Proverbio africano, se explicaría así: «Mucha gente pequeña, en muchos lugares pequeños, cultivarán pequeños huertos…que alimentarán al mundo». ACADEMIA SOL DE LOS ANDES FORMACION DE EN PRODUCCION AGRICOLA, PECUARIA Y AMBIENTAL REGENERATIVA CON ENFASIS EN LIDERAZGO Y ASOCITAVIDAD BIENVENIDOS HOLA A TOD@S ALDEA SOL DE LOS ANDES LOS SALUDA. https://www.facebook.com/aldeasoldelosandes
viernes, 20 de agosto de 2010
DECLARACIÓN DE LA ASAMBLEA MOVIMIENTOS SOCIALES. IV FORO SOCIAL AMÉRICAS
Los movimientos sociales presentes en el IV Foro Social Américas, en Asunción del Paraguay, reafirmamos nuestra solidaridad y compromiso con el pueblo paraguayo, ante la urgente necesidad de avanzar en su proceso de cambios profundos, hacia la recuperación de la soberanía sobre su territorio, bienes comunes, recursos energéticos, en la concreción de la reforma agraria y de la democratización de la riqueza.
Estamos en un continente donde, en las últimas décadas, se ha dado el reencuentro entre los movimientos sociales y los movimientos indígenas, que desde sus conocimientos ancestrales y memoria histórica cuestionan radicalmente el sistema capitalista. En los últimos años, luchas sociales renovadas condujeron a la salida de gobiernos neoliberales y al surgimiento de gobiernos que han llevado a cabo reformas positivas como la nacionalización de sectores vitales de la economía y redefiniciones constitucionales transformadoras.
Pero la derecha en el continente se está rearticulando aceleradamente para frenar cualquier proceso de cambios. Sigue actuando desde sus enclaves político, económico, mediático, judicial, a lo que se suma una nueva ofensiva del imperialismo -incluso militar- en su apoyo. Desde el anterior Foro Social Américas, realizado en Guatemala en 2008, presenciamos el golpe de estado en Honduras, el incremento de la presencia militar estadounidense a lo largo y ancho de nuestra América. Proliferan acuerdos de instalación de bases militares, operan la IV Flota en nuestros mares. Esto constituye un esfuerzo sistemático de desestabilización de la democracia en el continente, cada vez más se reprime y criminaliza a los movimientos sociales.
Denunciamos la ilegitimidad del presidente de facto de Honduras, Porfirio Lobo, al mismo tiempo que reconocemos la resistencia de su pueblo y apoyamos su lucha por una refundación constitucional que establezca una verdadera democracia.
Nos solidarizamos con la lucha del pueblo de Haití, que no necesita una intervención militar y una ocupación económica para su reconstrucción. Por el contrario, exigimos que la soberanía del país sea respectada y que los demás países realicen una cooperación solidaria, en los ámbitos de la salud, educación, agricultura y aquellos que requiera. Exigimos la anulación incondicional de la deuda y rechazamos el nuevo proceso de endeudamiento ilegítimo.
Complementando esta ofensiva, continúa la ola de tratados de libre comercio en todas sus variantes. Es esta la característica central de la estrategia de la Unión Europea, la otra potencia neocolonial que opera en América Latina y Caribe. Los brazos ejecutores que son las Instituciones Financieras Internacionales -Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, los bancos regionales de "desarrollo" y los grupos bancarios privados- están creando nuevos y enormes endeudamientos con impactos directos para los pueblos y la naturaleza.
Todas estas amenazas se vinculan con un mismo modelo de desarrollo primario exportador, excluyente y depredador que se profundiza sobre muchos territorios, expulsa poblaciones, provocando desarraigo y migraciones. La crisis sistémica actual muestra el agotamiento del modelo capitalista - y más específicamente de sus centros de poder:los bancos, las transnacionales y los gobiernos del G8. Hoy más que nunca están visibles sus intentos de arrastrar al mundo entero a un límite, llegando incluso a tener la amenaza de una guerra nuclear por parte de los Estados Unidos.
La defensa de los bienes naturales frente al capitalismo devorador se ha vuelto central parte dela agenda de lucha de cada vez más organizaciones populares y movimientos sociales. Se refuerza un frente común contra la destrucción de la naturaleza y contra las falsas soluciones del "ambientalismo de mercado" y del "capitalismo verde", como los mercados de carbono, los agrocombustibles, los transgénicos y la geoingenería, que se impulsan desde los centros del poderante la amenaza del cambio climático. Denunciamos que los gobiernos de los países del Norte geopolítico, antes que pensar en enfrentarlos graves efectos del cambio climático, están buscando evadir su responsabilidad y desarrollar nuevos mecanismos de mercado de carbono para hacer más ganancias, como el de "Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación" (REDD), que promueve la mercantilización y privatización de los bosques y la perdida de soberanía sobre los territorios. Rechazamos tales mecanismos.
Exigimos que estos países reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero y que se constituya un Tribunal Internacional de Justicia Climática. Reafirmamos las propuestas del Acuerdo de Cochabamba, producto de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y por los Derechos de la Madre Tierra, las cuales reconocen que las soluciones reales frente al calentamiento global son la justicia climática, la soberanía alimentaria, la recuperación de territorios y la reforma agraria, la agricultura campesina y la integración y solidaridad entre los pueblos.
Los movimientos sociales estamos ante una ocasión histórica para desarrollar iniciativas de emancipación a escala internacional. Sólo las luchas de nuestros pueblos van a permitirnos avanzar hacia el ybymarane'y (tierra sin mal) y hacer realidad el tekoporâ (buen vivir). Nos comprometemos a reforzar la lucha por la soberanía de nuestros pueblos, la soberanía alimentaria, la soberanía energética y la soberanía de las mujeres sobre sus cuerpos y su vida y por el reconocimiento de la diversidad sexual. Construimos alternativas que parten de los acumulados en las resistencias desde la interrelación de diversas perspectivas anticapitalistas, antipatriarcales, anticoloniales y anti-racistas, al mismo tiempo que avanzamos en la búsqueda de otro paradigma centrado en la igualdad, el buen vivir, la soberanía y la integración fundamentada en el principio de la solidaridad entre los pueblos.
www.ecoportal.net
Asunción, Paraguay, 15 de agosto de 2010
Minga Informativa de Movimientos Sociales
LA DEUDA ECOLÓGICA YA ASCIENDE A LA SUMA DE… CASI UN PLANETA
Comencemos por tratar de comprender de qué se trata exactamente esto de la “deuda ecológica”. En esencia se trata de la cuantificación de la responsabilidad que tienen los países industrializados y sus grandes corporaciones por haber venido utilizando los recursos naturales de todo el planeta. Así como por la degradación ambiental causada por su modo de vida basado en el consumo excesivo de bienes y servicios.
Los altos estándares de vida del 20% mas rico de la población mundial, han sido sostenidos por una utilización desmedida e insustentable de los recursos naturales que no les pertenecen a ellos, sino que es toda la humanidad la que debería beneficiarse de su existencia, con una utilización responsable y sostenible en el tiempo.
Dentro del concepto de Deuda Ecológica, se esgrime habitualmente que los países del Sur somos los acreedores y los del Norte los deudores. Sin embargo, podemos considerar también entre los acreedores a muchos de los habitantes del Norte, ya que ellos también están padeciendo los problemas ambientales y, en el mismo sentido, existe una gran cantidad de empresas, muchas veces asociadas o apoyadas por su propios gobiernos en el Sur, que también portan una buena cuota de responsabilidad en este deterioro ambiental a escala planetaria.
Podemos inferir entonces que, los verdaderos deudores son en definitiva, y mas allá de su ubicación geográfica, por un lado las grandes compañías generadoras de hábitos de consumo innecesarios y excesivos y por otra, ese 20% de la población mundial que está consumiendo el 80% de los recursos producidos.
Asimismo, los acreedores serían ese otro 80% de la población que paga las consecuencias de la degradación ambiental, sin recibir a cambio mas que el constante deterioro de su calidad de vida.
La raíz de esta deuda es, sin duda el actual modelo de producción industrial, basado en el consumismo y la acumulación de riqueza, con su consiguiente generación descontrolada de residuos, emisión de gases de efecto invernadero, contaminación de agua y atmósfera, degradación de la tierra, deforestación de bosques, destrucción de ecosistemas, desigualdad social y demás calamidades.
La medición de los intereses de la deuda ecológica sería bastante compleja. Resulta mas simple definir la parte de capital. Y es simplemente volver a dejar la Tierra como estaba, ecológicamente hablando, antes del inicio de la industrialización.
¿Imposible? Probablemente tanto como que Europa devuelva a los países de Latinoamérica y Africa el oro, plata saqueados durante siglos. Y las vidas segadas.
Sin embargo, Europa no sería lo que es ahora sin los millones de toneladas de plata y oro de América ni sería la misma sin la esclavitud de los 70 millones de africanos que fueron arrancados de sus tierras. Y el sometimiento, despojo o aniquilación a que fueron sometidos los pueblos originarios de América. Hay una responsabilidad histórica y presente por esto.
El caso es que deberíamos encontrar la forma de cobrar esa deuda y, posiblemente un buen inicio sería con la deuda externa. Los cientos de miles de millones de dólares que el Sur le debe al Norte, podrían servirnos para restaurar nosotros mismos parte de las condiciones ambientales de nuestras regiones. Para recuperar la posibilidad de devolver el campo a los campesinos y sus territorios a los pueblos originarios. Para limpiar y detener la contaminación de nuestros cursos de agua sin confrontar con las necesidades económicas acuciantes que nos obligan a mercantilizar los recursos naturales.
La deuda externa serviría para pagar solo una mínima parte de la deuda ecológica, pero seria un buen comienzo para demostrar que están aprendiendo a respetar el planeta. A partir de ahí deberíamos acordar juntos cómo cambiar el sistema para hacerlo mas justo y ambientalmente sustentable. Por nosotros, por las generaciones futuras y por nuestra supervivencia como especie.
Nos reencontramos la próxima semana, con una nueva entrega de esta publicación.
Ricardo Natalichio
Director de EcoPortal.net
rdnatali@ecoportal.net
www.ecoportal.net
miércoles, 18 de agosto de 2010
COMPRA MASIVA DE TIERRAS POR EL PRIMER MUNDO
Casi 20 millones de hectáreas en África, Asia o América Latina han pasado a manos de gobiernos o inversores privados extranjeros
La FAO solicita directrices internacionales para regular las adquisiciones masivas de terrenos
Beatriz Lorenzo.- El siglo XXI se presenta como un enorme campo de batalla, el escenario de encarnizadas escaramuzas que se están librando -o se librarán en un futuro inmediato- por asuntos tan transcendentes como la salud medioambiental del planeta o -si cabe el todavía más polémico- el hambre que vendrá. Y es que una de las grandes guerras futuras, con las trincheras ya bien pertrechadas de pólvora y balas, es la que tiene como protagonista a los productos agrarios que van camino de convertirse en un bien escaso para muchos países en desarrollo, cuyas tierras y explotaciones agrícolas están siendo adquiridas de forma masiva por los gobiernos y los inversores privados del primer mundo. Ante esta situación, calificada por los analistas como una forma de moderno colonialismo, la FAO ha tomado cartas en el asunto solicitando una serie de directrices internacionales que regulen las adquisiciones de terrenos en los países en desarrollo.
