- Por Yanela Ruiz González
- Martes, 29 Noviembre
Desde los siete años ya “guataqueaba” el campo. Andaba junto a sus hermanos detrás de su padre aprendiendo los secretos de la tierra. Todavía la impronta de aquella época permanece en Viriato Fernández Ochoa, que a sus 78 años continúa la tradición en sus cultivos.
Es un hombre serio, de mediana estatura. La marca del paso del tiempo es más evidente en su rostro, no así en su espíritu que lo hace andar con ligereza por los campos y sin horarios fijos para el descanso. Le apasiona la vida campesina y recuerda con agrado los años de su niñez cuando “no había tantas plagas y el azadón era lo mejor para mantener limpia la tierra”, como él mismo refirió.
En un barrio llamado Santa Elena, en la localidad de San Andrés, del municipio de Holguín, tiene Viriato sus tesoros: finca, hogar y familia. Su esposa Julia Abella lo cuida como a un niño y le ayuda en los quehaceres menos engorrosos. Su principal tarea es atender y conservar el jardín medicinal.
También, su hijo Frank, de 30 años le secunda en sus labores. Estudió Ingeniería en Agronomía y ahora pone en práctica los conocimientos científicos unido a la experiencia de su padre, que además hizo el técnico medio en la materia.
Viriato tiene un poco más de tres hectáreas de tierra dedicadas a cultivos varios, en la que prevalecen diferentes frutas, algunas en experimento a partir de una variedad de semillas de guayaba, a sugerencia del Grupo Nacional de la Agricultura urbana y suburbana. También viandas, hortalizas, granos en menor escala, alimento animal y ahora retoma el cultivo de tabaco.
Recorrer las áreas sembradas de este productor llena de vida y deseos de hacer. Se visualiza armonía. Todo muy ordenado y limpio. El área del cultivo de tabaco reverdece. Pero lo mejor es que Viriato trata de cuidar la herencia que dejó su papá y evita el uso desmedido de químicos para mantener las siembras y obtener mejores cosechas.
Y es que producir alimentos a un menor costo y más sanos es el propósito de los campesinos holguineros, pues no es menos cierto que el uso indiscriminado de plaguicidas e insecticidas causan efectos nocivos a la salud, además del alto costo que representa su adquisición, máxime si se busca en el mercado subterráneo, donde, según refieren los productores, un pequeño frasco llega a costar hasta más de mil pesos.
La tierra rendiría mejores frutos si se practican técnicas orgánicas o agroecológicas, además de aliviar los bolsillos, se evitaría el uso indiscriminado de los suelos, faltos de sustrato muchas veces por la alta explotación y el poco cuidado.
En tiempos donde la producción de alimentos cobra alta importancia en el mundo entero, y en particular en nuestro país, urge entonces fomentar vías o modos de producción agrícola en los que se elimine o se reduzca la utilización de químicos sintéticos. Por eso, para Viriato es vital hacer un manejo eficiente de los recursos que la naturaleza pone en sus manos y mantiene prácticas agroecológicas que le permiten contrarrestar la explotación que ha dado a su finca.
“Tengo intercalamiento de cultivos, sobre todo en los platanales y guayabales en los que aprovecho el espacio con jíquima y caña, aunque se pueden usar otros, pues además evita el desplazamiento del suelo, de igual modo sembré yuca de sagú, como barreras de retención. Además, uso medios biológicos para mantener el control de las plagas, utilizo el árbol del Nim y la tabaquina”, explica Viriato.
Y mientras tanto muestra los cultivos de tomate, el tabaco que ya denota hermosas hojas saludables, los plátanos frutas del tipo manzano, especie casi extinguida, las guayabas en experimento, el mango de injerto y habla de las siete variedades de cítrico que tiene en su finca con el orgullo de quien ha llevado adelante una obra con importantes resultados.
Aunque muchas veces se ve afectado por la falta de riego hace lo posible por cumplir con los compromisos de su cooperativa. Así tiene previsto la entrega de maíz, fongo y frijol soya.
Como Viriato, hay muchos productores agroecológicos con interesantes experiencias. En la CCS Calixto García del municipio de Holguín, Rubisnel Reyes cultiva, entre otras cosas, la col, vegetal difícil porque es muy atacado por plagas, pero él utiliza un producto que se elabora en LABIOFAM nombrado microorganismos eficientes con buenos resultados en su aplicación hasta el momento. También tiene otras practicas como las barreras de cultivo.
Lo cierto es que si todos los productores apostaran por una agricultura menos química y sí más natural, se obtendrían cosechas más sanas con menos riesgos para la salud.
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