domingo, 31 de octubre de 2010

TRANSGENICOS ...EL MUNDO QUE NO QUEREMOS

Todavía se pueden cambiar las cosas. Si no creyera eso, me habría quedado en mi casa con mis hijas”, dijo Marie-Monique Robin, periodista, documentalista y escritora francesa, al presentar su último libro, El mundo según Monsanto, y un documental del mismo nombre. Un mundo tenebroso en el cual el afán de ganancia y la multiplicación del dinero están por sobre cualquier otro valor, incluyendo la vida.

Este trabajo en doble formato es el impactante resultado de tres años de investigación que permitieron a la autora develar los métodos non sanctos utilizados por la corporación transnacional Monsanto para convertirse en la principal empresa semillera del mundo, concentrar el 90 por ciento de los cultivos transgénicos que se extienden por el planeta y liderar el mercado de los plaguicidas.

Su investigación llevó a Robin a América del Norte y del Sur, a Asia, África y a países europeos, donde entrevistó a víctimas intoxicadas con los productos químicos de Monsanto (PCB, herbicida Roundup Ready y transgénicos resistentes a plaguicidas, entre otros), que incluso han provocado la muerte de niños y adultos. También conversó con científicos, abogados, políticos y representantes de la sociedad civil, quienes ponen en evidencia los engaños y actos ilícitos cometidos por la transnacional para poner sus productos en el mercado, infiltrando instituciones de Naciones Unidas como la FAO y la OMS -entre otras-, corrompiendo gobiernos, y altos funcionarios públicos. Por ejemplo, ejecutivos de la Administración de Alimentos y Fármacos (Food and Drug Administration, FDA) y de la Agencia para la Protección Ambiental (Environmental Protection Agency, EPA) de Estados Unidos, instituciones que tienen la misión de resguardar la salud pública, y regular los plaguicidas y transgénicos.

Marie-Monique Robin, de 48 años, casada, con tres hijas de 11, 14 y 17 años, es una de las periodistas de investigación más prestigiosas de Francia, especializada en temas de derechos humanos, biodiversidad y medio ambiente. Ha realizado numerosos documentales y escrito varios libros, lo que la ha hecho merecedora de los premios Albert-Londres 1995 y Rachel Carson 2008.

En un año, El mundo según Monsanto, publicado en español por Ediciones Península/Océano, se ha traducido a 13 idiomas y sólo en Francia se han vendido 130 mil ejemplares, convirtiéndose en un best seller. El documental, producido por la cadena de televisión francoalemana Arte, se está distribuyendo en 20 países y en diversos idiomas. La autora no ha dejado de viajar, respondiendo a solicitudes de todos los continentes. En Sudamérica, visitó Argentina, luego Chile, y después voló hacia Paraguay.

-¿Cómo se explica el éxito que ha tenido su último trabajo?

-Es algo sorprendente que nadie previó. Pienso que mi investigación sobre Monsanto llegó en un momento muy oportuno. Esta transnacional se ha convertido en el paradigma de un modelo agroindustrial del cual la gente está viendo las consecuencias. Muchas personas están enfermas de cáncer y la gente sospecha que esto puede tener relación con la alimentación, aunque los gobiernos y los medios de comunicación no lo digan. La OMS (Organización Mundial de la Salud) habla de una epidemia de cáncer. Desde 1980, la incidencia de esta enfermedad subió en 53 por ciento en los hombres y 47 por ciento en las mujeres. Este trabajo confirmó que se deben buscar las causas en el modelo agroindustrial. Monsanto ha liberado al medio ambiente una enorme cantidad de sustancias químicas sin que hayan sido previamente estudiadas ni analizadas. No le preocupa el daño que provoque. Sabe que quien controla las semillas, controla la cadena alimentaria. Ese es el objetivo de la empresa.
El negocio de las mentiras

-¿Cuáles son los principales problemas generados por los transgénicos?

-Una vez que se introducen los cultivos transgénicos en un país, no hay marcha atrás, porque se propagan fácilmente y contaminan las variedades tradicionales. Así reducen la biodiversidad, como ha sucedido en Canadá, donde la colza o raps transgénico acabó con todas las demás variedades mediante la polinización abierta, que ocurre cuando el viento o los pájaros diseminan las semillas.

Por otra parte, los transgénicos se aprobaron sin un estudio serio y no se sabe cuáles pueden ser las consecuencias en la salud humana. Es una gran mentira que los alimentos transgénicos permitirán acabar con el hambre en el mundo. Todos los transgénicos que se producen hasta ahora son plantas-pesticidas, y el mundo no se va a alimentar con esto. El mayor cultivo es la soja Roundup Ready (RR) de Monsanto. Es una planta manipulada para resistir las fumigaciones del herbicida Roundup, también fabricado por Monsanto, cuyo principio activo es el glifosato, que a su vez se combina con otros compuestos químicos. El 70 por ciento de los transgénicos cultivados en el mundo fueron manipulados para resistir al Roundup.

-¿Cómo actúa este herbicida en el caso de los cultivos transgénicos?

-Se fumiga una plantación de soja, mueren todas las malezas y sólo queda la soja.

-¿Qué consecuencias tiene el Roundup para la salud humana?

-Se ha revelado que es muy tóxico, aunque la transnacional siempre ha dicho que es ‘inofensivo’. La empresa de Saint Louis ha mentido demasiado, esconde datos. El Roundup es el herbicida más usado en el mundo en todo tipo de cultivos. Hay estudios que demuestran que es cancerígeno, perturbador endocrino, y afecta el sistema reproductivo en mujeres y hombres. Dinamarca lo prohibió definitivamente. En Europa hay mucha presión de parte de la sociedad civil para que se deje de usar.

Además, diversos estudios han demostrado que el rendimiento de los cultivos transgénicos es entre 5 y 12 por ciento menor que el de las plantas convencionales. ¡No los necesitamos para nada!

-Pero son un buen negocio…

-Lo que hay detrás de todo esto es que los transgénicos son patentados, ¡como si los genes que se introducen en las plantas fueran una invención de las empresas! Yo fui testigo de cómo funciona este sistema en América del Norte. Monsanto tiene los derechos de propiedad intelectual de las semillas. Eso significa que cada agricultor que siembra semillas transgénicas tiene que firmar un contrato en el cual se dice que no puede conservar una parte de su cosecha para resembrar al año siguiente, como lo han hecho siempre todos los agricultores del mundo. Si el productor lo hace, Monsanto activa lo que se llama ‘la policía de los genes’. Son agencias privadas de detectives contratados por la transnacional que recorren los campos con la misión de detectar los sembrados ‘ilegales’. Cuando se descubren, la empresa inicia un juicio contra el agricultor, que siempre termina ganando Monsanto. Incluso ha ganado cuando el agricultor tiene plantas transgénicas en su campo por haber sido contaminado por su vecino, es decir, contra su voluntad.
Abrir los ojos

-Usted dedicó un capítulo de su libro a Argentina, el primer país de América del Sur que autorizó los cultivos transgénicos y desde donde se extendieron ilegalmente a Brasil y Paraguay. Ahora que volvió a Argentina, ¿qué impresión le causó?

-La situación actual es mucho peor que la que describí en el libro. Argentina está viviendo una catástrofe sanitaria y ambiental. Con 18 millones de hectáreas cultivadas, es el segundo productor de soja transgénica en el mundo, después de Estados Unidos. En la comunidad de Los Toldos, a 400 kilómetros de Buenos Aires, pude constatar una contaminación ambiental tremenda a causa de las fumigaciones de Roundup. Hay mucha gente enferma. El Hospital Italiano de Rosario acaba de dar a conocer un informe sobre abortos espontáneos y bebés que nacen con malformaciones congénitas. Muchos niños sufren de dermatitis, problemas de visión, vómitos, náuseas. A diez años de la introducción de cultivos transgénicos, están aumentando los cánceres, principalmente en los niños. En Ituzaingó, un barrio de Córdoba de 4.000 habitantes, situado al lado de cultivos de soja transgénica, una de cada 8 personas padece de cáncer.

-¿Cómo parar esto?

-Los políticos deberían actuar. Lo fundamental es la falta de evaluación de los productos químicos que se ponen en el mercado. Se estima que en Europa se han puesto en el mercado 100.000 moléculas químicas desde la Segunda Guerra Mundial. Ninguna fue evaluada. Las instituciones encargadas de autorizar el uso y comercialización de estos productos se basan en los informes que entregan las empresa que los producen, y algunas sustancias químicas ni siquiera pasaron por ese análisis básico.

Pero también hay un aspecto ideológico que tiene que ver con lo que yo llamo el ‘cientismo’. Es decir, considerar que todo lo que viene de la ciencia es bueno para el ser humano. Y si la ciencia siempre es buena, los plaguicidas y transgénicos tienen que serlo.

También me impresiona que no se utilice el principio de precaución si se sospecha que una molécula es tóxica. Eso implicaría sacarla del mercado hasta que se verifique que no es dañina. Pero primero se cuentan los muertos y recién entonces se admite que hay problemas. Esto es muy grave. La OMS estima que una de dos personas en el mundo vamos a padecer de cáncer en los próximos 10 años.

-¿Qué puede hacer la gente común y corriente?

-En este mundo creo que todos somos co-responsables de lo que pasa, cada uno a su nivel. Los consumidores, que somos los que compramos las cosas, tenemos un papel potente. Yo tengo tres hijas adolescentes y en mi familia tratamos de comer la mayor parte de alimentos producidos en forma orgánica. A veces me tomo hasta dos horas para llegar a un lugar donde venden arroz orgánico. Y si la leche no es orgánica, no la consumimos. Para mí, la respuesta a tanto veneno es la agricultura orgánica.

-Usted anunció que su próxima investigación será la relación entre el cáncer, el mal de Parkinson y otras enfermedades graves con problemas ambientales derivados de la contaminación química. ¿Cuál es su idea?

-Hay muchos estudios que demuestran que los plaguicidas son responsables de enfermedades crónicas como el cáncer. Los enfermos de hoy son personas que se contaminaron treinta años atrás, con la primera revolución verde. Como lo hice en el caso de Monsanto, voy a trabajar con quienes han investigado esto. El tema me toca directamente, porque soy hija de agricultores. Mi padre creyó honestamente en las maravillas de la revolución verde y utilizó plaguicidas durante veinte años, desconociendo su toxicidad. Trabajaba en una finca cooperativa con cuatro agricultores. De ellos, dos murieron de cáncer a los 50 años. Los dos que continúan vivos padecen de cáncer, uno de ellos en la próstata y el otro en la piel. Mi papá sigue vive y sano, porque estaba encargado de las vacas y no aplicaba plaguicidas. Hace muy poco, producto de mi investigación, hicimos la asociación con el uso de agrotóxicos.