La realidad es que la compra de tierras en países de África, América Latina o el Sudeste Asiático se ha acelerado a un ritmo alarmante. Las advertencias de la ONU acerca de que estas adquisiciones podrían ocasionar un riesgo de pauperización en las ya muy sangradas economías del tercer mundo parecen haber caído en saco roto a juzgar por las adquisiciones masivas de países como China o los Estados del Golfo, que no pueden producir por sí mismos alimentos suficientes. Con un marcado efecto dominó muchos países compiten entre sí comprando más y más tierras y explotaciones. Así, casi un siglo después de que el pastel africano se repartiese en caprichosas porciones entre las golosas economías europeas, la situación se está repitiendo de nuevo.
EL NUEVO REPARTO DEL “PASTEL” AGRÍCOLA
Los más codiciosos, los que se han lanzado a comprar tierras por todo el mundo son los estados con petrodólares y divisas. Corea del Sur, primer comprador mundial, ha adquirido 2.306.000 hectáreas; le sigue China (2,09 millones), Arabia Saudita (1,61 millones), los Emiratos Árabes Unidos (1,28 millones) y Japón (324.000 hectáreas). Un total de casi 8 millones de hectáreas de tierras fértiles compradas o alquiladas en el exterior. También los países del Golfo, sin agua ni campos fértiles que cultivar, se han lanzado a las compras de parcelas exteriores. Los Emiratos Árabes Unidos controlan 900.000 hectáreas en Pakistán, y están sopesando proyectos agrícolas en Kazajistán. Libia adquirió 250.000 hectáreas en Ucrania a cambio de petróleo y gas. El grupo saudita Binladin ha conseguido terrenos en Indonesia para cultivar arroz, e inversionistas de Abu Dhabi compraron decenas de miles de hectáreas en Pakistán. Jordania producirá comestibles en Sudán. Egipto obtuvo 850.000 hectáreas en Uganda para sembrar trigo y maíz.
Con 1.400 millones de bocas hambrientas que llenar, el gigante asiático es uno de los compradores más compulsivos. China detenta tierras en Australia, Kazajistán, Laos, México, Brasil, Surinam, y sobre todo en África. Pekín ha firmado unos 30 acuerdos de cooperación con gobiernos que le dan acceso a explotaciones. También Corea del Sur está hambriento de terreno y ha adquirido 21.000 hectáreas para cría de ganado en Argentina y otras 700.000 hectáreas en Sudán, país conocido popularmente como “el granero del mundo árabe”.
Incluso la India ha prestado dinero a 80 compañías para comprar 350.000 hectáreas en África. Se conocen al menos seis países que han comprado grandes superficies en Sudán, uno de los países donde la seguridad alimentaria es más precaria. Otros países que han adquirido tierras el último año son Suecia y Libia. Los países afectados incluyen no sólo aquellos con tierras fértiles como Brasil, Rusia y Ucrania sino también países pobres como Camerún, Etiopia, Madagascar y Zambia.
En cuanto a las corporaciones y empresas más activas en compras exteriores, Alpcot Agro de Suecia compró 120.000 hectáreas en Rusia, la coreana Hyundai ha pagado 6,5 millones de dólares para ser la mayor accionista en Khorol Zerno, que posee 10.000 hectáreas en Siberia del Este, Morgan Stanley ha comprado 40.000 hectáreas en Ucrania. La también coreana Daewoo firmó un contrato para el uso de 1,3 millones de hectáreas en Madagascar durante 99 años, una adquisición que ha tenido mucho que ver con los disturbios producidos la primavera pasada.
UN ARMA DE DOBLE FILO
La organización de alimentos y agricultura de la ONU calcula que en total casi 20 millones de hectáreas de tierras de cultivo- un área equivalente a la mitad de tierras cultivables de toda Europa- ha sido vendida o está en proceso de adquisición. Una serie de especulaciones desmedidas que provocan una clara pérdida de fe en los mercados internacionales. Lo que para los inversores es seguridad alimentaria deja tras de si un reguero de hambre y escasez para las poblaciones locales, sin mencionar el daño medioambiental consecuencia de un cultivo muy intensivo, suelos agotados, sequía de los acuíferos y destrucción ecológica por culpa de los productos químicos. Un legado envenenado para los países en desarrollo.
Conocido en inglés como land grabbing -expresión que podría traducirse como apropiación de tierras-, el fenómeno es sin duda un arma de doble filo, que sin embargo no está exento de oportunidades tales como la transferencia de tecnología para estimular la innovación y el incremento de la productividad; mejoras en la calidad; creación de empleo; vínculos regresivos y progresivos y efectos multiplicadores mediante el recurso a las fuentes locales para el suministro de la mano de obra y otros insumos. Incluso es posible que aumenten los suministros alimentarios para el mercado interno y para exportación. Sin embargo, los detractores del fenómeno advierten del daño que causa a las poblaciones locales, que con frecuencia quedan al margen de la negociación de los acuerdos. Los más críticos califican la estrategia de “neocolonialista” porque esquilma los recursos naturales de países que, en muchos casos, ya tienen sus propios problemas de escasez de alimentos.
El estudio más completo sobre la cuestión efectuado hasta el momento es probablemente el publicado en mayo de este año por el Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo (IIED), que certifica que la apropiación de tierras es un fenómeno en ascenso, y advierte de que es cada vez mayor el riesgo de que campesinos pobres acaben siendo expulsados de sus tierras o pierdan el acceso al agua y a otros recursos. Yes que el neocolonialismo agrario le arrebata sin duda el trabajo al campesinado y crea un tensiones sociales extremas y violencias civiles. La tierra es un tema muy sensible, un símbolo, parte de la identidad de una población, campo de cultivo ideal para que se gesten odios y rencillas.
Si bien en el pasado los inversores extranjeros buscaban productos tropicales como plátanos y cocos o cultivos hortofrutícolas, la oleada más reciente de inversiones extranjeras se centra en alimentos más básicos como el maíz, el trigo o el arroz. Incluso en ocasiones las tierras se compran como materia prima para biocombustibles, y no para producir alimento. Si bien la mayoría de las adquisiciones de tierras se negocian directamente entre las autoridades políticas o a través de empresas que actúan como intermediarias para los Gobiernos, también hay fondos de inversión privados que participan en el negocio, como el británico Emergent Asset Management, que tiene previsto comprar 50.000 hectáreas de tierra en Mozambique, Suráfrica Botswana, Zambia, Angola y la República Democrática de Congo. El aumento de las compras de tierras en países pobres coincide con un agravamiento de la situación alimentaria mundial. Según la FAO, mil millones de personas pasan hambre en el mundo, la cifra más alta de la historia. De ellas, 100 millones han entrado en la lista como consecuencia de la crisis económica actual. La subida del precio de los alimentos en los mercados internacionales, frenada parcialmente por la crisis económica, es otro factor que ha contribuido a agravar la situación.
LA NECESIDAD DE UNA REGULACIÓN INTERNACIONAL
La falta de transparencia es, en muchos casos, la lacra principal de estas transacciones. Tal y como han advertido expertos del Instituto Internacional de Investigación de Política Alimentaria, en muchos lugares de África, la propiedad de la tierra se rige por la costumbre, sin que existan papeles de propiedad, lo que significa que el Gobierno puede ejercer de propietario de unas tierras que han sido cultivadas durante siglos por clanes de campesinos locales.
La alarma es el sentimiento predominante en las poblaciones afectadas. Anticipándose a los requerimientos de la FAO, muchos Gobiernos han empezado a tomar medidas a nivel nacional. En Pakistán, los campesinos ya se están movilizando contra el desplazamiento de aldeas si Qatar compra terrenos en la region de Punjab, y Paraguay ha aprobado una ley que prohíbe vender parcelas a extranjeros. Uruguay se lo está planteando y Brasil estudia cambiar su legislación. También Tailandia rechazó a finales de junio una oferta de varios países árabes para invertir en el cultivo de arroz y en la ganadería. “En cumplimiento de nuestras leyes, los extranjeros o las compañías extranjeras tienen prohibido alquilar o comprar tierras para cultivar arroz o cualquier tipo de alimento, incluyendo el ganado, en Tailandia”, afirmó el primer ministro, Abhisit Vejjajiva. En Filipinas, el Gobierno ha bloqueado la adquisición de más de 1,2 millones de hectáreas por parte de un consorcio chino con participación pública y privada.
Se ha hecho evidente la creación de un código de conducta vinculante que regule estas adquisiciones de forma que beneficien y no desangren a los países en desarrollo. Las directrices que solicita la FAO deberían ofrecer un marco que sirviera de punto de referencia para las reglamentaciones nacionales, especialmente si las partes reconocen que el cumplimiento de normas comunes redunda en el interés de todos. Y, lo que es más importante, deberían evaluarse y promoverse otras inversiones internacionales en agricultura distintas de la adquisición de tierras y garantizar que hay transparencia en las negociaciones y que se respetan los derechos existentes sobre las tierras afectadas, incluyendo la costumbre, y que los beneficios se reparten entre compradores y campesinos locales. Conjuntamente con las directrices internacionales, la cooperación de los inversores internacionales también sería necesaria. Deberían reconocer que sus inversiones tienen consecuencias y respetar rigurosamente las normas ambientales, sociales y laborales de los países donde invierten.
La FAO solicita directrices internacionales para regular las adquisiciones masivas de terrenos
Beatriz Lorenzo.- El siglo XXI se presenta como un enorme campo de batalla, el escenario de encarnizadas escaramuzas que se están librando -o se librarán en un futuro inmediato- por asuntos tan transcendentes como la salud medioambiental del planeta o -si cabe el todavía más polémico- el hambre que vendrá. Y es que una de las grandes guerras futuras, con las trincheras ya bien pertrechadas de pólvora y balas, es la que tiene como protagonista a los productos agrarios que van camino de convertirse en un bien escaso para muchos países en desarrollo, cuyas tierras y explotaciones agrícolas están siendo adquiridas de forma masiva por los gobiernos y los inversores privados del primer mundo. Ante esta situación, calificada por los analistas como una forma de moderno colonialismo, la FAO ha tomado cartas en el asunto solicitando una serie de directrices internacionales que regulen las adquisiciones de terrenos en los países en desarrollo.
La realidad es que la compra de tierras en países de África, América Latina o el Sudeste Asiático se ha acelerado a un ritmo alarmante. Las advertencias de la ONU acerca de que estas adquisiciones podrían ocasionar un riesgo de pauperización en las ya muy sangradas economías del tercer mundo parecen haber caído en saco roto a juzgar por las adquisiciones masivas de países como China o los Estados del Golfo, que no pueden producir por sí mismos alimentos suficientes. Con un marcado efecto dominó muchos países compiten entre sí comprando más y más tierras y explotaciones. Así, casi un siglo después de que el pastel africano se repartiese en caprichosas porciones entre las golosas economías europeas, la situación se está repitiendo de nuevo.
