domingo, 6 de noviembre de 2011

AGRICULTURA ORGÁNICA PARA UNA VIDA SUSTENTABLE, EN LA ESCUELA



En la Escuela Segunda Unidad Manuel Mendía Moret del barrio Guardarraya en el Municipio de Patillas, el Sr. Héctor Bonilla, agrónomo y maestro de Agricultura, dirige el programa de educación ambiental “Agricultura Orgánica y Vida Sustentable”, en el que participan unos 60 estudiantes entre las edades de 8 a 14 años. El programa busca servir como plataforma educativa a estudiantes de escuela elemental, intermedia y de educación especial, sobre la práctica del reciclaje, mediante la realización de composta elaborada con todo tipo de material orgánico. También pretende crear conciencia ambiental sobre la importancia del reciclaje de papel, cartón y plástico.



La educación ambiental es considerada como el proceso que le permite al individuo comprender la relación de su interdependencia con el entorno. Se trata de un proceso educativo que debe partir del conocimiento reflexivo y crítico para que el individuo entienda su realidad social, política, económica y cultural, y pueda generar en él y en su comunidad las actitudes de valoración y respeto por el ambiente dirigidas a un desarrollo sostenible.


“El proyecto Agricultura Orgánica y Vida Sustentable consiste en hacer composta (abono natural) con materiales orgánicos reciclados para sustituir el uso de abonos químicos en los cultivos y mantener la calidad del suelo. Eso es lo que llamamos agricultura orgánica y sustentable, que es mantener la tierra saludable”, explicó Bonilla. Desde el proyecto, los estudiantes tienen la tarea de reciclar en la escuela y en sus hogares los materiales orgánicos como desechos de árbol, hojas o grama, para hacer la composta. También coordinan con las empleadas del comedor escolar para aprovechar los residuos de los alimentos que se pueden incorporar en la elaboración de composta.


Durante el curso, han organizado una publicación anual, que circulan a través del internet, y que han llamado Periódico “Madre Tierra”. En el periódico, exponen temas ambientales y de agricultura, hacen entrevistas, presentan sus estudios de investigación y las actividades recreativas que celebran en la escuela. De esa manera, promueven sus proyectos y transmiten el mensaje.

El objetivo principal del curso es motivar el conocimiento por la agricultura y la apreciación por el medioambiente, preparando a los estudiantes en técnicas agrícolas con el propósito de que desarrollen sus propios cultivos. A su vez, aplican lo aprendido en sus casas, junto a su familia. Siembran melones y lechuga, plátano, guineo, tomate, batata, ñame, ajíes, china, habas, habichuela y gandules, también aguacate, maíz y flores, como lo confirmaron Alondra, Esmeralda y Bryan, estudiantes de la escuela. Los estudiantes de sexto grado Adán Osvaldo, Odlaniel, Luis Amil y Edrick comentaron de su experiencia con las herramientas; mencionaron haber usado la pala, pico, el rastrillo y el arado, el sistema de riego y el uso del tractor.


Cuando hay cosecha abundante en la finca de la escuela, ya sea con los tomates, el maíz o los melones, estos productos se reparten entre los estudiantes.Luis Francisco Baerga


También lo que recogen lo venden a los maestros, padres y empleadas del comedor, quienes deben hacer su pedido con tiempo para separar su colecta. Del resultado de cada cosecha y de los productos que se venden en la misma escuela obtienen el dinero para comprar la gasolina de las podadoras y del tractor que usan para dar mantenimiento al terreno.

El rol del educador ambiental es promover las actitudes que ayudan a construir una generación sensibilizada por la riqueza del medioambiente, para que el individuo logre el sentido de pertenencia hacia su entorno inmediato y así estimular una conciencia colectiva. Es sumamente importante que organice sus actividades escolares de manera dinámica y en común acuerdo con sus alumnos y el personal docente. La inmersión en estas actividades debe permitir que ellos conozcan, manejen y practiquen tanto sus derechos como sus deberes y las obligaciones que poseen con la comunidad y consigo, menciona el maestro.


Según explicó Bonilla, los estudiantes se comprometen a mostrar el proyecto a otros estudiantes y difundir el objetivo del mismo, que es promover el reciclaje y con la obtención de composta para el desarrollo de los cultivos y los huertos caseros. “La otra parte del proyecto es crear un grupo que se va a dedicar a enseñar a los demás estudiantes, para lograr que participen y que todos vayan en una misma dirección. Ellos deben educarlos sobre el proyecto para tener su cooperación y poner en función el programa de reciclaje”, abundó.

Para llevar a cabo estos proyectos, el factor económico siempre es determinante. Y para incentivar el desarrollo de la iniciativa, el proyecto de la Escuela Manuel Mendía Moret coordinado por Bonilla recién recibió un donativo de parte del Programa para la Conservación y el Medio Ambiente de Ford Motor Company. Este programa de donativos ambientales, realizado por la Empresa Ford en Puerto Rico durante los pasados 10 años, se creó para ayudar a individuos y organizaciones sin fines de lucro que donan su tiempo y esfuerzo para preservar el bienestar ambiental de sus comunidades. La propuesta de esta escuela fue premiada junto a otros proyectos similares en la isla.