Todos cargamos químicos en el cuerpo. En análisis efectuados recientemente a 500 bebés nacidos en tres clínicas de Nueva York se detectó que todos tenían PCB, plaguicidas y dioxinas en su sangre. Fueron contaminados a través de la madre, aún antes de nacer. Hay que abrir los ojos.

viernes, 29 de octubre de 2010

EL DESINTERES POR LA BIODIVERSIDAD DEL PLANETA

Un tercio de todas las especies del planeta están amenazadas de extinción. Esta espantosa realidad fue señalada en conferencia de prensa en Nagoya por Julia Marton-Lefèvre, directora general de UICN.
La Tierra ya no está en condiciones de soportar la presión que ejerce la humanidad sobre la naturaleza del planeta. El resultado es una crítica extinción masiva de especies, la mayor acaecida desde la desaparición de los dinosaurios, hace 65 millones de años.
La pérdida de bosque primario por la expansión agrícola ganadera, la sobrepesca, la contaminación del agua, las especies exóticas invasoras y el cambio climático son algunos motivos específicos, pero la principal causa de destrucción es un sistema político-económico en el que la naturaleza no tiene un espacio asignado, su saludable existencia no tiene la menor importancia.
Se trata de un sistema en el que sólo se toman medidas para preservar el bienestar de los recursos naturales si hay una ley que así lo indique, si hay una pena económica por no hacerlo. O si de alguna forma puede obtenerse un rédito económico a cambio.
Desde mucho antes de que el Hombre fuera Hombre, la naturaleza nos ha provisto de alimentos, de todo lo necesario para curar nuestras enfermedades y de cuanto requerimos para preservarnos de cualquier factor de riesgo.
Hoy nos encontramos ante una instancia sin precedentes. Es la naturaleza la que está endeble y nosotros quienes contamos con los recursos necesarios para ayudarla a recomponerse. Podemos y debemos sanarla y protegerla si queremos que las futuras generaciones de seres humanos cuenten con un ambiente sano donde desarrollar sus vidas.
Hoy más de 100 ministros de Ambiente se encuentran reunidos en la Cumbre Internacional de la Biodiversidad de Nagoya (Japón) con la misión de alcanzar un plan de rescate de la naturaleza.
Están reunidos para mostrarle a mundo que sus países tienen un interés por la naturaleza que verdaderamente no existe. Porque los gobiernos a instancias de las grandes multinacionales que se han adueñado de las decisiones, siguen subordinándola al dinero.
Mientras ganar mas y mas dinero sea el principal objetivo, la naturaleza y nosotros como parte de ella quedaremos en un segundo plano.
El cambio climático, la pérdida de diversidad biológica, la acidificación de los océanos; son todas ramas de un mismo árbol, con un mismo tronco y una misma raíz.
Ninguna Cumbre de Ministros de ambiente va a solucionar los problemas del ambiente, porque ninguno de ellos tiene poder de decisión sobre los verdaderos temas que afectan al ambiente.

Nos reencontramos la próxima semana, con una nueva entrega de esta publicación.

Ricardo Natalichio
Director de EcoPortal.net
rdnatali@ecoportal.net
www.ecoportal.net

domingo, 24 de octubre de 2010

ACTUALIZAR LA PEDAGOGÍA ANTE EL MUNDO CAMBIADO

La Carta de la Tierra nos convoca desde hace años a un nuevo comienzo tras siglos de guerras y de destrucción del planeta. Esta nueva conciencia, fruto de la mundialización, de las ciencias de la Tierra y de la vida y también de la ecología nos está mostrando un camino a seguir.

Siglos de guerras, de enfrentamientos, de luchas entre pueblos y de conflictos de clase nos están dejando una amarga lección. Este método primario y reduccionista no nos ha hecho más humanos, ni nos aproxima más unos a otros, ni mucho menos nos ha traído la tan ansiada paz. Vivimos en permanente estado de sitio y llenos de miedo. Hemos alcanzado un estadio histórico que, en palabras de la Carta de la Tierra, “nos convoca a un nuevo comienzo”. Esto requiere una pedagogía, fundada en una nueva conciencia y en una visión incluyente de los problemas económicos, sociales, culturales y espirituales que nos desafían.

Esta nueva conciencia, fruto de la mundialización, de las ciencias de la Tierra y de la vida y también de la ecología nos está mostrando un camino a seguir: entender que todas las cosas son interdependientes y que ni siquiera las oposiciones están fuera de un Todo dinámico y abierto. Por esto, no cabe separar sino integrar, incluir en vez de excluir; reconocer, sí, las diferencias, pero buscar también las convergencias, y en lugar del gana-pierde, buscar el gana-gana.

Tal perspectiva holística está influenciando los procesos educativos. Tenemos un maestro inolvidable, Paulo Freire, que nos enseñó la dialéctica de la inclusión y a poner “y” donde antes poníamos “o”. Debemos aprender a decir “sí” a todo lo que nos hace crecer.

Fray Clodovis Boff acumuló mucha experiencia trabajando con los pobres en Acre y en Río de Janeiro. En la línea de Paulo Freire, nos entregó un librito que se ha convertido en un clásico: Cómo trabajar con el pueblo. Ante los desafíos de la nueva situación del mundo, ha elaborado un pequeño decálogo de lo que podría ser una pedagogía renovada. Vale la pena transcribirlo:

1. Sí al proceso de concientización, al despertar de la conciencia crítica y al uso de la razón analítica (cabeza). Pero sí también a la razón sensible (corazón) donde se enraízan los valores y de donde se alimentan el imaginario y todas las utopías.

2. Sí al ‘sujeto colectivo’ o social, al ‘nosotros’ creador de historia (‘nadie libera a nadie, nos liberamos juntos’). Pero sí también a la subjetividad de cada uno, al ‘yo biográfico’, al ‘sujeto individual’ con sus referencias y sueños.

3. Sí a la ‘praxis política’, transformadora de las estructuras y generadora de nuevas relaciones sociales, de un nuevo ‘sistema’. Y sí también a la ‘práctica cultural’ (simbólica, artística y religiosa), ‘transfiguradora’ del mundo y creadora de nuevos sentidos o, simplemente, de un nuevo ‘mundo vital’.

4. Sí a la acción ‘macro’ o societaria (en particular a la ‘acción revolucionaria’), la que actúa sobre las estructuras. Pero sí también a la acción ‘micro’, local y comunitaria (‘revolución molecular’) como base y punto de partida del proceso estructural.

5. Sí a la articulación de las fuerzas sociales en forma de ‘estructuras unificadoras’ y centralizadas. Pero sí también a la articulación en ‘red’, en la cual por una acción descentralizada, cada nudo se vuelve centro de creación, de iniciativas y de intervenciones.

6. Sí a la ‘crítica’ de los mecanismos de opresión, a la denuncia de las injusticias y al ‘trabajo de lo negativo’. Pero sí también a las propuestas ‘alternativas’, a las acciones positivas que instauran lo ‘nuevo’ y anuncian un futuro diferente.

7. Sí al ‘proyecto histórico’, al ‘programa político’ concreto que apunta hacia una ‘nueva sociedad’. Pero sí también a las ‘utopías’, a los sueños de la ‘fantasía creadora’, a la búsqueda de una vida diferente, en fin, de ‘un mundo nuevo’.

8. Sí a la ‘lucha’, al trabajo, al esfuerzo para progresar, sí a la seriedad del compromiso. Y sí también a la ‘gratuidad’ tal como se manifiesta en el juego, en el tiempo libre, o simplemente, en la alegría de vivir.

9. Sí al ideal de ser ‘ciudadano’, de ser ‘militante’ y ‘luchador’, sí a quien se entrega lleno de entusiasmo y coraje a la causa de la humanización del mundo. Pero también sí a la figura del ‘animador’, del ‘compañero’, del ‘amigo’, en palabras sencillas, sí a quien es rico en humanidad, en libertad y en amor.

10. Sí a una concepción ‘analítica’ y científica de la sociedad y de sus estructuras económicas y políticas. Pero sí también a la visión ‘sistémica’ y ‘holística’ de la realidad, vista como totalidad viva, integrada dialécticamente en sus varias dimensiones: personal, de género, social, ecológica, planetaria, cósmica y trascendente”. www.ecoportal.net

Leonardo Boff - Filósofo y escritor

viernes, 22 de octubre de 2010

LA AGRICULTURA FAMILIAR, LA AGROECOLOGÍA, LA PRODUCCIÓN ORGÁNICA Y EL USO DE SEMILLAS LOCALES SON LA ALTERNATIVA

MIÉRCOLES 20 DE OCTUBRE DE 2010


Ante la celebración el 16 de octubre del Día Mundial de la Soberanía Alimentaria, REDES – Amigos de la Tierra Uruguay se une a la demanda de los pequeños productores del país por frenar el avance de los agronegocios y acelerar las medidas que faciliten su trabajo y vida en el medio rural. Los ambientalistas resaltan además su preocupación por las numerosas aprobaciones de nuevos cultivares transgénicos. La agricultura familiar, la agroecología, la producción orgánica y el uso de semillas locales son la alternativa.
REDES – Amigos de la Tierra Uruguay se sumó el sábado a la celebración del Día Mundial de la Soberanía Alimentaria y se hace eco de las demandas de los pequeños productores nacionales por medidas que impulsen la producción local de alimentos.
Los ambientalistas saludan en esta fecha especialmente a los productores familiares y orgánicos de Uruguay, y a las mujeres rurales, con los cuales trabajan regularmente estos temas. REDES destaca particularmente el programa de “Rescate y Revalorización de Variedades Nativas y Criollas y Soberanía Alimentaria”, en el que participa junto a la Asociación de Productores Orgánicos del Uruguay (APODU) y la Facultad de Agronomía.

La soberanía alimentaria es una demanda política lanzada en 1996 por La Vía Campesina, red internacional de organizaciones del campo. Esa consigna de lucha defiende el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas sustentables y justas de producción, distribución y consumo de alimentos, que privilegien a la agricultura familiar y ecológica.

En Uruguay, alrededor de un millón de hectáreas están dedicadas en la actualidad a la forestación y la industria de la celulosa transnacional. Se espera que el año que viene los monocultivos de soja transgénica ocupen la misma cantidad de tierras. No es un porcentaje menor en un país que tiene 16 millones de hectáreas de tierras cultivables.

El modelo productivo actual del país, marcado por una creciente concentración y extranjerización de la tierra, que deja sin espacio a los pequeños productores, fue el tema central de un diálogo nacional sobre función social de la tierra realizado el 30 de septiembre y 1 de octubre en la Cruz de los Caminos, entre Totoral del Sauce y San Jacinto (Canelones). La actividad fue convocada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR).

Allí se informó que en Uruguay 284 empresas concentran 2,5 millones de hectáreas de tierra. El desplazamiento de los agricultores familiares, el deterioro de la biodiversidad por los monocultivos y la intensificación del uso de agrotóxicos, y la pérdida de soberanía alimentaria son algunas de las consecuencias más graves de este modelo.

Una de las principales características de este esquema es la expansión de los transgénicos, en particular la soja. En Uruguay está autorizado desde 1996 el cultivo comercial de la soja transgénica RR (de la estadounidense Monsanto), y desde 2003 y 2004 se permiten los maíces transgénicos MON 810 (también de Monsanto) y Bt 11 (de la suiza Syngenta) respectivamente. Durante 2009 se aprobaron siete nuevos eventos transgénicos de maíz y soja para ensayos de cultivares y producción de semillas para exportación.

Hoy resulta alarmante la celeridad con la que se aprobaron los nuevos transgénicos, aun cuando los técnicos que participaron en la evaluación de riesgos reconocieron que se les dio un plazo muy breve, de una semana en algunos casos, para expedirse.

El actual modelo productivo uruguayo, transnacional, concentrador, biotecnológico, destinado a las exportaciones, hace cada vez más difícil la sobrevivencia de quienes tradicionalmente han producido nuestros alimentos, los pequeños productores del medio rural. REDES – Amigos de la Tierra Uruguay reivindica sus demandas por incentivos para la producción ecológica y familiar, acceso a tierras y bienes de producción, y mejores servicios en el medio rural, en beneficio de la mayoría de la población y de nuestra soberanía.

Por más información:
REDES – Amigos de la Tierra Uruguay

domingo, 17 de octubre de 2010

LA AGRICULTURA SOSTENIBLE, UNA MIRADA DESDE AMERICA LATINA

La crisis alimentaria está presente en las preocupaciones actuales de la humanidad, y más aún, tras la reciente noticia de que por detrás del incremento de los precios de los alimentos se encuentran acciones de especulación por parte de las grandes compañías agroalimentarias.

Por otro lado aparece, la noticia de que la Organización de las Naciones Unidas a través de su relator para el derecho a la alimentación, señala que la agricultura sustentable es una alternativa para mejorar la alimentación y reducir la desnutrición en el mundo.

Recientemente se realizó en Colombia, el Seminario Latinoamericano sobre Agricultura Sustentable, donde se constataron los avances de esta agricultura que comenzó como una estrategia para enfrentar la crisis rural a partir de tres objetivos; el mejoramiento del nivel de vida de las familias rurales, el cuidado de los recursos naturales y la producción de alimentos sanos.

