miércoles, 31 de julio de 2013

Justo equilibrio entre productividad y cuidado de la naturaleza

Agroecología


Una producción agroecológica entiende de tiempos biológicos y los fortalece para producir sanamente y ser rentable, dice Tula, del Inta Benito Juarez.

Mitos sobre la agroecología, abundan. Uno de ellos sostiene que es imposible ser productivo y, al mismo tiempo, sustentable. Los resultados obtenidos en el establecimiento “La Aurora” en Benito Juárez –Buenos Aires–, demuestran lo contrario. Tras 14 años de un manejo agroecológico se disminuyó el uso de insumos sintéticos y de energía no renovable, se bajaron los costos y se estabilizó la producción de carne y granos.
Rodolfo Tula, extensionista del INTA Benito Juarez, destacó la importancia de encontrar el “justo equilibrio” entre la productividad y el cuidado de la naturaleza. “Una producción agroecológica entiende de tiempos biológicos y los fortalece para producir sanamente y, al mismo tiempo, busca la rentabilidad. Pensamos en un sistema equilibrado y estable ante la variabilidad natural de los eventos climáticos, plagas y enfermedades”.
Asesorado por el INTA y especialistas privados, Juan Kiehr –propietario de “La Aurora”–, aplica desde hace 14 años los conceptos de la agroecología en un sistema mixto de ciclo completo a fin de disminuir el uso de productos sintéticos y energía, aumentar la fertilidad de los suelos, fijar carbono y nitrógeno, e incrementar la biodiversidad y la productividad.
“Quiero dejarle a mis nietos un campo sano y transmitirles el respeto por la naturaleza”, aseguró Kiehr, un productor con descendencia danesa que se reconoce “entusiasmado y convencido de que la preservación del suelo es el mejor camino”.
De acuerdo con el dueño de “La Aurora”, “todos las actividades agropecuarias interfieren, en mayor o menor medida, en el ambiente” pero lo importante es “causar el menor daño posible” y destacó la importancia de “evitar el uso de insumos sintéticos”.
Así, se fortaleció la rotación en las 605 hectáreas que componen al establecimiento –asociando cultivos invernales y estivales con leguminosas–, lo que, a su vez, aumentó la fijación de nitrógeno y carbono y, esto, permitió el aporte de rastrojos para mejorar el contenido de materia orgánica del suelo.
Para Kiehr la receta es simple: “Siembro trigo y trébol rojo durante dos o tres años luego, roto con sorgo y más tarde vuelvo con el trigo y pasturas. De vez en cuando, cultivo avena y cebada que me proveen de granos para mi campo”.
A fin de compensar la falta de fósforo y el balance de nutrientes, incorpora expeller de trigo a la alimentación de sus más de 600 animales, lo que elimina el uso de fertilizantes y de energías no renovables.
“Esta visión implica un esfuerzo mayor en el que se debe tener en cuenta las múltiples variables de la naturaleza pero, resulta necesario y terminante para avanzar en el desafío de poner en valor la biodiversidad”, explicó Tula.
Un modelo que mutó
Durante décadas, el modelo productivo de la región Pampeana se caracterizó por la alternancia entre agricultura y ganadería. Así, los ciclos agrícolas –extractivos y exportadores de nutrientes– se sucedían con ciclos ganaderos pastoriles que restituían al suelo buena parte de la materia orgánica y nitrogenada.
Esto cambió de la mano de la lógica mercantilista y cortoplacista predominante de los últimos años. Así lo aseguró Santiago Sarandón, referente en la materia de la Universidad Nacional de La Plata, en su informe
Tula fue más allá y aseguró que “el actual modelo productivo presenta signos de agotamiento y dependencia” al que se le suman costos ocultos entre los que destacó la degradación de las tierras, contaminación de las aguas, la expulsión de los productores del campo y la pérdida de la soberanía alimentaria y económica.
De acuerdo con Sarandón, “hay una marcada agriculturización en la región y se eliminó la alternancia entre ambas producciones con un fuerte incremento de las fertilizaciones. Y con ello, se provocó la desestabilización del sistema con el consecuente daño a los recursos naturales de la zona”, explicó Sarandón.
Para Tula, el caso de “La Aurora” es un claro ejemplo de que “hay alternativas de producción” en los que los nutrientes se reciclan continuamente y mantienen los suelos sanos y fértiles. “Hay que repensar al ambiente como un todo complejo y autocontenido en el que interactúan muchos factores y no se producen desperdicios”, aseguró.
Un concepto, cientos de beneficios
Para la FAO, el desarrollo sostenible es el manejo y no la explotacion de recursos naturales. Y enfatiza en la necesidad de la solidaridad hacia las actuales y las futuras generaciones.
En línea con esta idea, surge la agroecología. Una disciplina científica basada en la aplicación de los principios de la ecología al diseño, desarrollo y gestión de sistemas agrícolas sostenibles que promueve la conservación de los recursos naturales elementales para la obtención de alimentos: suelo, agua y biodiversidad.
Este concepto surgió a fin de contrarrestar las múltiples consecuencias sobre el ambiente causadas por la agricultura convencional tales como el deterioro a la cubierta vegetal, la erosión y salinidad de los suelos, la pérdida de diversidad agrícola y genética, y la resistencia constante de plagas y enfermedades.

jueves, 25 de julio de 2013

“El 40% de la comida no llega a la mesa”

Henk Hobbelink: 

Este ingeniero agrónomo sostiene que se pueden producir productos locales frescos y sabrosos a buen precio, algo que fomentaría la economía rural y solventaría la crisis alimentaria global.

