miércoles, 21 de agosto de 2013

De la ciudad al campo, buscando una vida sostenible


21/08/13 Por Marta González Borraz
 
La calidad de vida, el desarrollo sostenible y los proyectos de colaboración en el campo han provocado un nuevo éxodo rural con una visión renovada y moderna. El campo se ha convertido en un espacio atrayente para estos pioneros del regreso al mundo rural. Son personas cualificadas y con experiencia laboral que pretenden aplicar sus conocimientos y nuevas tecnologías a negocios viables que respeten el medioambiente.
Cada día más personas abandonan la ciudad para rehacer su vida en el campo. Se trata de hombres, mujeres e incluso familias enteras que buscan vivir de una forma más sostenible. Son los protagonistas del llamado "éxodo urbano", un fenómeno que se ha incrementado con la crisis económica en España y que se erige como alternativa a un modo de vida hasta ahora gobernado por el consumo desmedido, la contaminación y las prisas.



En la actualidad la población rural constituye menos del 20% del total, a pesar de que el campo ocupa el 90% del territorio. La emigración de gente del campo a la ciudad, sobre todo en las últimas décadas, dejó a las aldeas y pueblos de España casi deshabitados. Sin embargo, ahora esta tendencia se ha invertido debido, entre otros motivos, a los altos índices de desempleo y a la búsqueda de una vida en contacto con la naturaleza.
El campo se ha convertido en un espacio atrayente para estos pioneros del regreso al mundo rural. Son personas cualificadas y con experiencia laboral que pretenden aplicar sus conocimientos y nuevas tecnologías a negocios viables que respeten el medioambiente. Es el caso de Marta, una joven ingeniera desempleada que se fue de la ciudad para trabajar en una pequeña aldea asturiana que solicitaba un experto en su especialidad de ingeniería agrícola. Juan Luis también decidió llevar a cabo una actividad relacionada con el campo y, tras 20 años dedicados a la publicidad, compró una quesería en un pueblo cercano a Madrid. Él y su mujer elaboran queso de cabra de una raza de la que quedan pocos ejemplares. Con ello, buscan el mantenimiento de la raza y han situado dos de sus productos entre los mejores quesos de cabra del mundo.
Son personas que muestran cómo se puede vivir lejos de las ciudades y desarrollar negocios exitosos y sostenibles. Este es el objetivo de Juan Antonio Valladares, licenciado y doctor en Biología que regresó al campo para ser ganadero. Afirma que, para él, lo importante es "dignificar al campesinado y fijar población en las áreas rurales". Se dedica al ganado ecológico y es impulsor de una asociación que promueve el desarrollo rural llamada Foro Asturias Sostenible (FAS). Esta red de pequeños productores locales está comprometida con la conservación de la naturaleza y con el comercio justo. Favorecen el mantenimiento y la explotación del medio agrario, siempre mediante técnicas tradicionales y ecológicas, y fomentan el consumo responsable. Para ello el productor fija un precio acorde a sus gastos y su trabajo, que lleva a cabo con pocos animales bien cuidados y que origina productos de alta calidad. Además el FAS mantiene una red de consumidores comprometidos que se organizan para adquirir los alimentos de forma que no hacen falta intermediarios.

Repoblar las zonas rurales es también uno de los objetivos de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente, que ha llevado a cabo proyectos de formación y asesoramiento sobre las posibilidades de negocio y la vida en el campo. Para Odile Rodríguez de la Fuente, directora de la Fundación, el nuevo éxodo representa "el camino de vuelta a casa" y afirma que las personas que abandonan el asfalto "impulsados por el entusiasmo y la iniciativa nos demuestran cómo reinventarnos con la gran riqueza de nuestro país: paisajes, alimentos, calidad y cooperación".
Ante la desesperanza que provoca en muchos la situación económica y social que se vive en España, aparece un nuevo escenario en el que surgen cada vez más iniciativas innovadoras. La ciudad ya no es el reflejo del logro ni el campo de la resignación. Ahora el mundo rural simboliza calidad de vida, desarrollo sostenible y colaboración. Ya son muchas las personas que han decidido sumarse a este éxodo inverso, aunque con una visión renovada y moderna. Evidencian así que construir una economía sólida y apostar por la sostenibilidad y el mantenimiento de la naturaleza es posible.