La agricultura sustentable se entiende como un movilizador social, y los procesos en Latinoamérica muestran como desde los movimientos sociales agrupados en el Movimiento de Agroecología Latinoamericana (Maela), junto con los investigadores organizados en la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (Socla) es posible construir alternativas a la desnutrición y el hambre en la perspectiva de la sustentabilidad rural.

En América Latina, inicialmente los proyectos fueron realizados por grupos de campesinos e indígenas, acompañados generalmente por organizaciones comunitarias y no gubernamentales.

Al paso del tiempo y con la participación de grupos de consumidores, ecologistas, universidades y en algunos casos de los gobiernos locales, la agricultura sustentable fue aumentando y en la región se ubica el 25 por ciento de la superficie total de la agricultura sustentable en el mundo.

Este tipo de agricultura es practicada fundamentalmente por agricultores pequeños y allí su dimensión social es importante, actualmente existen 500 mil campesinos que realizan agricultura sustentable certificada en América Latina, y con ello han visto mejorar sus niveles de vida.

El avance de la agricultura sustentable ha significado también la conservación de las semillas nativas, de la agrodiversidad y la disminución de los impactos ambientales, esta agricultura ha demostrado mayor capacidad de resistencia, ante las catástrofes naturales como el caso del huracán Mitch en Centroamérica, donde las parcelas con prácticas de agricultura sustentable, mejoraron la cubierta vegetal, la infiltración del agua en el suelo, redujeron la erosión severa y permitieron en un periodo corto reanudar las actividades agropecuarias.

Acompañando estos procesos aparece la agroecología como un enfoque científico alternativo para la transición hacia agriculturas más sustentables. El Seminario da cuenta de los avances de esta joven ciencia y muestra un número creciente de universidades que la incluyen en sus carreras agropecuarias y ambientales. En Latinoamérica, cada vez son cada vez más los centros de investigación que atienden el tema de la agricultura sustentable y la agroecología.

Las experiencias realizadas tanto por los actores institucionales como por organizaciones locales, muestran que la agricultura sustentable tiene una sólida dimensión práctica capaz de ofrecer soluciones concretas para la crisis rural en Latinoamérica.

La agroecología está llamada a jugar un relevante papel en las alternativas a la crisis rural fortaleciendo los procesos de sustentabilidad rural orientados hacia sociedades alternativas.

jueves, 14 de octubre de 2010

LA CULTURA DEL CONSUMO, LA CULTURA DE LA AUTODESTRUCCIÓN

Existe un consumo esencial que es necesario para la subsistencia de todo ser vivo. Debemos consumir oxígeno, agua y alimentos para mantener nuestras funciones vitales en funcionamiento. Pero también necesitamos abrigarnos y calentar nuestros hogares para no perecer por los fríos extremos. Eso cubriría nuestras necesidades básicas y vitales.
Todo lo que viene después de eso es parte de una evolución que hemos tenido como especie, mediante el desarrollo de la capacidad de fabricar herramientas para los mas variados usos. Desde la lanza hasta la rueda, las redes de pesca, las canoas o las aeronaves, todas son herramientas que hemos ido construyendo con el fin de satisfacer necesidades que nosotros mismos nos hemos ido creando a lo largo del tiempo.
A nuestras necesidades básicas de subsistencia hemos agregado muchas otras y al consumo, como ninguna otra especie sobre el planeta, lo hemos convertido en consumismo.
Según el informe “Planeta Vivo” realizado por la WWF, la población mundial utilizó el equivalente a 1,5 planetas para abastecerse en 2007, y si se mantienen las tendencias actuales se calcula que se necesitarán dos planetas para atender las demandas en 2030 y tres, en 2050. Ese es un camino en línea recta hacia el abismo.
Para sostener el crecimiento del consumo, ha sido necesario extraer de la tierra mas y mas combustibles fósiles, minerales y talar mas bosques para aumentar la superficie de suelos destinados a la agricultura, la ganadería y la industria forestal. Durante el último medio siglo, el consumo anual de petróleo se multiplicó por ocho y el de gas natural por catorce.
Evitar el colapso de la civilización humana requiere, ni más ni menos, que una transformación absoluta de los patrones culturales dominantes. El consumo es parte de nuestra cultura, se ha ido colando poco a poco en el ADN de nuestras sociedades durante los últimos siglos.
Hoy en día, pedir que moderen su consumo a personas que viven dentro de culturas consumistas es como pedirles que dejen de respirar, pueden hacerlo durante algunos segundos pero inmediatamente, ahogándose, respirarán de nuevo.
Sin embargo, no es necesario que todos los habitantes del planeta cambien sus hábitos de consumo o de vida. Si tenemos en cuenta que el 20% de la población mundial, que cuenta con mayor poder económico, es responsable del 80% del consumo total, entenderemos una buena parte del problema.

No es necesario volver a la Edad de Piedra para solucionar los problemas ambientales a los que nos enfrentamos, solamente bastaría con que ese 20% redujera sus niveles de consumo para mejorar drásticamente la situación.

Nos reencontramos la próxima semana, con una nueva entrega de esta publicación.

Ricardo Natalichio
Director de EcoPortal.net
rdnatali@ecoportal.net
www.ecoportal.net

miércoles, 13 de octubre de 2010

LA AGRICULTURA DEL FUTURO

Suplemento CASH, Página/12, 3/10/10

Por Andres E. Carrasco *

La revista Nature se preguntó en agosto pasado “si la ciencia podía alimentar al mundo”. En su editorial, que resume varios artículos de análisis y opinión, advierte que hay todavía 1000 millones de hambrientos, a pesar de que hay alimento suficiente para las 7000 millones de personas que forman la población del planeta. Y que para el 2050, cuando la población llegue a 9000 millones de habitantes, se requerirá más superficie sembrada, más agua, más fertilizantes y herbicidas con la indubitable destrucción de la diversidad y la salud humana y ambiental. Nature sugiere que la solución al eventual agotamiento y desastre natural es desarrollar tecnología (sugestivamente mediada por Monsanto y Syngenta, entre otras) que produzca una segunda revolución verde sobre la base de intensificar, en vez de extender el área sembrada con semilla que usen menos agua y sean más resistentes al calentamiento global.

Como complemento propone promover en los países pobres pequeñas unidades productoras, granjas mixtas que permitan la rotación de cultivos y ganadería integrada, además de incrementar la inversión en infraestructura que abarate costos con el fin de atemperar el hambre.

Mientras sugiere realinear la investigación científica y tecnológica, admite que hasta ahora los GMO no “han sido la panacea para mitigar el hambre de los países pobres a pesar de lo que pregonan sus defensores”, además de ser percibidos como parte sustancial de un “modelo monopolizante y privatizador de la producción de alimentos” y remata: “La ciencia y la tecnología no han sido panacea del hambre mundial, ya que en definitiva hay alimentos suficientes pero la pobreza de más de 1000 millones de seres humanos les impide acceder a ellos”.

Nature propone nuevas tecnologías biotecnológicas y químicas capaces de generar una agricultura que pueda alimentar a la humanidad dentro de 50 años y deposita su control y responsabilidad en las grandes corporaciones transnacionales. La revista reafirma de esta manera el paradigma tecnocientífico. Con optimismo, avizora un posible futuro sin hambre, conducido por las mismas manos que generaron una hipoteca ambiental y social impagable, al transformar la agricultura en negocio y los alimentos en mercancía. El argumento de Nature es la expresión de un inteligente giro del capitalismo global que admite el fracaso de esta etapa ante las necesidades de la humanidad, pero sin debatir si en vez de un exceso de optimismo tecnocrático, no fue simplemente parte del diseño colonial global. En ese silencio cómplice es que se oculta la perversión de la colonialidad.

Es obvio que el problema del hambre mundial es, para la construcción y supervivencia del capitalismo global, una amenaza de la marea inmigratoria incontenible que golpea las puertas de los países centrales despertando xenofobias y violencias. Pero es además una mirada alerta sobre esa periferia excluida que está en permanente convulsión social. Aun así, persiste en apostar a seguir apilando tecnología sofisticada que asegure la supervivencia de las grandes corporaciones y al mismo tiempo garantizar el modo de vida de los países centrales. Responsabilizando del hambre mundial al fracaso de una generación de instrumentos tecnológicos esconde que el modelo de apropiación instalado en los países periféricos, obedeciendo a demandas de las economías mundiales, sólo puede sostenerse con la desigualdad y la exclusión. Nature apuesta a preservar la legitimidad del tecno-capitalismo que necesita continuar privatizando los bienes comunes con acento tecnocrático y disimular al mismo tiempo la creciente percepción de crisis civilizatoria.

Argentina ha resignado su mirada crítica sobre el modelo dependiente impuesto por el poder corporativo, esperanzada en formar parte del club de los incluidos en la globalidad. El silencio cómplice niega admitir que el neocolonialismo que convoca al progreso por derrame se apropió de los bienes comunes más allá de cualquier costo social, económico o ambiental e insiste en proclamar el virtuosismo de un desarrollismo distópico y científicamente dependiente. No comprende que no es en el contenido donde radica la dependencia sino en su sentido que los determina. Así mientras algunos intentan infructuosamente instalar la discusión sobre los efectos indeseables del modelo de industrial y tecnológico de producción agrícola (y minera) que nos han impuesto, la preocupación europea admite sus dudas sobre la tecnología y se resiste a consumir o no los transgénicos que hoy producimos. Así están las cosas. Por colonizados, dos trancos atrás del mundo y condenados a seguir entregando nuestros bienes.

Una falacia, obvia en Latinoamérica y por lo tanto aburrida, es pretender pensar en un proceso emancipador sin desprenderse de la matriz epistémica del colonizador. “Inventamos o erramos”, dijo Simón Bolívar, mientras Quijano, Dussel y Mignolo nos repiten que descolonizar la subjetividad del ser y del saber es descolonizar el poder y por lo tanto punto de partida para inventar nuestro nuevo marco epistémico que definirá lo cultural, lo productivo, lo científico y lo político. No hay neutralidad ni universalidad en los saberes y que no se es porque se piensa. Se es donde se piensa. Con saberes que aseguren el “bien vivir” de nuestra gente. Porque si la modernidad europea construyó el capitalismo a partir de devastación y la explotación del Nuevo Mundo, la actual depredación no tendrá retorno cuando terminemos de ceder el patrimonio y la explotación de nuestros bienes comunes. Con ello cederemos nuestra libertad y dignidad de pueblo soberano. Desde ese momento sólo quedará hambre y desolación para el futuro

* Profesor UBA. Investigador principal Conicet.

martes, 12 de octubre de 2010

LA AGROECOLOGIA PORTADORA DE VIDA

Artículo enviado por Oscar Alemán

A lo mejor para muchos es desconocido este término. Pero el hecho de que no lo hayas escuchado mencionar, NO significa que no exista.

El enfoque de la agricultura convencional siempre ha buscado incrementar la producción de cosechas agrícolas sin considerar las consecuencias posteriores sobre el ambiente en el que se practica. Así ocurre, por ejemplo, con la labranza intensiva del suelo, práctica de monocultivo, uso indiscriminado de fertilizantes sintéticos, el control químico de plagas, uso intensivo de agua de pozos profundos para la agricultura y la manipulación genética, entre otras prácticas de la agricultura moderna.

Estas son prácticas promovidas y aplicadas bajo el enfoque de la agricultura denominada convencional. No se debe descuidar y negar que la aplicación de las prácticas e innovaciones tecnológicas convencionales incremente la producción agrícola, pero tampoco se puede negar que su práctica en actividades agrícolas deteriora los recursos naturales en forma considerable y ocasionalmente irreversible.