Siempre ha habido hambrunas, es cierto, pero las actuales no se deben a causas transitorias: son sistémicas. Lo aprendo de Henk Hobbelink, querecibió el premio Right Livelihood (buen vivir), considerado el Nobel alternativo de agroecología, por la aportación de su ONG, Grain (www.grain.org/es), a la soberanía alimentaria, en contacto y cooperación con líderes campesinos de diversos rincones del planeta, como los de Vía Campesina.
-¿Hay comida para todos en el mundo?
-¡De sobra! Pero no llega a todo el mundo.
-¿A quién no le llega?
-Hay mil millones de personas sin el mínimo de comida para estar alimentados. ¡Y vamos peor!
-¿Y por qué?
-Porque la comida se ha convertido en mercancía, en negocio.Para la industria financiera y las corporaciones multinacionales.
-¿Qué hacen?
-¡Acaparan más y más tierras! En los últimos cinco años, los grandes inversores internacionales han adquirido unos 70 millones de hectáreas de tierra agrícola. Para producir grandes cosechas, especular con sus precios, exportarlas... y forrarse.
-¿Y por qué eso es malo?
-Porque aplican un modelo agroindustrial para el negocio de la exportación, no para consumir como comida. Un modelo de consecuencias nefastas. Las poblaciones campesinas locales son desposeídas..., y acaban mendigando en los extrarradios de las urbes.
Se pierden para siempre variedades agrícolas locales tradicionales, sustituidas por semillas diseñadas en laboratorio, hoy el 80%. Se cultivan cosechas ingentes de soja o maíz para hacer piensos y agrocombustibles: el 90% de la soja y el 40% del maíz no se convierte en alimento: no va a los estómagos de personas, va a los depósitos de coches. Son cultivos basados en el petróleo: abonos y pesticidas sintéticos, combustible para tractores y bombas de agua para transportar cosechas al otro lado del mundo... Y un dato: el 20% del tráfico rodado en EE.UU. transporta comida. ¡Y todo eso contamina gravemente! Nuestra ONG lo ha calculado: la agroindustria genera la mitad de las actuales emisiones de CO2.
-¿La mitad? ¡Es mucho!
-Sí. Recuperar el modelo de agricultura local acabaría con el efecto invernadero. Si las tierras volviesen a los campesinos tradicionales, ¡se acabó el cambio climático! ¡El retorno de los campesinos refrescaría el planeta! Y los abonos orgánicos fijan el carbono en el suelo.
-Aquellas frutas con sabor...
-A la agroindustria sólo le importa que tengan buen aspecto, se empaqueten bien y soporten largos transportes, ¡no su sabor! Una zanahoria torcida, por rica que sea no entra. ¡Se tira! Entre eso y que compramos de más..., ¡el 40% de los alimentos no llega jamás a la mesa!
-Pero la agroindustria es más eficiente.
-¡Falso! El 30% de la tierra fértil del mundo, la de pequeños campesinos, produce el 65% de la comida. Y es más diversa, nutritiva y saludable.

-Proponga alternativas.
-Soberanía alimentaria y agroecología: respetar la sabiduría de los campesinos tradicionales: ¡ellos saben qué le conviene más a su tierra para que los sustente!
-¿Estamos a tiempo?
-Gracias a Internet, felizmente, pequeños agricultores están conectando con consumidores: les ofrecen alimento fresco y saludable, y pueden subsistir. Yo lo hago así: en Vallvidrera, treinta familias nos proveemos de un agricultor ecológico de Collserola.
-¿Merece la pena?
-¡Claro! Buen precio, frutas y verdura frescas y de temporada.
-¿Qué decretaría si mandase?
-Ayudas sociales a los pequeños agricultores, para que se queden en el campo. Es aberrante que se fumigue con avionetas pesticidas sintéticos que lo matan todo, menos la planta transgénica. Y todo para crecer exportando...: ¡es pan para hoy y hambre para mañana! El inversor indio Karaturi ha comprado 300.000 hectáreas en Etiopía: rotura con bulldozers grandes plantaciones para exportar... Lleva agua del Nilo, ¡y así secará un río del que viven millones de egipcios!


-¿Tan buen negocio es?
-Si tiene usted dinero en un banco, no dude que está financiando negocios así: es la burbuja agroalimentaria... Explotará y habrá hambrunas. ¡Estamos jugándonos el futuro!
(c) la vanguardia

Agroecología: ciencia para agriculturas más sostenibles


Francisco Roberto Caporal
Publicado el 24/7/2013 16:10:00 (59 Lecturas)


Foto: Derian Restrepo . Parque de SASAIMA - Cundinamarca- Colombia

Aunque sea reciente el enfoque teórico que aborda el desarrollo rural y la agricultura, la Agroecología viene consolidándose rápidamente como una nueva ciencia del campo de la complejidad.

Este nuevo enfoque teórico surge en respuesta a la crisis civilizatoria evidenciada por las sucesivas crisis económicas del capitalismo y por las crisis sociales y ambientales que se agravan cada día en América Latina y en el mundo.

Esta ciencia tiene sus orígenes en el reconocimiento de que las culturas tradicionales acumularon sabidurías que aseguraron la reproducción socioeconómica de distinguidos grupos sociales a lo largo de la historia. Estos saberes, transformados en prácticas mejoradas a partir de tentativas, ensayos, errores, aciertos y nuevos aprendizajes, conformaron diferentes sistemas agrícolas más sostenibles. Estas experiencias campesinas pasaron a ser objeto de estudio de las ciencias formales impulsando una nueva aproximación entre Agronomía y Ecología, que pudo progresar a partir de los aportes de otros campos de conocimiento como la Sociología, la Antropología, la Física, la Economía Ecológica, entre otros.





ALAI, América Latina en Movimiento - julio de 20

miércoles, 24 de julio de 2013

Crisis alimentaria y agroecología

2013-07-23

Diálogo con Miguel Altieri y Marc Dufumier

Sally Burch




Existe un interés creciente, no solo en el mundo rural sino también en la población urbana, por la agricultura ecológica, debido a su potencial para asegurar una alimentación sana y con menor impacto ambiental.  No obstante, hasta ahora se lo ve más bien como una opción marginal del sistema alimentario, mientras se sigue imponiendo la visión de que sólo con la agricultura a gran escala se podría responder a las necesidades alimenticias del mundo.  Pero, ¿qué hay de cierto en todo eso?
 
Un primer hecho a notar es que el hambre crónica que se padece en el mundo no se debe a una escasez en la producción de alimentos.  En eso las cifras están claras. Cada persona requiere ingerir unas 2200 kilocalorías por día, para lo cual se necesita producir unos 200 kilos de cereales por habitante por año, o su equivalente en forma de papa, yuca, o similares.  La producción mundial actual es de 330 kilos por habitante, o sea que hay una sobreproducción de comida, suficiente como para alimentar a 9 mil millones de personas, la cifra de población mundial estimada para el año 2050.
 