martes, 20 de agosto de 2013

LOS PEQUEÑOS PUEBLOS SON EL FUTURO


Le Monde Diplomatique. Junio 2013. Gustavo Duch
  1. INSPIRACIÓN DE LA ECONOMÍA CAMPESINA
Nací urbanita, crecí globalizado y me formé productivista. Nací en la ciudad y solo los veranos me acercaban al pueblo de los abuelos. Como decía la televisión, mis vacaciones transcurrían en un lugar antiguo y desfasado. Al crecer fui globalizado por una fuerza aspiradora invisible; la cultura de los EEUU a lomos del caballo de John  Wayne ganó todas las batallas y acaparó todos los terrenos de la vida. Los años de la universidad colmaron  mi mente con sustancias abrasivas  como productivismo, efectividad y competitividad. Con este bagaje, la crisis instalada en Europa se presenta como el desmoronamiento de estos mitos; de sopetón y sin vuelta atrás. Los cowboys eran una fabulosa farsa.
Si los mitos nos han llevado hasta donde estamos, puede que sea el momento de plantear los anti-mitos  ¿Es posible aparcar la efectividad para que circule la afectividad? ¿Cerramos los espacios de competitividad y abrimos puertas de cooperación? Y la pregunta clave, la ruralidad y su cultura -considerada un atraso- ¿guarda en sus esencias verdaderos adelantos?
Observando muchas experiencias  campesinas (algunas de nueva hornada, otras presentes en pueblos y personas que resistieron defendiendo su cultura), se distinguen  algunos elementos centrales y comunes que pueden ser inspiradores para construir nuevos modelos económicos más allá del actual capitalismo neoliberal:
  1. Frente a una economía de escala global, donde el precio del pan de Mozambique se decide en las bolsas de Chicago según lo que un instrumento financiero desee ganar, las economías campesinas se ejercen en espacios reducidos, sin salir muy lejos de los propios pueblos. Planteadas a escala local se asegura que sus impactos se viertan sobre el propio territorio, como primer paso para garantizarle autonomía. Una forma de hacer que nos indica la importancia de  ‘relocalizar la economía’ generando  células completas donde la vida se vive y se reproduce.
  2. Si en el actual delirio, el 90% de la economía es financiera por sólo un 10% de economía  productiva, ¿no debe el sector primario con una economía tangible (y comestible) volver a ser, como su nombre indica, prioritario? En cualquier economía campesina el ingrediente principal han sido siempre las propias actividades agropecuarias dirigidas a la producción de un bien fundamental, la comida. Además, para los países industrializados donde el campesinado no alcanza ni el 5% de la población activa, impulsar el sector primario supondría generación de empleo, equilibrio económico y menos dependencia agrícola de un mercado global disparatado.
  3. Otra de las dificultades del  modelo económico reinante es la falta de diversificación. Todos los huevos se ponen en cesto de la construcción o del turismo, por ejemplo. En la agricultura capitalista ocurre miméticamente lo mismo, se apuesta por monocultivos que producen bienes para una cadena de montaje fuera de control. En cambio, las economías campesinas que han sabido perdurar en el tiempo se diseñan en paisajes de policultivos, buscando una buena diversificación productiva, generando resiliencia y seguridad. Tomemos nota.
  4. En una comunidad o familia campesina, las actividades productivas  buscan prácticas ensambladas a la Naturaleza, de la que se sienten parte. La observan y comprenden para imitarla en sus agroecosistemas, produciendo según sus ritmos. Las bases ecológicas de este modelo económico consiguen resolver el reto de la sostenibilidad: obtener alimentos de la tierra y el agua sin agotar sus capacidades. Frente a economías lineales donde se generan desperdicios y se pierde energía hay que pensar en sistemas que funcionan circularmente, mimetizando los sistemas vivientes, donde nada se desperdicia, donde todos los materiales siguen fluyendo. Lo que se produce hoy será un recurso para mañana ¿Aprenderemos esta lección?
  5. La economía al servicio de la gente gusta de cuantas más manos mejor. Si la economía capitalista y febril renuncia a la mano de obra o bien la esclaviza para sus mejores rendimientos, en las culturas y formas de hacer campesinas ha primado la ocupación de la mano de obra familiar o comunitaria, en condiciones de dignidad. Si en una misma finca campesina se pueden producir más o cultivar más tierras se hace en base a más gente, como una olla con más cocido para alimentar  a más personas.
  6. En el mundo rural, la sabiduría necesaria para que la receta salga sabrosa, ha sido siempre fruto de la observación, la experimentación y del intercambio de ideas y saberes con otras personas y regiones. La varita mágica de los avances tecnológicos que alguna Ciencia ha querido imponer en el campo como la solución a todo, se demuestra que escapa al control de las propias personas y no es más que una fórmula para ejercer el poder.
  7. La cooperación social es un elemento clave a recuperar, como las tradiciones propias de muchos pueblos de compartir el trabajo –levantar una casa, limpiar unos montes u organizar una siembra. La competitividad, que no es propia de estas cocinas, se reduce al juego de cartas en la taberna. Aunque para las mentes colonizadas de capitalismo nos sea difícil de entender, si miramos al medio rural podremos reaprender que la mejor fórmula para la gestión de los recursos naturales, agua, tierra, montes, etc. es la gestión comunal de los mismos.
campesinosY sumadas estas características, apreciamos cómo durante siglos las comunidades rurales de todos los lugares del mundo, con su propia institucionalidad, han ejercido el control de su propia economía y devenir. Han alcanzado autonomía y libertad. Por esta razón cuando el sistema capitalista ha arremetido contra los pueblos campesinos, el grito enarbolado para recuperar el control colectivo de la agricultura es la defensa de la ‘Soberanía Alimentaria’. ¿No es el déficit de la Soberanía de los pueblos uno de los elementos a recuperar en cualquier economía?
Lo urbano, lo productivo y la globalización han llegado al final de su carrera, dopados como esos ciclistas que también fueron mitos a los que rendimos culto. Por eso, aunque no todas las comunidades campesinas, ni toda la historia y experiencia de su economía es perfecta y admirable, tomarlas como referencia de una nueva economía social y solidaria cobra un sentido indiscutible. El gusto por el  buen sabor de recetas comestibles que han pervivido durante muchos miles de años, y sin duda, están pensadas para seguir perdurando.
  1. LOS PUEBLOS PEQUEÑOS TIENEN FUTURO
Al acabar una charla donde mejor o peor intenté trasladar los arriba mencionados valores de la economía campesina, un profesor de filosofía levantó la mano para explicarnos que, estando de acuerdo con el análisis, el primer paso era repensar la Política. Sí, con mayúsculas y en su totalidad, pues hasta el tiempo de la Grecia clásica, dijo, tenemos que retroceder para entender que ya allí se menospreciaron a los pequeños núcleos o pueblos. Política, es la administración de la polis, la ciudad.
Desde luego  si revisamos el papel de la mayoría de administraciones del Estado español, observamos como sus esfuerzos tienen una forma de pensar y actuar radicalmente opuesta a poner en valor al mundo campesino y rural. Bien por causa de una ceguera descomunal, bien por acabar con vestigios de autonomía, en los últimos años se están sucediendo una combinación de leyes, recortes y proyectos claramente dirigidos a finiquitar la vida en los pequeños pueblos.
Los recortes, la medida estrella para capear esta crisis, inciden directamente en muchos ámbitos del día a día de los pequeños pueblos, llegando a limitar o excluir a su población de algunos Derechos Sociales fundamentales. Los cierres de las escuelas rurales en pequeños municipios son una privación del derecho a la educación; y en muchas ocasiones es el trámite final para la defunción de un pueblo. Los recortes en salud que han cerrado muchos pequeños centros sanitarios comarcales o han eliminado servicios de urgencia, obligan a recorrer algunas distancias que, con el déficit de transporte público también recortado, son la diferencia entre una atención a tiempo o no.
La nueva Ley de Ordenación Territorial diseñada para acabar con los modelos de gobernanza local, como los concejos abiertos, especialmente significados por permitir una gestión del territorio por parte de los propios vecinos y vecinas, es otra medida que disfrazada de ‘búsqueda de eficiencia’, conduce al desmantelamiento del mundo rural. El objetivo indisimulado, como ya se está viendo en muchos lugares, es poner a la venta aquellos bienes comunes que estas pequeñas administraciones gestionaban, como los montes públicos y otros espacios naturales.
Pero también los proyectos presentados como grandes soluciones para salir de la crisis son un ataque a los territorios rurales. El ‘fracking’ o la búsqueda mediante perforaciones y fractura de roca para la obtención de gas, si se lleva adelante, será a costa de tierras agrícolas; las intenciones de extraer uranio en Catalunya u oro y plata en Galicia con minas a cielo abierto arrasarían con el patrimonio natural, cultural y paisajístico, contaminando el entorno y poniendo en riesgo la salud de las personas de sus alrededores, es decir, la población que vive en los pueblos; los planos de todos los nuevos megaproyectos del tipo Eurovegas y otras locuras siempre se trazan sobre territorios aptos para la agricultura o la ganadería; o la instalación de cementerios nucleares son algunos ejemplos.
Si a un paciente enfermo, como nuestros pueblos, con décadas de políticas agrarias  al servicio de terratenientes y agroindustria, con altos índices de despoblación y una población muy envejecida, se le acosa con patógenos tan malignos, su futuro es muy complicado. Por eso la propia población de los pueblos en el Estado español se está progresivamente organizando.
Con el lema ‘los pueblos pequeños tienen futuro’, diferentes colectivos rurales unen sus voces indignadas ante estos ataques, pero en un ejercicio re-aprehendido  de Soberanía, da un paso más y detallan y explican a la sociedad sus propias propuestas para defender y cuidar lo más valioso y sensible de los pueblos: la vida.
Cuatro son las líneas definidas en algunos de los encuentros recientemente organizados, a mi parecer todas ellas en sintonía con su propia cultura campesina. Primera, defender el estilo propio de la organización rural, variadas fórmulas participativas de la propia comunidad, por pequeña que sea; a la vez que apostar por lo comunitario en la forma de hacer y de vivir. Segunda, hacer posible una medicina rural con rostro humano, y aprovechar las competencias que da la ley a los municipios para diseñar una atención integral a la sanidad y a la salud. Tercera, hacer del derecho a la educación una praxis liberadora. Y cuarta, un compromiso desde lo colectivo para procurar no un estado del bienestar sino un estado de solidaridad.
La lucha de los pequeños pueblos por asegurarse un futuro nos advierte que los pequeños pueblos, sus modos de vida y convivencia, sus economías y sus culturas, son el futuro.