EL NUEVO REPARTO DEL “PASTEL” AGRÍCOLA
Los más codiciosos, los que se han lanzado a comprar tierras por todo el mundo son los estados con petrodólares y divisas. Corea del Sur, primer comprador mundial, ha adquirido 2.306.000 hectáreas; le sigue China (2,09 millones), Arabia Saudita (1,61 millones), los Emiratos Árabes Unidos (1,28 millones) y Japón (324.000 hectáreas). Un total de casi 8 millones de hectáreas de tierras fértiles compradas o alquiladas en el exterior. También los países del Golfo, sin agua ni campos fértiles que cultivar, se han lanzado a las compras de parcelas exteriores. Los Emiratos Árabes Unidos controlan 900.000 hectáreas en Pakistán, y están sopesando proyectos agrícolas en Kazajistán. Libia adquirió 250.000 hectáreas en Ucrania a cambio de petróleo y gas. El grupo saudita Binladin ha conseguido terrenos en Indonesia para cultivar arroz, e inversionistas de Abu Dhabi compraron decenas de miles de hectáreas en Pakistán. Jordania producirá comestibles en Sudán. Egipto obtuvo 850.000 hectáreas en Uganda para sembrar trigo y maíz.
Con 1.400 millones de bocas hambrientas que llenar, el gigante asiático es uno de los compradores más compulsivos. China detenta tierras en Australia, Kazajistán, Laos, México, Brasil, Surinam, y sobre todo en África. Pekín ha firmado unos 30 acuerdos de cooperación con gobiernos que le dan acceso a explotaciones. También Corea del Sur está hambriento de terreno y ha adquirido 21.000 hectáreas para cría de ganado en Argentina y otras 700.000 hectáreas en Sudán, país conocido popularmente como “el granero del mundo árabe”.
Incluso la India ha prestado dinero a 80 compañías para comprar 350.000 hectáreas en África. Se conocen al menos seis países que han comprado grandes superficies en Sudán, uno de los países donde la seguridad alimentaria es más precaria. Otros países que han adquirido tierras el último año son Suecia y Libia. Los países afectados incluyen no sólo aquellos con tierras fértiles como Brasil, Rusia y Ucrania sino también países pobres como Camerún, Etiopia, Madagascar y Zambia.
En cuanto a las corporaciones y empresas más activas en compras exteriores, Alpcot Agro de Suecia compró 120.000 hectáreas en Rusia, la coreana Hyundai ha pagado 6,5 millones de dólares para ser la mayor accionista en Khorol Zerno, que posee 10.000 hectáreas en Siberia del Este, Morgan Stanley ha comprado 40.000 hectáreas en Ucrania. La también coreana Daewoo firmó un contrato para el uso de 1,3 millones de hectáreas en Madagascar durante 99 años, una adquisición que ha tenido mucho que ver con los disturbios producidos la primavera pasada.
UN ARMA DE DOBLE FILO
La organización de alimentos y agricultura de la ONU calcula que en total casi 20 millones de hectáreas de tierras de cultivo- un área equivalente a la mitad de tierras cultivables de toda Europa- ha sido vendida o está en proceso de adquisición. Una serie de especulaciones desmedidas que provocan una clara pérdida de fe en los mercados internacionales. Lo que para los inversores es seguridad alimentaria deja tras de si un reguero de hambre y escasez para las poblaciones locales, sin mencionar el daño medioambiental consecuencia de un cultivo muy intensivo, suelos agotados, sequía de los acuíferos y destrucción ecológica por culpa de los productos químicos. Un legado envenenado para los países en desarrollo.
Conocido en inglés como land grabbing -expresión que podría traducirse como apropiación de tierras-, el fenómeno es sin duda un arma de doble filo, que sin embargo no está exento de oportunidades tales como la transferencia de tecnología para estimular la innovación y el incremento de la productividad; mejoras en la calidad; creación de empleo; vínculos regresivos y progresivos y efectos multiplicadores mediante el recurso a las fuentes locales para el suministro de la mano de obra y otros insumos. Incluso es posible que aumenten los suministros alimentarios para el mercado interno y para exportación. Sin embargo, los detractores del fenómeno advierten del daño que causa a las poblaciones locales, que con frecuencia quedan al margen de la negociación de los acuerdos. Los más críticos califican la estrategia de “neocolonialista” porque esquilma los recursos naturales de países que, en muchos casos, ya tienen sus propios problemas de escasez de alimentos.
El estudio más completo sobre la cuestión efectuado hasta el momento es probablemente el publicado en mayo de este año por el Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo (IIED), que certifica que la apropiación de tierras es un fenómeno en ascenso, y advierte de que es cada vez mayor el riesgo de que campesinos pobres acaben siendo expulsados de sus tierras o pierdan el acceso al agua y a otros recursos. Yes que el neocolonialismo agrario le arrebata sin duda el trabajo al campesinado y crea un tensiones sociales extremas y violencias civiles. La tierra es un tema muy sensible, un símbolo, parte de la identidad de una población, campo de cultivo ideal para que se gesten odios y rencillas.
Si bien en el pasado los inversores extranjeros buscaban productos tropicales como plátanos y cocos o cultivos hortofrutícolas, la oleada más reciente de inversiones extranjeras se centra en alimentos más básicos como el maíz, el trigo o el arroz. Incluso en ocasiones las tierras se compran como materia prima para biocombustibles, y no para producir alimento. Si bien la mayoría de las adquisiciones de tierras se negocian directamente entre las autoridades políticas o a través de empresas que actúan como intermediarias para los Gobiernos, también hay fondos de inversión privados que participan en el negocio, como el británico Emergent Asset Management, que tiene previsto comprar 50.000 hectáreas de tierra en Mozambique, Suráfrica Botswana, Zambia, Angola y la República Democrática de Congo. El aumento de las compras de tierras en países pobres coincide con un agravamiento de la situación alimentaria mundial. Según la FAO, mil millones de personas pasan hambre en el mundo, la cifra más alta de la historia. De ellas, 100 millones han entrado en la lista como consecuencia de la crisis económica actual. La subida del precio de los alimentos en los mercados internacionales, frenada parcialmente por la crisis económica, es otro factor que ha contribuido a agravar la situación.
LA NECESIDAD DE UNA REGULACIÓN INTERNACIONAL
La falta de transparencia es, en muchos casos, la lacra principal de estas transacciones. Tal y como han advertido expertos del Instituto Internacional de Investigación de Política Alimentaria, en muchos lugares de África, la propiedad de la tierra se rige por la costumbre, sin que existan papeles de propiedad, lo que significa que el Gobierno puede ejercer de propietario de unas tierras que han sido cultivadas durante siglos por clanes de campesinos locales.
La alarma es el sentimiento predominante en las poblaciones afectadas. Anticipándose a los requerimientos de la FAO, muchos Gobiernos han empezado a tomar medidas a nivel nacional. En Pakistán, los campesinos ya se están movilizando contra el desplazamiento de aldeas si Qatar compra terrenos en la region de Punjab, y Paraguay ha aprobado una ley que prohíbe vender parcelas a extranjeros. Uruguay se lo está planteando y Brasil estudia cambiar su legislación. También Tailandia rechazó a finales de junio una oferta de varios países árabes para invertir en el cultivo de arroz y en la ganadería. “En cumplimiento de nuestras leyes, los extranjeros o las compañías extranjeras tienen prohibido alquilar o comprar tierras para cultivar arroz o cualquier tipo de alimento, incluyendo el ganado, en Tailandia”, afirmó el primer ministro, Abhisit Vejjajiva. En Filipinas, el Gobierno ha bloqueado la adquisición de más de 1,2 millones de hectáreas por parte de un consorcio chino con participación pública y privada.
Se ha hecho evidente la creación de un código de conducta vinculante que regule estas adquisiciones de forma que beneficien y no desangren a los países en desarrollo. Las directrices que solicita la FAO deberían ofrecer un marco que sirviera de punto de referencia para las reglamentaciones nacionales, especialmente si las partes reconocen que el cumplimiento de normas comunes redunda en el interés de todos. Y, lo que es más importante, deberían evaluarse y promoverse otras inversiones internacionales en agricultura distintas de la adquisición de tierras y garantizar que hay transparencia en las negociaciones y que se respetan los derechos existentes sobre las tierras afectadas, incluyendo la costumbre, y que los beneficios se reparten entre compradores y campesinos locales. Conjuntamente con las directrices internacionales, la cooperación de los inversores internacionales también sería necesaria. Deberían reconocer que sus inversiones tienen consecuencias y respetar rigurosamente las normas ambientales, sociales y laborales de los países donde invierten.
martes, 17 de agosto de 2010
ORGANIZACIONES RURALES URGEN AL ESTADO A IMPLEMENTAR POLÍTICAS DE AGROECOLOGÍA
Las organizaciones e instituciones presentes en el II Seminario Regional de Educación y Agroecología de la cuenca del Plata, reunidas del 03 al 07 de agosto en la ciudad de San Estanislao, departamento de San Pedro, Paraguay, se pronunciaron ante la importancia que van cobrando las experiencias de Agroecología. Reproducimos el documento que contiene la declaración.
El modelo empresarial actual promueve la concentración de alimentos, la globalización de las grandes cadenas agroalimentarias, la pérdida de la Agrobiodiversidad, la erosión genética, base de la diversidad alimentaria de los pueblos.
Sin embargo, la crisis alimentaria, la degradación ambiental, globalización neoliberal y los efectos del cambio climático pueden ser quebradas por la acción articulada de las organizaciones campesinas, pueblos originarios, de trabajadores, productores y la ciudadanía en general.
Por esto apostando a una Educación que forme en los valores y principios de la Agroecología como productores y productoras de alimentos, actores fundamentales para garantizar la soberanía y seguridad alimentaria de los pueblos de la región, declaramos que:
Es necesario implementar políticas que garanticen los derechos colectivos, respetando la diversidad cultural, modos de alimentación, consumo y de gestión de los espacios territoriales, con base en una agricultura, familiar campesina y de los pueblos originarios incluyente, productores /as de alimentos sanos.
Las semillas nativas y criollas son las bases de los sistemas agroalimentarios de las familias rurales y de los pueblos originarios, por lo tanto necesitamos políticas de estado que garanticen el rescate y la conservación de ellas como un patrimonio genético sustentado y manejado por las comunidades.
Urgimos la implementación - como política de Estado- de un modelo educativo basado en la Agroecología y la Educación Popular, rescatando y validando los conocimientos y saberes campesinos, indígenas, de la agricultura familiar y pesca artesanal, con una perspectiva de transformación hacia la solidaridad y la justicia socioambiental.
Exigimos la incorporación en forma prioritaria por los países de la Región en la malla curricular en los diferentes niveles de la educación los ejes y sub ejes temáticos discutidos durante el seminario: Agua y Soberanía; La Educación Popular; Acceso y Participación a los beneficios de los recursos naturales y culturales; Agricultura familiar campesina e indígena con enfoque de derecho como política de estado; Territorio, ecosistema y hábitat.
Seguiremos fortaleciendo articulaciones para instalar la Agroecología como componente estratégico y político de un modelo alternativo de desarrollo, para salvaguardar los territorios e implementar sistemas agroalimentarios soberanos en la Cuenca del Río de la Plata.
Por lo tanto, los estados de la región deben garantizar tres derechos fundamentales para la vida: el Derecho a la tierra y territorio, el Derecho al acceso al agua, el Derecho al acceso y control de las semillas nativas y criollas; y una firme política de apoyo y promoción apropiada a la agricultura familiar/campesina y pueblos originarios que sustentan la pirámide alimentaria y la salud integral de los pueblos.
Reafirmamos que la AGROECOLOGIA ES ALIMENTO SANO Y SOBERANO PARA TODOS LOS PUEBLOS, ES DIALOGO DE SABERES Y ES MOVIMIENTO SOCIOAMBIENTAL.