“Recibimos un donativo de $3,600 de la beca Ford. Con el dinero del premio estaremos habilitando un área para el vivero y las cajas de producción de composta a gran escala. También tenemos un terreno de la finca propiedad de la escuela que lo habilitaremos en 5 espacios de cultivo, para que cada grupo pueda crear su propio huerto de hortalizas”, agregó Bonilla. Y es que los estudiantes se han beneficiado de los primeros cultivos, los que van rotando de acuerdo a la selección del fruto a cosechar, tomando en cuenta la temporada y la semilla disponible. Y aunque algunos de los huertos están en proceso, pues las pasadas lluvias habían arruinado los anteriores, los estudiantes realizaron su primer huerto de composta en agosto, y ya lo sembraron con semilla de recao (culantro) y esperan cosechar pronto para la elaboración de sofrito.





Foto por Luis Francisco Baerga


En otra de las fincas se observa un cultivo de una habichuela llamada Silgá, un tipo de habichuela pinta. “Esta habichuela es de aquí, me la regaló un agricultor del pueblo, es una semilla orgánica. Siempre trato de utilizar las semillas orgánicas en lugar de las modificadas (o transgénicas) para mantener esa calidad en la semilla y que del fruto se pueda usar la semilla… aunque a veces es difícil conseguir semilla natural, como la del tomate por ejemplo; esa la tengo que comprar”, expresó Bonilla.


Luego de cada cosecha, el maestro reparte entre los estudiantes las distintas semillas que están listas para sembrar para que éstos las lleven a sus hogares y desarrollen sus propios huertos.


Nota del corresponsal: De paso aproveché y me llevé una buena selección de semillas; incluí maíz, lechuga, cilantro y semillas de unas habichuelitas blancas del país, que le llaman Cuarentena, y que en la calle son tan cotizadas como el oro.



jueves, 3 de noviembre de 2011

¿NUEVAS DESILUSIONES PARA LOS ILUSOS?



En unos días, exactamente el 27 de noviembre, comenzará en la ciudad de Durban, Sudáfrica, la 17 Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático - COP17. Para quienes no saben de qué se trata esto, es una conferencia anual que desde 1995 organiza la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
El objetivo final de las COP es la reducción mundial de las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes según la comunidad científica internacional, del Calentamiento Global.

En estas cumbres anuales se reúnen expertos en medio ambiente, ministros o jefes de estado y organizaciones no gubernamentales de los países miembros de la CMNUCC.
Visto desde una lógica racional, debería ser algo bastante simple ponerse de acuerdo en reducir todos los países, en la parte que les corresponda, sus emisiones. Sobre todo teniendo en cuenta que posiblemente de eso dependa el futuro de la humanidad y de la mayoría de las especies que habitamos la Tierra.

Sin embargo, así como el fumador compulsivo, el alcohólico o el adicto a cualquier droga, no puede dejar de consumirla, incluso a sabiendas de que de ello depende su vida, a nivel global se plantea el mismo problema. Quienes deben tomar las decisiones son adictos al poder y al dinero, y reducir las emisiones podría provocar que tengan un poco menos de ambos.
Entonces aquí estamos, todos los habitantes de este aun hermoso planeta, siendo rehenes de un grupo de adictos, dueños de fortunas que no podrían gastar sus próximas 100 generaciones ni derrochando, cuyo único perjuicio sería tener un poco menos del dinero que no pueden ni contar.

Y así pasan las COP, una tras otra, desilusionando a los ilusos y lamentablemente dándonos la razón a quienes tenemos la creencia de que muy difícilmente pueda partir de allí un acuerdo que resulte suficiente para detener este flagelo que acosa la supervivencia misma del ser humano.
Por supuesto que no podemos estar en contra de los avances que se realizan en las COP en cuanto a la reducción de emisiones, aunque lamentablemente muchas veces encubren dobles intenciones como lo son los bonos de carbono, una variante más de la mercantilización de la naturaleza para quienes todo lo miden en dinero.

Sin embargo confiamos en que habrá una solución, mantenemos la esperanza y trabajamos activa e incansablemente para conseguirla. Pero esa solución sólo puede partir de lo mas profundo de nuestro Ser. De un cambio en la conciencia global que modifique la forma en la que nos relacionamos con la naturaleza. Sin ese salto de conciencia, ninguna convención podrá evitar el poco promisorio futuro que enfrenta la humanidad.