Un sistema sustentable de vida campesina

Por 
José Antonio Casimiro González*
 
Hacia una cultura
junto a la naturaleza



¿Cuál pudiera ser el mejor camino para soñar con un sistema sustentable de vida campesina?
Lo primero sería asumir una filosofía de vida que permita vivir a plenitud, para comprender cada secreto y entender los errores como asignaturas a vencer, peldaños
de la escalera por donde se puede llegar a la cumbre.
 
Lo máximo sería llegar a un autoabastecimiento de todos los alimentos que más se necesitan para satisfacer los gustos de la familia, y que de todos llegue a sobrar para compartir y obtener aquellos servicios de los cuales ningún ser humano debería prescindir.

Lo anterior es un reto, y dicho así puede parecer algo muy sencillo: lograr todo eso sin apartarse de la sociedad, sin la aplicación de agroquímicos, usando en lo posible las fuentes renovables de energía, obtenidas dentro del propio sistema, la biomasa, la eólica, la hidráulica, la animal, la solar, la espiritual...

No se trata de renunciar al fertilizante, pero este debe ser producto del reciclaje, los abonos verdes y el humus de lombriz; además, interactuando con el sistema de manera que haya mucha diversidad de animales y plantas, que nada sea mucho de lo mismo.

Aprender sobre conservación de alimentos, con conocimientos que permitan aprovecharlos en los momentos picos, cuando sobran, para que adquieran valores en la época en que son escasos.

No generar desechos; hasta los de procedencia humana se tratan en biodigestores o en baños secos; las aguas de la ducha, la batea y el fregadero pueden también ser reutilizadas, y con ellas crear, en los espacios más secos, nichos de plantas que son el deleite de todos porque en el período seco estarán exuberantes.

Hay fortalezas a la mano que aún no hemos incorporado a nuestra cultura, y debemos servirnos de ellas en toda su magnitud, hasta llegar a poseer un sistema agroecológico de permacultura, es decir, todo cultura o cultura permanente. Es una nueva forma de existir en la que el ser humano es una parte del todo; hasta las avispas y los insectos que nos parezcan más insignificantes tienen una gran connotación en el equilibrio ecológico.

Como aficionado a la observación, al unir las experiencias de un evento sobre permacultura con otro de CUBASOLAR, en los que se habla sobre pastos, seguridad alimentaria, agroecología y equidad de género, advierto que todavía faltan temas que para mí son cruciales en la finca agroecológica, para beneficio de toda la población.

Deberíamos priorizar una alimentación autóctona, según lo que se produce en nuestras tierras. Pueden adquirirse pan de trigo, espaguetis y demás productos afines, pero en la opción deben también estar, por interés nacional, varios tipos de panes de maíz, al costo de uno de trigo.

En cualquier finca se podrían fabricar, de forma 100% ecológica, melado de caña, panela y hasta algo muy parecido al azúcar. Claro que ello lleva implícito una asimilación cultural, y una intervención estatal, a la escala de las necesidades, lo que también generaría mucho empleo.

Hay formas científicas de concebir los fogones eficientes, que tan solo por su diseño pueden disminuir el consumo energético tres veces; se puede cocinar con cocinas solares muy sencillas, calentar el agua con el Sol y luego esta misma, ya caliente, usarse para elaborar los frijoles y las viandas, y esto es como producir petróleo, no ahorrarlo.

En un reciente evento de CUBASOLAR, el doctor Luis Bérriz planteaba la ironía de tener tanta energía sobre la casa de cada cual (5 kWh/m²) y no poderla aprovechar: un solo metro cuadrado aporta mucho más que el consumo requerido para cualquier familia.

Aprovechando la oportunidad del debate, lo apoyé ofreciendo un dato del que se habla poco. En cualquier lugar de Cuba caen como promedio más de 1 000 milímetros de lluvia anual. Si en cada metro cuadrado llueve un litro de agua y se toma como promedio
100 m² por vivienda, entonces en cada una caerían todos los años 100 000 litros de agua destilada y clarita, suficientes para usar 273 litros diarios. Es probable que con lo que se ahorraría de jabón y champú para lavar y bañarse, se financiaría la construcción del depósito para el agua, teniendo en cuenta que el agua de lluvia en alguna medida puede sustituir el jabón y el champú.

En algunas casas se construyen locales de más; sin embargo, no se concibe el aljibe. Hemos llegado a casas de familiares, lloviendo, y he oído quejas de que el agua no sirve ni para limpiar porque llega revuelta a la llave, y no tienen una canalita para recoger un poco de la lluvia en un tanque. Es increíble cuánto tenemos y cuán poco sabemos apreciarlo, que no nos lo puede quitar nadie; eso también sería sentido de independencia.

En un sistema agroecológico, bien armonizado en todos los principios éticos y de diseño de la permacultura, puede unirse, por necesidad, la vocación artística del pintor, el artesano, el meteorólogo, el policía, el político y los científicos que estudian el agua, el viento, el Sol y la Tierra, junto a la filosofía, jardinería, pecuaria, arte culinario, sociología, psicología, economía, arquitectura, mecanización, fuentes renovables de energía: por eso hablamos de cultura permanente.

«Si el hombre sirve, la tierra sirve», dice Martí. Es una frase mucho más profunda de lo que parece. ¿Qué hay que hacer para que los hombres y las mujeres sirvan en cada finca? Toda la sociedad sufre cuando esto anda mal; por eso el problema del campo es de todos, tanto o más que de cada pequeño agricultor.

Viví lo que mi familia hizo durante décadas en la finca, lo veía girar todo en torno a un círculo vicioso de lo bebido por lo comido, una cosecha por la otra, nada para la finca y por ningún lado una señal de esperanza para los jóvenes que podrían relevar a los padres.

Estos espacios se fueron quedando para los desaprobados, los que no quisieron estudiar, los inadaptados al progreso de las tecnologías; así durante muchos años. Por tanto, es necesario formular una propuesta diferente al supuesto estigma de la vida en el campo. Las muchachas tienen que ver en el joven agricultor al príncipe azul. Si un día esto se lograra, el sueño de la sociedad crecería más todavía; hoy, por mucho que se ignore, ese es el detalle ¿Cuántos aprobarían de buen gusto que su hija se casara con el vaquero de la cooperativa?