Estos datos nos proporcionaron dos investigadores, en sendas entrevistas que realizamos para profundizar sobre las causas de la crisis alimentaria y las alternativas que ofrece la agroecología.  Se trata de Miguel Altieri, profesor de la Universidad de California en Berkeley, quien es también presidente de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología -SOCLA-; y Marc Dufumier, profesor en el Instituto Nacional Agroeconómico de París, AgroParisTech.
 
Dufumier reconoce que la crisis alimentaria se agudizó en estos últimos 4 años, “pero ya en 2006 había 800 millones de personas que tenían hambre.  Ahora hay un poquito más, pero es estructural, no es una crisis coyuntural”, afirma: “es un problema de pobreza en términos monetarios. La gente no tiene poder de compra”.  En el mismo sentido, Altieri recalca: “un tercio de la población humana gana menos de dos dólares por día, entonces no tiene acceso a la comida.  En Europa y en EE.UU. se bota aproximadamente 115 kilos por persona por año de comida, suficiente para alimentar a toda África”.  Otros factores que contribuyen a la crisis alimentaria, señalados por nuestros entrevistados, incluyen el aumento de la producción agrícola para alimentar a los carros en lugar de las personas; el incremento del consumo de carne (que se extiende ahora en países de gran población como China e India), siendo que se necesitan de tres a diez calorías alimenticias vegetales para producir una caloría animal; el sistema de distribución de alimentos, y otros problemas estructurales relacionados con el control de las multinacionales sobre el sistema alimentario.
 
Para Altieri, la crisis alimentaria, acoplada a la crisis energética, la ecológica y la social, “es una crisis del capitalismo, de un modelo industrial de agricultura que se basó en premisas que hoy ya no son válidas”.  Lo explica en estos términos: "cuando se crea la revolución verde en los años 1950-60, se crea un modelo de agricultura maltusiano, que percibe el problema del hambre como un problema de mucha población y poca producción de alimentos; y que había que cerrar la brecha trayendo tecnologías del Norte al Sur, como las variedades mejoradas, los fertilizantes, los pesticidas, etc.  Ellos asumían que el clima iba a ser estable, que el petróleo iba a estar abundante y barato, que el agua iba a estar siempre abundante y que las limitantes naturales de la agricultura, como las plagas, se podían controlar fácilmente.  Y así nos encontramos hoy en día con una agricultura que ocupa aproximadamente 1.400 millones de hectáreas en monocultivos altamente dependientes de productos externos, en los cuales los costos de producción varían de acuerdo a como sube el petróleo; donde tenemos más de 500 tipos de plagas resistentes a más de mil pesticidas".  Uno de los resultados es que actualmente en el mundo hay "aproximadamente mil millones de personas hambrientas y por otro lado mil millones de personas obesas, que son víctimas directas del modelo industrial de agricultura".
 
Es cierto que este modelo, siendo altamente mecanizado, rebaja significativamente los costos directos de producción por hectárea; por lo tanto permite vender alimentos a menor precio a la vez que aumentar las ganancias.  No obstante, Dufumier destaca que esto es una trampa, pues no toma en cuenta los costos indirectos: sociales, ambientales, de salud pública, etc.  Cita el ejemplo de la leche en polvo barata, que “nos cuesta sumamente caro, por la contaminación de los suelos, por el exceso de nitrato en las aguas freáticas, por las hormonas en la leche.  Entonces hay lo que los economistas llaman externalidades negativas", que impactarán en una menor expectativa de vida y en la salud de la población. Altieri estima que en el caso de EE.UU., de internar estos costos, sumarían unos $300 por hectárea de producción.
 
La agroecología como alternativa
 
Frente a este modelo, surge la pregunta: en qué medida la agroecología puede ofrecer soluciones viables; y si se trataría de soluciones parciales o marginales, o si tiene la capacidad de solucionar el hambre.  Miguel Altieri aclara: "No me gusta caer en el argumento de si la agroecología podría alimentar el mundo porque, como dije, no es un problema de producción.  Con la agroecología podemos producir alimentos suficientes para alimentar al mundo, pero si las inequidades, las fuerzas estructurales que explican el hambre no se solucionan, entonces el hambre continúa, no importa que sigamos produciendo con agroecología".
 
La agroecología –nos recuerda– "es una ciencia que se basa, por un lado, en el conocimiento tradicional campesino y utiliza también avances de la ciencia agrícola moderna (salvo la biotecnología transgénica y los pesticidas, por supuesto), pero sí los avances que tienen que ver con ecología, con biología del suelo, control biológica de plagas, todo eso se incorpora dentro de la agroecología, y se crea un diálogo de saberes.  En el mundo hay aproximadamente 1.500 millones de campesinos que ocupan unas 380 millones de fincas, que ocupan el 20% de las tierras, pero ellos producen el 50% de los alimentos que se están consumiendo en este momento en el mundo.  (La agricultura industrial solamente produce 30% de los alimentos con el 80% del área agrícola).  De esos campesinos, 50% practican agroecología.  O sea, están produciendo el 25% de la comida del mundo, en un 10% de las tierras agrarias.  Imaginen si esta gente tuviera el 50% de las tierras a través de un proceso de reforma agraria: estarían produciendo comida en forma abundantísima, con excedente incluso".
 
Al mismo tiempo, la agroecología trae otras ventajas que no tiene la revolución verde.  "Por ejemplo –señala Altieri– es socialmente activante, porque para practicarla tiene que ser participativa y crear redes de intercambio, sino no funciona.  Y es culturalmente aceptable porque no trata de modificar el conocimiento campesino ni imponer, sino que utiliza el conocimiento campesino y trata de crear un diálogo de saberes.  Y la agroecología también es económicamente viable porque utiliza los recursos locales, no entra a depender de los recursos de afuera.  Y es ecológicamente viable porque no pretende modificar el sistema campesino sino optimizarlo. La revolución verde buscó cambiar ese sistema e imponer un conocimiento occidental sobre el conocimiento campesino.  Por eso ha tenido mucha repercusión en las bases", concluye.
 