Nos reencontramos la próxima semana, con una nueva entrega de esta publicación.

martes, 1 de noviembre de 2011

TLC Y LA DESTRUCCIÓN DEL AGRO EN COLOMBIA. ESPERANZAS Y DESESPERANZAS



Ver cómo la tierra, el territorio, la producción agropecuaria y el sector rural toman las primeras planas y suscitan un debate nacional es verdaderamente motivo de esperanza.
El Informe Nacional deDesarrollo Humano 2011 Colombia Rural, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD, ha significado una contribución de calidad para acercar a los colombianos al conocimiento de la realidad del campo colombiano y a la importancia que ella tiene para la vida de las ciudades y de cada uno de los colombianos.
El Congreso Nacional deTierras y Territorios realizado en Cali, con la participación de por lo menos 8 mil personas y los amplios debates realizados durante su transcurso, demostraron la vitalidad que tiene en la base de la sociedad la lucha por resolver las cuestiones del territorio.
Los TLC
En contraste, entró en vigencia el TLC con Estados Unidos, que cayó sobre las comunidades agropecuarias y sobre el sector agropecuario como un derrumbe de hielo y no solamente como una “ducha fría”, al decir del ministro de Agricultura cuando declaró lo que bien se sabe, que “no estamos preparados para el TLC”.[1] Las importaciones vía TLC con Estados Unidos perjudicarán seriamente a arroceros, lecheros, avicultores y productores de maíz y otros granos.
Los efectos se presentarán “en los principales cultivos transitorios desarrollados en el país, tales como cereales (arroz, maíz amarillo, maíz blanco, sorgo y trigo), leguminosas (frijol y arveja) y algunas hortalizas (tomate, cebolla y zanahoria), así como en algunas actividades pecuarias como las carnes de pollo y de cerdo. En estas circunstancias, es previsible esperar que la reducción en los precios internos tenga como consecuencia una disminución en el área sembrada y en la producción nacional de estos bienes… con el consecuente aumento del grado de dependencia alimentaria del país”.[2] El mercado del fríjol y el maíz amarillo, productos claves para el campesinado, se vería fuertemente afectado.[3]
Con el TLC, los campesinos, en promedio, perderán el 10,5% de sus ingresos; el sector más afectado, el 28% de los campesinos, perdería entre el 31% y el 45% de sus ingresos.[4] El azúcar, que conseguiría un impacto comercial positivo[5], no es un producto campesino y está controlado por unas pocas grandes empresas.
Pero el impacto del TLC no es solamente comercial. En realidad, como lo ha dicho recientemente el Consejo Regional Indígena del Cauca, se trata de una nueva
Constitución que negó laparticipación del constituyente primario.[6]
Los litigios con los inversionistas extranjeros ya no deberán ser resueltos en los tribunales nacionales de acuerdo con la ley y Constitución de Colombia (ni con las de Estados Unidos), sino que podrán ser resueltos por árbitros privados extranjeros “de acuerdo con las costumbres del comercio internacional”. Nada peor que eso. ¿Dónde quedan ahí los derechos de los pueblos indígenas y los afrocolombianos?
Las transnacionales podrán patentar seres vivos y apropiarse por esa vía de la biodiversidad del país. Los regímenes de patentes impuestos someterán las semillas, los insumos y los medicamentos.
Todos los servicios públicos quedarán liberados al lucro de los inversionistas extranjeros: agua, salud, educación, asistencia agropecuaria, comunicaciones, transporte, abastecimiento de alimentos. Ni la nación ni las entidades territoriales podrán establecer, como existe en otros países del continente, un régimen especial de abastecimiento de productos campesinos.
Las concesiones mineras servidas a granel, así como otros contratos y medidas lesivas que benefician a las transnacionales no se podrán modificar sin indemnizar a los inversionistas en la cantidad que hubieran ganado si no se modificaran.
Esa seguridad jurídica se amplía para beneficiar a los inversionistas si las leyes son modificadas en su contra. Es una catástrofe del régimen constitucional y democrático. Cuando cierta autoridad tuvo que responder cuáles gobiernos democráticos había instaurado primero ese régimen de “seguridad jurídica”, tuvo que contestar que el gobierno de Pinochet en Chile y el rey de Arabia Saudita.
Por otra parte, hay que añadir que otros TLC con Canadá y Suiza ya entraron en vigencia y hace fila el TLC con la Unión Europea, cuyo impacto negativo sobre el sector agropecuario, sería para granos y otros productos agrícola, alimentos primarios y pesca primaria,[7] y cuya aplicación lesionará a más de 400 mil familias productoras de leche[8] y la repercusión sobre el empleo se haría sentir.
El agro colombiano va a ser un gran perdedor con los TLC. Puede compararse el estancamiento del sector agropecuario de México que tiene TLC con el dinamismo del sector en el Mercosur que no tiene TLC, para darse cuenta del panorama triste que espera al sector agropecuario colombiano, ya estancado por las importaciones, la destrucción de las instituciones estatales del sector y el alto costo de la tierra.
En México, debido al TLC, Estados Unidos captó una mayor porción del mercado, sobre todo en cereales, oleaginosas, productos cárnicos, carnes preparadas, frutas y hortalizas y arroz y afianzó su posición predominante en maíz y sorgo. En particular, el maíz, junto con el fríjol, son los perdedores netos de la negociación del TLC. Aunque las importaciones estadounidenses de hortalizas mexicanas también crecieron, las de otros países como Canadá, Holanda y España tuvieron un dinamismo mayor, de modo que la participación relativa de México en las importaciones estadounidenses decreció.[9]
El estancamiento agropecuario en México ha causado la pérdida de por lo menos un millón trescientos mil empleos, el descenso del salario real rural y el aumento de la emigración hacia Estados Unidos, donde una multitud de mexicanos se ve obligada a soportar la condición de “ilegales”.
El TLC aumentará las ya grandes dificultades del sector agropecuario colombiano y le impondrá nuevas normas supraconstitucionales que obstaculizarán el ejercicio de los derechos colectivos de campesinos, afros e indígenas.