El modelo empresarial actual promueve la concentración de alimentos, la globalización de las grandes cadenas agroalimentarias, la pérdida de la Agrobiodiversidad, la erosión genética, base de la diversidad alimentaria de los pueblos.
Sin embargo, la crisis alimentaria, la degradación ambiental, globalización neoliberal y los efectos del cambio climático pueden ser quebradas por la acción articulada de las organizaciones campesinas, pueblos originarios, de trabajadores, productores y la ciudadanía en general.
Por esto apostando a una Educación que forme en los valores y principios de la Agroecología como productores y productoras de alimentos, actores fundamentales para garantizar la soberanía y seguridad alimentaria de los pueblos de la región, declaramos que:
Es necesario implementar políticas que garanticen los derechos colectivos, respetando la diversidad cultural, modos de alimentación, consumo y de gestión de los espacios territoriales, con base en una agricultura, familiar campesina y de los pueblos originarios incluyente, productores /as de alimentos sanos.
Las semillas nativas y criollas son las bases de los sistemas agroalimentarios de las familias rurales y de los pueblos originarios, por lo tanto necesitamos políticas de estado que garanticen el rescate y la conservación de ellas como un patrimonio genético sustentado y manejado por las comunidades.
Urgimos la implementación - como política de Estado- de un modelo educativo basado en la Agroecología y la Educación Popular, rescatando y validando los conocimientos y saberes campesinos, indígenas, de la agricultura familiar y pesca artesanal, con una perspectiva de transformación hacia la solidaridad y la justicia socioambiental.
Exigimos la incorporación en forma prioritaria por los países de la Región en la malla curricular en los diferentes niveles de la educación los ejes y sub ejes temáticos discutidos durante el seminario: Agua y Soberanía; La Educación Popular; Acceso y Participación a los beneficios de los recursos naturales y culturales; Agricultura familiar campesina e indígena con enfoque de derecho como política de estado; Territorio, ecosistema y hábitat.
Seguiremos fortaleciendo articulaciones para instalar la Agroecología como componente estratégico y político de un modelo alternativo de desarrollo, para salvaguardar los territorios e implementar sistemas agroalimentarios soberanos en la Cuenca del Río de la Plata.
Por lo tanto, los estados de la región deben garantizar tres derechos fundamentales para la vida: el Derecho a la tierra y territorio, el Derecho al acceso al agua, el Derecho al acceso y control de las semillas nativas y criollas; y una firme política de apoyo y promoción apropiada a la agricultura familiar/campesina y pueblos originarios que sustentan la pirámide alimentaria y la salud integral de los pueblos.
Reafirmamos que la AGROECOLOGIA ES ALIMENTO SANO Y SOBERANO PARA TODOS LOS PUEBLOS, ES DIALOGO DE SABERES Y ES MOVIMIENTO SOCIOAMBIENTAL.
domingo, 15 de agosto de 2010
LATINOAMÉRICA ANTE LA CRISIS ECOLÓGICA GLOBAL. UN PROBLEMA DE FONDO
Para comprender los problemas ecológicos, es necesario rediscutir los fundamentos del sistema capitalista. Pese a que tenemos gobiernos progresistas, faltan cambios de fondo. Los desafíos de la desigualdad ambiental.
En este artículo intentaremos exponer brevemente algunos de los desafíos que afronta América latina en materia ambiental. A tal fin, comenzaremos analizando los factores estructurales de la crisis ecológica global. Luego, expondremos lo que hemos denominado desigualdades ambientales, las formas que asumen y los conflictos que pueden albergar. En último lugar, haremos referencia al comportamiento y a las estrategias políticas que los gobiernos latinoamericanos llevan y pueden llevar a cabo.
La humanidad enfrenta una crisis ecológica de gran magnitud y con tendencia a agravarse. Sus manifestaciones pueden agruparse en dos grandes problemas, íntimamente relacionados. En primer lugar, la degradación ambiental, la cual envuelve la contaminación del aire, de los cursos de agua (superficiales y subterráneos) y del suelo. El denominado cambio climático se ha vuelto su cara más visible hoy en día. Y en segundo lugar, el progresivo agotamiento de bienes naturales, esenciales para la vida humana: agua dulce, minerales, tierra fértil, fuentes de energía. Las estadísticas de la World Wide Fund For Nature (WWF) indican que la demanda mundial sobre los recursos biológicos del planeta supera en un 30 por ciento la capacidad de regeneración de la naturaleza.
Es posible ubicar temporalmente la acelerada degradación ecológica en las últimas cuatro décadas, período que coincide con la implementación de las políticas neoliberales. Adjudicar la responsabilidad a la acción del hombre de modo abstracto, como suele hacerse en análisis ligeros o intencionados, oculta la forma histórica en la cual está inserta esa acción.
Tampoco nos conforma adjudicarla en el conjunto de ideas propias de la modernidad, es decir, la fe en el progreso indefinido de las fuerzas materiales. No nos dice nada acerca de cuál es la forma en la que el hombre se apropia de la naturaleza en un momento determinado dado el régimen de producción y reproducción material dominante.
Es necesario rediscutir los fundamentos del sistema capitalista para comprender los problemas ecológicos. Entender no sólo la relación contradictoria capital-trabajo sino también la contradicción capital-naturaleza: la capacidad proveedora y receptora de la naturaleza es limitada y, por lo tanto, incompatible con la acumulación ilimitada de capital.
Capital vs. naturaleza
Dada la estructura atomizada y caótica del capitalismo, la forma predominante en la cual el hombre se vincula con la naturaleza es a través de la apropiación privada y la mercantilización. El hombre se encuentra alienado respecto del mundo natural y el capital fetichiza la naturaleza.
El Estado aparece mediando entre el capital y la naturaleza, regulando su acceso y su explotación. Sin embargo, las políticas de privatización de empresas públicas, desregulación de los mercados y apertura económica del neoliberalismo desarmaron los mecanismos estatales que resguardaban en gran medida la naturaleza.
El capital aceleró, por ende, su dominio sobre el mundo natural en función de la producción de plusvalor. Es un proceso simultáneamente extensivo e intensivo. Extensivo porque el capital se va adueñando de cada porción de la naturaleza, ampliando las fronteras de extracción como continuidad de la acumulación originaria. E intensivo porque cada vez precisa una mayor cantidad de bienes naturales y un mayor sometimiento de las fuerzas naturales.
Asimismo, podemos observar que el debilitamiento de las regulaciones estatales también acelera los procesos de contaminación ya que deja librado a los capitales individuales a deshacerse de desechos sólidos, líquidos y gaseosos sin tratamiento alguno. La lógica de la maximización de ganancias señala que el cuidado del medio ambiente no entra en los gastos productivos del capital.
Desigualdades ambientales
Habiendo analizado las características específicas del modo de producción capitalista en lo que hace a su relación con la naturaleza, ahora veremos cuáles son sus impactos sociopolíticos. Así como estamos acostumbrados a hablar de desigualdad social o económica, consideramos pertinente introducir el concepto desigualdad ambiental para dar cuenta de las relaciones de poder que se reproducen también en el ámbito ecológico.
Existen dos formas en las que se manifiesta la desigualdad ambiental: la desigualdad en el acceso a y control de los bienes naturales y la desigualdad en el acceso a un ambiente sano. La primera forma se refiere a las asimetrías de poder existentes para disponer, aprovechar, utilizar bienes esenciales para la vida, tales como agua, tierra y energía. La segunda forma está relacionada con la protección del medio ambiente y con las asimetrías de poder en la distribución de la degradación ambiental derivada de actividades productivas.
En el caso de la actividad extractiva de la minería y de los hidrocarburos se conjugan ambas formas de desigualdad, ya que en todo el mundo son apropiadas por poderosos capitales transnacionales en detrimento del acceso de poblaciones locales, que además sufren desplazamientos territoriales, y se realiza con bajos costos económicos y altísimos costos ecológicos, dada la utilización de grandes cantidades de agua, contaminación con químicos, quema de gases, etc. También resultan peligrosas estas actividades en su transporte, sea por la rotura de mineraloductos, oleoductos y gasoductos o las pérdidas en barcos petroleros.
La persistencia o la magnitud de las desigualdades ambientales son generalmente condición de posibilidad de conflictos socioambientales: se trata de disputas por la apropiación y/o mantenimiento de los bienes naturales y por el acceso a un ambiente sano o por la protección del medio ambiente, a escala local, nacional o internacional. Al mismo tiempo atraviesan distintos tipos de desigualdad social que generan nuevos conflictos o disputas en viejas relaciones desiguales, como el clásico intercambio desigual entre los países del Norte y los países del Sur. En los primeros se ubican los grandes centros de demanda, consumo y contaminación, mientras que los países más pobres quedan relegados a meros proveedores de bienes naturales. Un dato que ilustra: el 80 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero que producen el cambio climático pertenece al 20 por ciento de la población mundial, concentrada en Estados Unidos, Europa y Japón.
Se reedita la división internacional del trabajo, donde las regiones con grandes riquezas naturales que escasean en otras partes del mundo se tornan apetecibles para la apropiación capitalista. Las riquezas de América latina la convierten nuevamente en un proveedor de materias primas, alimentos y energía para las economías industrializadas. A su vez, los países más ricos intentan trasladar el costo ambiental de las industrias más sucias. El ejemplo más cercano son las plantas de celulosa, siendo la pastera UPM (ex Botnia) la que generó más conflictos y cobró mayor notoriedad.
Dentro del ámbito nacional, también existen desigualdades ambientales que se superponen con desigualdades de otro tipo. En condiciones normales de acumulación, la apropiación capitalista restringe progresivamente el acceso a los bienes naturales y genera una distribución de los efectos de la degradación ambiental en mayor medida sobre pobres, negros, indígenas, campesinos, etcétera. En tiempos de crisis, sea económica o ecológica, la brecha de la desigualdad ambiental también se agranda porque el capital está dispuesto a salvar su propio pellejo a cualquier precio, transfiriendo los costos hacia otros sectores sociales.
Del extractivismo al neoextractivismo
En el contexto de las desigualdades analizadas, América latina tiene por delante un desafío enorme en materia ambiental. A pesar de los cambios políticos profundos suscitados en la región en la última década, los gobiernos progresistas no han podido desembarazarse del rol asignado en la división internacional del trabajo y en algunos casos lo han profundizado.
Países como Venezuela y Bolivia han tenido un destacable rol a nivel internacional como sucedió en Copenhague en diciembre pasado, responsabilizando al mismo sistema capitalista en relación con el cambio climático. Asimismo, cabe enfatizar la importancia de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático impulsada por el presidente boliviano Evo Morales y que tuvo lugar en Cochabamba en abril último.
Sin embargo, son numerosas las tareas pendientes en el marco interno. Si en la etapa neoliberal predominó una política extractivista con respecto a la naturaleza, la última década es caracterizada por el investigador uruguayo Eduardo Gudynas bajo el rótulo de neoextractivismo.
El término extractivismo se refiere al predominio de actividades económicas basadas en la remoción de grandes volúmenes de bienes naturales, que no son industrializados o se lo hace limitadamente, con el objetivo prioritario de destinarlos a los mercados internacionales. En la historia de América latina no resulta una novedad ya que podríamos remontarnos a los inicios de la colonia misma. Pero sí es interesante observar cómo las políticas neoliberales de la década de los noventa profundizaron el perfil primario exportador de las economías latinoamericanas a partir de una legislación favorable a capitales transnacionales.