Eso es lo que falta para que los hombres y mujeres sirvan, para entonces soñar con arte agrícola, con un porvenir de soberanía alimentaria y de muchas personas viviendo con dignidad e inteligencia retornando al campo; porque es un lugar para servir, para disfrutar y resolver los problemas más importantes, aunque sea trabajando duro, para orgullo de nuestra sociedad.

Sería bueno crear una nueva esperanza de vida familiar en la finca, donde saber vale mucho, y la agroecología sería, en Cuba, la fórmula para la familia en la finca agroecológica, con los principios de la permacultura.

Durante años, antes de llegar a estas apreciaciones revisé variantes y discursos de investigadores, campesinos y jóvenes, teniendo en cuenta las fuentes renovables de energía, las tecnologías apropiadas y el precio del petróleo, los alimentos, los agroquímicos y las maquinarias.

Todo esto conjugado con lo que es posible, con lo que ha funcionado, con quienes ya lo han hecho, con los pequeños agricultores que poseen 12% de las tierras cultivables y producen la mayor parte de los alimentos cubanos. Esto último fue lo primero que oí decir en el movimiento agroecológico de campesino a campesino, en el 2001.

Considero que se ha perdido un tiempo muy importante para ponérselo todo a la Agroecología. Sé que es una nueva cultura, y me ha costado mucho desprenderme de la que tenía. Ahora comprendo que no hay que tener los campos desprotegidos, que se debe ir al laboreo mínimo y la cosecha del estiércol, que los cultivos no hay que tenerlos tan desyerbados, que la basura es abono y que el Sol es petróleo y materia orgánica regalada.

Es mucho lo que se ha avanzado, pero por todos lados llega la alarma: la naturaleza enseña mucho con los ciclones, las sequías, las intensas lluvias, y ya no acepta descuidos. Cualquiera puede perder su finca en una temporada de lluvia extrema; quinientos millones de años de formación de suelos idos en un gran aguacero por tierras erosionadas y exceso de labores.

Para entrar en este mundo de la agricultura natural, no se puede seguir la filosofía actual de medir los resultados productivos de un sistema, solo teniendo en cuenta los quintales y la cantidad final del fruto obtenido en la cosecha, porque ello sería una burla «diplomática» a la Agroecología.

Dentro de las mil cosas a tener en cuenta, es la parte humana, familiar y social lo que resulta estratégico y aporta independencia. La vía óptima es la seguridad y la soberanía alimentarias, desde nuestras posibilidades, optando por una agricultura de vida donde no se mata, no se contamina y no se empeoran las condiciones, sino que se mejoran, para el bien de todos.

Según se está manifestando el cambio climático, sería estratégico que en cada porción del territorio donde sea posible haya una familia de permacultores como guardianes del ecosistema. Eso sería un oficio bien remunerado, y si, además, se autoabastecen y crean excedentes sin químicos y sin máquinas complicadas, y producen también campesinos para otro futuro, estaríamos cumpliendo los sueños de los mejores cubanos de todos los tiempos.

Creo también que es un compromiso contraído como país: demostrar con una Revolución agroecológica que el ahorro máximo y el consumo mínimo al lado de la naturaleza,
son partes del buen vivir, y que un mundo mejor es posible. Todo está aquí, es solo cuestión de atar algunos cabos sueltos. Lo digo como aficionado de los sueños posibles y como permacultor que vive con su familia en la finca desde hace diecinueve años.
* Agroecólogo y permacultor.
Autor del libro Con la familia en la finca agroecológica.
e-mail: leidic@suss.co.cu

Foto : Derian  Restrepo.   Orgánicos jr   (Jhon Rios) . Aqui en Colombia tambien hay agroecologia y permacultura. Visite la finca en la Ceja - Antioquia .  https://www.facebook.com/jhon.rios.50746?fref=ts






lunes, 19 de agosto de 2013

“No creemos en la Inversión Agrícola Responsable”





    Movimientos sociales de América Latina y el Caribe debatieron en
    consulta regional sobre cuáles son las inversiones necesarias
    para el desarrollo rural
    ¿Se puede hablar de “responsabilidad” en una inversión que toma los
    territorios como fuente de lucro? ¿Deben los estados que integran la
    Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
    (FAO) legitimar el acaparamiento de tierras o recursos acuíferos con una
    “certificación” de responsabilidad? ¿Cuáles son las políticas de
    recursos públicos necesarias para un verdadero desarrollo rural?

    Entre otras varias éstas fueron las preguntas que se formularon los
    pasados días 7 y 8 de agosto en Bogotá, Colombia, las organizaciones que
    acudieron a una consulta continental para discutir sobre el concepto de
    Inversión Agrícola Responsable (IAR) que viene elaborando el Comité
    Mundial de Seguridad Alimentaria.

    Y el punto de partida, claro, fue la realidad de un continente y una
    región caribeña plagado de megaproyectos agrícolas de gran escala que
    desplazan a campesinos y pueblos originarios, megarepresas
    hidroeléctricas que sumergen poblaciones milenarias o empresas
    trasnacionales que inundan de semillas transgénicas la biodiversidad de
    la región.

    Ante ello, resultó muy claro el hecho de que las organizaciones
    convocadas a consulta por sus representantes ante el Mecanismo de la
    Sociedad Civil (MSC) que funciona en el Comité de Seguridad Alimentaria
    Mundial (CSA), manifestaron una visión crítica del concepto de IAR,
    comparándola en algunos casos con el de Responsabilidad Social
    Empresarial mediante la cual algunas empresas buscan mitigar o maquillar
    los efectos de sus políticas sobre las comunidades.

    En ese sentido, Valter Da Silva, de la Coordinadora Latinoamericana de
    Organizaciones del Campo (CLOC-Vía Campesina) señaló que tras las
    inversiones autodenominadas “responsables” hay una política de
    criminalización de la producción de semillas criollas y campesinas ya
    que amenazan los monopolios empresariales. En ese sentido, indicó que se
    requieren políticas de inversión pública para el fomento de la
    producción de este tipo de semillas.

    En su reflexión, Da Silva subrayó la importancia de la discusión en
    materia de los principios que a juicio de las organizaciones que
    reivindican la Soberanía Alimentaria deberían seguir las inversiones
    –públicas y privadas- en agricultura, aunque manifestó sus dudas
    respecto al eco que esas definiciones puedan alcanzar en el marco del
    CSA como políticas globales que obliguen a los Estados a proteger la
    producción campesina.

    Por su parte, Javier Rivera, campesino de la región de Tuluá en el Valle
    del Cauca y coordinador del Movimiento Agroecológico de América Latina y
    Caribe (MAELA) a nivel de la región Andina señaló que el concepto de
    responsabilidad ha servido para obtener recursos de cooperación
    internacional que rara vez llegan a las comunidades a cumplir su
    cometido real.

    Y opinó que la recientemente creada Alianza por la Soberanía Alimentaria
    debería generar insumos y herramientas “para que desde las bases se
    tenga la posibilidad de hacerle frente a esas políticas y a esas
    inversiones” que en el caso de Colombia han servido para desplazar
    campesinos y sustituir la producción alimentaria por varios aspectos del
    agronegocio, entre ellos la producción de agrocombustibles.