La legislación del despojo
Otro factor negativo empaña la esperanza: abren el Informe de Desarrollo Humano, el Congreso de Tierras y además las declaraciones y medidas del gobierno buscando retornar la tierra a los despojados y desenredar las irregularidades que articularon despojos jurídicos con despojos violentos. Se trata de la insistencia en mantener y multiplicar normas que permiten despojar a los campesinos, afros e indígenas.
Hay un contencioso desde finales del siglo XIX. La lucha campesina e indígena enfrentó múltiples escrituras fabricadas por notarios venales y que servían para despojar a los campesinos poseedores, a los resguardos indígenas coloniales y a los territorios indígenas aun reconocidos. Desde entonces la lucha contra el despojo se orientó hacia el reconocimiento único de las escrituras otorgadas por el estado y el desconocimiento de las fabricadas en las notarías o en cualquier otro lugar.
La Corte Suprema de Justicia dictaminó dos sentencias memorables al respecto: la primera el 15 de abril de 1926 con ponencia del magistrado Luis Felipe Rosales y con el voto favorable de sus compañeros de sala, los magistrados Julio Luzardo Fortoul y Francisco Tafur y la segunda el 26 de mayo de 1934 con ponencia del magistrado Enrique Becerra, según las cuales y en virtud de los dispuesto por el artículo 44 del Código Fiscal, ley 110 de 1912, se presume baldío bajo el dominio de la nación todo predio del cual un particular no demuestre dominio mediante un título originario del Estado.
Si el terreno se presume baldío, el campesino que lo posee no puede ser lanzado por un presunto propietario que solamente exhiba escrituras fabricadas en una notaría. Por otra parte, quienes detentan títulos originarios del Estado, como los colonos a los cuales el Estado ha adjudicado en propiedad un baldío, o actualmente los resguardos indígenas y territorios colectivos de comunidades negras constituidos o ampliados por el Incora o Incoder, pueden estar seguros de que su derecho no se verá burlado por quien alegue una escritura fabricada antes de la constitución de la propiedad colectiva. De manera que los derechos de la nación protegen a la vez al colono campesino, al indígena y al afrocolombiano.
Si bien los artículos 2 y 3 de la ley 200 de 1936 mediatizaron las importantes sentencias de la Corte Suprema, mantuvieron la presunción de ser baldío un terreno no poseído y fijaron el 19 de febrero de 1917 la fecha límite para el debido registro de títulos no originarios del Estado que pudieran ser prueba de propiedad en cualquier caso y no sólo cuando se tratara de saber si un predio es o no baldío. La ley 160 de 1994 no derogó expresamente estas normas y como lo afirmó el Consejo de Estado en auto del 28 de junio de 1996 la supuesta derogatoria es “discutible por lo demás”.
La ley 1152 de 2007, en cambio y teniendo en cuenta toda la jurisprudencia y la realidad social, operó, mientras estuvo vigente, un cambio totalmente regresivo en cuanto al establecimiento de la propiedad, de manera que no solamente derogó lo dispuesto en la ley 200 de 1936, sino golpeó lo dispuesto en el Código Fiscal de 1912 y lo interpretado por la Corte Suprema al respecto. Esto concordaba con la reducción del término de prescripción, dispuesta en la ley 791 de 2002 y fue completado con la legalización de la falsa tradición por la ley 1182 de 2008. Resulta terrible que se quiera reparar esta máquina de despojo, en vez de desbaratarla y se validen ahora las escrituras fabricadas hasta 2001 o 2002
LA UAF
Por otra parte, resulta también perjudicial, tanto para la economía campesina como para el país, que en vez de que se trate de fomentar la utilización de las tierras aptas para la agricultura que están siendo desperdiciadas por grandes propietarios, se insista en entregar a los empresarios las tierras que están siendo cultivadas por los campesinos beneficiarios del Incoder o colonos que recibieron sus títulos de propiedad.
El Plan Nacional de Desarrollo ha “flexibilizado” la Unidad Agrícola Familiar” UAF, que protege la acción del estado para redistribuir la propiedad de la tierra y evitar su concentración. Es un concepto que se aplica sólo a los beneficiarios de reforma agraria, de subsidios del Incoder para comprar tierra y a los colonos que han conseguido un título de propiedad trabajando la tierra. Se trata de que sus tierras no sean transferidas a grandes propietarios ni objeto de procesos de concentración de la propiedad, sino que sirvan para democratizar la propiedad, para lo cual el estado hace una inversión o adjudica sus baldíos.
No es cierto que “la Unidad Agrícola Familiar pues, como está hoy en día, impide que los propietarios que tienen menos de una unidad puedan asociarse para desarrollar proyectos productivos.” Esta afirmación no solamente carece de sustento, sino que en realidad es al contrario. La ley vigente no solamente permite asociar a los beneficiarios de Unidades Agrícolas Familiares UAF en cooperativas o en empresas comunitarias, sino que ordena dar un subsidio adicional a quienes decidan integrar cooperativas. Es mas, las cooperativas campesinas y empresas comunitarias pueden recibir o titular directamente tierra, en proporción al número de familias que las integren.
Si el gobierno fomentara aplicando estas normas las cooperativas campesinas y empresas comunitarias allí donde la asociación es conveniente o necesaria haría una gran cosa.
La razón para que el artículo72 de la ley 1450 del Plan Nacional de Desarrollo, “flexibilizara” las Unidades Agrícolas Familiares UAF, es concentrar la tierra para “proyectos especiales agropecuarios y forestales”, que desde luego estarían encabezados por personas o empresas diferentes a los campesinos, pues si fueran campesinos no tendrían que deshacerse de la UAF, sino que simplemente integrarían empresas comunitarias o cooperativas, caso en el cual tendrían derecho a un subsidio adicional, según la ley 160 de 1994.