Un factor importante a considerar es que la producción agroindustrial de gran escala es menor cuando se considera la producción total.  O sea, los monocultivos son más productivos en términos de mano de obra; pero la agricultura campesina produce mucho más por hectárea.  "Si haces un gráfico de producción total vs área –indica Altieri–, la curva de producción va bajando en relación al área de la finca.  Porque no estamos comparando producción de maíz con maíz, sino que estamos comparando la producción total de la finca.  ¿Y qué produce el campesino?  Produce maíz, habas, papas, frutas;cría chancho, pollo,...  Y cuando analizamos así el sistema, nos damos cuenta que es aproximadamente 20 a 30 veces más productiva.  Eso da una base muy importante para pensar en reforma agraria”.
 
FOTO derian restrepo  GRANJA AGROECOLOGICA UNIMINUTO


Otra ventaja es su mejor resistencia al cambio climático.  No solo porque no genera calentamiento global -a diferencia de la agricultura industrial, con su alto consumo de combustibles fósiles-, sino que hay evidencias de que resiste mejor fenómenos como las sequías.  Los monocultivos, que crecientemente dominan los paisajes agrícolas del mundo, "son altamente susceptibles porque tienen homogeneidad genética y homogeneidad ecológica", como lo evidenció la sequía del año pasado del Mid-West de EE.UU., la más grande en 50 años, donde la agricultura transgénica de maíz y soya perdió el 30% de todo el rendimiento, según Altieri.
 
Políticas públicas
 
¿Cuáles serían, entonces, las políticas públicas clave para que un país promueva y desarrolle en serio la producción agroecológica?  Nuestros entrevistados coinciden en reconocer que la producción agroecológica, por ser artesanal e involucrar mayor mano de obra, tiene costos de producción más altos y debe ser mejor pagada; entonces se requieren políticas de fomento y subsidios que protejan a la agroecología y a los pequeños agricultores.  De este modo se puede lograr que la comida sana esté al alcance de las mayorías, y que no sea solamente un producto de consumo de lujo de los sectores adinerados (como ocurre, por ejemplo, con los productos orgánicos que se exportan al Norte).
 
Miguel Altieri destaca, en este sentido, la experiencia de Brasil, con el programa del Ministerio de Desarrollo Rural que compra el 30% de la producción al campesinado, reconociendo su rol estratégico.  Es una comida sana que se destina al consumo social, en las escuelas, los hospitales, las cárceles.  "La agricultura familiar en Brasil cuenta 4,7 millones de agricultores que producen el 70% de la comida en 30 % de la tierra; es un papel fundamental para la soberanía alimentaria".  Entendieron que para protegerla, no podían poner a los pequeños productores a competir ni con los grandes, ni con la producción de EE.UU. o de Europa "que es una competencia totalmente desleal".  El investigador considera un acierto que ese país haya creado dos ministerios del sector: el de agricultura, para los grandes productores (que evidentemente van a seguir existiendo), y el de desarrollo rural para los pequeños, con proyectos de investigación, extensión, políticas agrarias específicas para el agricultor campesino.  Incluso dice que este último ministerio tiene más recursos que el de agricultura.  “Lo que no funciona es cuando el ministerio de agricultura cuenta apenas con una pequeña oficina o secretaría del agricultor familiar”, algo que pasa en la mayoría de países. 
 
Apoyar las prácticas agroecológicas con investigación y con extensión agroecológica es otro elemento clave.  "Mucho gente pregunta: ¿puede la agroecología alimentar el mundo, puede ser tan productiva?  Pero mira, todos los institutos nacionales de investigación agropecuaria, los centros internacionales de investigación, las universidades, durante 60 años han financiado investigación en agricultura convencional.  ¿Qué tal si a nosotros nos dieran el 90% de ese presupuesto para apoyar la agroecología?  La historia sería otra", reflexiona Altieri.  Señala a Cuba como el país más avanzado en este sentido, por la situación que enfrentó en el periodo especial.  Una ventaja fue que tenía los recursos humanos para hacerlo, tenía agroecólogos formados; y a través de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños –ANAP-, 120 mil agricultores en 10 años incorporaron la agroecología, con altos niveles de producción y eficiencia energética.
 
Quizás el obstáculo mayor es la falta de voluntad política, combinado con intereses multinacionales "que están siempre empujando en el sentido equivocado".  Altieri cree que el cambio climático es lo que finalmente va a poner los límites a la agricultura industrial.  En el caso de países como Ecuador y Bolivia, cuyas constituciones ya establecen la soberanía alimentaria, el investigador considera que tienen "una oportunidad histórica: si no es ahora, ¿cuándo?"  Él les ha propuesta establecer un proyecto territorial piloto, pues "el manejo territorial implica ecología del paisaje y otras dimensiones del diseño que van mucho más allá del diseño de la finquita particular.  Porque si hay campesinos que practican la agroecología pero están dispersos, no se puede hacer una conversión territorial.  Así aprendamos, porque no tenemos todas las respuestas".
 
¿Una agricultura de pequeña escala?
 
Nos preguntamos si la agroecología puede aplicarse en cualquier escala, o si es básicamente para la pequeña agricultura, y si eso es una limitante.  Marc Dufumier considera que, por su esencia, sirve para la agricultura familiar, aunque reconoce que es más accesible a la mediana producción familiar que al minifundista, por su poca capacidad de ahorrar e invertir en tracción animal, carretas, producir estiércol y fertilizar por la vía orgánica.  Las unidades familiares de tamaño mediano serían, además, las óptimas para generar empleo y evitar el éxodo rural.  Los grandes productores agrícolas, en cambio, "tienen la capacidad de inversión, pero no tienen el interés, porque quieren maximizar la rentabilidad del capital financiero invertido, y amortizar la inversión sobre grandes superficies, entonces su interés es el monocultivo que es todo lo contrario de la agroecología".
 
foto : derian restrepo  GRANJA AGROECOLOGICA UNIMINUTO

Para Miguel Altieri, en cambio, la agroecología es una ciencia que entrega principios de cómo diseñar y manejar sistemas agrarios, de cualquier escala, pero con respuestas tecnológicas diversas, según el caso.  "Yo he mostrado ejemplos de fincas de entre 500 y 3000 has. que se manejan agroecológicamente.  Estoy hablando de un rediseño del sistema agroecológico con biodiversidad funcional, con rotaciones, con policultivos, que toman otras formas en la gran escala, porque hay que usar maquinaria por supuesto, no van a manejar 3000 has. con chuzo ni con tracción animal.  Entonces hay muchos ejemplos de que se puede hacer a gran escala.  Lo que pasa es que en América Latina, dada la importancia estratégica de la pequeña agricultura, la agroecología siempre se dedicó a solucionar el problema de la agricultura familiar, campesina, pero eso no significa que no se pueda aplicar a gran escala".
 