    La Alianza por la Soberanía Alimentaria cuenta con varios representantes
    sub-continentales en el Mecanismo de la Sociedad Civil que llevarán a
    ese ámbito de funcionamiento en Roma, Italia, los principios emanados de
    la Asamblea, así como las definiciones alcanzadas en el marco de esta
    Consulta realizada con posterioridad a la misma, lo cual ocurrirá en el
    próximo mes de octubre.

    (CC) 2009 - 2013 Radio Mundo Real 10 años

    http://www.radiomundoreal.fm/7002-no-creemos-en-la-inversion?lang=es

    --

    */La Via Campesina/*
    Via Campesina is an international movement of peasants, small- and
    medium-sized producers, landless, rural women, indigenous people, rural
    youth and agricultural workers. We are an autonomous, pluralist and
    multicultural movement, independent of any political, economic, or other
    type of affiliation. Born in 1993, La Via Campesina now gathers about
    183 organisations in 88 countries in Asia, Africa, Europe, and the Americas.

    *Follow us on facebook <http://www.facebook.com/viacampesinaOFFICIAL> |
    twitter <https://twitter.com/via_campesina>**| vimeo
    <http://vimeo.com/viacampesina> *
    *Siganos en**facebook <http://www.facebook.com/viacampesinaOFFICIAL>
    **|**twitter <https://twitter.com/via_campesinaSP>**|**vimeo*
    <http://vimeo.com/viacampesina>
    *Suivez nous sur facebook
    <http://www.facebook.com/viacampesinaOFFICIAL> | twitter
    <https://twitter.com/via_campesinaFR> | vimeo
    <http://vimeo.com/viacampesina>*

    */International Operational Secretariat:/*

    Jln. Mampang Prapatan XIV no 5 Jakarta Selatan, Jakarta 12790 Indonesia

    Tel/fax: +62-21-7991890
    21-7991890>/+62-21-7993426
    21-7993426>

    Email: viacampesina@viacampesina.org viacampesina@viacampesina.org
>

sábado, 17 de agosto de 2013

Comida orgánica, claves de una tendencia en auge

SERGIO CAMACHO IANNINI

Clorofila
Clorofila, que tiene dos sedes, es una de las tiendas orgánicas más reconocidas de Bogotá.

Expertos hablan de las bondades del consumo de productos sin químicos.

Aunque cada vez es más común encontrar personas que prefieren consumir alimentos orgánicos en lugar de los producidos convencionalmente, la información sobre sus ventajas nutricionales y ambientales es escasa.
Para empezar, vale la pena aclarar que quienes cultivan orgánicos no usan plaguicidas (insecticidas, fungicidas y fertilizantes químico-sintéticos) y se ocupan de conservar el suelo para evitar daños en los ecosistemas.
No es exagerado decir que su consumo constituye una forma de vida en muchas regiones del mundo. En Europa, por ejemplo, las ventas de orgánicos se han triplicado desde el comienzo de siglo.
Foto:  Derian Restrepo .  Granja Orgáncia en Rionegro Antioquia  (Don Raul)  

América Latina no se queda atrás. De acuerdo con el reporte ‘El mundo de la agricultura orgánica 2012’, México muestra un crecimiento en su producción del 32 por ciento desde 1996. Colombia, por su parte, es pionera en la exportación de café orgánico y destina para ello 30.000 hectáreas; a eso se suma el surgimiento de mercados locales de frutas, verduras, panela, aceites esenciales, plantas medicinales y mermeladas, entre otros.
Expertos sostienen que los alimentos orgánicos son más saludables que los que son cultivados con químicos. Lucy Hoyos, dietista y nutricionista de la Universidad Nacional, explica que los agroquímicos que se utilizan en los cultivos convencionales podrían afectar las estructuras moleculares y modificar las características alimentarias de algunos productos. “Estos químicos impactan en las condiciones organolépticas, como el olor, la textura y, en ocasiones, el sabor de los alimentos”, dice.
Con su argumento coincide Andrés Montes, biólogo dedicado a la producción agroecológica. “Los alimentos orgánicos tienen un mejor contenido nutricional. Los convencionales, al ser producidos con muchos fertilizantes, tienden a absorber mucha agua –explica–. Los orgánicos tienen menos porcentaje de agua y son secos; ese contenido de materia seca se relaciona con una mayor cantidad de nutrientes”.
Foto: Derian Restrepo . Organik - Rionegro -Antioquia

Contenido de minerales
En el mundo se utilizan unos 850 plaguicidas. De acuerdo con un reporte de la Unión Europea, que recoge los resultados de análisis practicados a alimentos cultivados de alto consumo, cerca del 42 por ciento contiene residuos de plaguicidas; de ese total, el 5 por ciento está por encima de los niveles permitidos.
En ese sentido, el agroecólogo Juan Pedro Córdoba asegura que en la tierra no se deberían usar productos como el nitrógeno. “El nitrógeno –dice– desplaza los minerales del suelo. La calidad de los alimentos depende de la cantidad de minerales que tenga. La agricultura orgánica, en cambio, no los desplaza. Al contrario: unos 72 permanecen alrededor de la planta para que esta los absorba”.
Precisamente, un estudio del 2000, de la Universidad de Rutgers, en el Reino Unido, mostró que el contenido en minerales de las verduras orgánicas era entre 10 y 50 veces mayor que el de las convencionales, y que cuando se consumían estas últimas, solo se obtenía el 13 por ciento de los minerales, comparado con las orgánicas.
Sin embargo, una investigación de la Universidad de Stanford, publicada en el 2011, concluyó que hay poca evidencia de que los alimentos orgánicos sean más sanos que los tradicionales. Los investigadores analizaron los resultados de 17 estudios hechos con humanos con alimentación orgánica y tradicional, que comparaban niveles de nutrientes, bacterias y contaminación por pesticidas. El análisis no demostró diferencias significativas en el contenido vitamínico.
La verdad frente a este tema parece no estar dicha. Lo cierto es que quienes consumen alimentos orgánicos los defienden: “Noto una diferencia en mi cuerpo –dice Montes–. Desde que los como me siento más sano, no me dan gripas, no me enfermo.Con mi esposa estamos esperando bebé y la idea es que desde un principio se alimente con productos orgánicos”.
Cómo reconocerlos
Liliana Morales, propietaria de la tienda ecológica Clorofila, explica que los alimentos orgánicos se pueden reconocer por su etiquetado con sellos de organismos certificados a nivel internacional, como son Ecocert y Usda. Esta certificación demuestra que el alimento ha sido producido de acuerdo a un protocolo y que está completamente exento de sustancias químicas.
Foto: Derian Restrepo : Organicos JR  ( Jhon Rios )  Aquie puedes hacer el mercado orgánico en la finca, VISITELO:  https://www.facebook.com/jhon.rios.50746/about