Por otra parte, comunidades campesinas han considerado que deben prevenir el despojo y asegurar su territorialidad en las reservas campesinas. La ley lo permite desde 1994, pero desafortunadamente se ha insistido en relegar esa figura a las zonas de colonización o donde predominan los baldíos, con lo cual se mantiene al campesino fuera de la frontera agrícola, o relegarla aquellas zonas donde hay graves problemas de orden público, con lo cual se crea confusión y se generan señalamientos. Lejos de verlas como una solución marginal y mucho menos como un “ghetto”, ya es hora de ver las reservas campesinas como alternativa campesina, dentro de la frontera agrícola, en zonas donde el campesinado pueda tener autonomía en su gestión y una defensa cierta frente a eventuales despojos.
Concentración de la propiedad, alta renta y desperdicio de la tierra
La alta y creciente concentración de la propiedad de la tierra, el desperdicio de las tierras agrícolas en las grandes propiedades, el despojo de los campesinos, afros e indígenas, la especialmente difícil situación de las mujeres rurales y la extrema debilidad de la institucionalidad agropecuaria están claramente delineadas en el Informe de Desarrollo Humano del PNUD. Hay también propuestas de solución que Absalón Machado resume como “reforma rural transformadora”.
El desperdicio de más de 17 millones de hectáreas aptas para la agricultura está directamente correlacionado con la alta concentración de la propiedad de la tierra y los altos precios de la tierra en Colombia, comparados con los de los países latinoamericanos y con los del mundo. La agricultura colombiana está entre la espada de las importaciones crecientes y la pared de la alta renta de la tierra.
Conseguir una adecuada utilización del suelo rural depende de reducir los precios y la renta de la tierra. Entre las medidas propuestas por el informe de desarrollo humano está la instauración de unas tarifas de impuesto predial que fomenten el adecuado uso productivo de la tierra y castiguen su desperdicio y uso especulativo. Pero las tarifas aprobadas en e Plan de Desarrollo no apuntan a eso, pues no diferencian entre la mediana y la gran propiedad y la extremadamente grande, ni tampoco diferencian entre el precio del suelo y el de las mejoras.
Pero además, el altísimo nivel de concentración de propiedad de la tierra en Colombia no se cura con simples tarifas de impuesto predial, requiere medidas de reforma agraria. Las propuestas oficiales hasta ahora no pasan este sentido de continuar con el fracasado plan de mercado subsidiado de tierras, un miniprograma que no alcanza a ser una gota en medio del mar de la acelerada concentración de la propiedad.
Si un Consejo de Tierras que regule el uso del suelo decide, que es apto para la minería, inmediatamente la rentabilidad actual de las empresas mineras determinará su explotación. Pero si decide que se trata de un suelo agrícola, lo más probable es que tal decisión no tenga ningún efecto, porque el precio de la tierra o el costo de arrendarla no permiten rentabilidad alguna y el suelo agrícola seguirá desperdiciado y la tierra cara.
Reducir la renta de la tierra en Colombia es imposible sin una concepción de reforma agraria que permita realmente redistribuir la propiedad y poner en manos de los campesinos tierras de buena calidad agrícola, que están siendo desperdiciadas. Con meros subsidios para adquirir tierra no se revierte su concentración, puesto que la tierra agrícola sigue cara, lejos del alcance del campesino. Si no es con reforma agraria, la mayoría del suelo agrícola de Colombia no será aprovechado y en cambio continuará la especulación con las tierras arrebatadas al campesinado, ahora puestas en el mercado financiero mundial.
El qué hacer
Si el Congreso de Tierras demostró la disposición de muchas comunidades a continuar la lucha por su tierra y su territorio y el Informe de Desarrollo Humano presentó a la sociedad una investigación seria y calificada, hace falta:
1 Tomar conciencia de la necesidad de concretar institucionalmente la defensa de la tierra y el territorio. Si algunos pueblos indígenas pueden hoy legislar desde el territorio es porque su movilización por muchos años ha estado orientada también a construir una institucionalidad que reconozca sus derechos fundamentales, primero con la ley 89 de 1890, llena de inconsecuencias pero que sirvió durante años para defender mínimos derechos y finalmente con las normas sobre derechos indígenas de la Constitución de 1991, el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de Naciones Unidas sobre Derechos de los Pueblos Indígenas. Cada norma que se aprueba o se deroga es un instrumento para defender o para atacar los derechos colectivos, más cuando el capital financiero y las transnacionales anda detrás de cada riqueza de los territorios, desde las minas de oro y el petróleo hasta la biodiversidad y los bonos de carbono y utiliza toda clase de “avionadas” para apoderarse de ellos.[10] Más cuando se quiere a toda costa validar escrituras fabricadas para concretar despojos jurídicos.
2 Parar la violencia que se ensaña contra las comunidades rurales y que es el obstáculo más grande para que su resistencia civil crezca. Mientras esa violencia no cese, los campesinos, afro e indígenas verán cada vez más afectados sus más elementales derechos y se seguirán sufriendo la pérdida de sus dirigentes más queridos.
3 Revertir los TLC: si anteriormente la lucha contra la aprobación del TLC con Estados Unidos fue central para los movimientos sociales de Colombia, ahora es igualmente decisivo trabajar por echarlo atrás. Viene una lucha difícil para que Colombia denuncie y deshaga ese tratado y los otros TLC vigentes y para que no apruebe otros. Sabiamente el constituyente Lorenzo Muelas decía en 1991 que aprobar los derechos de la entonces nueva constitución era como arar la tierra, pero que tocaba cuidar lo sembrado para luego cosechar. Podemos aprender de los chilenos que a pesar de los terribles efectos de la dictadura de Pinochet, ahora se levantan de nuevo y exigen echar atrás el régimen económico que la dictadura impuso. Luchar contra los TLC es preparar la cosecha para las generaciones del futuro.