- Sally Burch, periodista, es integrante de ALAI.
 
Bases de la agroecología
 
"La primera necesidad humana es la energía, para respirar, para trabajar etc.  ¿De dónde viene esta energía? de la alimentación, de las calorías.  Las matas, los cultivos interceptan la energía solar y la transforman en energía alimentaria a través de la fotosíntesis; producir esta caloría alimentaria significa producir azúcar, grasa o almidón, que son los carbohidratos.  Estos cultivos y matas buscan el carbono del aire.  Hay demasiado dióxido de carbono en el aire (un gas con efecto invernadero).  Así, el productor puede hacer un uso intensivo de la energía solar -recurso natural renovable-, y un uso sumamente intensivo del carbono de la atmosfera, que existe en exceso.
 
"También es necesario producir proteína que es un constituyente esencial de nuestro cuerpo.  Para eso hay que añadir también nitrógeno, que puede ser sumamente costoso desde el punto de vista energético.  Pero existen precisamente unas especies vegetales de las familias de leguminosas, que con la ayuda de microbios, están en la capacidad de tomar el nitrógeno del aire y fabricar proteína con la energía solar.  Así tenemos proteínas vegetales para proteína humana y proteína animal.  Es totalmente distinto de la agricultura industrial, que para fertilizar un trigo pone urea, sulfato de amonio, que se fabrica con energía fósil, de petróleo o gas natural.  O sea que la agroecología, para el uso intensivo de los recursos naturales renovables o en excedente en el medio ambiente, no cuesta nada.  Lo que cuesta es la superficie para interceptar esta luz, carbono y nitrógeno.  Pero es sumamente económico, pues no gasta en energía fósil o agrotóxicos.
 
"Necesitamos además elementos minerales: calcio para los huesos, fósforo para el cerebro, etc.  La agroecología los busca en el subsuelo.  El productor que usa un sistema agroforestal mantiene árboles o arbustos en su parcela.  Estos árboles, con sus raíces profundas, van a buscar estos minerales en el subsuelo.  Los interceptan, los meten en las hojas, y cuando caen las hojas al suelo, lo fertilizan con estos elementos minerales en un ciclo corto, sin tener que fertilizar con insumos químicos.  También existen estos elementos minerales en la capa superficial del suelo, pero hasta hace poco tiempo esto era poco accesible a los cultivos.  Las raíces de los cultivos de un maíz o un trigo no podían tener acceso a estos elementos minerales.  Hoy sabemos que unos hongos beneficiosos pueden ayudar al cultivo a tomar esos elementos minerales que estaban fijados en la capa superficial, por la vía biológica". (Marc Dufumier).
Publicado en América Latina en Movimiento, No. 487: http://alainet.org/publica/487.phtml