Hay también una certificación de confianza, que va dirigida a quienes producen alimentos de forma agroecológica, que constituye una visión más integral del ecosistema y que tiene en cuenta a los productores campesinos, sus tradiciones y conocimientos, pero que no persigue certificaciones comerciales. “Hay redes de campesinos con los que trabajamos y sabemos que no utilizan productos químicos, pero ellos no tienen dinero para ir tras una certificación comercial, lo cual no quiere decir que sus alimentos no sean seguros”, sostiene Morales.
Foto: Derian Restrepo . Granja Agroecologica UNIMINUTO- La Vega - Cundinamarca.
https://www.facebook.com/media/set/?set=a.443316085711700.96137.100000999383883&type=1&l=d52eb48f07
La Canasta, una opción a domicilio
Con sede en Bogotá, La Canasta es una opción de consumo consciente, responsable y solidario. Ofrece a domicilio un mercado de alimentos frescos y locales de temporada provenientes de pequeños productores campesinos. Trae frutas, verduras, tubérculos y huevos. http://la-canasta.org/

Bogotá : Pedidos entre lunes y jueves, en www.la-canasta.org  http://la-canasta.org/

viernes, 16 de agosto de 2013

La industria alimentaria es una mafia criminal

El gurú de la gastronomía y la alimentación, Carlo Petrini, puso en la picota pública al monopolio de los alimentos.

“La industria alimentaria es una mafia criminal”. Para Carlo Petrini, un alimento debe ser bueno para el que lo consume, limpio con el medio ambiente y justo con el que lo produce.
Para Carlo Petrini, un alimento debe ser bueno para el que lo consume, limpio con el medio ambiente y justo con el que lo produce.
Foto: EFE

Carlo Petrini es el presidente y fundador de Slow Food, movimiento que busca contrarrestar el vertiginoso mercado de la comida rápida, impedir la desaparición de las tradiciones gastronómicas locales, combatir la falta de interés general por la nutrición y las consecuencias de las elecciones alñimenticias.



Petrini es una autoridad mundial en temas de alimentación y desarrollo de la agricultura tradicional. Este italiano de 63 años profesa el comer como un derecho, se opone a la globalización del gusto y apoya a los pequeños productores agrícolas.

En una serie de charlas por América Latina, Petrini ofreció una conferencia en Bogotá sobre cómo la industria alimentaria mundial es una “industria criminal”.

Petrini creó Slow Food en 1989 en París y fue un proyecto que inició con un interés en la cultura alimentaria y la gastronomía, concepto último que según él, está mal utilizado y mal definido.

“Gastronomía no es solo el arte de producir a través del conocimiento de la comida ni de una estética que pueda transmitir placer. No son solo recetas, recetas y más recetas”, afirma uno de los considerados gurú de la gastronomía y la alimentación.

Para Carlo Petrini, la definición anterior no es más que un 10 ó 15 por ciento de lo que es la gastronomía, “quien piense que es solo eso a lo que se está refieriendo es a una pornografía alimentaria”, asegura.

El hombre, a quien hace pocas semanas le ofrecieron el Ministerio de Agricultura en Italia, presentó una definición más completa y exacta. “Gastronomía es una ciencia compleja y multidisciplinaria que la academia se negó a aceptar durante años. Es holística y cuando hablamos de ella, hablamos de todo lo humano cuando se trata de comer. Es física, química, biología, genética, agricultura, historia, antropología, sociología, identidad cultural y aunque no lo crean economía política”.

El monopolio

Carlo Petrini asegura que quien domina el vientre tiene el poder, las guerras siempre han sido por conquistar tierras y apropiarse de lo que éstas producen. Fue en este punto cuando este experto empezó a revelar cifras y datos sorprendentes.

“El 80 por ciento de las semillas en el mundo pertenecen solo a cinco multinacionales”, señaló el experto, y además aseveró que es tanto el control que las industrias alimentarias tienen sobre la producción agrícola que retó a los colombianos a hacer un experimento.

Según Petrini, cuando se compran semillas y se siembran en casa, las plantas crecen hermosas y dan frutos que aparentemente se ven perfectos, sin embargo, si alguien intenta sembrar las semillas de esos frutos, ya no crecerá nada, ¿por qué? La respuesta para el italiano es simple: porque a la industria no le conviene que las comunidades tengan control sobre la producción.

Petrini va más lejos y dice con cierta resignación que cuando la industria tenga el control total sobre la producción ya no existirá el campesino, ni el agricultor. Es por eso que insiste en que la vida no puede ser propiedad de unos pocos, de ahí el énfasis que Slow Food hace para que se fortalezcan las producciones locales y así cada comunidad pueda tener “soberanía alimentaria”.

Una mafia peligrosa

“El sistema actual es un sistema criminal porque destruye el medio ambiente, se aprovecha de los insumos locales de las comunidades en pobreza, produce un desperdicio que nunca antes en la historia de la humanidad se había visto, no respeta tradiciones, destruye poblaciones y roba el futuro”, afirma.

Para Petrini la industria también es peligrosa porque está haciendo cada vez más infértiles los suelos y en los últimos 20 años se han usado más químicos que los que se usaron en los 120 años anteriores, es por eso que la tierra está “adicta”.

Como si esto no fuera poco, el presidente de Slow Food reveló que el 76 por ciento del agua en el mundo se usa para la agricultura de manera irracional. El sistema alimentario es injusto para quienes producen, para los campesinos.

“En 1950, Italia tenía un 50 por ciento de población campesina, hoy es solo el 3 por ciento y la mitad de esta última cifra son personas que ya tienen más de 60 años”.

“Es una mentira que los alimentos ya no contienen suficientes nutrientes y lo que hace el mercado en el caso de la leche, por ejemplo, es cobrarle más al consumidor por un litro con más vitaminas, más por una leche sin lactosa, mientras que los productores siguen recibiendo el mismo dinero inicial. En un futuro no vamos a comer computadores, la gente tiene que despertar, en últimas, tal como estamos, si usted quiere más nutrientes pues cómase la caja tetrapack porque la leche es solo agua”.

Desde 1900 hasta hoy, la humanidad ha perdido el 75 por ciento de su diversidad y la industria de alimentos solo privilegia las especies más fuertes. Petrini recuerda que cuando hubo una plaga que acabó con la especie de papa que se daba en Irlanda, se logró rescatar este alimento porque se utilizaron otras especies, pero si se descuida la diversidad y solo se fortalece la más fuerte, ya no habrá salvación.

El desperdicio es otro punto neurálgico. Actualmente se producen alimentos para 12.000 millones de personas cuando la población es de 7.000 millones. Hay un excedente de 5.000 millones pero 1.000 millones de personas no comen y entre el 45 y 50 por ciento de la producción de alimentos se va a la basura.

Falsas creencias

A Petrini le aterra que otro criterio para elegir la comida sea la estética, “si una zanahoria no se ve simétrica, entonces no se compra, esa es una lógica nazi fascista. Con la comida pasa como con las personas, solo pasan los bonitos”.

Es importante destacar que ahora la población gasta más en adelgazar que en comer. Para Carlo Petrini la ecuación es simple, “mientras más se ahorre en comida, consumiendo hidropónicos y transgénicos, más se gastará en servicios sanitarios y de salud”.