PENSAMIENTO DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS DEL CHOCO SOBRE EL DESARROLLO


 




En esta parte se recogen las discusiones y análisis de los líderes indí­genas sobre el desarrollo y su concepción.

Para nosotros el desarrollo es bienestar y este se construye hacia el futu­ro, a partir del pasado. Pensando y actualizando lo enseñado y vivido por nuestros antepasados, es que se puede hacer una clara proyección y mantener viva la unión entre lo material y lo espiritual, que en ausencia de límites reales da un sentido de relación con la naturaleza, y ella nos permite la socialización que tenemos. Es precisamente esta relación la que además ha permitido la conservación de la biodiversidad y así mismo que nos mantengamos culturalmente vivos.

Hablar de desarrollo para los pueblos indígenas es hacer menciona la vida de la cultura y su relación con la naturaleza, a través de los poderes vivos en todos y cada uno de los elementos que configuran la selva y los cuales son manejados por el médico tradicional, quien es el jaibana máxima au­toridad espiritual y que reafirma su papel definitivo en el manejo, control y preservación del ambiente, pues son quienes median la relación con las diversas madres que conforman ecosistemas de socialización (madre de los peces, madre selva, etc.).

Estas madres nos cuidan en la medida que velan por nuestro bienestar en la alimentación y salud, a la vez que nos enseñan los principios para cuidar estos espacios, con los cuales hemos formado sistemas de pro­ducción adecuados para un permanente equilibrio espiritual y material, recreado con prácticas tradicionales adaptadas cuidadosamente por la observación y la experimentación ancestral.

Hablar de desarrollo es para nosotros mencionar la forma simbólica e histórica de pertenencia a un territorio de manera integral, junto con tos espíritus invisibles que manejan nuestro mundo en el contexto de la naturaleza.

Estas concepciones y relaciones representan un punto de convergencia entre nuestras diferentes étnias Embera (Dovidá. Eyábida. Chamí), Woun-nan y Tule, en donde además de reconocer las diferencias sociales, culturales y políticas, se respeta el desarrollo cultural propio en el marco de la cosmovisión de cada uno de los pueblos indígenas de este departa­mento, los cuales basados en la unidad y el sentido de solidaridad prefi­guran su futuro.

El acontecimiento de encuentro entre nuestras etnias es el sentido de la vida diferente a la de los no indígenas, que está fundamentado por nues­tros orígenes; pensamiento ancestral y cosmovisión, legados de nuestros antepasados, donde se anidan y actualizan los criterios que orientan la proyección histórica de nuestros pueblos. Es allí donde se configuran además nuestros sistemas económicos, políticos, administrativos, religio­sos, la organización social, los procesos forma ti vos, la justicia, es decir nuestro sistema cultural y por ende la identidad y el sentido de liderazgo.

Estamos seguros de que si se mantienen con vida los espíritus que con­forman nuestros mundos, el territorio y todo lo que sostiene la naturaleza, brinda permanencia a nuestros procesos de socialización, a la lengua materna que dinamiza nuestra simbología y significación, a la alimentaria, a la salud cuya base primordial es el médico tradicional y j equilibrio de los ecosistemas que garantiza la prevención de enfermedades, a la conservación y uso adecuado del bosque, donde existen nuestros lugares sagrados con su connotación religiosa y filosófica. La productividad de nuestros trabajos, los acontecimientos cotidianos forjado por los mitos y ritos que impregnan la vida da sentido profundo desde valores de solidaridad, unidad y respeto. Todo esto que representa la tranquilidad de nuestras comunidades, entonces eso es el desarrollo porque es eso lo que nos da bienestar.