http://alainet.org/active/65917



miércoles, 17 de julio de 2013

Los pequeños pueblos son el futuro


16/07/13 Por Gustavo Duch
Frente a una economía de escala global, donde el precio del pan de Mozambique se decide en las bolsas de Chicago según lo que un instrumento financiero desee ganar, las economías campesinas se ejercen en espacios reducidos, sin salir muy lejos de los propios pueblos. Planteadas a escala local se asegura que sus impactos se viertan sobre el propio territorio, como primer paso para garantizarle autonomía. Una forma de hacer que nos indica la importancia de ‘relocalizar la economía’ generando células completas donde la vida se vive y se reproduce.
Inspiración de la economía campesina
Nací urbanita, crecí globalizado y me formé productivista. Nací en la ciudad y solo los veranos me acercaban al pueblo de los abuelos. Como decía la televisión, mis vacaciones transcurrían en un lugar antiguo y desfasado. Al crecer fui globalizado por una fuerza aspiradora invisible; la cultura de los EEUU a lomos del caballo de John Wayne ganó todas las batallas y acaparó todos los terrenos de la vida. Los años de la universidad colmaron mi mente con sustancias abrasivas como productivismo, efectividad y competitividad. Con este bagaje, la crisis instalada en Europa se presenta como el desmoronamiento de estos mitos; de sopetón y sin vuelta atrás. Los cowboys eran una fabulosa farsa.
Si los mitos nos han llevado hasta donde estamos, puede que sea el momento de plantear los anti-mitos ¿Es posible aparcar la efectividad para que circule la afectividad? ¿Cerramos los espacios de competitividad y abrimos puertas de cooperación? Y la pregunta clave, la ruralidad y su cultura -considerada un atraso- ¿guarda en sus esencias verdaderos adelantos?
Observando muchas experiencias campesinas (algunas de nueva hornada, otras presentes en pueblos y personas que resistieron defendiendo su cultura), se distinguen algunos elementos centrales y comunes que pueden ser inspiradores para construir nuevos modelos económicos más allá del actual capitalismo neoliberal:
  1. Frente a una economía de escala global, donde el precio del pan de Mozambique se decide en las bolsas de Chicago según lo que un instrumento financiero desee ganar, las economías campesinas se ejercen en espacios reducidos, sin salir muy lejos de los propios pueblos. Planteadas a escala local se asegura que sus impactos se viertan sobre el propio territorio, como primer paso para garantizarle autonomía. Una forma de hacer que nos indica la importancia de‘relocalizar la economía’ generando células completas donde la vida se vive y se reproduce.
  2. Si en el actual delirio, el 90% de la economía es financiera por sólo un 10% de economía productiva, ¿no debe elsector primario con una economía tangible (y comestible) volver a ser, como su nombre indica, prioritario? En cualquier economía campesina el ingrediente principal han sido siempre las propias actividades agropecuarias dirigidas a la producción de un bien fundamental, la comida. Además, para los países industrializados donde el campesinado no alcanza ni el 5% de la población activa, impulsar el sector primario supondría generación de empleo, equilibrio económico y menos dependencia agrícola de un mercado global disparatado.
  3. Otra de las dificultades del modelo económico reinante es la falta de diversificación. Todos los huevos se ponen en cesto de la construcción o del turismo, por ejemplo. En la agricultura capitalista ocurre miméticamente lo mismo, se apuesta por monocultivos que producen bienes para una cadena de montaje fuera de control. En cambio, las economías campesinas que han sabido perdurar en el tiempo se diseñan en paisajes de policultivos, buscando una buena diversificación productiva, generando resiliencia y seguridad. Tomemos nota.
  4. En una comunidad o familia campesina, las actividades productivas buscan prácticas ensambladas a la Naturaleza, de la que se sienten parte. La observan y comprenden para imitarla en sus agroecosistemas, produciendo según sus ritmos. Las bases ecológicas de este modelo económico consiguen resolver el reto de la sostenibilidad: obtener alimentos de la tierra y el agua sin agotar sus capacidades. Frente a economías lineales donde se generan desperdicios y se pierde energía hay que pensar en sistemas que funcionan circularmente, mimetizando los sistemas vivientes, donde nada se desperdicia, donde todos los materiales siguen fluyendo. Lo que se produce hoy será un recurso para mañana ¿Aprenderemos esta lección?
  5. La economía al servicio de la gente gusta de cuantas más manos mejor. Si la economía capitalista y febril renuncia a la mano de obra o bien la esclaviza para sus mejores rendimientos, en las culturas y formas de hacer campesinas ha primado la ocupación de la mano de obra familiar o comunitaria, en condiciones de dignidad. Si en una misma finca campesina se pueden producir más o cultivar más tierras se hace en base a más gente, como una olla con más cocido para alimentar a más personas.
  6. En el mundo rural, la sabiduría necesaria para que la receta salga sabrosa, ha sido siempre fruto de la observación, la experimentación y del intercambio de ideas y saberes con otras personas y regiones. La varita mágica de los avances tecnológicos que alguna Ciencia ha querido imponer en el campo como la solución a todo, se demuestra que escapa al control de las propias personas y no es más que una fórmula para ejercer el poder.
  7. La cooperación social es un elemento clave a recuperar, como las tradiciones propias de muchos pueblos de compartir el trabajo –levantar una casa, limpiar unos montes u organizar una siembra. La competitividad, que no es propia de estas cocinas, se reduce al juego de cartas en la taberna. Aunque para las mentes colonizadas de capitalismo nos sea difícil de entender, si miramos al medio rural podremos reaprender que la mejor fórmula para la gestión de los recursos naturales, agua, tierra, montes, etc. es la gestión comunal de los mismos.
Y sumadas estas características, apreciamos cómo durante siglos las comunidades rurales de todos los lugares del mundo, con su propia institucionalidad, han ejercido el control de su propia economía y devenir. Han alcanzado autonomía y libertad. Por esta razón cuando el sistema capitalista ha arremetido contra los pueblos campesinos, el grito enarbolado para recuperar el control colectivo de la agricultura es la defensa de la ‘Soberanía Alimentaria’. ¿No es el déficit de la Soberanía de los pueblos uno de los elementos a recuperar en cualquier economía?
Lo urbano, lo productivo y la globalización han llegado al final de su carrera, dopados como esos ciclistas que también fueron mitos a los que rendimos culto. Por eso, aunque no todas las comunidades campesinas, ni toda la historia y experiencia de su economía es perfecta y admirable, tomarlas como referencia de una nueva economía social y solidaria cobra un sentido indiscutible. El gusto por el buen sabor de recetas comestibles que han pervivido durante muchos miles de años, y sin duda, están pensadas para seguir perdurando.
Los pueblos pequeños tienen futuro
Al acabar una charla donde mejor o peor intenté trasladar los arriba mencionados valores de la economía campesina, un profesor de filosofía levantó la mano para explicarnos que, estando de acuerdo con el análisis, el primer paso era repensar la Política. Sí, con mayúsculas y en su totalidad, pues hasta el tiempo de la Grecia clásica, dijo, tenemos que retroceder para entender que ya allí se menospreciaron a los pequeños núcleos o pueblos. Política, es la administración de la polis, la ciudad.
Desde luego si revisamos el papel de la mayoría de administraciones del Estado español, observamos como sus esfuerzos tienen una forma de pensar y actuar radicalmente opuesta a poner en valor al mundo campesino y rural. Bien por causa de una ceguera descomunal, bien por acabar con vestigios de autonomía, en los últimos años se están sucediendo una combinación de leyes, recortes y proyectos claramente dirigidos a finiquitar la vida en los pequeños pueblos.
Los recortes, la medida estrella para capear esta crisis, inciden directamente en muchos ámbitos del día a día de los pequeños pueblos, llegando a limitar o excluir a su población de algunos Derechos Sociales fundamentales. Los cierres de las escuelas rurales en pequeños municipios son una privación del derecho a la educación; y en muchas ocasiones es el trámite final para la defunción de un pueblo. Los recortes en salud que han cerrado muchos pequeños centros sanitarios comarcales o han eliminado servicios de urgencia, obligan a recorrer algunas distancias que, con el déficit de transporte público también recortado, son la diferencia entre una atención a tiempo o no.
La nueva Ley de Ordenación Territorial diseñada para acabar con los modelos de gobernanza local, como los concejos abiertos, especialmente significados por permitir una gestión del territorio por parte de los propios vecinos y vecinas, es otra medida que disfrazada de ‘búsqueda de eficiencia’, conduce al desmantelamiento del mundo rural. El objetivo indisimulado, como ya se está viendo en muchos lugares, es poner a la venta aquellos bienes comunes que estas pequeñas administraciones gestionaban, como los montes públicos y otros espacios naturales.
Pero también los proyectos presentados como grandes soluciones para salir de la crisis son un ataque a los territorios rurales. El ‘fracking’ o la búsqueda mediante perforaciones y fractura de roca para la obtención de gas, si se lleva adelante, será a costa de tierras agrícolas; las intenciones de extraer uranio en Catalunya u oro y plata en Galicia con minas a cielo abierto arrasarían con el patrimonio natural, cultural y paisajístico, contaminando el entorno y poniendo en riesgo la salud de las personas de sus alrededores, es decir, la población que vive en los pueblos; los planos de todos los nuevos megaproyectos del tipo Eurovegas y otras locuras siempre se trazan sobre territorios aptos para la agricultura o la ganadería; o la instalación de cementerios nucleares son algunos ejemplos.
Si a un paciente enfermo, como nuestros pueblos, con décadas de políticas agrarias al servicio de terratenientes y agroindustria, con altos índices de despoblación y una población muy envejecida, se le acosa con patógenos tan malignos, su futuro es muy complicado. Por eso la propia población de los pueblos en el Estado español se está progresivamente organizando.
Con el lema ‘los pueblos pequeños tienen futuro, diferentes colectivos rurales unen sus voces indignadas ante estos ataques, pero en un ejercicio re-aprehendido de Soberanía, da un paso más y detallan y explican a la sociedad sus propias propuestas para defender y cuidar lo más valioso y sensible de los pueblos: la vida.
Cuatro son las líneas definidas en algunos de los encuentros recientemente organizados, a mi parecer todas ellas en sintonía con su propia cultura campesina. Primera, defender el estilo propio de la organización rural, variadas fórmulas participativas de la propia comunidad, por pequeña que sea; a la vez que apostar por lo comunitario en la forma de hacer y de vivir. Segunda, hacer posible una medicina rural con rostro humano, y aprovechar las competencias que da la ley a los municipios para diseñar una atención integral a la sanidad y a la salud. Tercera, hacer del derecho a la educación una praxis liberadora. Y cuarta, un compromiso desde lo colectivo para procurar no un estado del bienestar sino un estado de solidaridad.
La lucha de los pequeños pueblos por asegurarse un futuro nos advierte que los pequeños pueblos, sus modos de vida y convivencia, sus economías y sus culturas, son el futuro.
EcoPortal.net
Le Monde Diplomatique. Junio 2013.
http://gustavoduch.wordpress.com