El deterioro de la cubierta vegetal, la erosión del suelo (eólica, hídrica, de fertilidad), el incremento de la salinidad de los suelos, disminución considerable de los mantos freáticos, la pérdida de diversidad agrícola biológica y genética, la resistencia constante de plagas y enfermedades agrícolas, las inundaciones naturales, la eutrofización de lagos y la contaminación del aire, son algunas de las múltiples consecuencias de la agricultura basada en agroquímicos y en el uso de grandes cantidades de energía.

Ante los múltiples factores negativos de la agricultura convencional, emerge la concepción de la agricultura ecológica que promueve la producción agrícola en donde se apoya en la conservación de los recursos naturales elementales de la producción de alimentos tales como el suelo, agua y biodiversidad. Estas acciones se basan en el respeto a las comunidades rurales (quienes aportan el material genético de menor contaminación, casi puro genéticamente) y a los principios éticos y humanos en la realización de estas actividades.

Esta agricultura ecológica ha resultado ser altamente productiva y a su vez sostenible en producción y conservación a largo plazo con la finalidad de poder solventar el abastecimiento de alimentos a una creciente población humana. Para atender este reto, actualmente se desarrolla la ciencia de la AGROECOLOGIA la cual se define como la aplicación de conceptos y principios ecológicos al diseño y manejo de agro ecosistemas sostenibles e implica la realización de prácticas agrícolas sustentadas en el conocimiento técnico y científico de los procesos ecológicos, agronómicos, y sociales que ocurren para su producción. En esta perspectiva, el diseño y manejo de agro ecosistemas sostenibles no puede ni debe abandonar las prácticas convencionales sino que debe considerar las prácticas tradicionales para justificar su sostenimiento. Se trata de diseñar científicamente nuevas concepciones y tecnologías agrícolas, sobre la base de los métodos y conocimientos ecológicos actuales y los principios tradicionales de conservación de los recursos naturales que muchas comunidades rurales tienen y en las que cubren sus necesidades alimentarias sin requerir grandes insumos externos en su ciclo productivo.

¿Hasta donde hemos llegado? ¿Acaso seguimos creyendo que el fin justifica los medios? ¿Existe conciencia ecológica en nosotros? Si existe, ¿Qué estamos haciendo por nuestro planeta? Únete a la causa, investiga sobre AGROECOLOGIA, PERMACULTURA, BIORREMEDIACION… No te quedes sentado. Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes.

jueves, 7 de octubre de 2010

AGROECOLOGIA Y SOBERANIA ALIMENTARIA


Propuestas para el decrecimiento desde la actividad agropecuaria.

Daniel López García y Mireia Llorente Sánchez, Área de Agroecología y Soberanía Alimentaria, Ecologistas en Acción

La agroecología, junto con el concepto de soberanía alimentaria, constituyen un arsenal ideológico y práctico que permite cuestionar la insostenibilidad de la actividad agraria industrial. Pero, más que eso, ambos conceptos marcan una línea de trabajo hacia la sostenibilidad y el decrecimiento, en la medida que alientan el autoabastecimiento, respetan la biodiversidad o potencian los canales cortos de comercialización.

El crecimiento económico se ha querido vincular a una mayor justicia social y distribución de la riqueza, y se ha abanderado incluso en defensa del cumplimiento de los derechos humanos. Sin embargo, es claro que dicho crecimiento no ha tenido estas consecuencias positivas de forma generalizada, más bien al contrario. En particular, en el medio rural “el crecimiento económico ha traído como consecuencia una profunda transformación (entre otras) del campo y de las sociedades campesinas, de acuerdo a los lineamientos de los conceptos capitalistas sobre la tierra, la agricultura y la crianza de los animales” [1].

La industrialización de la actividad agraria ha sido impulsada por medio de la denominada Revolución Verde, caracterizada por un paquete tecnológico igual para todo el planeta, compuesto por pesticidas y fertilizantes químicos, semillas híbridas (y frecuentemente transgénicas), regadíos masivos, una fuerte mecanización y uso de combustibles fósiles. Desde mediados del siglo XX, la Revolución Verde prometió acabar con el hambre en el mundo, combinando la tecnologización de la producción agraria, su mercantilización y la globalización de los canales de comercialización agroalimentarios.

Sin embargo, tras más de medio siglo de implementación, hoy sabemos que la Revolución Verde no era lo que parecía: el número de personas hambrientas no para de crecer y millones de personas se ven obligadas cada año a emigrar a las ciudades de todo el planeta, ya que las tierras en las que habitaban hoy se destinan a la agroexportación, mientras los mercados locales quedan desabastecidos. A su vez, la Revolución Verde ha generado importantes problemas ambientales: deforestación y desertificación que han contribuido al cambio climático; contaminación y agotamiento de suelo y acuíferos; pérdida de biodiversidad cultivada; y lo que resulta más absurdo, la generalización de la alimentación basura.

Ante la actual crisis alimentaria y ecológica, los países ricos y los organismos internacionales vuelven a proponer como solución el aumento de la producción y el fomento del paquete tecnológico que incorpora las semillas transgénicas y garantiza a las mismas multinacionales un incremento del consumo de agroquímicos. Frente a esta propuesta, construida alrededor del concepto de seguridad alimentaria [2], la soberanía alimentaria se ha convertido en estandarte de diversas organizaciones y movimientos sociales como estrategia frente a la noción dominante de desarrollo. De este modo, se lanza el debate más allá de lo agropecuario, incorporando los aspectos culturales y, sobre todo, el cuestionamiento de la base misma del sistema capitalista [3]. La soberanía alimentaria, en resumen, cuestiona el actual modelo agroalimentario y la pérdida de control de la población sobre el mismo, al tiempo que propone los canales cortos de comercialización y las producciones ecológicas como alternativas de sustentabilidad social y ecológica.

La agroecología: una propuesta hacia la sostenibilidad

En el Estado español, la agricultura ecológica cubre a ctualmente un 5% de la superficie cultivada, con crecimientos anuales que superan el 10%, y supone una alternativa importante para muchas pequeñas explotaciones agrarias. Sin embargo, lo que representaba de alternativa sociopolítica y de movimiento social, ha sido eclipsado por su exitosa irrupción en el gran mercado, manejado por las grandes superficies de distribución agroalimentaria que actualmente controlan el 65% de la comercialización, y la mayor parte a través de marcas blancas.

Ampliando la noción de agricultura ecológica, la agroecología se define como el “manejo ecológico de los recursos naturales a través de formas de acción social colectiva que presentan alternativas al actual modelo de manejo industrial de los recursos naturales mediante propuestas, surgidas de su potencial endógeno, que pretenden un desarrollo alternativo desde los ámbitos de la producción y la circulación alternativa de sus productos, intentando establecer formas de producción y consumo que contribuyan a encarar la crisis ecológica y social, y con ello a enfrentarse al neoliberalismo y a la globalización económica” [4]. Esta definición ofrece varias claves de cara a construir modelos sociales que reduzcan el metabolismo social y sus impactos socioecológicos negativos. Claves que gravitan en torno a lo colectivo y lo local, y plantean alternativas a la lógica capitalista de la economía mercantil y el crecimiento ilimitado.

La agroecología se lleva a la práctica de muy diversas maneras, pero basadas en ella se encuentran nuevas formas de organización de los pequeños productores ecológicos con los numerosos grupos y cooperativas de consumo de todo el territorio. Estos grupos, si bien alcanzan una escasa importancia económica (unas 1.500 familias en Euskadi, 1.200 en Andalucía, 1.000 en Catalunya o en la Comunidad de Madrid), suponen un importante movimiento social por su amplia implantación territorial, su crecimiento constante y la diversidad de formas que adopta. Los colectivos más ideologizados (como aquellos incluidos dentro de lo que se ha llamado cooperativas agroecológicas, con referencia en el BAH! madrileño) y los más organizados están abriendo, a su vez, importantes espacios de encuentro, reflexión y acción política en aspectos como el consumo o el mercado agroalimentario –de lo local a lo global–, o en temas más concretos como el de las semillas o los transgénicos.

Los canales cortos de comercialización como propuesta de decrecimiento
Los mercados locales nos acercan hacia la relocalización de las economías y de los flujos de los medios de producción y los bienes de consumo, frente a la pérdida de control por parte de las comunidades locales que ha provocado la globalización agroalimentaria. Los beneficios ambientales asociados a la reducción de las distancias de transporte son directos: disminuir el consumo de petróleo, frenar la construcción de infraestructuras de transporte de alta capacidad, etc. También se hacen innecesarios los embalajes excesivos, que sólo encuentran su sentido al convertir en duradero y atractivo a un producto anónimo que se consume por igual en cualquier parte del planeta. Y de forma inversa, al reducir la escala del consumo, se hace posible el reaprovechamiento de los residuos y cerrar en mayor medida los ciclos ecológicos.

Por último, la eliminación de intermediarios en los circuitos económicos reduce ineficiencias en la distribución e incrementos innecesarios en los precios. La relación directa entre producción y consumo, dentro de una misma comunidad percibida mutuamente, nos protege de un sistema global de precios que oculta externalidades sociales y ecológicas de la circulación de las mercancías, y permite además el establecimiento de procesos sociales de valorización de los bienes y servicios, que recuperan así su valor de uso para una comunidad concreta.

Con el acortamiento de los canales comerciales se hacen innecesarios, además, ciertos servicios a la producción (marketing y publicidad, servicios a la distribución, logística y gestión de stocks, etc.), que en la práctica son la espina dorsal de la economía global [5], y que se llevan muy buena parte del precio final de los productos manufacturados, generando fugas de capitales desde lo local hacia la economía global, en lo que [6].

En cualquier caso, a partir de un análisis de la economía desde la óptica del decrecimiento, la actividad agropecuaria aparece como una de las pocas actividades económicas imprescindibles para las sociedades humanas. Esta idea nos debe llevar a un análisis crítico de la estructura macroeconómica de nuestras sociedades, y en concreto del Estado español, en el que un 70% de la riqueza que se genera (medida a partir del PIB), proviene del sector servicios. Si tuviésemos que prescindir de algunas actividades económicas, porque no hay riqueza para pagarlas, sin duda todo este sector caería. Quizás debemos irnos preparando para posibles escenarios futuros en los que la escasez de petróleo, o directamente la escasez de dinero, nos obligue a cubrir nuestras necesidades por nosotros/as mismas (si es posible de forma comunitaria), cuando no podamos pagar los precios de la distribución comercial y los servicios al consumo. Y quizá no sea tan malo.

La crisis capitalista como tierra fértil para alternativas de sostenibilidad En cualquier caso, la crisis del sector de la construcción está haciendo que muchas personas del medio rural retomen la actividad agraria, aunque sea informalmente, ante la carencia de otras fuentes de ingreso. A su vez, cierto número de jóvenes (y no tan jóvenes) urbanos abandonan las ciudades para buscar formas de vida con menos gastos en el medio rural, ya sea porque allí es todo más barato, porque hay menor necesidad (y oferta) de consumo superfluo, o porque es más fácil cubrir ciertas necesidades (las alimentarias, por ejemplo, pero también otras más relacionadas con la sociabilidad) sin tener que recurrir al consumo, siendo posible la autoproducción. Los campos infrautilizados o abandonados se convierten, de repente, en una alternativa de subsistencia para aquellas personas que resultan excluidas del mercado en esta crisis.

Este proceso de recampesinización del que algunos/as hablan [7] puede dejar de ser meramente marginal, y convertirse en un movimiento social de cambio en transición hacia modelos de sociedad más descentralizados y menos consumistas. El establecimiento de redes y alianzas entre movimientos sociales urbanos y pequeños agricultores/as ecológicos/as, neorrurales o no, puede facilitar, por un lado, la supervivencia de pequeñas experiencias productivas sostenibles. Y, por otro lado, una puerta abierta para conectar la ciudad con el campo, y permitir que más gente abandone un modo de vida, el urbano-industrial, profundamente insostenible.