A pesar de una retórica crítica del neoliberalismo, en las políticas de los gobiernos progresistas persiste buena parte de los componentes de aquel extractivismo combinados con nuevas características. El neoextractivismo promueve un estilo de desarrollo basado en la explotación intensiva y extensiva de la naturaleza, que alimenta un entramado productivo escasamente diversificado y muy dependiente de la inserción internacional como proveedores de bienes naturales. Los altos precios internacionales redoblan las exportaciones petrolera, minera y de monocultivos. El componente más novedoso es que el Estado adquiere un rol más activo en esos sectores, buscando fundamentalmente la captación de una mayor renta que le permita una redistribución de ingresos a través de políticas sociales. En muchos casos, los gobiernos logran una legitimación importante hacia el conjunto de la población pero se avizora como una política con límites muy definidos. Además de los impactos negativos sobre la naturaleza, se agrandan las desigualdades ambientales en las regiones donde abundan riquezas. No casualmente sino causalmente, se multiplican los conflictos ambientales donde es común encontrar poblaciones locales, campesinas e indígenas enfrentadas a transnacionales petroleras y mineras o resistiendo el desplazamiento que imponen los monocultivos.
Difícilmente los gobiernos latinoamericanos cambien el rumbo en el corto plazo y todo hace suponer que las tensiones sociales seguirán presentes en los próximos años. Si bien Gudynas nota las diferencias entre países de acuerdo con el tipo de intervención del Estado y el desenvolvimiento de las economías extractivas, creemos necesario enfatizar aún más estas diferencias.
En algunos casos se mantiene el control privado de aquellos sectores, como claramente podemos notarlo en la Argentina. La explotación de hidrocarburos sigue en manos del capital a pesar de la brusca caída de reservas y la crisis energética que acecha la economía desde hace unos años. Los megaemprendimientos de minería a cielo abierto se multiplican por decenas pese a las consecuencias negativas para el medio ambiente y la salud de las poblaciones aledañas. La soja transgénica sigue ampliando su frontera, a costa de poner en riesgo la soberanía alimentaria nacional y a costa de la contaminación con agroquímicos.
Por otro lado, hay países que avanzan en el control estatal de las economías extractivas, como es el caso de Venezuela. A través de una profunda reforma en la legislación y la renegociación de contratos, el Estado logró alzarse con el control mayoritario de los pozos petroleros. Ciertamente los impactos ambientales de la explotación de hidrocarburos no desaparecen simplemente por un cambio en la forma que se asume el control. Pero sí nos interesa destacar el control estatal como un paso necesario para, posteriormente, avanzar hacia el control social de la actividad y sus impactos.
La transformación política y social es condición ineludible hacia la planificación democrática de la explotación de los bienes naturales y del cuidado del medio ambiente. Ello requiere también una transformación cultural que estimule una democracia cada vez más participativa. Finalmente, aun con buenas intenciones, la transición a una sociedad ecológica es una utopía si no se cuestionan y trastocan los fundamentos de la producción y reproducción capitalista.
Por Ignacio Sabbatella
Becario Conicet, Instituto Gino Germani (UBA)
SI LE VA MAL AL CAMPO, LE VA MAL A COLOMBIA. EL DEDO EN LA LLAGA
"La problemática de la producción agropecuaria y la alimentación de los trabajadores y el resto del pueblo Colombiano nos lleva necesariamente a plantear la necesidad de un programa de lucha por la defensa de lo nuestro: nuestra soberanía, trabajo, producción y recursos nacionales."
Hernán Pérez Zapata
El editorial ¿Es la hora del campo? del periódico “El Colombiano” (julio 28), los coqueteos y elogios del excandidato Gustavo Petro al Presidente electo Juan Manuel Santos y su equipo de Gobierno “..dentro de su proyecto político”..se fundamentan en la falsa ilusión de que …”cesó la horrible noche” no solo para nuestras patrióticas gentes del sector, sino también para nuestros consumidores nacionales.
No tienen en cuenta la negra historia del MinAgricultura que ha fracasado, en propiciar el autoabastecimiento de nuestras necesidades alimenticias y las de la agroindustria nacional, precisamente con las imposiciones de Washington. Se agudizará la ancestral dependencia de las orientaciones a toda la política agropecuaria y alimentaria por parte del imperio. Se trata de la continuidad de la misma política, con distintas caras.
Las solas importaciones de 10 millones de toneladas anuales que nos deja la administración de Álvaro Uribe, constituyen de por sí una gran vergüenza y catástrofe nacional. Un país que no produce sus alimentos mínimos esta condenado a depender de quien se los venda. Es la más absurda política impuesta al país y aceptada por todos estos gobiernos genuflexos a las imposiciones y migajas del país mas impositivo del mundo. A las malas con sus bases militares o a las buenas con el TLC impuesto por sus negociadores y aceptado sumisamente por los nuestros.
Todo para favorecer los 7 grandes monopolios que controlan el sistema productivo, de procesamiento, distribución y venta directa de su “comida rápida, chatarra, transgénica y frankestein¨.
Y de paso el proyecto de presupuesto nacional baja el menguado cupo del Minagricultura en un 15%. Queda dependiente de los préstamos, no para fomentar la producción nacional de alimentos, sino para continuar engañando al país con políticas frustradas que lo que han hecho es incrementar nuestra dependencia de la producción cuestionada en los mismos E.U.(Ver libro y película Food Inc de críticos estadounidenses independientes).
Empiezan a movilizarse los arroceros del país reclamando precios rentables y la eliminación de las importaciones y el contrabando del grano que entra a competir deslealmente con el producto nacional. Los maiceros de Córdoba reclaman el cese de la importación de cuatro millones de toneladas del grano que perfectamente se pueden producir en esa región, la más fértil de Colombia, con el necesario apoyo estatal.
Los lecheros reclaman precios rentables para sus 6.500.000 litros anuales, amenazados por la desprotección gubernamental ante las imposiciones de los TLC con la Unión Europea, E.U. y Canadá que en el solo 2011, arrasaran la producción de un mes y en pocos meses mas harán desaparecer este sector como ha ocurrido con los trigueros y maiceros con importaciones masivas que han quebrado a centenares de miles de productores de todo el país.
También los cafeteros preparan sus baterías. La desastrosa política con el grano ya nos tiene en el quinto puesto en el concierto mundial después de Brasil (33%), Vietnam (13%), Indonesia (6.5%) y Alemania que revende 10 millones de sacos anuales. Y como si fuera poco nuestros productores deben soportar la competencia desigual de la traída al país anualmente de mas de 800.000 sacos (legales y de contrabando) de café de malísima calidad para mezclas para el consumo nacional. El Gobierno debe garantizar precios rentables a los productores, eliminar las importaciones, financiar totalmente los altos costos de los controles de broca y roya y facilitar abonos y fertilizantes a los productores de café “enviciado” con esos químicos, para recuperar nuestra producción ancestral.
Salvar el campo, es salvar a Colombia. Con una política agropecuaria y alimentaria nacional, patriótica, que emplee a 10 millones de colombianos, podemos salir de esta “horrible noche”, con soluciones auténticas para nuestra soberanía y defensa de lo nuestro, que no se vislumbra por ninguna parte, con los amos norteamericanos, que solo les interesa sus negocios y el bienestar de sus multinacionales financieras y comerciales.
Medellín, agosto de 2010.
Anexo
Por la salvación agropecuaria y alimentaria
Resúmen de tesis presentadas en conversatorio con los afiliados al Sindicato de Trabajadores de Solla, SINTRASOLLA, el sábado 31 de julio de 2010, en Bello, Antioquia. Ponente: Hernán Pérez Zapata, Asociación por la Salvación Agropecuaria y Alimentaria de Antioquia.
1.- Sobre el problema nacional y agrario.
2.- La crisis agropecuaria y alimentaria en E.U. y en el mundo. La imposición de modelos de producción y alimentación por parte de E.U. a Colombia en los últimos 100 años. Implicaciones de la eliminación de la producción de alimentos en Colombia. Casos del trigo y el maíz. Apertura económica. Tratados de Libre Comercio, TLC, con E.U. y otros países.
3.- Hacia un programa por la Salvación Agropecuaria y Alimentaria de Antioquia y Colombia.
1.- SOBRE EL PROBLEMA NACIONAL Y AGRARIO
Las luchas por la defensa de la soberanía y autodeterminación nacional han llevado a caracterizar a Colombia como una sociedad neocolonial y semifeudal producto de la creciente intervención y dominación de los Estados Unidos, EU, en los asuntos internos de nuestro país y la existencia de rezagos feudales en el campo.
Las intervenciones de EU comenzaron en 1903 con la toma de Panamá. Siguió con la presencia de la Misión Kenmerer en 1923 en la organización del Banco de la República, como un satélite de la Reserva Federal de E.U. Posteriormente, con la opresión y saqueo en la Zona Bananera del Magdalena. El Gobierno Colombiano realizó la mas grande masacre de trabajadores el 6 de diciembre de 1928, en Ciénaga, en defensa de los intereses de la multinacional United Fruit Company.
Esa intervención en nuestro país se acelera después de la II Guerra Mundial. En 1950 aparece la Misión Currie del Banco Interamericano de Reconstrucción y Fomento, BIRF. Aparecieron los Planes de Fomento y Desarrollo impuestos por el país del norte, que no eran mas que planes de endeudamiento externo. Con el denominado Grupo de Consulta de París, numerosas entidades financieros de E.U. y otros países reinician un hipotecamiento paulatino de la economía al capital financiero internacional. Para 1960 la deuda externa era de 235 millones de dólares. Actualmente sobrepasa los 51.000 millones de dólares. Todos los programas del MinAgricultura desde su creación en 1949 han sido orientados por E.U. para servir a sus intereses y los de sus multinacionales financieras y comerciales.
Entre esos programas podemos señalar los del Punto Cuarto en 1952, el Plan de Fomento para Colombia de la Misión Currie en 1953, los planes decenal (1960-69) y los cuatrienales de desarrollo desde 1970 hasta el presente. La Reforma Agraria Integral, los Programas de Desarrollo Rural Integrado, DRI, y los Planes de Alimentación y Nutrición, PAN, que se orientaron a traer los excedentes agrícolas de E.U. y a acabar con la producción nacional de trigo, cultivo del que nos autoabastecimos mas de 200 años. En 1966 importábamos 120.000 toneladas y nuestra producción era de 160.000 toneladas. Hoy, escasamente producimos 30.000 toneladas en Nariño. Importamos anualmente 1.500.000 toneladas de éste, uno de los cuatro productos mas importantes para nuestra alimentación nacional y del mundo entero, con el maíz, el arroz y la papa.
Algo similar al trigo ha ocurrido con un cereal de la trascendencia del maíz, con la apertura económica. Nos abastecimos durante mas de 5.000 años, desde que los indígenas procedentes de centro América nos trajeron el grano. Se iniciaron las importaciones en 1991. Actualmente importamos mas de cuatro millones de toneladas de maíz amarillo y blanco. La producción nacional se reduce considerablemente. Solo nos queda la zona de Córdoba y pequeños lotes de maíz tradicional en distintas regiones de la nación.