sábado, 13 de julio de 2013

Amaranto Rotten Vida OGM Monsanto

12/06/2009 a las 13.35 | - vistas | - reacciones

Amaranto Rotten Vida OGM y Monsanto -


Hay perdonan la traducción......
C planta  está haciendo muy bien convertir los sueños en pesadillas MonsantoL son OGM Monsanto es la respuesta absoluta a la depredación de insectos. Nuestros ecologistas y muchos ciudadanos responsables OGM son una amenaza para el medio ambiente. Una pequeña planta se resiste  donde todos los activistas del mundo se rompen los dientes contra los poderosos OGM loybby. L 'amaranto es una planta bien conocida por nuestros antepasados, desde los Incas consideraron que era una planta sagrada. M juntas para el lobby OGM, sino más bien una planta "sagrada". C ada planta produce alrededor de 12.000 semillas por año , y las hojas contienen vitaminas A, C y minerales. E lle aún más rica en proteínas que la soja, aunque considerado como un campeón en el campo. L son dietistas afirman que la proteína del amaranto es superior al de la leche de vaca. I ls aconsejan el uso de semillas molidas amaranto, mezclada con el trigo para hacer el pan que le dan un delicioso sabor a nuez. M ais volver a los OMG. L una escena de "teatro "se llevó a cabo en los EE.UU., en Macon, Georgia. T n agricultor se dio cuenta en 2004 de que algunas de las plantas de semillero de amaranto fueron resistentes a Roundup generosamente regado sus plantas de soja. L campos son víctimas de esta semilla de amaranto incluido que recibió un gen de resistencia al Roundup. D esde entonces, el fenómeno de s ' se extendió a otros estados:. Carolina del Sur y el Norte de Arkansas y Missouri Tenesse L E 25 de julio de 2005 The Guardian publicó un artículo de Paul Brown, quien reveló que se aprobaron los genes modificados plantas naturales, creando una semilla resistente a los herbicidas.C e es confirmado por expertos CEH (Centro de Ecología e Hidrología), lo que contradice las afirmaciones de pro-GM que siempre decían que la hibridación entre una planta modificada genéticamente enmendada, y una planta natural era imposible. P nuestra genetista británico Brian Johnson, especializado en temas relacionados con la agricultura ", sólo se necesita un éxito cruzar a través de millones de posibilidades. Una vez creada, la nueva planta tiene una enorme ventaja selectiva y se multiplica rápidamente. El potente herbicida que se utiliza aquí, sobre la base de glifosato y de amonio que se ejerce sobre las plantas de enorme presión, que aumenta aún más la velocidad de la adaptación. " La única solución que ha dejado a los agricultores tiraba plantas mano amaranto. S auf esta planta se arraiga profundamente, haciendo de esta solución casi imposible de lograr. D u golpeó, los agricultores abandonaron este desarraigo. 5.000 hectáreas han sido hasta ahora pura y simplemente abandonados y otras 50.000 hectáreas están en peligro. D esde que son más numerosos los agricultores estadounidenses que renunciar a las plantas de uso GM primero porque son cada vez más caros, y el costo de implementación la agricultura como en otros lugares, y por último, porque la eficacia de los OMG es cuestionable a la luz de lo que está sucediendo. P nuestra Alan Rowland, productor y vendedor de semillas de soja en Dudley, Missouri, ya no es necesario semillas de Monsanto, por lo que las semillas transgénicas han simplemente desaparecido del catálogo. P ourtant, es poco lo que representaba el 80% de su catálogo. Me encontraron que los agricultores ahora volver a la agricultura tradicional.