Si bien las culturas rurales tradicionales han adolecido de profundos rasgos patriarcales y de injusticia social, que aún subsisten en gran medida, a la vez son portadoras de valores constituyentes de la sociedad que queremos, tales como el trabajo y la propiedad colectivas, el autoabastecimiento, la autonomía y la biodiversidad como estrategia para la seguridad y la estabilidad social y ecológica. En nuestras manos está la posibilidad de recuperar el conocimiento tradicional (el saber-hacer) para la sostenibilidad, antes de que las últimas generaciones de campesinos desaparezcan del territorio español; y con ellas las herramientas, las instituciones tradicionales comunales (que no públicas o estatales), las infraestructuras (acequias, molinos, caminos…), y las semillas y las razas ganaderas tradicionales asociadas.

Proyecto Ecoagroculturas El Proyecto de Fomento de la Agricultura Ecológica Ecoagroculturas (2009-2011) se está desarrollando en Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía. Pretende mejorar la producción de las fincas ecológicas, facilitar la puesta en marcha de nuevas experiencias y favorecer la conversión al cultivo ecológico de fincas convencionales. Realiza una fuerte apuesta por los ciclos cortos de comercialización, y en este sentido dedica importantes recursos para el fomento del consumo de alimentos ecológicos, y para la conexión entre producción y consumo. Para lograr estos objetivos, se realizan acciones de sensibilización, formación y asesoría, tanto para la producción como para el consumo. Para más información, consultar www.ecologistasenaccion.org/agriculturaecologica
Notas

[1] Escobar, Arturo. 2005. “El ‘postdesarrollo’ como concepto y práctica social” en: Daniel Mato (coord.), Políticas de economía, ambiente y sociedad en tiempos de globalización. 17-31 pp. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela, Caracas.
[2] Lydia Medland: “¿Seguridad o Soberanía Alimentaria?” En Ecologista nº 63, invierno 2009/10
[3] REDES-Amigos de la Tierra Uruguay (2008). www.redes.org.uy/wp-content/uploads/2008/12/derechos_humanos.pdf
[4] Sevilla Guzmán, E., 2006. “Agroecología y agricultura ecológica: hacia una ‘re’ construcción de la soberanía alimentaria”. Agroecología, nº 1. Universidad de Murcia.
[5] Ver Sassen, S., 1999. La Ciudad Global. Nueva York, Londres, Tokio. Universidad de Buenos Aires.
[6] José Manuel Naredo denomina la regla del notario José Manuel Naredo, 2006. Raíces Económicas del Deterioro Ecológico y Social: Más allá de los dogmas. Siglo XXI.
[7] Van der Ploeg, J. D. 2008. The new peasantries. Earthscan.
Extraído de la revista 'Ecologista' nº 64 Menos para vivir mejor

LOS AGRICULTORES NECESITAN DE UN SISTEMA EDUCATIVO QUE LES AYUDE A SOLUCIONAR SUS PROBLEMAS


Polan Lacki

Desde su origen este es un documento diferente. Este artículo es el resultado de una consulta electrónica informal realizada con el propósito de discutir cómo la educación básica podría ofrecer una contribución más efectiva al desarrollo rural en América Latina. La consulta fue innovadora en el sentido de que recogió las opiniones de los educadores e instituciones educativas, pero también de los usuarios y beneficiarios del sistema educativo. Aproximadamente 400 instituciones y personas de 19 países de la región hicieron aportes a este artículo.

El autor del texto manifiesta su más sincero agradecimiento por las valiosas contribuciones recibidas. Sin embargo, eventuales debilidades del artículo son de su exclusiva responsabilidad.

En América Latina la magnitud, complejidad y urgencia de los problemas rurales sobrepasaron, desde hace mucho tiempo, las posibilidades de los gobiernos para solucionarlos, particularmente porque intentan hacerlo a través del modelo convencional de dependencia estatal. La ineficiencia del modelo y la insuficiencia de recursos para financiarlo son cada día mas evidentes. Esta realidad está exigiendo que las familias rurales se vuelvan mas auto-dependientes en la solución de los problemas que las afectan. Desafortunadamente en la actualidad muchas de ellas no están en condiciones de hacerlo. Entre otras razones, porque no poseen los conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para poder asumir este protagonismo; no por culpa suya evidentemente, sino porque no se les han proporcionado las oportunidades para adquirir estas competencias, ni para ejercer el referido protagonismo.

Al no poseer suficientes conocimientos, muchas familias rurales, sencillamente no pueden desarrollarse: entre otros motivos porque no logran corregir sus propias ineficiencias, mejorar su desempeño laboral e incrementar su productividad. Pero esto es apenas la primera parte del gran problema. Adicionalmente, la inadecuada formación y capacitación de los agricultores incide negativamente en la productividad o rendimiento de los demás factores de producción, que de por si ya suelen ser escasos: la tierra, los animales, las obras de infraestructura, la maquinaria y los insumos materiales. Esto significa que la ineficiencia del factor de producción más abundante (mano de obra) es una causa adicional de la insuficiencia de los factores más escasos.

Afortunadamente, aún los gobiernos con más limitaciones de recursos financieros pueden empezar a romper el círculo vicioso de la pobreza rural. Tendrán éxito en ese propósito si concentran sus esfuerzos en el desarrollo de las capacidades de los habitantes rurales, para lograr que ellos se vuelvan mas eficientes. La mayor eficiencia de los agricultores permitirá que los factores que son escasos se vuelvan más productivos… y consecuentemente menos insuficientes.

Es necesario estimular el auto-desarrollo de los habitantes rurales

Adoptando tal estrategia, la acción prioritaria de los gobiernos consistiría en crear las condiciones para desarrollar las potencialidades latentes de los ciudadanos rurales, elevar su auto-estima y estimular sus iniciativas en pro de la autogestión y del asociativismo. Todo ello, con el propósito de generar voluntades y capacidades locales de auto-desarrollo individual, familiar, productivo y comunitario.

Es necesario que los gobiernos se hagan cargo de esta nueva educación orientada a disminuir las dependencias y vulnerabilidades de las familias rurales. Porque desafortunadamente, muchos de los padres de familia no están en condiciones de enseñar a sus hijos estos nuevos conocimientos y actitudes; ya que gran parte de ellos mismos ni siquiera tuvo la oportunidad de adquirirlos. Los servicios de extensión rural tampoco han podido cumplir esta tarea de manera satisfactoria, porque están muy debilitados. Entonces ¿Quien podrá hacerlo?
Existe, afortunadamente, una institución que siempre está presente en el medio rural, generalmente impartiendo la enseñanza del primero al octavo o noveno año: la escuela básica rural.

Históricamente esta institución ha contribuido al desarrollo de las familias y las comunidades rurales. Sin embargo, ella cuenta con un enorme potencial que no ha sido aún adecuadamente aprovechado para dar una mayor y mejor contribución al siguiente objetivo: formar egresados con conocimientos, habilidades y actitudes, a fin de que ellos quieran, sepan y puedan actuar como eficientes buscadores y “aplicadores” de soluciones a los problemas existentes en el medio rural. Consecuentemente dicha escuela, previa reformulación de sus planes de estudios, se presenta como una de las instituciones con mayor potencial para asumir esta importante tarea. Entre otras razones porque:

- La escuela básica es prácticamente la única institución pública de carácter permanente que está presente en la mayoría de las comunidades rurales.
- Para muchos habitantes del campo el paso por la referida escuela es una de las más importantes oportunidades de sus vidas para adquirir las competencias que, en el mundo contemporáneo, son indispensables para sobrevivir económicamente de la agricultura.

Es necesario, por lo tanto, sacar el máximo provecho de esa gran oportunidad, porque tal medida puede ser llevada a la práctica de inmediato, inclusive por los gobiernos mas debilitados y empobrecidos.

De hecho, varios gobiernos latinoamericanos ya están promoviendo cambios para mejorar la calidad de la enseñanza básica. Sin embargo, esas reformas no están contribuyendo a satisfacer las necesidades propias de los agricultores ni a solucionar los problemas específicos del medio rural. Entre otras razones porque esta "nueva" educación apenas está formando personas con más conocimientos; pero no está formándolas con los conocimientos, habilidades, valores y actitudes adecuados a las necesidades de vida y de trabajo, que ellas enfrentan en las actividades cotidianas de sus hogares, fincas y comunidades rurales.

Aunque reconocidamente necesarias y urgentes, las reformas de la educación básica rural aún están siendo inhibidas y/o dificultadas por los siguientes problemas:

Primer Problema: Pensar que cualquier adecuación curricular depende, tal como ocurría antiguamente, de la iniciativa, de los complicados trámites administrativos y de la decisión de las altas esferas del ministerio nacional de educación. Tal desinformación inhibe las iniciativas de quienes podrían y desearían impulsar la reforma, empezándola en las propias comunidades rurales.

Afortunadamente en muchos países, los gobiernos nacionales ya han adoptado medidas de descentralización, desconcentración y delegación educativa; y los que aún no lo han hecho están empezando a hacerlo. Esta descentralización permite que gran parte de los contenidos curriculares de las escuelas básicas rurales sean diseñados a nivel municipal con la participación de la comunidad; ésta, por estar más próxima de los problemas cotidianos de la vida rural, tiene un mejor conocimiento “vivencial” de las necesidades de los habitantes del campo. Esto significa que las adecuaciones curriculares pueden ser efectuadas por las autoridades municipales y maestros de las escuelas de las propias comunidades rurales y con la participación de varias instituciones tales como las agencias de extensión, ONGs de desarrollo rural, cooperativas y asociaciones de agricultores y los integrantes de las cadenas agroalimentarias.

En el mundo contemporáneo las empresas que ofrecen productos o servicios necesitan ''consultar al cliente". Las escuelas básicas rurales también deberán hacerlo, consultando a las instituciones de su entorno. Los oferentes y demandantes de la educación municipal podrían así sacar provecho de la referida descentralización.
¿Por qué es necesaria la participación de los no educadores en el diseño de planes educativos?

Porque son precisamente ellos los que están en mejores condiciones de traer los problemas del mundo rural al interior de la escuela, a fin de que ésta enseñe contenidos que ayuden a solucionarlos. Asimismo son ellos quienes pueden proponer, con mayor realismo y objetividad, que conocimientos, habilidades y actitudes necesitan adquirir los niños rurales; para que, después de egresados, puedan ser productores rurales más eficientes y menos dependientes o vulnerables en sus relaciones con los intermediarios, las agroindustrias, los super e hipermercados y otros. Por estas razones, los problemas de la educación básica rural ya no deben ser resueltos exclusivamente por los protagonistas tradicionales del sistema centralizado de educación formal; máxime si dichos protagonistas no tienen vivencias de la problemática rural. Los no educadores, en defensa de sus propios intereses, necesitan asumir una mayor participación en el mejoramiento de la educación básica rural.

Lo anterior requiere una colaboración recíproca entre educadores y usuarios de la educación. Será más fácil lograr esa acción conjunta a nivel municipal; desde abajo hacia arriba y no necesariamente desde arriba hacia abajo; en las propias comunidades y no necesariamente en la capital del país o de la provincia/ departamento/ estado.

Segundo Problema: Con la buena intención de hacer la reforma educativa ideal, varios países latinoamericanos están invirtiendo demasiado esfuerzo y tiempo en diseñar reformas muy amplias y profundas. Estas, debido a su complejidad y alto costo, difícilmente pueden ser llevadas a la práctica, con la urgencia requerida por el mundo rural; porque los gobiernos están debilitados, “desfinanciados” y fuertemente endeudados. Mientras ello ocurre se está desperdiciando la oportunidad de hacer la reforma educativa posible.

En un mundo tan competitivo como el actual, el impacto que la reforma educativa pueda tener en el desarrollo rural dependerá, en gran medida, de la rapidez con que se la ponga en marcha. Serán premiados por las oportunidades de la globalización los agricultores de aquellos países que hagan la reforma educativa antes que los demás. Los agricultores de los países que se retrasen en la reforma serán, como de hecho ya están siendo, severamente castigados por las amenazas de la globalización.