Para nosotros el desarrollo es ombligar nuestras culturas con sentido crítico y sabiduría milenaria para reciclar como el mar, todo los elemente negativos que tengan nuestras culturas y se puedan transformar en árbol es de vida que reforesten nuestra existencia, ayudando con ello a solu­cionar la erosión que tengamos y fortalecer la capacidad de resistir las adversidades de las épocas que se vayan presentando, para poder de­fender la identidad.

Desarrollo es la jovenciada permanente de la cultura, con el ritmo de la relación de pareja con la naturaleza, proyectando el futuro desde el ori­gen, siguiendo la preparación y los procesos necesarios, labrando paso aj paso los medios, observando y esperando los tiempos adecuados para cazar las utopías y recreando el sentido de unión desde el trabajo, la i familia y la comunidad.

Desarrollo es inaugurar un tambo donde preparamos todas las condicio­nes materiales y espirituales para festejar día a día la reafirmación de la familia, que es la forma básica de comunidad en la cual los niños, los jóvenes, los ancianos y en general hombres y mujeres hacen mingas (trabajos comunitarios) donde todos son igualmente importantes e impres­cindibles para cultivar la convivencia, cuyo fruto es el bienestar

Desarrollo es la posibilidad de vida que brinda el territorio donde tejemos nuestras culturas, en una relación de respeto tanto con la naturaleza como con fas otras culturas. Este territorio es la "escuela" donde aprendemos a labrar una existencia propia y social, donde no hay salones que clasifi­quen nuestras capacidades, ni paredes que limiten la observación de todo aquello que han aprendido nuestros pueblos milenariamente, lo cual ha sido definitivo para mantener vivas nuestras identidades.

Este territorio es la "escuela" donde el maestro no es uno, ni se pone más alto para atiborrar nuestras cabezas con lo que sabe para que después tengamos que repetir de memoria, como si ello fuera signo de conoci­miento, sino que este territorio es donde están diversos maestros que como madres de los seres espirituales de la selva, habitan y recorren con nosotros el bosque vivenciando experiencias de sentido profundo, para construir acontecimientos de bienestar, actualizando el conocimiento de nuestros antepasados, cuya sabiduría está plasmada en la conservación de la selva y nuestro hogar a través de la historia.

Hemos tejido una unidad territorial mantenida durante mucho tiempo, en la que no existen fronteras, pues éstas no hacen parte de la visión del mundo donde nos movemos, pues la percepción del mundo la hacemos desde la libertad de compartir e intercambiar con otros hermanos indíge­nas, a partir del enriquecimiento mutuo de experiencias y conocimientos, y no desde la división política. Es en ese sentido que se desarrolla la unidad en la diferencia.

Esta visión de ausencia de límites fronterizos, obedece al ritmo de la na­turaleza y de sus espíritus, que nos da la pauta para seguir transitando por todos los territorios, cuyo sentido es el movimiento territorial que ha­cemos, por lo tanto los grupos indígenas, en su pensamiento y tránsito territorial no somos estáticos ni sedentarios, sino nómadas, en la medida que nos movilizamos permanentemente, a pesar de los intereses por en­cerramos, aquietamos y limitamos. Es por eso que los Embera y Wounnan de Panamá y de Colombia vienen y van sin que vean una frontera real, pues la visión de territorio es universal.

Ser nómada implica que el desarrollo no es lineal, no parte de un principie ni llega a un fin, sino que ser nómada nos enseña los múltiples movimientos que tienen un comienzo que no se limita con un final.

Hablar de desarrollo es recordar la historia de unidad con las comunidades negras, en la que no sólo su condición de oprimidos sino también respeto mutuo por la diferencia, marca el sentido de solidaridad.

Somos consientes que no sólo nosotros habitamos este mundo sino que nos relacionamos con otras culturas, como la "occidental", a la cual creemos que podemos ofrecerles una experiencia histórica que les aporte a la búsqueda y el encuentro de un sentido de vida, cuyo centro sea armonía, la convivencia y la paz y no la sobrevivencia en una sociedad  de  violencia e injusticia.

Así mismo como a nuestras vidas han llegado de manera impuesta situaciones, valores y elementos ajenos, que todavía no terminamos de cor prender y que han puesto en peligro nuestra armonía introduciendo ni vos problemas, creemos que podemos y necesitamos aprender de los i indígenas el significado de esos elementos, para que podamos transformar y resolverlos y también enriquecemos de tas experiencias, conceptos y conocimientos que les han brindado bienestar, pero eso sí, cerniéndolas  de manera consciente, esclareciendo la calidad de sus aportes,  poder decidir acogerlas desde nuestra lógica, de manera que redunde \ un beneficio real a nuestros pueblos.