C omo dice Sylvie Simon en un próximo artículo en la revista "su salud." Elamaranto es una especie de boomerang devuelto por la naturaleza Monsanto. "Seneutraliza el depredador , y se establecieron en lugares donde se puedealimentar a la humanidad en tiempos de hambruna . Es compatible con la mayoría de los climas, así como las áreas del monzón seco y las tierras altas tropicales, y no tiene problemas con insectos o enfermedades con lo que nunca necesitará productos químicos " . L son plantas van a tener éxito donde todos los activistas contra los OGM mundo no han logrado hasta el momento? Véase también :







http://www.planete-attitude.fr/profiles/blogs/mieux-que-les-faucheurs

http://www.femininbio.com/cuisine-bio/zoom-ingredients/l-amarante-sacrement-savoureuse.html 

miércoles, 10 de julio de 2013

Manual de Agroecología


La Fertilidad de la Tierra. Junio 2013. Sembrando Tempestades. Gustavo Duch
 
Cuando tenga decidido ponerse a cultivar, el primer año se recomienda sentarse dos veces al día frente a la tierra escogida. Observe atentamente como los rayos del Sol inciden en las primeras y en las últimas horas. Anote donde los pájaros gustan de picotear y si algunos anidan cerca. Sienta los olores que desprende la tierra en primavera y los compara con las fragancias del invierno. Un año completo para creer en la tierra y su infalibilidad. Un año para sentirse a gusto con ella y entenderla; nada más.
El segundo año, o quizás un poco más, será fundamental y Usted demostrará generosidad para con la tierra. Sin pedirle nada de nada es el momento de abonarla con la mejor materia orgánica disponible, bien compostada, al dente. A diferencia de los fertilizantes químicos que microasesinan la vida que la tierra guarda, los abonos naturales son inversiones que no agotan ni se agotan. Tenga en cuenta, además, que numerosas experiencias han demostrado científicamente que disfrutar en este proceso mejora significativamente los resultados.
CertifDurante todo este tiempo es probable que muchas personas -y algunas con gran experiencia- al pasar por su futuro huerto se rían de sus métodos y le digan que está perdiendo rentabilidad. Se recomienda entonces abrir largos diálogos con ellas para compartir su proyecto, en el que las ganancias serán alimentos sanos, salud para la Naturaleza y activación de las economías y los afectos locales. No es fácil pero de nuevo, nos consta, que siempre es posible.
Finalmente llega el momento de iniciar los cultivos que siempre atenderán a las necesidades de su hogar y de la población local. No es el momento de tener grandes expectativas, sino cuidado y paciencia, porque como cualquier otro embarazo, ella –la tierra- todavía necesita más que usted. Agua, Sol y su presencia confiada y atenta son los nutrientes requeridos en esta fase de gestación.
Es más tarde cuando, en un momento impredecible, la tierra se revuelve, toma fuerza y, sin que se sepa cómo se inicia un intercambio solidario entre ella, la tierra/Tierra, y nosotros, sus semejantes.
Así lo explica Vicent Bordera, hacedor de muchas huertas y muchos más hortelanos y hortelanas. «Hay que aprender a respetar antes que a exigir. Lo demás, viene todo rodado. No temas, tendrás producción y será sana. No será exuberante, pero asombrosamente constante. Superará los inconvenientes climáticos; plagas y enfermedades serán problemas ocasionales de los que te podrás desprender con facilidad. Y sobre todo tú, tú te sentirás una persona con más vida»
—-Olvidarnos de cómo cavar la tierra y cuidar el suelo es olvidarnos de nosotros mismos. Mahatma Ghandi—–

viernes, 5 de julio de 2013

Escuela Campesina de Agroecología: una educación que transforma saberes


EDUCACIÓN | PUBLICADA EL 01 DE JULIO 2013, 20:53
El proyecto "Educar para transformar, transformar para educar" tiene como objetivo general asegurar el pleno ejercicio del derecho de las personas a la educación, en territorios campesinos indígenas, como principio fundamental para formación de sujetos activos de cambio y transformación social"
Escuela Campesina de Agroecología: una educación que transforma saberes
En el marco de la Educación de Gestión Social iniciado en el año 2009 y bajo la coordinación de la Unión de los Trabajadores Sin Tierra, la Escuela Campesina de Agroecología trata de hacerle frente a un gran déficit por el cual atraviesa la comunidad: el derecho básico a la educación para todos y todas. A ésto hay que sumarle que más del 90% de las "escuelas rurales dispersas" se ubican en el centro y sur provincial.

En ese contexto, es importante considerar que muchas de las escuelas consignadas como "rurales dispersas" funcionan como aglomeradas, debido a que la población que asiste a la institución reside en torno a la misma. Esto se debe a que es casi imposible el acceso, salvo en aquellos casos en que el Estado provee un servicio de transporte. Otro factor que incide en la deserción escolar es que la propuesta pedagógica muchas veces no se adapta a las necesidades de los habitantes rurales, quienes se encuentran dispersos y realizan actividades agrícolas diversas.

Desde la Escuela Campesina Agroecológica se afirma que a lo largo de estos años la historia nos ha demostrado que el modelo agropecuario impuesto a partir de la "revolución verde" trajo consigo una serie de consecuencias negativas en paralelo con el avance tecnológico: exclusión de los trabajadores, migraciones del campo a la ciudad, contaminación del agua, alimentos transgénicos, prácticas nocivas para la salud como así también para la naturaleza. De ésta manera, vivimos cotidianamente los resultados de esta imposición a partir de la industrialización de la agricultura, los bienes naturales desgastados y degradados, suelos erosionados, agua contaminada, desvalorización de los conocimientos populares y ancestrales e intoxicaciones por la aplicación de agro-tóxicos.

En éste sentido, la organización campesina concibe que la agricultura debe garantizar la soberanía alimentaria, es decir la producción de alimentos en armonía con la naturaleza, la conservación y multiplicación de semillas, la autonomía y disminución hacia paquetes de tecnología que se imponen, la contribución a disminuir el calentamiento global, en definitiva, la producción comercialización de alimentos sanos para el pueblo.

En cuanto al funcionamiento de la escuela, se plantea una formación de educadores y educadoras especializadas en agroecología para que contribuyan a la construcción de un nuevo paradigma en el sector campesino basado en la soberanía alimentaria. De ésta manera, los y las estudiantes (que son de toda la provincia) concurren a ella una semana por mes. Esta modalidad se denomina de alternancia, donde los y las estudiantes cursan una semana al mes con herramientas de diagnóstico basadas en métodos de Investigación- Acción e Investigación participativa, y las otras tres semanas trabajan y vinculan sus saberes con su comunidad a partir de talleres de reflexión.

En este contexto, el pasado 28 de Junio se realizó en la Escuela Campesina Agroecológica una jornada de reflexión que servirá como insumo para la sistematización de los 3 años del itinerario pedagógico. Esta actividad se enmarca en el objetivo específico que tiene que ver con la elaboración de materiales y documentos que contribuyan al análisis del modelo educativo y agropecuario de la provincia.
Contacto: inclusion@uncu.edu.ar