Es por esta razón que resulta imperativo iniciar hoy la reforma que es posible hacer hoy; empezándola por aquellos cambios que, al ser más sencillos y menos dependientes de decisiones y recursos externos, no tienen motivos para que su adopción siga siendo postergada. Es recomendable iniciarla "con lo que se puede hacer y con los recursos que ya están disponibles".

Tercer Problema: Considerar que la adecuación de la educación básica rural significa asignar recursos adicionales al sistema educativo, ampliar la cobertura, incrementar la cantidad de horas, días y años de permanencia de los niños en las escuelas, instalar computadoras y mejorar la infraestructura física; así como incluir en las currícula contenidos del mundo contemporáneo (sexualidad, medio ambiente, género, drogas, derechos humanos, etc). Es evidente que estas medidas son necesarias pero debemos reconocer que ellas son insuficientes porque no contienen innovaciones que contribuyan a solucionar los problemas específicos del mundo rural. Esta mayor cantidad de conocimientos que se ofrecen descontextualizados no es suficiente para que dichas escuelas formen egresados que puedan actuar como transformadores de las realidades adversas y como generadores de soluciones para los problemas existentes en el medio rural.

Estas reformas necesitan tomar en cuenta la siguiente necesidad que es prioritaria para el mundo rural: reducir el evidente desencuentro y desconexión que actualmente existen, entre lo que se enseña en las escuelas básicas rurales y lo que los alumnos realmente necesitan y desean aprender. La elevada deserción y reprobación en el medio rural no se debe tanto a la falta de recursos o de instalaciones, o a la ineficiencia de los maestros, ni a la baja capacidad de aprendizaje de los niños; sino más bien a que los conocimientos que se enseñan son intrascendentes a su realidad. En gran medida, los alumnos rurales abandonan prematuramente la escuela, porque la educación que se les ofrece no resulta de utilidad.

Educación Rural: ¿Para qué? y ¿Para quién?

Una educación con contenidos útiles y aplicables es el factor de mayor importancia y eficacia para mejorar la calidad de vida de los seres humanos. Para la absoluta mayoría de los habitantes rurales dicha calidad de vida depende fundamentalmente de su capacidad para producir, incorporar valor y comercializar cosechas, con una eficiencia tal, que les permita elevar sus ingresos para acceder a los satisfactores que acompañan al desarrollo. En tanto no se enseñe a los niños como mejorar la eficiencia de la agricultura, y con ello la alimentación, la salud y los ingresos de los habitantes del medio rural, de poco sirve enseñarles aquellos temas urbanos, abstractos y lejanos que les son intrascendentes.

Debido a su temprana incorporación a las actividades agrícolas del núcleo familiar, los estudiantes rurales cuentan con un tiempo limitado para frecuentar la escuela. Es necesario optimizar este tiempo, eliminando de los currícula algunos contenidos que son irrelevantes y descontextualizados de la realidad rural; reemplazándolos por otros que, al ser diseñados a partir de las necesidades propias del mundo rural, tengan mayor utilidad y aplicabilidad en la solución de los problemas allí existentes. Estas escuelas rurales no pueden seguir siéndolo apenas en el nombre. Ellas necesitan adquirir personalidad propia y ser rurales en los contenidos, en los métodos, en las actitudes, comportamientos y valores.

Todo lo anterior recomienda "agriculturalizar" y "ruralizar" sus planes de estudios, incluyendo en ellos contenidos, teóricos y prácticos, sobre aspectos de producción agrícola, procesamiento, conservación y comercialización de productos agropecuarios, administración rural, desarrollo comunitario, organización de los agricultores y cooperativismo, higiene, prevención de enfermedades y primeros auxilios, huertos familiares, alimentación y nutrición, educación familiar, etc.

Aunque los recursos sean aparentemente muy escasos, no se puede ignorar que la mayor riqueza educativa se encuentra en las propias escuelas básicas. La enseñanza de valores, actitudes y comportamientos necesarios para formar al nuevo ciudadano rural puede apoyarse sólidamente a través que lo que se denomina "curriculum invisible" o "curriculum oculto". Su explicitación y planificación es una tarea que con pocos o ningún recurso externo, puede llevarse a la práctica. En muchos casos es posible obtener valiosos resultados educativos aprovechando los ejemplos positivos existentes en el entorno de la escuela. Tales ejemplos permiten enseñar valores deseables, buenos hábitos y costumbres personales y familiares, actitudes de solidaridad, mejores prácticas productivas y comerciales; y a través de estas referencias, lograr cambios significativos en los educandos.

Capacitación in situ y práctica del auto-estudio

El mundo rural contemporáneo requiere que el agricultor sea independiente, deseoso de superarse, creativo, solidario y cooperador, eficiente en el uso de los recursos, cuidadoso del ambiente, consciente de los derechos y deberes propios y de terceros. También requiere líderes rurales, capaces de transformar su realidad productiva y comunitaria con calidad y eficiencia. Asimismo se requiere formar nuevas habilidades motrices e intelectuales, con el fin de preparar mejor a los agricultores para la solución de sus problemas cotidianos. Para contribuir al logro de estos objetivos se tiene que crear una cultura y un ambiente escolar que permitan el aprendizaje y el "cultivo" de estas actitudes, valores y comportamientos en la vida cotidiana de la escuela. Es necesario que exista coherencia entre lo que se predica y lo que se practica en las actividades escolares. Afortunadamente muchas de estas innovaciones no requieren de decisiones gubernamentales de alto nivel; pues dependen de los valores, las actitudes y comportamientos de alumnos, profesores y directivos en la escuela.

Es evidente que la reforma educativa requiere de la actualización o recalificación de los profesores de dichas escuelas, para transformarlos en formadores de los futuros agentes de auto-desarrollo de las familias rurales. Para ello se requiere la concurrencia de los gobiernos en el financiamiento de este proceso de capacitación. También se requiere la participación de las facultades de agricultura y de pedagogía y de los servicios de extensión rural, en el diseño de programas y materiales que se necesitan para la capacitación de los docentes in situ; porque esta capacitación deberá ser realizada en servicio, con el fin de reducir la necesidad de alejarnos de sus actividades. Estas instituciones – gobiernos, universidades y servicios de extensión rural – podrían también colaborar en el desarrollo de textos sobre desarrollo agrícola y rural, en la capacitación de maestros y en brindarles informaciones sobre direcciones de E-Mail y de páginas Web. A través de estas medidas, de fácil adopción, podrían disponer de material bibliográfico adecuado a sus necesidades y estudiar en sus propios municipios.

¿Que tipo de educación necesitan los agricultores y el mundo rural?

Al "agriculturalizar" y "ruralizar" los planes de estudios de las referidas escuelas, los futuros agricultores tendrían conocimientos y actitudes que les ayudarían a asumir un mayor y más eficiente protagonismo en la corrección de las ineficiencias de la agricultura y del agronegocio. Otorgando a las familias rurales esta nueva educación, todos los instrumentos clásicos de desarrollo rural – infraestructura, maquinaria, créditos, insumos modernos, garantías de comercialización, servicios sociales, etc. – serían más eficaces, al ser utilizados con mayor eficiencia por sus beneficiarios.

Es conveniente recalcar que la deseable universalización de la educación debe tomar en cuenta el contexto en el cual se aplica y los intereses de las familias y las comunidades rurales. En nombre de una universalización mal entendida se ha "educado" a los niños del medio rural para que admiren un mundo que no es el suyo, con toda la carga de valores e ilusiones que esto significa. Cuando crezcan, evidentemente creerán que su realización personal deberá ser buscada y encontrada fuera del medio rural. Las consecuencias de esta equivocación se manifiestan a través del éxodo rural que produce la deplorable miseria imperante en las periferias urbanas. El mundo rural necesita de escuelas básicas que valoren y dignifiquen a los agricultores; que enseñen a los niños a identificar los recursos y las oportunidades de desarrollo existentes en su propio medio; que les enseñen a transformar las potencialidades allí existentes en actividades económicamente rentables que generen trabajo e ingresos para sus familias, en sus propias unidades productivas y comunidades.

En resumen, el mundo rural está necesitando de una educación básica rural más realista e objetiva; con contenidos curriculares más pertinentes y más funcionales a las necesidades laborales, productivas y familiares que caracterizan el medio rural. En otras palabras, una educación con contenidos más útiles, que las familias rurales puedan aplicar en la solución de sus problemas cotidianos… y con métodos que desarrollen las potencialidades latentes de los niños de estas comunidades y les ayuden a transformarse en eficientes protagonistas del agronegocio y del desarrollo rural.

Para concluir, un testimonio alentador:

“En el trabajo voluntario que ejecuto en las escuelas rurales he recibido poco reconocimiento y apoyo institucional. En compensación, no logro describir mi satisfacción cuando, al ingresar en dichas escuelas, veo la sonrisa de los niños y la bulla que ellos hacen. Tal vez porque saben que los sacaré del aburrimiento del aula y los llevaré al campo para que aprendan a hacer cosas útiles, ejecutándolas ellos mismos; o tal vez porque voy a abordar temas que dan respuestas a sus aspiraciones e intereses. Que Dios bendiga a los niños… y también a aquellos que se preocupan en desarrollar sus potencialidades y ofrecerles oportunidades para que ellos mismos puedan solucionar sus problemas. (Zootecnista Manoel Simões de Barros, Extensionista de la EMATER-MG en el municipio de Ponte Nova, estado de Minas Gerais - Brasil.)”
Anexo:

Posibles etapas para una reforma con participación popular

1) Constituir un Comité Municipal de Educación Rural-CMER-organismo colegiado que encabe-zaría el proceso de reforma de la educación básica rural. Es recomendable que este comité lo integren, entre otros, representantes de los productores agropecuarios, de los padres de los alumnos, de las agencias gubernamentales responsables del desarrollo rural y del ministerio de educación nacional o provincial/ departamental/ estatal. Será conveniente que el Comité sea presidido por el alcalde municipal.

2) Reunir a padres de familia, agricultores, instituciones de educación, agencias de desarrollo rural, ONGs y otras relacionadas con este tema, para proponerles una acción conjunta de reforma curricular; y para escuchar sus opiniones y expectativas sobre la formación de los graduados. Al convocarlos para la reunión será conveniente que el CMER les adjunte una propuesta preliminar de reforma curricular con el fin de que ellos estén mejor informados para discutir el tema. Es recomendable que en esta reunión se empleen métodos que garanticen la participación de todos los asistentes; entre otras razones porque de ello dependerá el grado de compromiso que asumirán al momento de ejecutar la reforma. Al final de la reunión deberá redactarse una acta de las deliberaciones y nombrarse una comisión provisoria que elaborará una propuesta de reforma del programa de estudios. Esta etapa puede realizarse individualmente en cada escuela, con grupos de ellas o con todas las escuelas rurales del municipio, dependiendo de las condiciones locales. Lo importante es que puedan participar los agricultores y los padres de familia de todas las comunidades de cada escuela.

3) En base a las opiniones recogidas en la(s) reunión(es) la comisión nombrada para la elaboración del programa de estudios lo diseñará y someterá a la aprobación del referido CMER.