El año pasado sobrepasamos la importación de mas de 10 millones de toneladas de alimentos que perfectamente podemos producir en el país, solucionando el problema del empleo rural y urbano y creciendo nuestra capitalización rural y urbana. Mas del 50 % de nuestra dieta alimentaria es importada. Es una auténtica vergüenza nacional. Estamos en el reino de la estupidez mas grande.
Esta es la prueba reina del fracaso de todas las políticas agropecuarias del Estado Colombiano en los últimos 60 años. Esta es la prueba reina para sustentar que el TLC con E.U., en las condiciones que ha sido impuesto por el imperio, profundizará la hecatombe de la nación y el pueblo Colombiano, así como las bases militares que se instalan para la protección de la inversión y saqueo estadounidense a nuestro país y amenazar con la guerra a países vecinos.
2. La crisis de la producción y alimentación en E.U. y en el mundo.
La historia de la producción agropecuaria en los E.U. en los últimos cien años presenta características sumamente aberrantes con el modelo de desarrollo que se ha impuesto en Colombia, ahora que nos preparamos a conmemorar los 100 años de la agronomía y demás carreras profesionales e intermedias del sector agropecuario.
Se ha entrelazado una cadena de control monopolista que va desde las fincas fabricas, el procesamiento y distribución de esos productos hasta las cadenas de supermercados, restaurantes y hoteles que influyen muy generalizadamente en la forma como se alimentan los consumidores de E.U. y el mundo globalizado.
La denominada “comida rápida, chatarra y frankestein” a los precios mas bajos se ha extendido por todos los E.U. y ahora con la globalización neoliberal, por todo el mundo.
Se desarrolla un uso intensivo de la tecnología con métodos antinaturales con las denominadas agriculturas química y transgénica. Se desarrolla en los últimos 20 años la denominada agricultura orgánica que tiene la circunstancia de basarse parcialmente en los nocivas agricultura química y transgénica.
El uso intensivo e inadecuado de fertilizantes, pesticidas, antibióticos, aceleradores del crecimiento, entre otros, se ha identificado como causal de enfermedades catastróficas como el cáncer de todo tipo, las cardíacas, respiratorias, intestinales, obesidad, diabetes y otras enfermedades generalizadas y agudizadas con la forma privada como se maneja la alimentación monopolizada y la salud pública.
Solo interesan las superganancias de las siete grandes multinacionales que controlan el negocio. Son las mismas de las grandes estafas de las pirámides de Wall Street. Son las mismas beneficiarias de las condiciones favorables para ellas que el Gobierno de E.U. impone a Colombia y al mundo, con sus Tratados de Libre Comercio, TLC y las mismas para proteger con las invasoras bases militares en Colombia.
En el caso de la obesidad, alrededor del 70% de la población estadounidense tiene sobrepeso, especialmente las nuevas generaciones. Este problema de salud pública le cuesta a los consumidores mas de un billón de dólares anuales, cifra que supera las superganancias del sistema productivo y alimentario de las siete transnacionales que los controlan con el apoyo de los altos subsidios del Estado a la agricultura y la ganadería. Lógicamente que esos astronómicos costos de la obesidad y demás enfermedades no son pagados por los monopolios sino por los trabajadores y consumidores de E:U.
Investigadores de la U. de Arkansas, citados por los críticos independientes del sistema de producción y alimentario en el reciente libro “FOOD Inc” proyectan que si se alimenta un niño con el mismo sistema utilizado para los denominados “pollos broiler”, un infante podría pesar 147 kilos cuando complete los dos años de vida. Es decir, seria un monstruo.
Todas estas aberraciones recaen sobre los trabajadores agropecuarios y los mismos productores nacionales de los E.U., con la primacía del interés privado de la máxima ganancia por parte de los monopolios.
Eso es lo que pretenden trasladarnos a Colombia y demás países sometidos por E.U. con los TLC y sus bases militares en Colombia, favorables a esos pocos monopolios interesados en acabar con nuestra producción nacional de alimentos y someternos a las importaciones de los mismos, con su alimentación con la misma “comida rápida, chatarra y frankestein”.
Se cumple la predicción del finado dirigente del proletariado antioqueño y colombiano, Felipe Mora, cuando afirmaba en sus frecuentes exposiciones en Medellín, que con la política de libre importación, los norteamericanos vienen por todo, por el sudor y la sangre de los pobres y por la platica de los ricos.
3. Un programa por la salvación agropecuaria y alimentaria
Toda esta problemática de la producción agropecuaria y la alimentación de los trabajadores y el resto del pueblo Colombiano nos lleva necesariamente a plantear la necesidad de un programa de lucha por la defensa de lo nuestro: nuestra soberanía, trabajo, producción y recursos nacionales.
Desde 1998 constituimos en Ibagué la Asociación Nacional por la Salvación Agropecuaria, que ahora proponemos que se le agregue lo Alimentario, con la mira puesta en enfocar nuestros esfuerzos por una producción nacional limpia para tener una alimentación sana para los trabajadores y el resto del pueblo y la nación Colombiana.
El Programa aprobado en 1999, en Ibagué, por mas de 100 organizaciones rurales continúa vigente. Se basa en el rechazo a las masivas importaciones agropecuarias que perfectamente podemos producir en Colombia con el necesario apoyo del Estado.
Tanto EU como la Unión Europa, UE, y los países mas desarrollados del planeta no solo han basado su alimentación en su propia producción, sino que han ofrecido un decidido apoyo a su producción en el campo. En E.U. la comandancia de su independencia del dominio inglés, impuso desde hace ya 220 años, los subsidios y apoyo de servicios estatales a todo el proceso productivo, a la investigación, los distritos de riego, las vías, la electrificación, la extensión y el fomento, para abastecerse de sus necesidades alimenticias nacionales. El problema agropecuario se ha declarado como un problema de soberanía y seguridad nacional.
Es exactamente lo mismo que tenemos que asumir, como ha ocurrido con Europa y demás países desarrollados del mundo. Si no hay progreso en el campo, no lo hay en la ciudad. Y si falla la economía agropecuaria y alimentaria, falla la nación entera. Estamos ante el mas grande reto en nuestro país con la defensa de nuestro agro, nuestra alimentación sana y su contribución decidida al progreso generalizado de la nación como una patria autónoma e independiente en el concierto de las naciones del mundo.
El Estado debe garantizar investigación para desarrollar una producción limpia, para una alimentación sana. Se debe garantizar a los productores pequeños, medianos y grandes una rentabilidad a su esfuerzo. Ello se logra con créditos baratos y asistencia técnica avanzada. La producción debe tener garantizado un precio de sustentación que sea garantía para la supervivencia del productor, del campesino, del indígena, de los trabajadores agrícolas y en última instancia de los consumidores mismos.
El Estado debe financiar a las Universidades y contar con Instituciones de investigación, educación y extensión del conocimiento mas avanzado para solucionar eficiente y ecológicamente los problemas de la producción para contar con una producción sana. En vez de una agricultura y ganadería envenenadas, con unos productos con tóxicos que afectan el consumo y la vida de la sociedad, debemos con la experiencia universal del hombre y la investigación del conocimiento mas avanzado, ponerlo al servicio de los problemas técnicos de todo tipo que limitan esa producción limpia y alimentación sana.
Problemas como los de precios rentables para los arroceros del Tolima, Huila, Llanos Orientales y demás cultivadores nacionales deben ser solucionados por un MinAgricultura al servicio del progreso nacional. Deben eliminarse las importaciones del cereal y fomentar esa producción del grano, básico en nuestra alimentación.
Los maiceros de Córdoba deben ser atendidos igualmente con precios justos para contar con una producción rentable y extenderla por todo ese territorio que podrá abastecer las necesidades nacionales, sin importar un solo grano ni de E.U. ni de ningún otro país, así como ha ocurrido en mas de 5.000 años que nos autoabastecimos de este grano básico para nuestra alimentación directa o esencial para industrias como las de concentrados balanceados para la nutrición sana de animales.
El Estado necesita retomar el fomento de la producción de otros cereales básicos para nuestra nutrición como el trigo que se puede cultivar en todos los climas del país. Ya hemos tenido experiencias investigativas nacionales que nos permiten reivindicar que Colombia puede producir, con el apoyo del Gobierno, todo el trigo que necesitamos.
Igual ocurre con todo el resto de nuestra producción de papa, de fríjol, de hortalizas, frutales y toda esa amplísima gama de productos agrícolas y pecuarios, esenciales en la dieta alimentaria y el desarrollo de la agroindustria nacional.
Ante los graves peligros de las agriculturas químicas, transgénicas y orgánicas, basadas en la muerte, el Estado debe reivindicar la producción ecológica productora y transmisora de energía vital sobre la base de una producción natural, limpia, para la nutrición sana de los consumidores nacionales.
A los productores cafeteros se le debe garantizar un precio justo para el mejor café suave del mundo. Se deben eliminar las importaciones legales y de contrabando de mas de 800.000 sacos anuales que compiten con nuestra producción nacional introduciendo cafés de pésima calidad para el consumo nacional. Se deben financiar totalmente los altísimos costos de los controles de la broca y la roya y suministrar a precios cómodos los abonos y fertilizantes para las plantaciones “enviciadas” con esos químicos, para recuperar nuestra posición internacional que del segundo puesto pasamos al quinto exportador mundial después de Brasil (33%), Vietnam (13%), Indonesia (6,5%) y Alemania que anualmente reexporta 10 millones de sacos.
Los lecheros que producen mas de 6.500 millones de litros anuales soportan difíciles condiciones con la superproducción, los bajos precios pagados por las procesadoras, la importación de lactosueros, el rompimiento de las exportaciones a países vecinos como Venezuela y las amenazas de los TLC con la Unión Europea, E.U., Canadá y otros países, que para 2011 reemplazarían la producción nacional de un mes y en pocos años llevarían a este importante sector de la economía a su virtual desaparición como en los casos del trigo y el maíz.
Los paneleros, los bananeros, los productores de oleaginosas y demás producción agropecuaria destinada a la alimentación de los Colombianos y a aún a la exportación, debe estar en el orden de prioridades de una política de salvación del campo, el sistema alimentaria, la soberanía y el trabajo nacional, para beneficio de los Colombianos. Con los demás productores agropecuarios deben enfrentar deudas impagables que deben ser condonadas por el Estado, ante las irresponsables políticas de importar 10 millones de toneladas anuales de productos que han quebrado la producción nacional y cambiar el ultrajante programa de Agro Ingreso Seguro a los mas grandes potentados del país con fines politiqueros y clientelistas, a favor de las grandes mayorías de productos pequeños y medianos que han soportado los embates de las importaciones y la violencia irracional imperante en el campo.
Tenemos un gran desafío por delante, no solo en Antioquia, sino en toda Colombia. Hemos dicho que SIN MAÍZ NO HAY PAÍS, con base en las consignas de las luchas de los campesinos y demás productores mejicanos, contra el TLC con E.U. y Canadá que los han invadido con los maices transgénicos estadounidenses y arruinado no solo la producción de su país, sino el genoma del grano que ha sido básico mas de 10.000 años en la patria de los mejoradores de las plantas que originaron el precioso grano.
Pero si esto es cierto, con esa consigna también lo es, que sin producción agropecuaria nacional no tenemos país, ni trabajadores, ni consumidores para hacer una patria libre y democrática, para beneficio de las grandes mayorías del pueblo y la nación Colombiana.