Por lo anterior decimos que el desarrollo para nuestros pueblos se da desde nuestra forma de ver el mundo y de vivir, desde curaciones sobre el bienestar y no desde las personas que vienen de lugar ajenos a nuestra realidad a imponemos un pensamiento que desciñe e irrespeta el nuestro, ha llenar de cruces y "pecados" nuestras vida personas que nos inyectan la lógica maniquista del bien y del mal; per­sonas que vienen a engañamos para robamos el conocimiento trotándolo como objeto de lucro, que no les interesa dimensionar las consecuen­cias nefastas que tiene para nosotros de manera directa y para ellos de manera indirecta, sus actos de explotación y arrasamiento del bosque y los ecosistemas.

La experiencia nos enseña que estas personas tratan de aniquilar todo lo que no actúa como ellas o todo lo que no hace lo que ellas quieren, eso nos muestran sus intensiones. Por ello el desarrollo en nuestras comunidades desde que llegó el no indígena implica que haya igualdad de derechos a partir del respeto a la diferencia, que se traduce en el respeto a la vida.

El modelo de desarrollo que nos han querido imponer, no se basa en nuestra historia y pone todas sus intenciones en el momento presente para lograr un "desarrollo" mañana o en otras palabras en el futuro, es como si quisiera ser fruto sin raíces y por eso va cancelando el pasado, dentro de ese pasado nos ubican a nosotros y sin entender que el futuro lo construimos en el presente desde el pasado.

Por ello las transformaciones culturales que queremos tener, son las que estén basadas en estas normas que entretejen nuestros orígenes, todas sistémicamente relacionadas, desde el eje fundamental de cuidar la natu­raleza para el bienestar de nuestra propia vida.

No es un secreto que hay muchas actores interesados en romper nuestro eje fundamental de convivencia para "alcanzar su propio desarrollo", pues su modelo de desarrollo es un signo pesos.

El gobierno nacional define planes de desarrollo para el pacífico sin tener en cuenta lo que piensan sus habitantes y de una forma incoherente ha­bla de un manejo ambientalmente sano mientras avala los nocivos permi­sos de explotación maderera, minera y pesquera. Igualmente da cabida a investigadores y científicos que trabajan para grandes multinacionales de la farmacéutica, la química, la producción de alimentos, pues dependen de los centros de poder económico y político del mundo, ello hace que no defina mecanismos de control y defensa de nuestro conocimiento ancestral y del acceso a los recursos genéticos.

Se presentan otros factores que inciden en nuestras formas de pensar; ver la realidad distorsionando nuestro pensamiento, entre los que se destacan los diversos grupos religiosos que con el fin de "convertimos" pa­san por encima de nuestro derecho a una conciencia y pensamiento propio. Así mismo, los politiqueros por sus anclas de poder económico político degradan nuestros conceptos de participación comunitaria y liderazgo.

El bienestar colectivo, sus utopías y los esfuerzos cotidianos para concretar el desarrollo no pueden supeditarse al poder individual, el dinero o un "progreso" que signifique la degradación o aniquilamiento del ser huma­no. Todos aquellos que ven el dinero como fin del desarrollo se creen con el derecho de llamamos "cholos", brutos, subdesarrollados mostrándonos su pensamiento discriminativo e irrespetuoso.

Los factores antes mencionados han logrado que nuestra fortaleza cultura, no  se vea debilitada, provocando que se rompa el sentido de relación con la naturaleza; se explote la madera; se introduce el monocultivo y se viva  del jornaleo en otras poblaciones o departamentos; se deje a un lado lengua materna, con consecuencias nocivas para la unidad familiar y la convivencia comunitaria. La interiorización, por parte de nuestras comunidades, de un modelo de desarrollo que niega la concepción de lo propio, generando con ello relaciones de poder cuyos intereses fluctúan entre el dominio político y el económico, instaurando valores individualistas.

A pesar de la dosis de negación que nos han inyectado, aún no logr nuestra muerte cultural. Aunque la crisis nos convierta también en sujetos de destrucción propia todavía no hemos perdido totalmente nuestra fuer­za, ni las relaciones de solidaridad y comunidad que nos dan solidez cul­tural; aún conservamos el concepto propio de bienestar.

No nos hemos cruzado de brazos ante esta difícil problemática y por ello es un gran lógrala unidad alcanzada dentro del proceso organizativo de la OREWA. Se ha dado un rescate de nuestra valoración como indígenas, si profundizamos en el significado de la sigla podemos dimensionar que se trata de la lucha por preservar la solidaridad del ser humano, ya que Embera, Wounaan y Tule significan cada uno en su lengua: gente.

En este sentido nuestra lucha consiste en reivindicar el proyecto de vida que tienen los pueblos indígenas. Proyecto que se forja, se labra, se teje, en la relación que establecemos con los animales, las plantas y en gene­ral la selva.

Por ello lo que pensamos y queremos hacer en nuestro territorio no pue­de concebirse, partir o definirse desde el gobierno, sino desde la cosmovisión propia de cada etnia en donde el pasado se actualiza permanente­mente y el origen orienta el futuro; incluyendo no solo sus problemas sino también sus potencialidades y fortalezas.