de reforma agraria. Las propuestas oficiales hasta ahora no pasan este sentido de continuar con el fracasado plan de mercado subsidiado de tierras, un miniprograma que no alcanza a ser una gota en medio del mar de la acelerada concentración de la propiedad.
Si un Consejo de Tierras que regule el uso del suelo decide, que es apto para la minería, inmediatamente la rentabilidad actual de las empresas mineras determinará su explotación. Pero si decide que se trata de un suelo agrícola, lo más probable es que tal decisión no tenga ningún efecto, porque el precio de la tierra o el costo de arrendarla no permiten rentabilidad alguna y el suelo agrícola seguirá desperdiciado y la tierra cara.
Reducir la renta de la tierra en Colombia es imposible sin una concepción de reforma agraria que permita realmente redistribuir la propiedad y poner en manos de los campesinos tierras de buena calidad agrícola, que están siendo desperdiciadas. Con meros subsidios para adquirir tierra no se revierte su concentración, puesto que la tierra agrícola sigue cara, lejos del alcance del campesino. Si no es con reforma agraria, la mayoría del suelo agrícola de Colombia no será aprovechado y en cambio continuará la especulación con las tierras arrebatadas al campesinado, ahora puestas en el mercado financiero mundial.
El qué hacer
Si el Congreso de Tierras demostró la disposición de muchas comunidades a continuar la lucha por su tierra y su territorio y el Informe de Desarrollo Humano presentó a la sociedad una investigación seria y calificada, hace falta:
1 Tomar conciencia de la necesidad de concretar institucionalmente la defensa de la tierra y el territorio. Si algunos pueblos indígenas pueden hoy legislar desde el territorio es porque su movilización por muchos años ha estado orientada también a construir una institucionalidad que reconozca sus derechos fundamentales, primero con la ley 89 de 1890, llena de inconsecuencias pero que sirvió durante años para defender mínimos derechos y finalmente con las normas sobre derechos indígenas de la Constitución de 1991, el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de Naciones Unidas sobre Derechos de los Pueblos Indígenas. Cada norma que se aprueba o se deroga es un instrumento para defender o para atacar los derechos colectivos, más cuando el capital financiero y las transnacionales anda detrás de cada riqueza de los territorios, desde las minas de oro y el petróleo hasta la biodiversidad y los bonos de carbono y utiliza toda clase de “avionadas” para apoderarse de ellos.[10] Más cuando se quiere a toda costa validar escrituras fabricadas para concretar despojos jurídicos.
2 Parar la violencia que se ensaña contra las comunidades rurales y que es el obstáculo más grande para que su resistencia civil crezca. Mientras esa violencia no cese, los campesinos, afro e indígenas verán cada vez más afectados sus más elementales derechos y se seguirán sufriendo la pérdida de sus dirigentes más queridos.
3 Revertir los TLC: si anteriormente la lucha contra la aprobación del TLC con Estados Unidos fue central para los movimientos sociales de Colombia, ahora es igualmente decisivo trabajar por echarlo atrás. Viene una lucha difícil para que Colombia denuncie y deshaga ese tratado y los otros TLC vigentes y para que no apruebe otros. Sabiamente el constituyente Lorenzo Muelas decía en 1991 que aprobar los derechos de la entonces nueva constitución era como arar la tierra, pero que tocaba cuidar lo sembrado para luego cosechar. Podemos aprender de los chilenos que a pesar de los terribles efectos de la dictadura de Pinochet, ahora se levantan de nuevo y exigen echar atrás el régimen económico que la dictadura impuso. Luchar contra los TLC es preparar la cosecha para las generaciones del futuro.
Fuente: CENSAT - Agua Viva
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