Lecturas recomendadas:
1. 1- Weber Karl (editor) y otros. Food Inc. How industrial food is making us sicker and poorer, and what you can do about it. Participant media, Public Affairs, New York. 2010. Pp-321. Igualmente Food Inc, película resúmen del libro del mismo nombre. Duración 95 minutos.
2. 2- Gore, Al. Película An inconveniente truth. A global warning. Previene sobre el cambio climático y su amenaza a la humanidad.
3. 3- Aydon Cyril. Historia del hombre. 150.000 años de historia de la humanidad. Editorial Planeta. Barcelona, España. Pp 1-507.
4. 4- Pérez Zapata, Hernán. Sin Maíz no hay País. Santa Marta, noviembre 24 de 2009. Pp 1-100.
5. 5- ________________(coautor y editor) y otros.. 80 años de la lucha y masacre en las bananeras. Dic. 6 de 2008. Ciénaga, Magdalena
- Hernán Pérez Zapata
Salvación Agropecuaria y Alimentaria Antioquia
Fuente: ALAI
INTRODUCCIÓN AL TESTAMENTO AGRÍCOLA DE SIR ALBERT HOWARD
El mantenimiento de la fertilidad del suelo es la primera condición de cualquier sistema permanente de agricultura. En los procesos ordinarios de la producción vegetal la fertilidad se pierde constantemente: su restauración continua por medio de la gerencia del suelo es por lo tanto imperativo.
Poco o nada de consideración existe en la literatura agrícola respecto a los medios por los cuales la naturaleza maneja la tierra y conduce su cultura del agua. Sin embargo, estos métodos naturales de gerencia del suelo deben formar la base de todos nuestros estudios de la fertilidad de suelo.
Uno de los principios fundamentales de la agricultura de la naturaleza es el cultivar mezclado las plantas se encuentran siempre con los animales: muchas especies de plantas y de animales viven juntas. En el bosque cada forma de vida animal, desde los mamíferos a los invertebrados más simples, lo hacen. El reino vegetal exhibe una gama similar: no existe ninguna tentativa en el monocultivo: las cosechas mezcladas y el cultivar mezclado son la regla.
En los lagos, los ríos, y el mar el cultivar mezclado es otra vez la regla. Una gran variedad de plantas y animales se encuentran juntas: nadie hace un monocultivo del hallazgo. Las basuras vegetales y animales son empleadas aquí también por métodos eficaces. No se pierde nada. El humus tiene un papel importante y se encuentra otra vez por todas partes en la solución, en la suspensión, y en los depósitos del fango. El mar, como el bosque y la pradera, se abonan por sí mismos.
La característica principal del cultivar de la naturaleza se puede por lo tanto resumir en algunas palabras:
La madre tierra nunca intenta cultivar sin la acción viva. Ella levanta siempre cosechas mezcladas tomando grandes recaudos para preservar el suelo y prevenir la erosión. Los restos y residuos mezclados de vegetales y animales se convierten en humus. No hay basura. Los procesos de crecimiento y los procesos de decaimiento se balancean uno con otro. Existe un fuerte consenso para mantener grandes reservas de fertilidad. El mayor cuidado se toma para almacenar la precipitación. Las plantas y los animales se protegen contra la enfermedad.
El bosque hace su propia humus y se provee de los minerales. Si miramos un sector de arbolado encontramos que hay una acumulación apacible de residuos vegetales y animales mezclados descomponiéndose constantemente en la tierra y que estas basuras están siendo convertidas por los hongos y las bacterias en la humus. Los procesos implicados en los primeros tiempos de esta transformación dependen en todas partes de la oxidación: ocurren en ausencia del aire. Son sanitarios. No hay fastidio de ninguna clase, no hay olor, moscas, cubos de basura, incineradores, ningún sistema artificial de las aguas residuales, ni enfermedades flotantes, consejos de la ciudad, ni tarifas. Por el contrario, el bosque es el lugar para un día de fiesta de verano ideal: suficiente cortina y una abundancia de aire fresco puro. Sin embargo, por todas partes la putrefacción de las maderas, la conversión de las basuras vegetales y animales en humus nunca es tan rápida y tan intensa como durante el estío.
La materia mineral necesaria para los árboles y la maleza se obtiene del subsuelo. Aquella es recogida en una solución diluida en agua por las raíces más profundas, que también ayudan a anclar los árboles. Incluso en los suelos marcado deficientes en fósforo no los árboles no tienen ninguna dificultad en la obtención de fuentes amplias de este elemento. La potasa, el fosfato, y otros minerales se recogen siempre in situ y son llevados por la corriente de la transpiración para el uso de las hojas verdes. Estos elementos se utilizan para el crecimiento de los árboles o se depositan en el piso del bosque bajo la forma de basura vegetal, uno de los componentes necesarios en la síntesis de la humus. La naturaleza que cultiva en el bosque, es caracterizada por dos cosas:
• Una circulación constante de la materia mineral absorbida por los árboles;
• Una adición constante de la materia mineral de las extensas reservas del subsuelo.
No hay por lo tanto necesidad de agregar los fosfatos ni sales de potasa. Ninguna deficiencia mineral ocurre. La fuente de todo el abono necesario es proporcionada por el humus o por el suelo. Hay una división natural del tema en orgánico e inorgánico. El humus proporciona el abono orgánico y el suelo la materia mineral.
El suelo contiene siempre una gran reserva de fertilidad en las capas superiores del suelo bajo la forma de humus. Con todo, cualquier acumulación inútil de humus se evita porque es mezclada y enterrado por la actividad de animales de madriguera, como lombrices e insectos. El volumen de esta enorme reserva se observa solamente cuando se reducen los árboles y la tierra virginal se utiliza para la agricultura. Como buena administradora, la naturaleza mantiene las reservas líquidas invertidas con eficacia. y no hay malgasto alguno.
La naturaleza nunca ha encontrado necesario diseñar el equivalente de la máquina de rociadura y del aerosol del veneno para el control de insectos y de parásitos fungosos. No hay nada parecido a vacunas y sueros para la protección de la acción viva. Es verdad que todas las clases de enfermedades deben ser encontradas aquí y allí entre las plantas y los animales del bosque, pero éstas nunca asumen proporciones grandes. El principio seguido es que las plantas y los animales pueden protegerse muy bien aun cuando los parásitos se encuentran en su medio. La regla de la naturaleza en esta materia es vivir y dejar vivir.
El suelo se protege siempre contra la acción directa del sol, de la lluvia, y del viento. En este cuidado del suelo la economía es el santo y seña: no se pierde nada. La energía de la luz del sol es aprovechada por el follaje del pabellón de bosque y de la maleza. La lluvia choca contra las hojas cayendo en aerosol de modo que pueda más fácilmente asimilada por el suelo. Estos métodos de protección, eficaces frente al sol y a la lluvia, también reducen la energía de los vientos más fuertes transformándolos en una corriente de aire apacible.
Las precipitaciones en particular se conservan cuidadosamente. Una porción grande se conserva en el suelo superficial: el exceso se transfiere suavemente al subsuelo y a su debido tiempo a las corrientes y a los ríos. El aerosol fino creado por el follaje es transformado por la capa de tierra protectora en finas películas de agua que penetran lentamente, primero en la capa de la humus y luego en el suelo y el subsuelo. Estos últimos se han hecho porosos de dos maneras: por la creación de una estructura esponjosa y por una red de canales del drenaje y aireación hechos por los gusanos y otros animales de madriguera. Los poros del suelo del bosque tienen una gran superficie donde las películas finas del agua pueden acumularse. Hay también humus para la absorción directa de la humedad. El exceso drena lentamente por el subsuelo. Notable hay poca salida, incluso en la selva tropical primitiva. Es poco suelo el que se pierde por erosión. Los ríos y las corrientes en áreas del bosque son siempre perennes debido a la cantidad extensa de agua en tránsito lento entre las tempestades de la lluvia y el mar. Hay por lo tanto poco o nada de sequía en áreas boscosas porque la precipitación se conserva exactamente donde es necesaria. No hay basura dondequiera.
Si estudiamos la pradera encontramos que se siguen principios similares. La alfombra de la hierba se ocupa de la precipitación tanto como el bosque. Hay poco o nada de erosión del suelo: la salida es agua prácticamente clara. Las mejores áreas de praderas de Norteamérica tenían un herbaje mezclado que mantuvo las extensas manadas de bisontes. No hay servicio veterinario para conservar estos animales vivos. Tan grande era el almacén de la fertilidad de estos suelos, que las praderas rindieron por muchos años cuantiosas cosechas de trigo sin necesidad de abono.
Introducción al Testamento Agrícola de Albert Howard
En la consideración de los varios sistemas artificiales de la agricultura, que se han ideado hasta ahora, será interesante ver hasta dónde los principios de la naturaleza haber sido adoptado, sobre si se han mejorado siempre, y qué sucede cuando se desatienden.
Es difícil saber como era la agricultura de las culturas antiguas. A diferencia de la arqueología, no es posible desenterrar restos para saber cómo cultivaban sus campos. La tierra ha convertido de nuevo en bosque o se han sucedido los distintos sistemas de cultivo sin dejar rastros.
En un caso, sin embargo, los campos reales de la gente pasada se han preservado junto con los métodos de la irrigación por los cuales estas tierras eran productivas. No contamos con ningún documento escrito sobre el cultivo en terrazas de pos peruanos antiguos, quizás la más vieja forma de agricultura de la edad de piedra. Esta se realizaba en montañas o en las áreas de la altiplanicie debido a la dificultad, antes del descubrimiento del hierro, de talar los bosques. En Perú el cultivo en terrazas con sistema de riego parece haber alcanzado su desarrollo más alto. Hace más de veinte años la sociedad geográfica nacional de los Estados Unidos envió una expedición para estudiar las reliquias de este método antiguo de agricultura, un relato que da cuenta de ello fue publicado en mayo de 1916, bajo el título: “Granjas en escalera de los antiguos.” El sistema de los habitantes megalíticos del Perú era construir una escalera de campos colgantes sobre las cuestas de las montañas, grada sobre grada, a veces en número de cincuenta. Los muros de contención externos de estas terrazas se hacía de piedras grandes que se encastran una otra, con tal exactitud,que incluso hoy, como los de las pirámides egipcias, una lámina de cuchillo no se pueda insertar entre ellas.
Después de que el muro de contención fuera construido, se preparaba la fundación del campo futuro por medio de las piedras gruesas cubiertas con arcilla. El interior se rellenaba con material acarreado y seleccionado (grava, suelo y materia orgánica) dándole una pendiente mínima, suficiente para hacer correr el agua. El cultivo en terrazas permitió utilizar racionalmente las laderas, reducir el riesgo de heladas, obtener una mayor exposición solar, controlar las correntadas de agua, mantener un buen drenaje e incrementar la infiltración. Tales eran los logros de esta agricultura, al lado de la cual la actual resulta insignificante. Las paredes escarpadas de los valles rocosos que resultarían completamente sin valor a nuestros ingenieros fueron transformadas en tierras fértiles y eran los hogares de poblaciones que gozaban de un gran bienestar. Los ingenieros del Antiguo Perú no contaban con hierro, acero, reforzó el concreto, y las unidades de energía modernas no existían. El pillaje del suelo del bosque estaba más allá de su alcance.