Ofrecimiento: críticas a este artículo y solicitudes de textos gratuitos que fundamentan su contenido serán bienvenidos a través de las siguientes direcciones de e-mails:
- Polan.Lacki@uol.com.br
- Polan.Lacki@onda.com.br

Páginas Web de Polan Lacki:
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- http://www.polanlacki.com.br/agroesp

domingo, 3 de octubre de 2010

AGROECOLOGÍA Y FEMINISMO


* Maria Emilia Lisboa Pacheco
¿Cómo conectar temas que suelen tratarse como si fueran dimensiones distintas, aunque están mezclados en la vida cotidiana? Así ocurre con las relaciones de mujeres y hombres de las áreas rurales, sus condiciones de vida y la necesidad de transformarlas. No hay respuestas definitivas todavía, aunque existe un intenso debate y mucha acción política a lo largo de Brasil, particularmente en el interior del país.
En el medio rural brasileño las relaciones sociales, históricamente complejas, aún requieren transformaciones fundamentales, como la construcción de igualdad entre hombres y mujeres, para garantizar la democracia, la ciudadanía y la sustentabilidad ambiental. Una vía posible para ello pueden ser los modelos alternativos de producción agrícola inspirados en la agroecología, cuyos elementos centrales son la sustentabilidad ambiental, y propuestas de desarrollo rural capaces de generar renta desconcentrada.
En esa línea, hay organizaciones y movimientos sociales que están relacionando agroecología y feminismo como una interacción posible que, sin embargo, aún sigue siendo un desafío. Esto supone desde planteamientos de equidad de género en la composición de la representación de entidades hasta la consideración integral de los componentes de las formas de producción, para mostrar el trabajo realizado por las mujeres, fundamental en el sostenimiento del sistema de reproducción familiar. (Encuentro Nacional de Agroecología (ENA), Brasil, 2002).
No es una tarea fácil, ya que puede hacerse visible con datos convencionales el trabajo de las mujeres, pero sin el enfoque de género, se deja sin problematizar la división sexual del trabajo, perdiendo la perspectiva de la lucha de las mujeres por sus derechos y su autonomía. La visión de las mujeres de ese primer ENA se refleja en una de sus políticas, al afirmar que "la igualdad entre hombres y mujeres es una condición esencial para la sustentabilidad de la producción agroecológica". Por otro lado, es posible que la organización familiar preponderante en el sistema de producción agroecológico pueda representar una mayor inserción productiva y ciudadana para las mujeres del campo, pero esto no asegura que tengan el reconocimiento y autonomía que están buscando.
Enlace en proceso
La agroecología es una visión integral que propugna que la organización y las relaciones sociales deben ser consideradas con la misma importancia que el medio ambiente y los cultivos. De ahí la centralidad de identificar claramente el papel de las mujeres en los sistemas agrícolas. En definitiva, se trata de entender que la división sexual del trabajo, y por ende las relaciones sociales entre hombres y mujeres, es tan importante como la división de clases cuando se trata de explicar las diferencias económicas y de reproducción social en el campesinado.
Por lo anterior, la mirada feminista es crítica hacia la economía tradicional, que considera la naturaleza y el trabajo de las mujeres como algo infinitamente ilimitado y elástico. Teniendo como objetivo económico básico la producción mercantil, se ve el salario como el reconocimiento del trabajo, esencialmente masculino y fuera de la casa, dejando en las sombras los procesos de sostenibilidad social y humana, en gran medida responsabilidad de las mujeres. No es ninguna novedad que el trabajo está jerarquizado y hay actividades con mayor prestigio que otras.
Pero el enlace entre agroecología y la perspectiva feminista es un debate nuevo y en construcción, que los estudios feministas encaran desde tres ángulos: la introducción del concepto de género en el análisis del trabajo de las mujeres tiene implicaciones en las teorías respecto al mercado de trabajo y en los estudios sobre organización del trabajo; el re posicionamiento del debate sobre las categorías de trabajo y producción para eliminar el matiz ideológico que lleva a subvalorar y no considerar el trabajo de las mujeres; y la construcción teórica del concepto de reproducción social como un proceso que implica la reproducción biológica y de la fuerza de trabajo, la de los bienes de consumo y de producción y la de las propias relaciones de reproducción. La dicotomía entre producción y reproducción, presente en las estadísticas, prácticas sociales y políticas públicas es parte de la subordinación de las mujeres y está siendo cuestionada por el pensamiento feminista como parte inherente del sistema patriarcal y del capitalismo.
El feminismo también ha demostrado que el análisis de género impacta en el análisis sobre el campesinado, debido a que hay una distribución más equitativa del producto del trabajo cuando las mujeres participan en esas decisiones, no hay correspondencia entre la generación de renta y consumo cuando se alimenta mejor a los hombres, cuando las mujeres participan en los emprendimientos económicos estos mejoran sus perspectivas estratégicas y que la familia es tanto un lugar de cooperación como de conflicto puesto que en su seno se expresan distintos y diferenciados intereses.
¿Qué pasa en Brasil?
Recién en la década de los años ochenta las brasileñas comenzaron a reivindicar su derecho a participar en los sindicatos. Por eso, proporcionalmente el número de organizaciones sólo de mujeres aún es pequeño. Por otro lado, las mujeres prefieren comenzar con organizaciones de grupos pequeños y asociativos, y luego se atreven a dar otros pasos para la formación de redes y articulación de iniciativas económicas. Se trata de una lucha en la que primero se pelea por el reconocimiento y luego por la autonomía. Está claro que tienen mayores probabilidades de ejercer su ciudadanía cuando logran acceso a las decisiones económicas.
Sensiblemente, hasta el final de la década de los años noventa, los propios movimientos de mujeres e incluso los feministas daban poca importancia a temas estratégicos en el campo de la agroecología en particular y de la crítica al modelo agrícola dominante de llamada revolución verde en general, frente al énfasis respecto a temas de participación o los sexuales y reproductivos; por lo que puede decirse que la tendencia ha sido una mayor concentración en temas de reconocimiento más que en los de redistribución.
Esa tendencia es mostrada por una investigación sobre trabajo y agricultura familiar en el nordeste de Brasil (Portella, Ana Paula; Silva, Carmem e Ferreira, Simone - Mulher e Trabalho na Agricultura Familiar, Sos Corpo, Recife, 2004), que describe la poca relevancia que en aquel período daban algunos movimientos de mujeres a la discusión sobre desarrollo rural, especifica que la participación de mujeres en directivas de organizaciones se limita a secretarías o comisiones "de género" donde trabajan aisladas, y que los proyectos de agricultura alternativa, que podrían ser un excelente espacio de experimentación de la igualdad de género, con pocas excepciones, están pobremente articulados con los movimientos de mujeres rurales.
Sin embargo, los movimientos de mujeres en el campo continúan luchando por el reconocimiento de la mujer como trabajadora, con significados cada vez más concretos respecto a reforma agraria y nuevos modelos agrícolas.
Para ello es necesario continuar identificando los puntos más débiles del reconocimiento de las condiciones de trabajo y de posición de las mujeres. Por ejemplo, una investigación en la región brasileña de Río Grande del Norte, mostró que el 70% de las mujeres declaran su condición de trabajadoras rurales, mientras que un 15% dicen que su trabajo principal son las tareas del hogar. Estos datos muestran una tendencia muy distinta a la de años pasados y es presumible que se deba al trabajo de las propias organizaciones de mujeres. De hecho ha habido varias campañas por los derechos de las mujeres, realizadas por la Comisión Nacional de Trabajadoras Rurales de la Confederación de Trabajadores de la Agricultura Familiar (CONTAG) y varias organizaciones no gubernamentales, La misma CONTAG ha criticado los límites impuestos a programas estatales para mujeres rurales, como por ejemplo el crédito y el tamaño de los proyectos.
Otro ejemplo positivo es el del Movimiento de Mujeres Campesinas, integrante de Vía Campesina, quien defiende un proyecto de agricultura con visión agroecológica, preservación de la biodiversidad, del uso de plantas medicinales, recuperación de semillas como patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad, alimentación saludable como soberanía alimentaria de las naciones, diversificación de la producción y valoración del trabajo de las mujeres campesinas. La Marcha de las Margaritas, una movilización bianual de las mujeres de todo el país, articulada a la Marcha Mundial de las Mujeres que sin abdicar de la agenda centrada principalmente en los derechos reproductivos y la lucha contra la violencia, poco a poco va incorporando temas relativos a un nuevo modelo de agricultura, con sustentabilidad y justicia social. Desde el año 2003 ellas han estado debatiendo sistemas agrícolas alternativos y cuestionaron el patrón energético en el Brasil.
Finalmente, una buena señal desde el Estado es la apertura del Ministerio de Desarrollo Agrario, que cuenta con el espacio del Programa de Promoción e Igualdad de Género, Raza y Etnia, para el debate de una política de acceso de las mujeres al crédito rural. En esa comisión el Movimiento de Mujeres Campesinas propuso modalidades de crédito para la reestructuración de las pequeñas propiedades, es decir, crédito para la transición agroecológica de los sistemas agrícolas y no sólo por productos, potenciando los recursos existentes y canalizando ofertas que logren efectivamente proveer la producción, comercialización e industrialización del rubro de alimentos (Proposta de Linha Especial de Crédito para as Mulheres Camponesas, Movimento das Mulheres Camponesas, (mimeo)). Se trata de un tema importante que puede conducir a mayor interpelación a la dicotomía entre producción y reproducción, al mismo tiempo que amplía la perspectiva agroecológica.
Hacia adelante
En conclusión, en Brasil parece existir un ambiente socio político y cultural propicio para el debate y nuevas prácticas en la línea de agroecología y feminismo. Una muestra de ello son las nuevas agendas y el crecimiento de acciones distintas en la práctica de las propias organizaciones. Pese a ello, hay muchos desafíos respecto a la gestión estratégica de sustentabilidad, en sus distintas dimensiones y el desarrollo de proyectos socio ambientales que la igualdad de género requiere como condición imprescindible para afirmarse. Esto requiere un análisis que relacione la crítica feminista sobre el paradigma económico predominante y la crítica ecológica sobre la apropiación privada de los recursos naturales, mercantilización y adulteración creciente de los bienes de la naturaleza. El objetivo y la defensa de propuestas sobre la economía del bienestar y la sustentabilidad de la vida humana articuladas con propuestas de defensa de los derechos de los agricultores y agricultoras de sistemas agrícolas sustentables basados en los principios de la agroecología.
Para seguir avanzando, investigadoras del área proponen: a) profundizar experiencias de mujeres en gestión de producción y recursos naturales desde una óptica de seguridad alimentaria y preservación de la biodiversidad, b) visualizar en la producción de información y análisis el trabajo de las mujeres como agentes económicas, mostrando la dinámica de género, c) incorporar la igualdad en el trabajo productivo y reproductivo en las agendas de organizaciones y movimientos sociales, y no solamente en los específicos de las mujeres, d) evidenciar las iniciativas económicas de las mujeres en la gestión de recursos, e) continuar profundizando la agenda de reivindicaciones sobre políticas de asistencia técnica y formas de financiamiento que garanticen igualdad de género y la afirmación de la agroecología, y f) demandar políticas públicas de carácter universal para el cuidado de las personas en la sociedad (Leon, Magdalena Pleno empleo y el trabajo de las mujeres" En: Nalu Faria, Construir la Igualdad, Sof, REMTE e Rede Economia e Feminismo, agosto de 2003).

* Maria Emília Lisboa Pacheco, es antropóloga. Trabaja como asesora de La Federação de Órgãos para Assistencia Social e Educacional (FASE), Río de Janeiro, Brasil.

Nota de edición:
El presente artículo está basado en la entrevista publicada en la Revista PROPOSTA - A cidadania das mulheres - Dez/Mar - 2005, Ano 28/29, nº 103/104. Si se quiere acceder al documento completo, se debe ingresar a la sección Biblioteca de esta misma página web.
Traducción y edición del IPDRS, con aprobación de la autora.
Bolivia, septiembre de 2010.
Fecha:01 de octubre del 2010Por:Maria Emilia Lisbo

sábado, 2 de octubre de 2010

CONCLUSIONES DEL ENCUENTRO INTERNACIONAL DE AGROECOLOGÍA CELEBRADO EN BRUSELAS

Los Gobiernos y las agencias internacionales deben promover urgentemente las técnicas de cultivo ecológicas para aumentar la producción de alimentos y salvar el clima” afirma Olivier De Schutter, Relator Especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación, durante la presentación de las conclusiones del encuentro internacional de agroecología celebrado en Bruselas los días 21 y 22 de junio.
El Relator de la ONU, acompañado por 25 de los expertos de mayor renombre en el sector de la agroecología, exhortó a la comunidad internacional a cuestionar las políticas agrícolas actuales y desarrollar el potencial de la agroecología.
“Hace un año, en la reunión del G20 en Italia, los Jefes de Estado se comprometieron a movilizar 22.000 millones de dólares durante un período de 3 años para mejorar la seguridad alimentaria mundial. Éstas fueron muy buenas noticias pero el problema más acuciante en la reinversión en agricultura, no es el cuánto si no el cómo”, afirmó Olivier De Schutter.