Finalmente, existen cuatro agentes de cambio con los que Slow Food considera importante trabajar: los indígenas, los campesinos, las mujeres y los jóvenes. “La gente que supuestamente está atrás en la escala social, será la que nos rescatará de la catástrofe cuando esta bomba explote”, concluye.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Tener una semilla es un delito: la nueva dictadura alimentaria


Por: Dharmadeva

Hace ya décadas estaba pronosticado que llegaría el momento en que tener una semilla sería un crimen. Parecía ciencia ficción imaginar que un campesino no podría guardar semillas para la próxima cosecha, como lo había venido haciendo por milenios. Sin embargo, es un hecho.


Después de la firma del TLC con los Estados Unidos y de la expedición de normas como la Resolución 970 del ICA, la Policía Nacional, siguiendo las instrucciones de los funcionarios del ramo azuzados por las multinacionales dueñas de las semillas, ha comenzado a maltratar a campesinos y agricultores, a arrojar toneladas de comida al basurero y a penalizar a quienes no sirvan los intereses de los nuevos dictadores de la alimentación. El documental de Victoria Solano en youtube, que me impulsó a escribir esta columna, es una denuncia aterradora. Si el campesino enfrenta el monopolio de las corporaciones y guarda sus semillas «patentadas», se va para la cárcel o paga enormes multas. Estamos en las manos de las multinacionales y de lo que quieran meternos a la boca, a los precios que quieran.
Nuestros dirigentes, ciegos codiciosos, optaron por proteger una docena de semillas extranjeras genéticamente modificadas antes que proteger el patrimonio de miles de semillas que habían sido descubiertas o adaptadas y amadas por siglos en América. Y nunca les contaron a los campesinos que esto les sucedería a menos de un año de la firma del TLC, ni los prepararon para la catástrofe.
Y después pretendemos que haya paz en un país que deja a sus cultivadores en la inopia. Un exembajador con rabo de paja se atreve a decir que «Hay actores que sueñan con una Colombia sujeta a un modelo económico arcaico que impondría restricciones que limitarían severamente el desarrollo agropecuario». Ese modelo “arcaico”, sin embargo, ha logrado en la historia de la agricultura cientos de miles de semillas que los neoliberales querrían convertir en tres o cuatro: maíz de los matones de Monsanto, arroz, algodón y soya de Syngenta o Dupont. Con estas simientes y sus inseparables agrotóxicos, quisieran sembrar sus tierras de la altillanura, como le está pasando a la «República Unida de la Soja» en el Cono Sur. Nunca la humanidad había arrojado al agua y a las tierras tantos venenos juntos, ni deforestado así las selvas en nombre del “desarrollo agropecuario”.
Foto: Derian Resrepo. Soya libre de transgenicos. A repartirla para recuperar  la soberania alimentaria. 
Y esta sacrílega manera de patentar la vida se escuda en la mentira que nos venden de la seguridad alimentaria. Los medios se encargan de seguir diciendo que las nuevas semillas «mejoradas» dan más rendimiento y podrán alimentar a la creciente población del mundo. Pero estudiando la revolución verde vemos que la aseveración es falsa y hay granjas de agroecología que demuestran que rinden más las semillas colectivas logradas a pulso por los conocedores de la tierra y sus frutos en milenios de trabajo con la tierra, que las semillas privadas de los nuevos dictadores. ¡Hay que pelear de nuevo por las semillas libres!

‘Las cosechas del futuro’. Cómo la agroecología puede alimentar al mundo



"Preparando este libro, releí decenas de recortes, acumulados durante años, y vinculados con la evolución del planeta. Los fui clasificando por temas: "crisis climática”, "crisis de la biodiversidad”, "del agua”, "alimentaria”, "energética”, "sanitaria”, "financiera”. Se encienden luces rojas en todos los campos. Estas crisis, estrechamente vinculadas, son la expresión de un sistema económico devastador que nos llevará a la debacle si no cambiamos ya de paradigma".

LAS COSECHAS DEL FUTURO
Cómo la agroecología puede alimentar al mundo

"No existe una solución totalmente alternativa a los pesticidas. ¿Cómo alimentamos a la gente? Si nos ponemos a producir sin ningún tipo de pesticidas, tendríamos una baja del 40% en los productos, y un incremento del 50% en los costos”, dice J. R. Buisson, ex Secretario del Grupo Danone. Y me propuse buscar la fuente que, por supuesto, el representante de la industria agroalimentaria se había cuidado de brindar. Fue en parte para verificar la validez de los porcentajes presentados por Buisson, que emprendí la investigación que dio origen a este libro.
La inolvidable expresión de Margaret Thatcher, "There is no alternative” se ha convertido, desde hace unos treinta años, en una "temible arma retórica” que las elites económicas fueron repitiendo en todos los medios de comunicación, hasta convertirlo en una verdad revelada”: "No hay alternativa al capitalismo, al mercado, a la globalización, a la desregulación financiera, a la baja de salarios, a la deslocalización industrial, al abandono de las protecciones sociales”.
"Qué se le va a hacer, hay que ser realistas, ¡no hay una alternativa a los pesticidas”.
Esa afirmación es una de las herramientas comunicacionales favoritas de Monsanto, que, ya en junio de 1998, inundaba la prensa con ese lema, "Estamos ante el inicio de un nuevo milenio, y todos soñamos con un mañana sin hambre. Para alcanzar este sueño, es necesario recibir a la ciencia que trae esperanzas. La biotecnología es la herramienta del futuro. Detener su aceptación es un lujo que el mundo con hambre no puede permitirse”. Este argumento moralizador - ¿quién se atreve a oponerse a "tecnologías”, los pesticidas o los OGM, susceptibles de resolver el flagelo del hambre?- tiene sin embargo una zona oscura que olvidan quienes lo esgrimen: el modelo agroindustrial promovido incansablemente desde hace medio siglo, no ha conseguido ni de lejos "alimentar al mundo”. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en 2010, 925 millones de personas padecían hambre, mientras que anualmente, la desnutrición mata a 7 millones de niños.
"La destrucción, de decenas de millones de hombres, mujeres y niños a causa del hambre constituye el mayor escándalo de nuestro siglo. Cada cinco segundos muere de hambre un niño menor de 10 años. En un mundo en el que, sobreabunda la riqueza. Hoy la agricultura mundial está en condiciones de alimentar a 12 mil millones de seres humanos, el doble de la población actual. No estamos entonces ante ninguna fatalidad. Un niño que muere de hambre es un niño asesinado” dice Jean Ziegler.
Foto : Derian Restrepo .  Vamos a sembrar  maíz y soya libre de transgenicos. Cultivo en Medellin - Colombia