Estos campos colgantes tuvieron que ser irrigados. El agua fue conducida a ellos a través de distancias inmensas del excedente por medio de acueductos. Prescott indica que aquél que atravesó el distrito de Condesuyu medía entre cuatrocientas y quinientos millas.
La descripción de Conway, publicada en 1894, de las terrazas de Hunza en la frontera del noroeste de la India, que disponía de una fuente de agua perenne -- el torrente del glaciar de Ultor - coincide casi totalmente con lo que él encontró en 1901 en los Andes bolivianos. Este erudito y montañista distinguido consideraba que la población indígena de Hunza vivía en una etapa de la civilización que no se compara a la de los peruanos bajo gobierno del inca. Otros métodos antiguos de agricultura se encuentran hoy día en los cultivos colgante del Himalaya, en las áreas montañosas de China y de Japón, y en los campos irrigados del arroz tan comunes en las colinas de la India del sur, de Ceilán, y del archipiélago malayo.
Algunos otros sistemas se conocen por documentos escritos. En el caso de Roma particularmente hay una cantidad bastante amplia de escritos sobre la agricultura, desde el período de la monarquía hasta la caída del imperio romano. Los hechos se pueden seguir convenientemente en los escritos de Mommsen, de Heitland, y de otros eruditos. En el caso de Roma la reforma de Servian (Servius Tullius, 578-534 B.C.) demuestra el esfuerzo hecho para mantener al cuerpo colectivo de propietarios de la tierra como la médula y el tuétano de la comunidad. El concepto que la constitución sí misma basada sobre el sistema de propiedad impregnó totalmente la política de la guerra y de la conquista romanas.
“Se obligó a la comunidad vencida a que cediera una porción de tierra, generalmente una tercera parte, de su dominio, que fue ocupado con eso regularmente por las granjas romanas. Muchas naciones han ganado victorias y hecho conquistas como Roma; pero ninguno ha igualado el romano en asegurar por la reja de arado lo qué había sido ganado por la lanza. la fuerza de Roma fue construida por la maestría más extensa y más inmediata de sus ciudadanos sobre el suelo." (Mommsen.)
Estos ideales no persistieron. Durante el período que transcurrió entre la unión de Italia y la caída de Cartago, hubo un declinación gradual de los granjeros que, uno por uno fueron cayendo en la ruina. El tono moral y los hábitos frugales de las edades anteriores de la república se fueron perdiendo. El minifundio de los granjeros italianos se incorporó al control de los terratenientes. Este no sólo producía con costos más bajos que el granjero por tener más tierra, sino porque además comenzó a utilizar esclavos. El mismo espacio que anteriormente había sostenido a cientos de personas ahora fue usufructuado por una familia. “Si éste era el remedio por el cual la economía nacional que se decaía debía ser restaurada al vigor, el resultado fue desatinado, ya que resultaba lo más parecido a la enfermedad” (Mommsen). Las causas principales de esta declinación parecen haber sido la sangría constante de los frutos del campo por las legiones, que culminaron en las dos largas guerras con Cartago; las especulaciones de los propietarios romanos que “contribuyó absolutamente tanto como Hamilcar y Hannibal a la declinación en el vigor y al número de la gente italiana” (Mommsen); la falta de un equilibrio entre las cosechas y el mantenimiento de la fertilidad del suelo; el empleo de esclavos en vez de trabajadores libres. Durante este período el comercio al por mayor de Latium pasó a las manos de propietarios advenedizos que al mismo tiempo eran los especuladores y los capitalistas. La consecuencia natural fue la destrucción de las clases medias -particularmente de los pequeños productores- y el desarrollo de señores adinerados por un lado y de un proletariado agrícola en el otro.
A medida que crecía la concentración de la tierra, los agricultores abandonaron los campos y se aglomeraron en Roma. Los generales dejaron de reconocer el dominio de los nobles y empezaron a guerreaban unos contra otros en un sinfín de revoluciones durante más de un siglo. Para contrarrestar estos males que estaban arruinando al estado y a la población italiana, Tiberio Graco, en el año 133 a.de C., propone una audaz reforma agraria para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos romanos y acabar con el latifundismo tanto público como privado. Se les dio tierra a ochenta mil nuevos granjeros italianos, donde no podían producir maíz hacían pastoreo y la vid y la aceituna fueron cultivadas con éxito comercial. Sin embargo, tales métodos extensivos de cultivar no fueron suficientes para alimentar para la población de Italia. Se requirió el aporte de otras naciones que al poco tiempo terminaron agotando su capacidad productiva como había ocurrido antes con Roma. Finalmente las clases ricas abandonaron Roma y construyeron una nueva capital en Constantinopla en busca de las tierras frescas y fértiles de Egipto como así también las de Asia Menor, los Balcanes y el Danuvio.
Juzgado por los estándares ordinarios del éxito, la agricultura del imperio romano falló por no haber conseguido cumplir con el principio fundamental de mantener la fertilidad de suelo a la par de las demandas legítimas de la población agrícola. La posesión más importante de un país es su población. Si esta se mantiene sana y vigorosa todo seguirá; pero si se permite que decline, ni las grandes riquezas podrán salvar al país de una ruina eventual. La ayuda más importante del capital debe ser siempre un campo próspero y contento. Cuando no hay un compromiso de trabajo entre la agricultura y las finanzas, se termina en la ruina de ambos.
El mantenimiento de la fertilidad del suelo es la primera condición de cualquier sistema permanente de agricultura. En los procesos ordinarios de la producción vegetal la fertilidad se pierde constantemente: su restauración continua por medio de la gerencia del suelo es por lo tanto imperativo.
Albert Howard
http://www.holistika.net/autores/albert_howard.asp"
El suelo y el cambio
climático: un desafío futuro
Si bien el suelo es parte del problema del cambio climático también puede ser parte de la solución. El cuadro general es claro, a través de la adopción de una correcta gestión de prácticas de manejo del suelo, que garanticen el mantenimiento de carbono en él, se podría contribuir a compensar en parte las emisiones de los combustibles fósiles. El suelo es un recurso natural que a menudo se olvida porque no se dimensiona la importancia que éste tiene para el ecosistema y la economía.
La comida que ingerimos, la ropa que usamos, el agua que bebemos, todos ellos están relacionados con la capacidad del suelo para realizar sus funciones fundamentales. Cuando los suelos se degradan, esta capacidad se ve seriamente afectada. Por otra parte, cuando la degradación alcanza niveles graves, puede dar lugar a fenómenos de desertificación. Además de sus funciones relacionadas con la biomasa y la producción de fibra, el reciclaje de nutrientes y la filtración del agua, el patrimonio genético etc., el suelo juega un papel crucial en el ciclo global del carbono. La exploración de ese papel debe ser objetivo del área suelos del INTA en el próximo trienio. La clave en la relación entre el suelo y el cambio climático es la materia orgánica del suelo. La materia orgánica está relacionada con la fertilidad del suelo; es el fundamento de la vida, especialmente la vida vegetal, ya que a través de ella se unen los nutrientes al suelo, garantizando así su disponibilidad para las plantas. Es el hogar para los organismos terrestres, desde las bacterias a los gusanos y los insectos, y les permite transformar los residuos vegetales, y proveer los nutrientes que puede ser absorbido por las plantas y los cultivos. Asimismo, mantiene la estructura del suelo, mejorando así la infiltración del agua, la disminución de la evaporación, aumentando la capacidad de retención de agua y evitar la compactación del suelo. Además, la materia orgánica acelera la descomposición de los contaminantes que puede fijarse a sus partículas, reduciendo así el riesgo de contaminación de aguas.
La materia orgánica del suelo es la segunda reserva de carbono más grande del planeta después de los océanos, si se liberara a la atmósfera sólo una pequeña fracción de esa cantidad se correría el riesgo de acabar con todos los ahorros que otros sectores de la economía mundial están logrando con el objetivo de contener las emisiones del hombre de los gases de efecto invernadero. Desafortunadamente, esto no es sólo un escenario teórico. Si bien el suelo es parte del problema del cambio climático también puede ser parte de la solución, el cuadro general es claro, a través de la adopción de la correcta de gestión de prácticas de manejo del suelo que garanticen el mantenimiento de carbono en el suelo, se podría contribuir a compensar en parte las emisiones de los combustibles fósiles.
La intensificación de la agricultura y la incorporación de nuevas tierras a la agricultura, en general no siempre vinculadas con una buena gestión del recurso suelo, han jugado un papel central en el incremento de la producción de granos. Ahora todos los estudios indican que se está produciendo una lenta y gradual reducción de materia orgánica del suelo, sin una evaluación completa a nivel regional. Estas pérdidas pueden ser muy significativas cuando se las toma en su conjunto en términos de emisiones de carbono.
Los cambios en los patrones de precipitaciones y el aumento de las temperaturas medias por el cambio climático también están jugando
un rol importante en este sentido. Un aumento en la temperatura global acelera las pérdidas de carbono de los suelos, lo que eleva la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. Los cambios en los patrones de lluvia contribuyen a un aumento de la erosión en suelos vulnerables, que a menudo ya sufren de bajo contenido de materia orgánica.
El cambio climático pondrá más presión sobre la calidad del suelo y aumentara el riesgo de la desertificación y de degradación de los suelos, esto ya está afectando varias regiones de nuestro país y se espera que se en el futuro cercano estas se intensifiquen. El verdadero reto es asegurar que la gestión de materia orgánica del suelo y su potencial para prevenir la desertificación o su degradación, contribuya a la mitigación del cambio climático. Esto debe convocar la atención de los usuarios del suelo y a los responsables políticos, para que puedan considerar ese factor en sus actividades diarias y en el desarrollo de políticas, respectivamente.
http://www.revistaelvecino.blogspot.com/2010/08/ecologia-fundamento-de-vida.html
sábado, 14 de agosto de 2010
INVESTIGACIONES MUESTRAN QUE LA AGRICULTURA ORGÁNICA FAVORECE LA BIODIVERSIDAD
Publicado el 11 Agosto 2010 ¬ 20:53h.noticias
Un equipo de investigadores de la Universidad del Estado de Washington y de la Universidad de Georgia encontraron que la agricultura orgánica aumenta la biodiversidad entre insectos beneficiosos, los predadores de pestes y los patógenos. En cultivos de papas condujo a menos pestes de insectos y plantas de mayor tamaño.
“Ha sido siempre un misterio cómo los agricultores orgánicos obtienen altos rendimientos sin usar insecticidas sintéticos,” dijo Bill Snyder, coauthor, y professor asociado de entomología de la Universidad del Estado de Washington. “Nuestro estudio sugiere que la conservación de la biodiversidad puede que sea la clave de su éxito”.
Se piensa que los ecosistemas con mayor número total de especies y más especies beneficiosas distribuidos en forma pareja son los más sanos. El uso de insecticidas daña la biodiversidad al reducir el número de especies, haciendo a las otras especies (frecuentemente pestes) mucho más communes que las otras. El estudio, financiado por el Instituto Nacional de Alimentos y Agricultura (NIFA) del USDA, y publicado el 1º de Julio en la edición de la revista Nature, muestra que las practicas agrícolas orgánicas llevan a la existencia de mayores agentes beneficiosos, lo que reduce los problemas de las pestes.
Fuente: Journal of Technology & Science
(de un artículo en Organic Monitor [industrywatch@organicmonitor.com]; Jul.16, 2010: Fecha de publicación: 08/07/10)
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