En palabras del Relator Especial: “Hoy por hoy, los principales esfuerzos se centran en la inversión en tierra a gran escala –incluyendo muchos casos de acaparamiento de tierras– y en la implementación de un modelo de “Revolución Verde” que fomente la producción de alimentos a través de la mejora de las semillas, los fertilizantes químicos y maquinaria; sin embargo, se ha prestado muy poca atención a los métodos agroecológicos que han demostrado mejorar la producción de alimentos y los ingresos de los campesinos al tiempo que protegen el suelo, el agua y el clima”.

El mayor estudio hasta el momento sobre métodos agroecológicos (Jules Pretty, Universidad de Essex, Reino Unido) analizó 286 proyectos en 57 países en desarrollo, lo que representó una muestra total de 37 millones de hectárea de superficie estudiada. Los resultados mostraron que el rendimiento medio de los cultivos era del 79%. Los ejemplos concretos de “éxitos agroecológicos” abundan en toda África.

En Tanzania, las provincias occidentales de Shinyanga y Tabora eran conocidas anteriormente como “el Desierto de Tanzania”. No obstante, el uso de técnicas de agro-silvicultura y procesos participativos han permitido que se rehabiliten 350.000 hectáreas de tierra en veinte años. Los beneficios por familia aumentaron de manera espectacular en 500 dólares estadounidenses al año. En 2005, se utilizaron técnicas similares en Malawi gracias a las cuales 100.000 pequeños campesinos pudieron beneficiarse en cierta medida del uso de árboles fertilizantes.

22 de junio de 2010: “Con más de mil millones de hambrientos en el mundo y los fenómenos climáticos extremos ante nosotros, tenemos que extender rápidamente estas técnicas sostenibles” comenta el Sr. De Schutter. “Debemos encontrar una manera de combatir a la vez el hambre en el mundo, el cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales, aunque ello suponga complicar aún más nuestra tarea. Todo lo que no vaya en esta dirección será una simple pérdida de tiempo”.

Los expertos reunidos en Bruselas identificaron las iniciativas que podrían permitir el desarrollo de enfoques agroecológicos capaces de alimentar al mundo en 2050. Su trabajo se basó en las experiencias de los países que cuentan ya con políticas en favor de la agroecología, como Cuba o Brasil; en las experiencias exitosas de diversos centros de investigación internacionales, como el Centro Mundial de Agro-silvicultura en Nairobi; y en los programas de La Vía Campesina, movimiento campesino internacional, que cuenta ya con programas de formación en agroecología.
“Podemos extender estos modelos sostenibles de agricultura y garantizar que su aplicación beneficie de manera específica a los campesinos más pobras. Lo que necesitamos ahora es la voluntad política necesaria para hacer que estos proyectos piloto de éxito se conviertan en políticas y programas nacionales”, dijo el Relator Especial de la ONU. A modo de conclusión anunció que pediría al Comité de Seguridad Alimentaria Mundial, que con el tiempo se convertirá en el “Consejo de Seguridad” para la seguridad alimentaria, que tratase precisamente durante su sesión de octubre las políticas e iniciativas que permitirían extender y dar a conocer la agroecología. “Es la mejor opción que tenemos hoy por hoy. No podemos desperdiciarla”.

Nota:

• El seminario internacional “la contribución de los enfoques agroecológicos a la satisfacción de las necesidades mundiales de alimentos en 2050” tuvo lugar en Bruselas los días 21 y 22 de junio. Este seminario fue organizado por el Prof. Olivier De Schutter en el marco de su mandato como Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, y reunió a expertos en agroecología, responsables políticos a nivel nacional e internacional y representantes de organizaciones campesinas.

• Los enfoques de cultivo agroecológicos incluyen la agro-silvicultura (plantar plantas y árboles en la misma parcela), el control biológico (control de las pestes y las enfermedades con predadores naturales), métodos de recogida de aguas, los cultivos intercalados, cultivos de cobertura de abonos verdes, gestión integrada de cultivos y ganadería, y otras muchas prácticas. El denominador común de todos los avances anteriormente mencionados es el uso reducido de insumos externos.

• Según un informe del PNUMA, si se adoptan mayoritariamente los sistemas que han demostrado su eficacia en la reducción de las emisiones, el sector de la agricultura podría neutralizar la mayor parte de sus emisiones de carbono antes de 2030 y producir alimento suficiente para una población que probablemente alcance los 9.000 millones en 2050. Dennis Garrity, Director del Centro Mundial de Agrosilvicultura de Nairobi calculó en julio de 2009 que una implementación a escala mundial de los métodos de la agro-silvicultura podría resultar en la absorción de 50.000 millones de toneladas de CO2, esto es, casi un tercio del objetivo de reducción total de carbono para todo el planeta.

• Publicado en Ecologías,Noticias, el 2 octubre, 2010 a las 10:55 am



La agricultura moderna es uno de los principales contribuidores a las emisiones de gases de efecto invernadero, siendo responsable del 14% del total de las emisiones anuales, al tiempo que los cambios en el uso de la tierra (incluyendo la deforestación debido a la expansión de la agricultura) contribuyen con un 19% adicional. En cuanto a las emisiones directas en agricultura, los fertilizantes se llevan un 38% y el ganado un 31%. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático ha estimado que en el sur de África el rendimiento de la agricultura de secano podría reducirse en un 50% entre 2000 y 2020, y que las áreas áridas o semiáridas podrían aumentar en 60 millones de hectáreas (hasta 90 millones incluso) antes de 2080.

Olivier De Schutter fue nombrado Relator Especial sobre el derecho a la alimentación en mayo de 2008 por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Su labor es independiente de cualquier gobierno u organización.

¿PUEDE LA AGROECOLOGÍA ALIMENTAR AL MUNDO?



Barcelona VSF.- Los pasados 21 y 22 de junio de 2010 el Relator Especial sobre el derecho a la alimentación de la ONU , Olivier De Schutter, organizó en Bruselas una reunión internacional de alto nivel dedicada a analizar el potencial de los métodos agroecológicos (agrosilvicultura, combinación cultivo-ganadería, control biológico de las enfermedades, cultivos intercalados, etc.) como medio para alimentar al mundo y salvar el clima antes de 2050. Acompañado por 25 de los expertos de mayor renombre en el sector de la agroecología, De Schutter, invitó a la comunidad internacional a cuestionar las políticas agrícolas actuales y desarrollar el potencial de la agroecología.


Porqué estamos como estamos. La economía de mercado vigente actualmente no produce y comercializa lo necesario, sino lo que crea beneficio. Así que supedita la necesidad humana básica, a la lógica mercantil, incluida la alimentación de las poblaciones. A lo largo de las últimas décadas el sistema capitalista ha dedicado sus esfuerzos a dotar a la agricultura de técnicas intensivas para aumentar la rentabilidad del campo con semillas modificadas, fertilizantes químicos y uso desproporcionado de la maquinaria. Este sistema agroindustrial ha beneficiado a las grandes empresas en detrimento de la calidad de vida del campesinado, que se ha visto dependiente de las decisiones del mercado y de la gran industria que se encuentra detrás de lo que comemos.

Para destrozar las agriculturas locales y las pequeñas explotaciones era necesario justificarlo, así que en la década de los 50, momento en que se da la “Revolución Verde”, se sostiene que la agricultura a gran escala puede ser la solución al hambre en el mundo, ya que gracias a la tecnificación aumentará la producción de alimentos y, por tanto, disminuirá el número de hambrientos. Nada de esto ha pasado, sino todo lo contrario. Sesenta años después, más de 1.000 millones de personas siguen en situación de precariedad y hambruna, así que podemos afirmar con contundencia el fracaso de la tecnificación de la agricultura en este sentido. Ahora bien, las multinacionales que se encuentran detrás de la agroindustria sí han salido un poco más beneficiadas.
Poco a poco, la necesidad de un cambio en el sistema alimentario va teniendo más cabida en las agendas de las ciudadanas y ciudadanos. La importancia de mantener y reavivar la agricultura ecológica y a pequeña escala va ganando terreno en los sistemas de vida de las poblaciones. Una prueba de ello es el aumento en el consumo de alimentos procedentes de las cooperativas, servicios que acercan al productor y al consumidor y garantizan un consumo alimenticio responsable y sostenible.
El denominador común de las técnicas agroecológicas es el respeto a la naturaleza y la muy baja dependencia de insumos externos. En palabras del Relator Especial: “Hoy por hoy, los principales esfuerzos se centran en la inversión en tierra a gran escala – incluyendo muchos casos de acaparamiento de tierras – y en la implementación de un modelo de “Revolución Verde” que fomente la producción de alimentos a través de la mejora de las semillas, los fertilizantes químicos y maquinaria; sin embargo, se ha prestado muy poca atención a los métodos agroecológicos que han demostrado mejorar la producción de alimentos y los ingresos de los campesinos al tiempo que protegen el suelo, el agua y el clima.”

Estudio sobre métodos agroecológicos. El mayor estudio hasta el momento sobre métodos agroecológicos (Jules Pretty, Universidad de Essex, Reino Unido) analizó 286 proyectos en 57 países en desarrollo, lo que representó una muestra total de 37 millones de hectárea de superficie estudiada.

Sistema de Control CE de Agricultura Ecológica.

Los resultados mostraron que el rendimiento medio de los cultivos era del 79%. Los ejemplos concretos de “éxitos agroecológicos” abundan en toda África. En Tanzania, las provincias occidentales de Shinyanga y Tabora eran conocidas anteriormente como “el Desierto de Tanzania”. No obstante, el uso de técnicas de agrosilvicultura y procesos participativos han permitido que se rehabiliten 350.000 hectáreas de tierra en veinte años. Los beneficios por familia aumentaron de manera espectacular en 500 dólares estadounidenses al año. En 2005, se utilizaron técnicas similares en Malawi gracias a las cuales 100.000 pequeños campesinos pudieron beneficiarse en cierta medida del uso de árboles fertilizantes.

“Con más de mil millones de hambrientos en el mundo y los fenómenos climáticos extremos ante nosotros, tenemos que extender rápidamente estas técnicas sostenibles” comenta el Sr. De Schutter. “Debemos encontrar un manera de combatir a la vez el hambre en el mundo, el cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales, aunque ello suponga complicar aún más nuestra tarea. Todo lo que no vaya en esta dirección será una simple pérdida de tiempo.”

La Vía Campesina, un ejemplo a seguir. Los expertos reunidos en Bruselas identificaron las iniciativas que podrían permitir el desarrollo de enfoques agroecológicos capaces de alimentar al mundo en 2050. Su trabajo se basó en las experiencias de los países que cuentan ya con políticas en favor de la agroecología, como Cuba o Brasil; en las experiencias exitosas de diversos centros de investigación internacionales, como el Centro Mundial de Agro-silvicultura en Nairobi; y en los programas de La Vía Campesina, movimiento campesino internacional, que cuenta ya con programas de formación en agroecología.

“Podemos extender estos modelos sostenibles de agricultura y garantizar que su aplicación beneficie de manera específica a los campesinos más pobres. Lo que necesitamos ahora es la voluntad política necesaria para hacer que estos proyectos piloto de éxito se conviertan en políticas y programas nacionales”, dijo el Relator Especial de la ONU.

A modo de conclusión, anunció que pediría al Comité de Seguridad Alimentaria Mundial, que con el tiempo se convertirá en el “Consejo de Seguridad” para la seguridad alimentaria, que tratase precisamente durante su sesión de octubre las políticas e iniciativas que permitirían extender y dar a conocer la agroecología. “Es la mejor opción que tenemos hoy por hoy. No podemos desperdiciarla”.