Hortaliza orgánica, prometedor futuro



PRODUCCIÓN SANA, MEJORA INGRESOS Y NIVEL DE VIDA; RESCATA TÉCNICAS INDÍGENAS
HUGUET CUEVAS/FOTOS: EMILIO MORALES
14/08/2013
LA LOBERA, EJUTLA DE CRESPO.- En esta micro-región de tan solo 137 habitantes existe un alto grado de marginación entre su población, el campo está abandonado, hay falta de empleo y la necesidad de sacar adelante a sus hijos llevó a Don Alejandrino Cruz Ramírez a buscar qué hacer con lo que tenía al alcance de la mano.
Había dejado atrás un trabajo en el Instituto Federal Electoral (IFE) y se enfrento ante una familia que necesitaba alimentar y llevar a la escuela. No tenía muchos recursos pero sí un terreno fértil para cultivar.
Aunado a ello, sentía una auténtica preocupación no solo por proporcionar alimentación a sus hijos, sino por saber qué era exactamente lo que se llevaban a la boca.
“Por la televisión, la radio y los libros me di cuenta de que todo lo que comíamos estaba contaminado. La mayoría de las frutas y verduras son regadas con aguas negras. ¡México está entre los primeros lugares de obesidad! ¡Yo pensaba en qué era lo que comían mis hijos”, señaló el campesino.
Pronto, la necesidad de trabajo y la curiosidad lo llevó al estudiar las hortalizas. Al documentarse, éstas lo condujeron por el camino de la producción orgánica. Se hizo acompañar de expertos en el tema, quienes lo capacitaron y enseñaron los beneficios de este tipo de agricultura.

Rescate de prácticas indígenas
La agricultura orgánica permite rescatar el conocimiento indígena y prácticas tradicionales. Es un sistema productivo que sustituye aplicar agroquímicos como herbicidas por el manejo manual de malezas, o fertilizantes sintéticos por abonos orgánicos, por lo que requiere mayor cantidad de mano de obra. Esto crea una fuente de empleo rural que mejora las condiciones de la comunidad, favoreciendo a jornaleros y campesinos sin tierra.
También implica la búsqueda de un estilo de vida en equilibro con la naturaleza y la disminución de enfermedades como el cáncer o la obesidad.
La reconversión orgánica influye en el plano familiar: “mis hijos y mi esposa se involucran directamente en la siembra y cosecha de los alimentos, participamos en la producción y los vendemos en el tianguis”.

Construye el huerto
Don Alejandrino y su familia aprendieron rápido y poco después, lograron instalar un huerto bien diseñado en su patio y con una diversidad de hortalizas que van desde los tomates, espinacas, lechugas, acelgas, zanahorias, ajos, cebollas y rábanos, hasta árboles frutales como la papaya y el níspero, además de arbustos de zarzamora y hierbas aromáticas como el romero, la menta y la hierbabuena.
“El campo nos da todo. La cuestión es creerlo y trabajar mucho, eso sí. Pero si uno quisiera tener en su casa, en un pedacito de terreno, unas cuantas plantas… ¡qué ricos fuéramos!”, abundó.
Argumentó que en la última década, la agricultura orgánica ha demostrado ser una de las opciones más prometedoras para el campo mexicano, es sustentable y conlleva a que los productores perciban mejor ingreso y logren mejores condiciones de vida.
La Lobera es una localidad retirada de la cabecera municipal. Para trasladarse del centro de esta población a la carretera que conduce a la ciudad de Ejutla de Crespo es necesario caminar alrededor de un kilómetro y medio porque no hay transporte. La mayoría de las personas viven en humildes hogares, aquí la migración ha pegado de forma directa.

Más calidad y precio
Precisamente por el dinero invertido y la mano de obra, los frutos del huerto resultan más caros que en el mercado tradicional o los supermercados.
“El problema es que muchos oaxaqueños no están informados sobre el tema y lo piden más barato. Falta conciencia en el tema, aparte de que no existe mercado para vender, me parece que tampoco hay mucha oferta, ése es el reto: hacer que lo orgánico sea imprescindible”, señaló.
La familia de Don Alejandrino expende sus productos todos los viernes y sábados en el mercado alternativo “Pochote-Xochimilco”, donde admitió que son los extranjeros y turistas quienes más compran.
Su huerto tiene una producción permanente, a excepción de los cultivos de temporada. Por semana logran producir y vender 100 kilos de tomate, lo demás, se vende “por poquitos”.

Lo orgánico está de “moda”
De acuerdo con la Revista Industrial del Campo, hasta el año 2007 en el mundo se registraban más de 24 millones de hectáreas cultivadas de forma orgánica y más de 10.7 millones de áreas de recolección silvestres.
Entre los países con mayor superficie orgánica cultivada está en primer lugar Australia, con 10 millones de hectáreas, seguido por Argentina, con casi tres millones, e Italia con 1.2 millones. Siguen en orden de importancia Estados Unidos, Brasil, Uruguay, Gran Bretaña, Alemania, España y Francia. México ocupa el lugar 18 con casi 216 mil hectáreas.
Los principales estados con producción orgánica son Chiapas, Oaxaca, Chihuahua, Sinaloa, Colima, Baja California Sur, Michoacán, Guerrero, Jalisco, Veracruz y Sonora.
Se estima que alrededor de 85 por ciento de la producción de orgánicos de México se orienta a la exportación. Aquí la agricultura orgánica está en franca expansión. La superficie pasó de 25 mil a más de 300 mil hectáreas en los últimos 10 años. Los productos orgánicos mexicanos gozan de excelente aceptación en los mercados internacionales.

Autosustentabilidad, el reto
Aunque la producción de jitomate, pepino y chile orgánico en territorio mexicano y más aún en Oaxaca, es una actividad incipiente, a la fecha se registran áreas cultivadas con siembra orgánica sólo en los estados de Baja California, Baja California Sur y Tamaulipas.
“El objetivo principal de la agroecología es que sea autosustentable, que consumas lo que produzcas y viceversa”, dijo Alejandrino Cruz.
Esta forma de producción se puede llevar de la mano de la lombricomposta, señaló. Ésta proporciona a los suelos permeabilidad tanto para el aire como para el agua, aumenta la retención de agua y la capacidad de almacenar y liberar nutrientes requeridos por las plantas y presenta una alta carga microbiana que resulta de la actividad biológica del suelo, entre otras ventajas.
Para elaborarla es necesario introducir la lombriz roja (lumbricus rubellus) que a veces se puede encontrar en el estiércol de vacas y caballos, también llamada “lombriz californiana” (eisrnia fetida).
“Las lombrices producen un humus o abono de excelente calidad que sirve para colocarle a todo nuestro huerto”, subrayó.
Sin embargo, para ello, debe comprar alrededor de cuatro volteos de estiércol al año, aquí en Ejutla debido a que no hay mucho ganado, éstos cuestan hasta dos mil pesos cada uno.

FLORECEN CULTIVO ORGÁNICO
400 mil has cultivadas con productos orgánicos en México
20% anual crecimiento de cultivos orgánicos al año
85 y 90% de la producción orgánica nacional es de exportación
400 mdd el valor de las exportaciones
128 mil campesinos de producción orgánica
48% del cultivo orgánico es café
15% aguacate
9% hortaliza
Fuente: Consejo Nacional de Producción Orgánica
FRASE:
“Aquí todo es orgánico, nada de transgénicos ni de híbridos, solo cultivamos hortalizas criollas”:
Alejandrino Cruz Ramírez, campesino que cultiva productos orgánicos
CONTENIDO RELACIONADO